Quisiera dar las gracias, en Cuba a los escritores José LaTour, Daniel Chavarría y Arnaldo Correa; en España, a Justo Vasco; en Rusia, a Konstantin Jukovski de la agencia Tass. No son en absoluto responsables de las opiniones políticas que aparecen en el presente libro.
En Estados Unidos me ayudaron los conocimientos médicos de los doctores Neil Benowitz, Nelson Branco, Mark Levy y Kenneth Sack, los conocimientos de George Alboff y Larry Williams sobre incendios provocados, la cámara de Sam Smith, las letras de Regla Miller, el consejo mundano de Bill Hanson y la lectura crítica de Bob Loomis, Nell Branco y Luisa Smith.
Por encima de todo, quiero expresar mi agradecimiento a Knox Burger y Kitty Sprague, que esperaron el manuscrito.