36

Myron la miró azorado.

—Soy estéril —explicó Linda. Pronunció aquellas palabras con suma naturalidad, pero el dolor que revelaban sus ojos era tan vivo y descarnado que Myron estuvo a punto de venirse abajo—. Se da la circunstancia de que mis ovarios no producen óvulos, pero, aun así, Jack quería tener un hijo biológico.

—¿Contrataron a una madre de alquiler? —preguntó Myron.

Linda miró a Victoria.

—Sí —respondió—, aunque no abiertamente.

—Todo se hizo de manera escrupulosamente legal —intervino Victoria.

—¿Se encargó usted del asunto? —quiso saber Myron.

—Me ocupé de hacer el papeleo, sí. La adopción fue completamente legal.

—Deseábamos guardar el secreto —dijo Linda—. Por eso me retiré temporalmente del circuito. La madre biológica no tenía que saber quiénes éramos.

Myron sintió que algo hacía clic dentro de su cabeza.

—Pero lo descubrió.

—Sí.

Otro clic.

—Es Diane Hoffman, ¿verdad?

Linda estaba demasiado agotada para sorprenderse.

—¿Cómo lo ha sabido?

—Digamos que por deducción. —¿Qué otra razón podía tener Jack para contratar a Diane Hoffman como cadi? ¿Por qué si no le había molestado tanto la forma en que habían llevado el secuestro?—. ¿Cómo dio con ustedes?

Fue Victoria quien contestó.

—Como he dicho, todo se realizó legalmente. Con las nuevas leyes no resultó difícil hacerlo.

Otro clic.

—Por eso no podía divorciarse de Jack. Él era el padre biológico. Habría ganado la batalla por la custodia.

Linda asintió.

—¿Chad está enterado? —añadió Myron.

—No —contestó Linda.

—Por lo menos, que usted sepa —señaló Myron.

—¿Qué?

—No lo sabe a ciencia cierta, pero tal vez lo haya descubierto. Tal vez Jack se lo contó. O Diane. A lo mejor así es como empezó todo este embrollo.

Victoria se cruzó de brazos.

—No lo veo muy claro, Myron. Supongamos que Chad lo averiguara. ¿Cómo habría desembocado eso en el secuestro de Chad y el asesinato de Jack?

Myron sacudió la cabeza. Era una buena pregunta.

—Todavía no lo sé. Necesito tiempo para reflexionar. ¿La policía sabe todo esto?

—¿Lo de la adopción? Sí.

Ahora empezaba a tener sentido.

—Esto proporciona un motivo a la acusación. Dirán que la demanda de divorcio de Jack preocupaba a Linda. Que lo mató para no separarse de su hijo.

Victoria Wilson asintió.

—Y el hecho de que Linda no sea la madre biológica puede actuar en dos sentidos: o bien amaba tanto a su hijo que mató a Jack para conservarlo, o bien, puesto que Chad no era carne de su carne, no tuvo reparos en cortarle un dedo.

—Sea como fuere, el hallazgo del dedo no nos ayuda.

Victoria asintió. No dijo «qué le decía yo», pero fue como si lo hiciese.

—¿Me permiten decir una cosa? —intervino Linda. Se volvieron y la miraron—. Yo no quería a Jack. Se lo dije sin rodeos, Myron. Si hubiera tenido la intención de matarlo no le habría dicho algo así…

Myron asintió. Aquello tenía sentido.

—Pero quiero mucho a mi hijo —añadió Linda—, y digo mi hijo, más que a mi propia vida. Que parezca más verosímil que lo mutilé porque soy una madre adoptiva en lugar de biológica resulta enfermizo y grotesco. Quiero a Chad tanto como cualquier madre pueda querer a su hijo. —Hizo una pausa y respiró hondo—. Sólo me interesaba que lo supieran.

—Lo sabemos —dijo Victoria—. Sentémonos. —Cuando hubieron ocupado sus respectivas sillas, prosiguió—: Sé que todavía es pronto, pero me gustaría comenzar a pensar sobre la duda razonable. El caso presentará fisuras. Me aseguraré de sacarles partido, pero me gustaría oír alguna teoría alternativa sobre lo que sucedió.

—En otras palabras —dijo Myron—, otros sospechosos.

—Eso es exactamente lo que quiero decir.

—Bueno, creo que tiene escondido un as en la manga, ¿no es así?

Victoria asintió.

—Así es.

—Tad Crispin, ¿verdad?

Esta vez, Linda se mostró sorprendida. Victoria permaneció impávida.

—Sí, es sospechoso.

—Anoche el muchacho contrató mis servicios como agente —dijo Myron—. Hablar acerca de él constituye para mí un conflicto de intereses.

—En ese caso, no hablemos de él.

—No sé si con eso bastará.

—Entonces deberá renunciar a él como cliente —señaló Victoria—. Linda lo contrató antes. Su compromiso con ella prevalece. Si considera que hay conflicto, tiene que llamar al señor Crispin y decirle que no puede representarlo.

Estaba atrapado, y ella lo sabía.

—Hablemos de otros sospechosos —propuso Myron.

Victoria asintió. Había ganado la batalla.

—Adelante.

—En primer lugar tenemos a Esme Fong.

Myron las puso al corriente de todos los motivos que la convertían en una buena sospechosa. Una vez más, Victoria se mostró adormilada; Linda, en cambio, reveló un instinto casi homicida.

—¿Que sedujo a mi hijo? —gritó—. ¿La muy zorra vino a mi casa y sedujo a mi hijo?

—Eso parece.

—No me lo puedo creer. ¿Por eso estaba Chad en ese sucio motel?

—Sí.

—De acuerdo —dijo Victoria—. Me gusta. Esme Fong tiene motivos y medios. Era una de las pocas personas que sabían dónde estaba Chad.

—También tiene una coartada —agregó Myron.

—Pero no es muy buena. Seguro que hay otras formas de entrar y salir del hotel en que se aloja. También pudo disfrazarse o escabullirse mientras Miguel iba al cuarto de baño. Me satisface. ¿A quién más tenemos?

—A Lloyd Rennart.

—¿Quién es?

—El antiguo cadi de Jack —explicó Myron—. El que le hizo perder el Open.

Victoria frunció el entrecejo.

—¿Por qué sospecha de él?

—Por el momento elegido. Jack regresa al escenario de su mayor fracaso y de pronto ocurre todo esto. No puede ser coincidencia. El despido arruinó la vida de Rennart. Terminó alcohólico. Mató a su esposa en un accidente de automóvil.

—¿Qué? —exclamó Linda.

—Poco después del Open, Lloyd tuvo un accidente de coche. Iba completamente borracho. Su mujer murió en el acto.

—¿La conocías? —le preguntó Victoria a Linda.

—No llegamos a conocer a su familia —respondió ella—. De hecho, creo que nunca vi a Lloyd más que en nuestra casa y en el campo de golf.

Victoria se retrepó en su silla.

—Sigo sin ver qué lo convierte en sospechoso…

—Rennart ansiaba venganza. Esperó veintitrés años para tomarla.

Victoria sacudió la cabeza.

—Admito que es llevar las cosas un poco lejos —añadió Myron.

—¿Un poco? Es ridículo. ¿Conoce el paradero actual de Lloyd Rennart?

—Eso ya es más complicado.

—¿A qué se refiere?

—Puede que se haya suicidado —respondió él.

Victoria miró a Linda, luego a Myron.

—¿Tendría la bondad de ser más explícito?

—El cuerpo no ha aparecido —dijo Myron—, pero todo el mundo cree que se arrojó a un precipicio en Perú.

—Oh, no… —susurró Linda con voz quejumbrosa.

—¿Qué pasa? —preguntó Victoria.

—Recibimos una postal desde Perú.

—¿Quién la recibió?

—Iba dirigida a Jack, pero no estaba firmada. Llegó el otoño anterior, o quizás ya fuese invierno.

Myron notó que se le aceleraba el pulso. El otoño o invierno anteriores. Más o menos cuando Lloyd supuestamente saltó al vacío.

—¿Qué decía?

—Sólo había una palabra escrita —respondió Linda—: «Perdón».

Se hizo el silencio.

—Eso no parece el mensaje de un hombre que busca venganza —dijo Victoria al fin.

—No —convino Myron. Recordó lo que Esperanza había descubierto sobre el dinero que Rennart había utilizado para comprar su casa y el bar. Aquella postal confirmaba lo que venía sospechando desde el principio: Jack había sido víctima de sabotaje—. Pero también significa que lo que ocurrió hace veintitrés años no fue casualidad.

—¿Y eso en qué nos favorece? —preguntó Victoria.

—Alguien pagó a Rennart para que Jack perdiera el Open. Quienquiera que lo hiciese tenía un motivo.

—Quizá para matar a Rennart —contraatacó Victoria—, pero no a Jack.

Buena observación. ¿O quizá no tanto? Veintitrés años atrás alguien odiaba lo bastante a Jack como para tratar de impedir que ganara el Open. Tal vez aquel odio no se había extinguido. O quizá Jack había descubierto la verdad y, por consiguiente, había que hacerle callar. En cualquier caso, merecía la pena considerarlo.

—No quiero escarbar en el pasado —añadió Victoria—. Eso puede acabar de liar las cosas.

—Pensé que le gustaban las complicaciones; no olvide que son tierra abonada para la duda razonable.

—La duda razonable me gusta —contestó Victoria—, pero no lo desconocido. Investigue a Esme Fong. Investigue a la familia Squires. Investigue lo que sea, pero manténgase apartado del pasado, Myron. Nunca se sabe lo que uno puede encontrar en él.