Texto. Los hechos narrados en esta novela tienen lugar unos sesenta años después de los descritos en la primera novela de Ellen, A punta de espada. Algunos de los años intermedios se rozan en sus relatos «El espadachín cuyo nombre no era Muerte» y «La muerte del duque» (publicados originalmente en The Year’s Best Fantasy and Horror de 1991 y 1998 por Datlow & Windling).
Ellen no tiene palabras para agradecerle a Delia que accediera a jugar en su cajón de arena, y que ampliara la población y los límites de la ciudad. La historia de Delia sobre el amor del rey Alexander por la Linda Rosamund, «La tragedia del rey Alexander el Venado», se publicó en A Distant Soil n° 29 (Image Comics), de Colleen Doran. Ellen planea otra novela ambientada quince años después de A punta de espada…
La caída de los reyes se basa en una novela corta del mismo título, nuestra primera colaboración, publicada por Nicola Griffith y Stephen Pagel en su histórica antología, Bending the Landscape: Fantasy. Les agradecemos el apoyo prestado.
Ambas autoras querrían darles las gracias igualmente a las Somerville Genrettes. —Laurie J. Marks, Rosemary Kirstein y Didi Stewart— y al resto de almas tan pacientes como creativas que han leído partes y versiones del manuscrito de esta obra a lo largo de los años: Mimi Panitch, Patrick J. O’Connor, Sarah Smith, Kelly Link, Justine Larbalestier, Terri Windling, Anne Hudson, Paula Kate Marmor, Eve Sweetser, Alex Madonik, Shweta Narayan, Elizabeth Wein y Deborah Manning. Este libro tardó mucho tiempo en gestarse, por lo que si hemos extraviado algunos nombres en el camino, esperamos que sepan perdonarnos y sigan aceptando nuestro agradecimiento. No nos olvidamos de nuestra editora, Anne Lesley Groell, ni de nuestro buen agente y amigo, Christopher Schelling.
Asimismo, Ellen les está agradecida a sus compañeros de trabajo del programa de radio Sound & Spirit, de la emisora WGBH. —Jon Solins, Helen Barrington, Stephen Snyder, Jeff Nelson, Gary Mott, Titilayo Ngwenya y Joellen Easton— por todo su apoyo y excelente labor aun cuando la presentadora del programa se iba a la Ribera en busca de acción.
Delia expresa su agradecimiento a los empleados y clientes del Diesel Café de Davis Square, en Somerville, por su espacio de oficina, ensaladas, café y, ocasionalmente, inspiración.
Para aquéllos que, como nosotras, crecieron en el País de los Libros y todavía conservan la nacionalidad, la influencia de otros autores es abundante y munífica. Aquí nos gustaría elogiar particularmente la obra de la difunta Dorothy Dunnett, magnífica novelista histórica que deja su impronta sobre toda una generación de escritores, y la de Ronald Millar, cuya pieza teatral Abelard and Heloise fuimos a ver cada una por separado, acompañadas de nuestras madres, a Londres el verano de 1970.
ELLEN KUSHNER Y DELIA SHERMAN
Boston y NYC
Marzo de 2002