AGRADECIMIENTOS

Contar esta historia en su totalidad me ha costado cinco años e innumerables personas han participado en esa labor. Es imposible agradecérselo a todas, pero, al menos, lo intentaré.

En primer lugar, quiero darle las gracias a mi agente, Steven Malk. Que creyeras en esta historia desde el principio hizo todo lo demás posible. Tu constante fe en mí y en las muchas historias que me quedan por contar es un regalo de inconmensurable valor. Gracias por estar a mi lado cuando llevaba razón, por decírmelo sin rodeos cuando me equivocaba y por apoyar todos mis esfuerzos con tu confianza y destreza.

Le doy las gracias a mi brillante editora, Nancy Conescu, por ser una de las personas a las que esta historia le gusta tanto como a mí. Tu increíble talento me ha enriquecido con conocimientos que siguen sirviéndome para ser mejor escritora. Es tu voz firme y comprensiva la que oigo en mi cabeza cuando escribo historias en el teclado. Nunca podré agradecerte demasiado haber compartido conmigo este viaje.

Deseo darle las gracias a Alison Impey por no haberse dado nunca por vencida con las cubiertas y por proporcionarme tantas posibilidades sorprendentes.

Les doy las gracias a Kate Sullivan, a Megan Tingley, a Andrew Smith, a Melanie Chang, a Lisa Sabater, a Jessica Bromberg, a Lauren Hodge y a los componentes de Little, Brown Books for Young Readers por trabajar tanto y sacar a la luz los libros de la profecía con un formato tan elegante.

Gracias a Lisa Mantchev, a Jenny Draeger, a Tonya Hurley y a Georgia McBride, amigas que me han soportado durante largas noches y angustiosos interludios. Gracias también a los apasionados lectores y escritores que frecuentan mi página web y me hacen compañía en la Red, en especial, a Devyn Burton, Catherine Haines, Adele Walsh, Kaiden Blake y Sophie y Katie de Mundie Moms.

Le doy las gracias especialmente a Dan Russo por asegurarse de que mi latín fuese correcto; a Jenny y a su madre, Janet, por ayudarme a navegar por los paisajes de la Inglaterra rural; y a Gail Yates y Laura McCarthy por proporcionarme toda la información histórica de Irlanda.

Gracias a Morgan y a Anthony, miembros vitalicios de la pandilla Zink. Y a Layla, la perfecta compañera de un escritor.

No me bastan las palabras para darle las gracias a mi madre, Claudia Baker, por su apoyo y empeño en la difícil tarea de entenderme y aceptarme. Cuando pienso en las cosas por las que me siento más agradecida, tú eres la primera.

Por último, les doy las gracias al amor y a la luz de mi vida: a Kenneth, a Rebekah, a Andrew y a Carolina. Todo es por vosotros y para vosotros.

Y también quiero daros las gracias a vosotros, queridos lectores, que lo hacéis todo posible por la continuada lectura de mis historias. Nunca valoraré lo bastante la fe que depositáis en mí.