(vi) El informe de Lowdham acerca de la lengua adunaica

[306]

Se trata de un texto mecanografiado por mi padre que termina al final de la séptima página, punto en el que fue abandonado (no hay razones para pensar que existieran otras páginas que se perdieron). Que corresponde a los textos finales HA III y HA IV de El Hundimiento de Anadûnê se desprende de varios nombres y formas de nombres tales que Nimir, Azrubel, Adunaim, Minul-Tarik, Amatthani (véase pp. 278-279, §§5, 8, 13, 20, 23).

Al imprimir el «informe de Lowdham» he seguido el texto de mi padre muy de cerca, conservando su uso de mayúsculas, itálicas, marcas [307] de vocal larga, etc. a pesar de algunas inconsistencias aparentes, excepto cuando las correcciones son obvias y necesarias. El único punto en el que he modificado la presentación es en las notas. Siguiendo su práctica habitual en los ensayos de este tipo, se limitó a esparcirlas en el cuerpo del texto mientras lo escribía; sin embargo, algunas de ellas son muy substanciales y he considerado que lo mejor era recogerlas al final. No he añadido ningún comentario propio.

Puede observarse que el «nosotros» de la introducción de Lowdham se refiere a él mismo y a Jeremy; cf. Notas 2 y 6 en pp. 329-330.

EL ADUNAICO

Evidentemente, es difícil hablar de la prehistoria de una lengua que, por lo que yo sé, no está relacionada con ningún idioma conocido. La otra lengua de la época que me llegó junto con el Adunaico en mis primeras «escuchas», y que he llamado Avalloniano, parece ser por completo diferente, o por lo menos no «afín». Pero supongo que en un principio, o en un tiempo muy anterior a estos registros, el Avalloniano y el Adunaico estaban relacionados de algún modo. De hecho es evidente que el Avalloniano es el Nimriye o «lengua nimriana» mencionada en el texto de la época de los Exiliados que hemos recibido y que trata de la Caída. En este caso debe de tratarse de la lengua de los Nimir, o de una variante occidental, y por tanto la fuente última de las lenguas de los Hombres en el oeste del Mundo Antiguo. Quizá debería decir que los atisbos de la «lengua nimriana» que hemos recibido muestran una lengua que desciende directamente, sin duda tras numerosos cambios, del Nimriano primigenio. De una época posterior del Nimriano, pero más antigua que el Avalloniano, derivó en parte el antepasado del Adunaico.

Pero entonces el Adunaico debe de haberse desarrollado con bastante independencia durante largo tiempo. Además, a mi parecer recibió influencias de alguna otra lengua. Llamaré a esta lengua Khazadiano, porque me han llegado numerosos ecos de lo que podríamos llamar el Oeste del Mundo Antiguo, que está relacionado con el nombre Khazad. Ahora bien, desde el punto de vista fonético el Khazadiano es similar al Adunaico, además de en algunos puntos del vocabulario y la estructura: precisamente los puntos en los que el Adunaico más difiere del Avalloniano son donde más se asemeja al Khazadiano. [308]

No obstante, es evidente que en algún momento posterior el Adunaico volvió a tener un gran contacto con el Avalloniano, así que tenemos una nueva capa de parecidos entre ambas lenguas. Así, la fonética del Adunaico, que es más áspera, se dulcificó; además, hay un número considerable de palabras que coinciden con los equivalentes avallonianos, o que son muy similares. Por supuesto, en estos casos no siempre es posible determinar si estamos ante un conjunto primitivo de vocabulario, o si se trata de préstamos de términos avallonianos. Así pues, me inclino a pensar que la raíz adunaica MINIL «cielo» es una palabra primitiva, emparentada con la raíz nimriana MENEL, y no un préstamo de una época posterior; sin embargo, si Menel fuera un préstamo, probablemente habría adoptado la forma Minil [tachado: y el nombre adunaico Minal podría explicarse como una alteración para adaptar Minil al sistema de declinaciones adunaico]. Por otro lado, parece evidente que la palabra adunaica lomi «noche» es un préstamo avalloniano; así se desprende de su significado (al parecer tiene el sentido de «noche hermosa, noche estrellada», sin connotaciones de tinieblas o temor), y del hecho de que sea una palabra bastante aislada en Adunaico. De acuerdo con la estructura adunaica, que describiré más adelante, lomi requeriría una raíz biconsonántica, LUM, o más probablemente una raíz triconsonántica, LAW’M; sin embargo, ninguna de ellas aparece en nuestro material, mientras que en Avalloniano lóme (raíz lómi–) es una formación normal de la raíz avalloniana biconsonántica LOM.

Mi propósito ahora es esbozar la estructura y la gramática del Adunaico, en tanto que el material que hemos recibido nos lo permita. Me centraré en la lengua de la época de la Caída, es decir, de aproximadamente el final del reinado de Ar-Pharazon. La mayoría de los registros provienen de este periodo. De edades anteriores sólo hay atisbos ocasionales, igual que de las variantes posteriores que se dieron entre los descendientes de los supervivientes (Adunaico de los Exiliados). Algunos de los textos principales de que disponemos, sobre todo El Hundimiento, son propios del Adunaico de los Exiliados desde el punto de vista del tiempo de composición, es decir, proceden de algún momento posterior al reinado de Ar-Pharazon; sin embargo, están escritos en una lengua prácticamente idéntica al Adunaico [309] «clásico». Probablemente esto se debe a dos causas: al hecho de que se basan en material antiguo por un lado, y al uso continuo de la lengua arcaica para textos elevados por otro. Al parecer, la lengua cotidiana de los Exiliados evolucionó y divergió rápidamente en las costas occidentales. De estas variantes distintas y divergentes sólo tenemos unos pocos ecos, pero a veces ayudan a dilucidar las formas y la historia de la lengua más arcaica.

Estructura general.

La mayoría de las raíces del Adunaico eran triconsonánticas. La estructura recuerda hasta cierto punto al semítico, hecho en el que muestra más afinidad con el Khazadiano que con el Nimriano. Porque aunque el Nimriano tiene muchas raíces triconsonánticas (aparte de los productos de la sufijación normal), tales que la raíz MENEL citada arriba, en Nimriano son menos habituales y en su mayor parte corresponden a raíces nominales.

No obstante, la estructura de las raíces no es muy similar a la del semítico; además, en el Adunaico no hay nada estrictamente comparable a las «gradaciones» de las lenguas que nos son familiares, tales que la variación e/o en el grupo indoeuropeo. En una raíz adunaica hay una vocal característica (VC) que junto con las consonantes caracteriza o identifica la raíz. Así, KARAB y KIRIB son raíces distintas y es posible que sus significados no tengan ninguna relación entre sí. No obstante, la VC puede modificarse de algunas maneras reconocidas (descritas abajo en el apartado de las vocales) que pueden producir efectos similares a los de la gradación.

Además de las raíces triconsonánticas, en Adunaico existía un gran número de raíces biconsonánticas. No cabe la menor duda de que muchas de ellas son antiguas, aunque algunas fueron préstamos del Avalloniano, lengua en la que son habituales. Estas antiguas raíces biconsonánticas indican probablemente que las formas más largas son una evolución posterior. Unas pocas de las nociones verbales más comunes se expresan [310] mediante formas biconsonánticas, aunque la forma verbal del Adunaico suele ser triconsonántica; así, NAKH «venir, aproximarse», BITH «decir», en comparación con SAPHAD «comprender», NIMIR «brillar», KALAB «caer», etc. [Nota 1]

También existen varios elementos antiguos tales que afijos, raíces pronominales y numerales, raíces preposicionales, etcétera, que sólo poseen una consonante. No obstante, cuando una «palabra completa», un nombre por ejemplo, tiene sólo una consonante, por lo general hay que sospechar la desaparición de una segunda consonante más antigua. Así, «mano» deriva probablemente de una raíz PAH.

Consonantes

Sigue ahora un cuadro de las consonantes que al parecer el Adunaico poseía originalmente (o en una época anterior): [Nota 2]

(a)
(b)
(c)
(d)
serie p
serie t
serie c
serie k

OCLUSIVAS

Sordas:
P.
T.
C.
K.
Sonoras:
B.
D.
J.
G.
Sordas aspiradas:
Ph.
Th.
Ch.
Kh.

CONTINUAS

Sordas:
S.
2.
H.
Sonoras (débiles):
W.
L, R, Z.
Y.
H. }.
Sonoras: Nasales:
M.
N.
9.
[Nota 3]

Los sonidos de la serie C: C, J, CH y 2 eran originalmente consonantes anteriores o «palatales»; es decir, a grandes rasgos se trata de las consonantes de la serie K pronunciadas en la posición más delantera o posición y, y así podrían representarse, pero se ha adoptado la notación de arriba porque posteriormente se convirtieron en consonantes simples. El signo 2 representa una Y sorda sibilante, es decir, la ich-laut del alemán o una forma más fuerte de la Y sorda que suele oírse a principio de palabras inglesas como huge. [311]

Se observará que la serie T es la que más sonidos tiene, y que poseía tres consonantes continuas sonoras. Probablemente la serie T sea la que se emplea con más frecuencia en la formación de raíces; lo cierto es que es la más utilizada en los elementos pronominales y formativos (sobre todo los de forma monoconsonántica). La serie P es la más pobre y no posee sibilantes sordas; sin embargo, es muy probable que antiguamente existiera una, la W sorda (como en inglés wh), pero pasó a ser H en tiempos prehistóricos.

H representa el sonido sibilante velar sordo, la ch del galés, el gaélico y el alemán (como en acht). H es la aspirada sonora correspondiente o G «abierta».

En Adunaico la afijación interviene en la formación de palabras, aunque no tanto como en el Avalloniano; además, a diferencia de éste, los prefijos se utilizan con más frecuencia que los sufijos: los últimos apenas se usan en la formación de raíces (donde se mezclan los dos elementos), pero son más frecuentes en la inflexión (donde por lo general los dos elementos siguen siendo independientes). En consecuencia, las combinaciones de consonantes primitivas del Adunaico se deben principalmente al contacto de las consonantes de la raíz, y en su mayor parte tienen la forma «continua + alguna otra consonante» o viceversa. Esto se debe a que la forma predominante (pero no exclusiva) de las raíces adunaicas, en caso de que sean triconsonánticas, es X + continua + X; o X + X + continua, donde X = cualquier consonante.

No obstante, un método de derivación muy utilizado es el alargamiento o «duplicación» de una de las consonantes de la raíz. La consonante duplicada es la consonante media o final de la raíz, aunque en algunas formaciones puede duplicarse la consonante inicial (sólo se duplica una de las consonantes de la raíz).

Un método similar, y hasta cierto punto empleado para las mismas funciones, es la inflexión de una nasal articulada con un sólo órgano antes de la consonante final, o con menos frecuencia antes de la consonante media de la raíz: así, B pasaba a MB, D a ND y G a NG. Por supuesto, este método no puede distinguirse de la duplicación en el caso de las nasales. No se sabe con [312] certeza si originalmente se daba antes de otras continuas: los casos aparentes de NG pueden deberse a *NJ, que se convirtió en NZ, o a la analogía de tales casos. [Nota 4]

El Adunaico, como el Avalloniano, no permite más que una única consonante en posición inicial de palabra en una raíz (obsérvese que PH, TH y KH son consonantes simples). A diferencia del Avalloniano, permite un gran número de combinaciones en posición media, donde las consonantes en contacto se asimilan en muy contadas ocasiones. En el periodo «clásico» el Adunaico carecía de combinaciones consonánticas a final de palabra, pues los afijos siempre terminaban en vocal o en una única consonante, mientras que las raíces básicas tenían siempre la siguiente disposición: ATLA, TAL(A) en el caso de las raíces biconsonánticas, y AK(A)LAB(A), (A)KALBA en el caso de las triconsonánticas. Pero la omisión de la A corta en posición final (no de I ni de U), tanto en lengua hablada como escrita, ya era habitual antes del final del periodo clásico, con la consecuencia de que un gran número de combinaciones consonánticas pasaron a ser finales.

En la siguiente lista tenemos la evolución normal de las consonantes más primitivas en el Adunaico posterior. Las consonantes se exponen en el mismo orden del cuadro anterior, no según su clasificación fonética.

(a) (b) (c) (d)
1. P. T. S. K.
2. B. D. Z. G.
3. Ph. Th. S. Kh.
4. S. S. H.
5. W. L, R, Z. Y. –(G). –.
6. M. N. (N) [Nota 5]

Vemos que las consonantes no han sufrido cambios considerables, excepto en el caso de la serie C, que ha pasado a ser dental (exceptuando a la Y, que permanece inalterada). Con el cambio de C, CH y 2 por S puede compararse la evolución de la C prepalatal del latín en parte del área del romance, y el cambio de la K del indoeuropeo por S en eslavo. De igual modo, el cambio [313] de J (G prepalatal) por Z puede compararse con el cambio de la G y la GH prepalatales del indoeuropeo por Z en iranio y eslavo. La presunción de la existencia de una serie C primitiva se basa por un lado en unas pocas evidencias internas (tales que la presencia de un infijo NZ, a pesar de que el infijo nasal no aparece delante de una consonante genuina), y por otro en formas tempranas, sobre todo en algunos restos de inscripciones antiguas, [Nota 6] donde aparecen dos letras distintas para la S y la Z. El tratamiento de los préstamos del Avalloniano es también significativo: en los préstamos antiguos la TY y HY avallonianas (que equivalen aproximadamente a la t de tune y a la h de huge del inglés) pasan a ser S en adunaico, como por ejemplo el Adunaico sulum «mástil», sula «trompeta» del Nimriano kyuluma, hyola, Avalloniano tyulma, hyóla.

Anteriormente, PH, TH y KH eran oclusivas aspiradas, como en el antiguo griego. Esto se ve con más claridad cuando estos fonemas entraban en contacto con otros (véase abajo). Sin embargo, diversos signos de la lengua escrita, varios cambios en el Adunaico de los Exiliados y la pronunciación de palabras que nos han llegado en forma audible llevan a pensar que antes de la Caída estas aspiradas se habían convertido en fricativas fuertes: F (bilabial), Þ (como en inglés la TH sorda), y X (el sonido ach que originalmente correspondía a la H y que ahora se confunde con KH en los casos en que H no se convirtió en H aspirada). Al mismo tiempo, las combinaciones PPH, TTH y KKH se convierten en las «africadas» PF, y KX, y luego en las fricativas largas o dobles FF, ÞÞ y XX. PHT y KTH parecen haberse convertido en y .

Como se ha apuntado antes, H correspondía originalmente a la fricativa velar sorda, pero en la lengua clásica había pasado a ser la H aspirada. Así pues, siempre aparecía en posición inicial de palabra o en posición media entre vocales. No obstante, en estas posiciones nunca pasó a ser muda. [Nota 7] El sonido fricativo de la H se conservó delante de S [añadido: y cuando era larga o doble HH] (donde, por tanto, posteriormente se confundió con KH), y en algunas «escuchas» parece darse delante de T y TH, aunque por lo general delante de consonantes suena como un soplo sordo, con el timbre de la vocal precedente. Sobre la evolución de la H en contacto con otros fonemas véase abajo. [314]

Las consonantes originales W e Y eran débiles (formas consonánticas de las vocales U e I). En posición intermedia desaparecieron en tiempos prehistóricos delante de las vocales U e I respectivamente. En cambio, en posición inicial se fortalecieron, pasando a ser más fricativas (aunque W siguió siendo bilabial); de este modo, las combinaciones en posición inicial WU y YI sobrevivieron. El mismo refuerzo se dio entre vocales (donde W e Y no se habían perdido). Detrás de consonante W e Y siguieron siendo más débiles, como las W e Y inglesas. Delante de consonante y en posición final de palabra se vocalizaban y por lo general se combinaban con las vocales anteriores para formar diptongos (véase las vocales). [Nota 8]

El sonido } [veáse Nota 1] no se representaba en el Adunaico escrito, excepto en la inscripción arcaica mencionada arriba [página 313 y Nota 6]. Supuestamente desapareció muy pronto. Es imposible determinar si alguna vez se utilizó en posición intermedia o como consonante en la formación de raíces. Probablemente no.

H se debilitó, hasta que en el periodo clásico (paralelamente a la suavización del equivalente sordo H hasta transformarse en la H aspirada) se mezcló con las vocales adyacentes. Esta suavización de las fricativas velares puede atribuirse a la influencia del Avalloniano.

En posición inicial, H desapareció. En posición intermedia entre vocales también desapareció, a menudo produciendo contracciones (siempre que se trataba de vocales semejantes, AHA a A); UH + vocal pasó a ser UW–, y IH + vocal se convirtió en IY–. En posición final o delante de consonante, H se mezcló con la vocal anterior, que si era corta se alargaba consecuentemente; así, AHDA da pasó a ser ADA.

Asimilaciones por contacto

Como hemos observado antes, las asimilaciones sólo se daban en contadas ocasiones debido a la fuerza de la estructura de las consonantes en la raíz del Adunaico. Ni siquiera las asimilaciones que solían producirse en la lengua oral solían indicarse en la escritura, excepto en los raros casos (relativamente hablando) en que la estructura de la palabra había dejado de ser reconocible. [315]

No obstante, las nasales constituyen una excepción asombrosa a esta tendencia conservadora, tanto en la lengua hablada como en la escrita. Esto resulta tanto más notable cuanto que las combinaciones MP, NT y NK no sólo nos parecen fáciles a nosotros, sino que también se daban con frecuencia en el Avalloniano. En Adunaico no gustaban y solían modificarse incluso en el punto de contacto de dos palabras distintas en un compuesto: así, Amatthani de AMAN + THANI «el reino de Aman».

En la lengua hablada la nasal dental N se asimilaba siempre que se encontraba detrás de alguna consonante de otra serie. Así pues, pasaba a M delante de P, PH, B y M, aunque curiosamente NW no se modificaba (NW es una combinación muy frecuente en Avalloniano), igual que 9 delante de K, KH, G, H y H. Cuando la nasal lo seguía siendo, como en MB y NG, el cambio de posición solía pasarse por alto en la escritura.

Después de estos cambios de posición todas las combinaciones de Nasal + Consonante sorda se modificaban. En las combinaciones MP, MPH, NT, NTH, NK y NKH la nasal era sorda en un principio, y luego perdió el carácter nasal: las combinaciones resultantes fueron PP, PPH, TT, TTH, KK y KKH. Estos cambios se consideraban una regla en la escritura, aunque por lo general se colocaba un diacrítico sobre la P, T o K que derivaba de la nasal; las formas escuchadas indican que se trataba de un signo etimológico y gramatical, no fonético. En formaciones antiguas N + H pasó a ser 9H y luego HH (fonéticamente XX, fricativa sorda velar larga); pero en contactos que tuvieron lugar después del debilitamiento de H hasta H aspirada, o que se remodelaron después de entonces, NH siguió siendo NN sorda con aspiración. NS se convirtió en TS.

Puesto que M no se asimilaba delante de consonante, existían las combinaciones MT, MTH, MK, MKH, MS y MH. Paralelamente al cambio descrito arriba, éstas se convirtieron en PT, PTH, PK, PKS y PS, pero no hay ejemplos de P-H en lugar de M-H. En los pocos casos de contacto de M + H se escribe MH, y (al igual que en el caso de NH) se pronuncia como MM sorda.

Cuando la consonante posterior era sonora, los cambios eran escasos (aparte de los cambios de posición descritos arriba). Detrás de N o del infijo 9, H no desaparece, sino que se convierte en 99 nasalizado, que pasó a ser NG (fonéticamente 9G). [316] NR y NL tendían a transformarse en RR y LL, pero normalmente se conservaba la nasalidad (transferida a la vocal precedente) en la lengua hablada; por lo general este cambio no se representa en la escritura, aunque aparecen las combinaciones NRR y NLL. MH se convirtió en MM, de acuerdo con la tendencia general de H a asimilarse con el fonema sonoro precedente. MW pasó a ser MM en la lengua hablada (coloquialmente, por lo general una labial anterior absorbe la W siguiente), pero este cambio no suele indicarse en la lengua escrita.

También se daban otras asimilaciones más raras y menos notables. En la lengua oral se tendía a asimilar las consonantes en contacto, pero era una tendencia menos fuerte que en el inglés, por ejemplo, y en la mayor parte de los casos no se tiene en cuenta en la escritura. Así pues, tenemos Sapda de la raíz SAPAD, y Asdi de la raíz ASAD, aunque se pronuncian sabda y azda (si bien la z de esta forma sólo es sonora en parte, no tanto como la Z de una raíz).

Las aspiradas PH, TH y KH tienen una fuerte tendencia natural a modificar los fonemas que las siguen, a transferir la aspiración al final del grupo. Así, PH + D, T o TH pasaban a ser PTH (estrictamente PHTH). Así, de la raíz SAPHAD deriva *saphdan «sabio, mago», que más tarde se convirtió en sapthan (como he dicho antes, fonéticamente safþan). Pero estas combinaciones no son muy frecuentes, y en formas perspicuas (como por ejemplo en la inflexión verbal o nominal, o en la composición accidental) tenían tendencia a remodelarse, sobre todo después del cambio de aspiradas a fricativas; de este modo, tenemos usaphda «comprendió» en lugar de usaptha.

Las continuas W e Y; L, R y Z se pronuncian sordas después de aspirada, pero en cualquier otro caso no experimentan ningún cambio. También son sordas después de S y H. Antes de H y S las continuas L, R y Z eran sordas, pero W e Y ya se habían convertido en vocales (U e I). M y N eran sordas después de aspirada (aunque las aspiradas seguían siéndolo), pero no detrás de otros fonemas; después de las fricativas F, þ y X, M y N eran sólo en parte sordas.

Después de un sonido sordo, H, mientras fue una consonante audible, se convertía en H. Después de un sonido sonoro, se asimilaba con él; así, por ejemplo, BH y DH se convirtieron en BB y [317] DD. Como se ha apuntado antes, NH y 9H se convirtieron en 99 y luego en NG.

Después de un sonido sonoro, H no sonorizaba, sino que era la consonante precedente la que tendía a pronunciarse sorda. Lo mismo ocurría cuando precedía a una continua sonora (como en HR, HM, HZ, etc.); sin embargo, delante de B, D y G tendía a pronunciarse sonora, es decir, a convertirse en H y por lo tanto a desaparecer, mezclada con la vocal precedente.

Las vocales adunaicas

Originalmente, el Adunaico sólo tenía tres vocales primarias: A, I y U; y los dos diptongos básicos AI e IU.

Cada raíz poseía una de estas vocales, A, I o U, como componente esencial; yo la llamo VC (vocal característica).

El emplazamiento habitual de la VC era entre la primera y la segunda consonante: así, NAK, KUL’B.

Las raíces biconsonánticas podían también añadir la VC al final; por su parte, las raíces triconsonánticas podían añadirla antes del último radical: NAKA, KULUB. Esta forma con dos vocales en la raíz puede denominarse forma completa de la raíz.

También se daban otras formas o modificaciones.

(i)Prefijación de la VC: ANAK, UKULB, IGIML.

(ii)Sufijación de la VC en raíces triconsonánticas: KULBU, GIMLI.

(iii)Eliminación de la VC en su emplazamiento habitual, en cuyo caso debe aparecer en algún otro lugar: –NKA, –KLUB, GMIL.

Esta «eliminación» de la VC habitual sólo puede darse en las raíces biconsonánticas, donde también aparece como sufijo. Además, exige que la VC se encuentre en posición de prefijo: ANKA, UKLUB, IGMIL; o (con menos frecuencia) que haya algún otro prefijo formativo terminado en vocal: DA-NKA, DA-KLUB, DA-GMIL.

Estas modificaciones se combinan en muy raras ocasiones. Dicho de otro modo, por lo general una raíz no suele repetir la VC más que dos veces (como UKULBU, KULUBU); aunque originalmente formas tales que UKULB no podían constituir una palabra en Adunaico, se añadía alguna otra vocal al final (como en UKULBA). [318]

Una de las vocales de la raíz básica debía ser necesariamente la VC o una de sus modificaciones habituales (descritas abajo); sin embargo, la segunda vocal de la «forma completa» no tenía por qué ser la VC, podía ser cualquier otra de las vocales primarias (o una de sus modificaciones). Así, NAKA – NAKI, NAKU; KULUB – KULAB, KULIB. La vocal empleada como prefijo (que no es lo mismo que un prefijo formativo independiente) debe ser siempre la VC, pero la vocal usada como sufijo también puede variar: así, KULBA, KULBI; GIMLA, GIMLU. [Nota 9]

Todas las vocales primarias, A, I y U, pueden sufrir una de las siguientes modificaciones:

(i)Alargamiento: A, I, U.

(ii)Refuerzo o infijo A: A, AI, AU.

(iii)Infijo N: AN, IN, UN. [Nota 10]

Antiguamente había vocales extralargas que se indicaban mediante un signo especial, que he representado con ^. Éstas aparecían: (i) como modificación de la raíz, sobre todo en las raíces biconsonánticas, y en cualquier caso sólo delante de la última consonante de la raíz; (ii) como producto de la contracción de vocales cuando una de ellas era larga. Así, la raíz ZIR «amor, deseo» produce tanto zir como zîr, así como zaira y zâir «anhelo».

En ocasiones las raíces con W o Y en posición intermedia y VC alargada producen formas similares: así, la raíz DAWAR da *daw’r y por tanto dâur «tinieblas»; zayan «tierra» da el plural *zayin y por tanto zâin.

Excepto en los textos más antiguos y en las formas «oídas» los diptongos ai y au se han convertido respectivamente en e y o (abiertas) largas y monoptongas. Los diptongos largos no sufrieron cambios, y por lo general se pronuncian, independientemente de su origen, como diptongos con una vocal larga como primer elemento y una corta como segundo (siempre I o U), aunque este segundo elemento es algo más largo y claro que en un diptongo normal: la entonación «sube y baja».

En Adunaico e y o sólo pueden provenir de los antiguos diptongos ai y au. En consecuencia, la lengua carece de ë y ö cortas. En Avalloniano ë y ö se representan por regla general mediante i y u respectivamente, aunque en ocasiones (sobre todo en sílabas [319] átonas delante de r, o en los casos habituales en el sistema adunaico) ambas se escriben con una a. En los préstamos anteriores procedentes del Avalloniano, supuestamente de una época anterior a que ai y au pasaran a ser monoptongos, en Avalloniano e y o se representaban mediante i y u respectivamente, aunque luego pasaron a representarse mediante e y o.

Contactos vocálicos

Los contactos vocálicos pueden producirse (i) debido a la pérdida de una consonante en posición intermedia, sobretodo H; (ii) en sufijos, sobre todo en la adición de los elementos inflexivos ì, ù, à, at, im, etc.

Si uno o ambos componentes es largo se produce un diptongo largo o una vocal extralarga.

U y U se contraen; I e I también, así como A y A.

Después de U se desarrolla una consonante débil W (así, ùà, ùì pasan a ùwà, ùwì), como se ha descrito antes. De igual modo, después de I se desarrolla una Y (así, ìà, ìù pasan a ìyà, ìyù).

Anteriormente en Adunaico también se daban los diptongos largos: ÔI y ÔU, y ÊI y ÊU. Todos se debían a las contracciones, y ÊU se daba con poca frecuencia. En el periodo clásico aún pervivía ÔI (ÊU), pero ÔU se convirtió en la vocal simple extralarga Ô, y de igual modo ÊI pasó a ser Ê.

Estos diptongos aparecían principalmente en sílabas de inflexión, donde al parecer se debían a la adición de elementos inflexivos tales que –i y –u directamente tras la forma sin inflexión (que se consideraba como raíz) en lugar de añadirse a la raíz etimológica. Así pues, el plural de mano «espíritu», procedente de *manaw– o *manau, es manôi.

Sin embarco, existían formas similares en las mismas raíces. Así, la raíz KUY puede producir con un «refuerzo» koy y kôi de kauy–. La raíz KIW puede producir con un refuerzo kew y kêu de kaiw–. Es posible que las formas inflexivas tengan también, al menos en parte, un origen similar. Si de hecho originalmente la inflexión del plural era YI y no I (como parece ser el caso, porque Y desaparecía delante de I en posición intermedia) la evolución sería la siguiente: manaw, manau + yi pasó a ser manoyi y luego manôi; de igual modo, izray, izrai + yi pasó a ser izreyi y luego izrêi pasó a ser izrê. [320]

Mediante los procesos (i) de la adición del infijo N y de la duplicación de consonantes, y (ii) de la variación de la posición de la VC, y de su modificación, y mediante la variación de las vocales de las sílabas subordinadas, las raíces adunaicas, sobre todo aquellas que tenían formas triconsonánticas, podían producir un gran número de formas derivadas sin recurrir a la adición de prefijos o sufijos. Por supuesto, ninguna raíz tiene más que unas pocas variaciones posibles. En cualquier caso, todo derivado nunca puede producir al mismo tiempo dos formas mediante un mismo tipo de variación; a este respecto, la adición del infijo N y la duplicación de vocales cuenta como un tipo de proceso, mientras que el alargamiento y el refuerzo en A cuentan como otro. Los cambios de posición de la VC y la variación de las vocales subordinadas pueden combinarse con cualquier otro proceso derivativo.

Aun con estas limitaciones, las raíces tales que KULUB y GIMIL pueden por ejemplo producir los siguientes derivados (entre otras formas posibles):

KULBU, –A, –I; KULAB, KULIB, KULUB, UKLUBKulbo, a, e, u, i; kolab, kolib, kolub, kulob, kuleb, kulab, kulub, kulib, uklob, uklub.

Kullub, –ib, –ab (con variantes terminadas en ub, ib, ab, eb, ob); kulubba, kulubbi, kulabbu, kulabba, kulabbi, kulibbu, kulibbi, kulibba; kulumba (también kulimba, kulamba, etc., aunque por lo general el infijo N aparece con la VC precediendo a la nasal); uklumba; etc.

GIMLI, –A, –U; GIMAIL, GIMIL, GIMUL; IGMIL con variaciones paralelas, tales que GEMIL, GIMEL, IGMEL, GIMMIL, GIMILLA, etc.

Las gradaciones aparentes producidas por estos cambios son:

A en la raíz:aaâ

I en la raíz:iiî; eâi

U en la raíz:uuû; oâu.

Declinación nominal

Los nombres pueden dividirse en dos tipos principales: fuertes y débiles. Los nombres fuertes forman el plural, y en algunos casos varias formas más, modificando la última vocal de la raíz. Los nombres débiles añaden inflexiones en todos los casos. [321]

Es evidente que originalmente todas las raíces de los nombres fuertes eran raíces básicas en una u otra de sus formas completas, como NAKA, GIMIL o AZRA; sin embargo, el tipo fuerte de inflexión se extendió a la mayoría de los nombres cuya raíz terminaba en una vocal corta seguida de una única consonante. Los nombres de raíz monosílaba nunca son fuertes.

Las raíces de los nombres débiles eran monosílabas, o bien terminaban en una sílaba alargada o fortalecida (como a, an, u, on, ur, etc.), o bien se formaban con un sufijo o elemento añadido.

Los nombres se dividen también en masculinos, femeninos, comunes y neutros, aunque estrictamente hablando no hay «género» en Adunaico (no hay forma m., f. o n. de los adjetivos, por ejemplo). No obstante, en el singular del caso subjetivo, como se lo puede llamar, se distinguen las cuatro variantes mencionadas, y el plural neutro se forma de distinta manera a la empleada en las formas m., f. y c. Esto se debe a que originalmente el subjetivo se formaba con afijos pronominales, y en el Adunaico hay distinción de género (de sexo, mejor dicho) en los pronombres de la tercera persona.

En general, todos los nombres son neutros, excepto (i) los nombres propios de personas y las personificaciones, (ii) los nombres que denotan funciones masculinas o femeninas, y los animales masculinos o femeninos, en los casos en que están caracterizados específicamente, como «amo, señora, herrero, nodriza, madre, hijo», o «semental, perra».

El masculino y el femenino son las personificaciones de objetos naturales, sobre todo tierras y ciudades, que pueden tener una forma neutra además de una personificada. Con frecuencia la «personificación» es simplemente un medio de crear un nombre propio a partir de un nombre común o adjetivo: así, anaduni «occidental», Anadune f. «Oesternesse». También es posible «personificar» abstracciones consideradas agentes: así, Agan m. «Muerte», agan n. «muerte». En los casos, no obstante, tales que nilo n. «luna», y ure n. «sol», además de las formas personalizadas Nilu m. y uri f., no tenemos tanto una mera personificación como los nombres de personas reales, o de lo que los Adunaim consideraban personas reales: los espíritus guardianes [322] de la Luna y el Sol, de hecho «El Hombre de la Luna» y «La Dama del Sol».

Común es el nombre ana, «hombre, ser humano»; comunes son también los nombres de todos los animales que no están especialmente caracterizados, y los nombres de los pueblos (sobre todo en plural, como Adunaim). [Nota 11]

Las raíces nominales pueden acabar en una única consonante o en vocal. Debe observarse, no obstante, que las consonantes básicas originales W, Y y H se han convertido en vocales en posición final de palabra, y que estas formas finales tienden a considerarse como las mismas raíces. Así, tenemos pa «mano» que probablemente deriva de *paha, pl. pâi; khâu y kho «cuervo» de *khaw y *khäw; pl. khawi(m) y khôi (que históricamente debería ser khäwi).

Las consonantes largas o las combinaciones de consonantes no aparecen a final de palabra en el Adunaico clásico. [Nota 12] En consecuencia, las raíces nominales sólo pueden terminar en una consonante (o ninguna). Los elementos añadidos como sufijo terminan generalmente en vocal, o en oclusivas dentales, t, th y d; o en continuas, sobre todo s, z, l y r, las nasales n y m, y con menos frecuencia en consonantes de otras series tales que h, g, p, ph y b, aunque la h es bastante habitual.

Sin embargo, no hay límite alguno en los casos en que los nombres tienen una raíz básica. Así, puh «aliento»; rukh «grito»; niph «loco»; urug «oso»; pharaz «oro». Estas formas «básicas» no son muy habituales, excepto en nombres neutros, y rara vez son femeninas (puesto que las palabras específicamente femeninas se forman normalmente con los sufijos i y e a partir de la raíz masculina o común). El único nombre femenino de este tipo que se da con frecuencia es nithil «muchacha». La palabra mith «niña» parece ser de este tipo, pero probablemente esté compuesta del afijo –th (que aparece frecuentemente en femeninos) y la base MIYI «pequeño»; cf. la forma m. mik, y el dual miyat «gemelos (niños)».

No obstante, en nombres compuestos es muy frecuente que haya una raíz sola (que a menudo contiene una vocal alargada o fortalecida) como elemento final. En este tipo de formaciones, independientemente de la función que haga la raíz en [323] solitario, es muy frecuente que el elemento final tenga función de agente y por tanto exija la forma objetiva del elemento precedente (sobre la forma objetiva véase abajo). Así, izindu-beth «decidor de verdades, profeta»; Azrubel p. n. «Amante del Mar». Compárese con la raíz simple beth «expresión, dicho, palabra».

Por lo general los nombres masculinos tienen o, ù, o à en la sílaba final. Si contienen elementos afijados terminan en o o u; o en las consonantes «masculinas» más frecuentes k, r, n y d precedidas por o, ù, o à.

Por lo general los nombres femeninos tienen e, ì, o à en la sílaba final; y si contienen elementos afijados (como es habitual) terminan en e o ì; o en las consonantes «femeninas» más frecuentes th, l, s y z precedidas de e, ì, o à.

Los nombres comunes tienen raíces «neutras», o bien la última sílaba presenta la terminación a o à.

Los nombres neutros no tienen i o u en la última sílaba de la raíz, ni emplean sufijos que contengan u, o, o i, e, pues éstos indican masculino o femenino respectivamente. [Nota 13]

Los nombres distinguen tres números: singular, plural y dual. En la mayor parte de los casos la forma normal es el singular y las otras derivan de ella. No obstante, hay un gran número de palabras de significado más o menos plural que tienen formas «singulares» (es decir, sin inflexión), mientras que los singulares correspondientes derivan de ellas, o tienen una raíz de forma más simple. Así, gimil «estrellas», además del sing. gimli o igmil (el último se refiere por lo general a una figura de forma de estrella, no a una estrella del cielo). En realidad estos singulares plurales son colectivos y por lo general engloban todos los objetos de su especie (sean todos los que hay en el mundo, sean los que hay en el lugar específico del que se habla). Así, gimil significa «las estrellas del cielo, todas las estrellas visibles», como en las oraciones del tipo «anoche salí a mirar las estrellas»; el plural de los singulares gimli, igmilgimlî, igmîl significa «estrellas, varias estrellas, algunas estrellas», y en consecuencia éstas serán las únicas formas empleadas con un numeral específico, como gimlî hazid «siete estrellas». De igual modo, en el título de la Avale o «diosa» Avradi, Gimilnitir «Iluminadora de [324] Estrellas», se refiere al mito según el cual, parece ser, encendió todas las estrellas del cielo; gimlu-nitir significaría «iluminadora de una estrella (particular)».

Los duales son colectivos o parejas y significan «ambos» o «los dos». De ahí que nunca necesiten el artículo. Se hacen con el sufijo –at. Por lo general, el dual sólo se emplea para cosas que van en parejas por naturaleza o por costumbre: zapatos, brazos, ojos. Para decir, por ejemplo, dos zapatos separados que no constituyen un par, en Adunaico se emplearía el nombre en singular con el numeral «dos» después. Sin embargo, antiguamente las cosas que sólo iban juntas en algunas ocasiones, en cuyo caso nosotros diríamos «los dos», se ponían a veces en dual.

En Adunaico clásico el dual se empleaba principalmente para hacer nombres de parejas cuando (a) dos objetos se asocian generalmente, como «orejas», o (b) en ocasiones cuando normalmente se contrastan u oponen, «día y noche». El primer caso no presenta dificultad alguna: así, huzun «oreja», huznat «las dos orejas (de una persona)». En el segundo caso, cuando dos objetos son lo bastante distintos para tener nombres separados, hay dos posibilidades: (a) que las dos raíces formen un compuesto y se le añada la inflexión dual al final, o que, en ocasiones, (b) sólo se utilice una de las raíces y la otra se sobreentienda o se añada separadamente en singular. Así, para «sol y luna» tenemos uriyat, urinil(uw)at, y uriyat nilo.

En los nombres se distinguen dos formas o «casos» por cada número: 1) normal; 2) subjetiva. Además, sólo en singular hay una forma objetiva.

La forma normal (N) no tiene inflexión de «caso».

Se emplea siempre que el subjetivo (S) o el objetivo (O) no sean obligatorios. Así: (i) como el objeto de un verbo. Jamás se encuentra en posición inmediatamente anterior al verbo del cual es objeto, (ii) Antes de otro nombre puede estar (a) en aposición a dicho nombre, o (b) en relación genitiva adjetiva o posesiva. El primer nombre es el único que se pone en genitivo en Adunaico (generalmente los adjetivos preceden a los nombres). Por esa razón, los numerales cardinales, que son todos [325] nombres (excepto «uno»), siguen al nombre al que determinan: gimli hazid = 7 de estrellas. Las dos funciones, aposición y adjetivo genitivo, se distinguían generalmente por el acento o la entonación. [Nota 14] (iii) Predicativamente: Ar-Pharazonun Bar ‘nAnadune «El Rey Pharazon es el Señor de Anadune». (iv) Como sujeto cuando precede inmediatamente a un verbo con una inflexión completa. En este caso el verbo debe contener los prefijos pronominales requeridos; cuando se emplea el subjetivo, no se necesita ninguno. Así, bar ukallaba «el señor cayó», o barum (u)kallaba; esto último debe traducirse por «el que cayó fue el señor», pues se emplea tanto el subjetivo como el prefijo pronominal. (v) Como base a la que se añaden ciertos afijos «preposicionales» adverbiales, tales que o «de, desde», ad, ada «a, hacia», ma «con», ze «en».

El subjetivo (S) se emplea como sujeto de un verbo. Tal como hemos visto antes, delante de un verbo con prefijos pronominales no es necesario utilizar un subjetivo, pues en esa posición no puede ir jamás un nombre con función de objeto. El S también representa el verbo «ser» como cópula; cf. (iii) arriba. Cuando dos o más nombres en aposición se yuxtaponen en Adunaico sólo la última serie recibe la inflexión subjetiva: así, Ar-Pharazon kathuphazganun = «El Rey Ar-Pharazon el Conquistador». Compárese con Ar-Pharazonun kathuphazgan = «El Rey Ar-Pharazon es (era) un Conquistador».

La forma objetiva (O) sólo se emplea en expresiones o palabras compuestas. Antes de un nombre verbal, o de un adjetivo verbal (participio), o de cualquier palabra que pueda tener más de un significado, tiene un sentido genitivo-objetivo. Así, Minul-Tarik «Pilar del Cielo», el nombre de una montaña. Aquí minul es la forma O. de minal«cielo», puesto que tarik «pilar» significa «lo que apoya». Minal-tarik significaría «pilar celestial», es decir, un pilar en el cielo o hecho de nubes. Compárese con Azru-bel (donde azru es la forma O. de azra «mar») «Amante del Mar», con azra-zain.

Los nombres en plural se colocan rara vez en esa posición (y los nombres en dual nunca). Cuando un nombre en plural se emplea en esa posición siempre tiene relación de objeto y no [326] adjetiva respecto al nombre que lo sigue, de modo que los nombres en plural no necesitan una forma objetiva especial. El genitivo de un nombre plural sólo puede expresarse mediante el prefijo an– descrito en la nota anterior [véase Nota 14]; así, aru’nAdunai «Rey de los Anadunianos».

La pluralidad se expresa en Adunaico bien poniendo una i como última vocal de la raíz antes de la consonante final (en nombres fuertes), bien añadiendo el elemento i como sufijo. Arriba se indica que originalmente este sufijo tenía la forma –yi [véase página 319].

La dualidad se expresa mediante el sufijo –at. No hay formas «fuertes».

El subjetivo: en nombres neutros se expresa mediante el refuerzo en a de la última vocal de la raíz, en el caso de nombres fuertes: como zadan con la forma S. zadan; en nombres débiles se emplea el sufijo –a. En nombres masculinos, fuertes o débiles, se emplea el sufijo –an, o –n. En plural se utiliza el sufijo –a para los nombres neutros, y el sufijo –im para todos los demás.

El objetivo se indica mediante la vocal u en la última sílaba de la raíz, o mediante el sufijo –u.

Ejemplos de declinación

Los nombres pueden dividirse [véase página 320] en fuertes y débiles. En los nombres fuertes los casos y las raíces en plural se forman en parte mediante alteraciones de la última vocal de la raíz (originalmente la vocal variable de la segunda sílaba de las raíces básicas), en parte mediante sufijos; en los nombres débiles la inflexión se forma siempre mediante sufijos.

Los nombres fuertes pueden dividirse a su vez en fuertes I y fuertes II. En I la vocal variable está situada delante de la última consonante (raíz tipo KULUB); en II la vocal variable es la última vocal (raíz tipo NAKA, KULBA). [327]

Nombres neutros

Fuertes I

Ejemplos: zadan, casa; khibil, manantial; huzun, oreja.

Singular
N.
zadan
khibil
huzun
S.
zadan
khibel
huzon
O.
zadun
khibul
huzun, huznu [Nota 15]
Dual
N.
zadnat
khiblat
huznat
S.
zadnat
khiblat
huznat
Plural
N.
zadin
khibil
huzin
S.
zadina
khibila
huzina

Generalmente en el dual, como en los ejemplos anteriores, se elimina la vocal final antes del sufijo –at; sin embargo, la vocal final de la forma N. se conserva con frecuencia, sobre todo en los casos en que la eliminación significaría la acumulación de más de dos consonantes, o cuando la vocal precedente es larga: así, normalmente se dice tarikat «dos pilares».

En todos los nombres el N. y el S. del dual sólo se distinguían en los textos antiguos. Antes de la época de los Exiliados, se empleaba la terminación at tanto para N. como para S. Sin duda esto se debía a la coincidencia de las formas de N. y S. en el muy numeroso tipo de los nombres fuertes II.

Fuertes II

Ejemplos: azra, mar; gimli, estrella; nilu, luna.

Singular
N.
azra
gimli
nilu
S.
azra
gimle
nilo
O.
azru
gimlu
nilu
Dual
N.
azrat, -at
gimlat, -iyat
nilat, -uwat
S.
azrat
gimlat, -iyat
nilat, -uwat
Plural
N.
azri
gimli
nili
S.
azriya
gimliya
niliya

[328]

Además del plural normal gimli existe, como se ha apuntado arriba [véase página 323] un plural con forma singular gimil (que se declina como khibil, con la única diferencia de que no tiene forma plural o dual), con el significado de «las estrellas, todas las estrellas» o «estrellas» en proposiciones generales. Hay otros plurales de este tipo que no son infrecuentes: compárese kulub «raíces, vegetales comestibles que son las raíces y no los frutos» con kulbi «raíces» (un número definido de raíces o plantas).

Las formas duales N. azrat; N. gimlat, S. gimlat; N. nilat, S. nilat son arcaicas, pero concuerdan con el sistema básico del Adunaico y muestran una eliminación de la vocal variable paralela a la que se da en zadnat, etc. Las formas posteriores se deben al aumento de la sensación de que las vocales finales de las formas N. azra, gimli, nilu son sufijas e invariables, de modo que at se añadía a la forma N. sin eliminación, produciendo azrat, gimilyat, niluwat. Las formas posteriores muestran at tanto en N. como en S. debido al predominio numérico de los nombres terminados en –a.

Débiles

Débiles son los nombres monosílabos y los nombres bisílabos con vocal larga o diptongo en la última sílaba tales que puh, aliento; abar, fuerza, resistencia, fidelidad; batan, camino, sendero.

Singular
N.
puh
abar
batan
S.
puha
abara
batana
O.
puhu
abara
batanu
Dual
N.
puhat
abarat
batanat
S.
puhat
abarat
batanat
Plural
N.
puhi
abari
batani [Nota 16]
S.
puhiya
abariya
bataniya

Nombres masculinos, femeninos y comunes

Los nombres M., F. y C. sólo difieren en el singular subjetivo, donde el sufijo –n se diferencia generalmente mediante la [329] inserción de los signos de sexo o género u, i y a. En textos posteriores pero anteriores al periodo del Exilio, el objetivo femenino suele tomar la vocal i (así, nithli en lugar nithlu) debido a la asociación de la vocal u con el masculino. Rara vez los nombres femeninos tienen forma «básica», es decir, pocos pertenecen a la declinación Ia Fuerte, puesto que las palabras específicamente femeninas se forman por lo general a partir del M[asculino]

En este punto el «Informe» de Lowdham se interrumpe al final de una página (véase p. 333). Siguen ahora las «notas» del texto.

Nota 1

Al contar el número de consonantes de una raíz debe tenerse en cuenta que originalmente muchas raíces empezaban con consonantes débiles que luego desaparecieron, sobre todo en el caso del «inicio audible» (o posiblemente la «oclusión glotal») que he representado con el símbolo }. Así pues, la raíz }IR «único», de la que derivan varias palabras (p. ej. Eru «Dios»), es una raíz biconsonántica. <<

Nota 2

Las diferencias de este cuadro respecto a la lista de las consonantes que aparecen en nuestros registros se deducen a partir de los cambios visibles producidos en la formación de palabras, de las variaciones de la ortografía de los documentos escritos que «vio» Jeremy, del tratamiento de los préstamos del Avalloniano y de las escasas alteraciones de las formas más antiguas que se han apuntado ocasionalmente. <<

Nota 3

El Adunaico no poseía nasales de la serie K o C como elementos independientes de la formación de raíces. La última (aquí representada con un 9), el sonido de ng en la palabra inglesa sing, parece ser, no obstante, la forma tomada (a) por una nasal «infija» delante de una consonante de la serie K, y (b) mediante la nasal dental N (no M) cuando entra en contacto con una consonante de la serie K en un proceso de formación de palabras. Sobre los «infijos» véase abajo [véase p. 311 y Nota 4]. Sin duda, originalmente el Adunaico poseía también una nasal [330] de la serie C, pero como todas se convirtieron en dentales excepto la Y, si aparecía alguna vez sólo podía hacerlo en NY. Sin embargo, al parecer en esta combinación los Adunaim empleaban el mismo signo que para la N dental. <<

Nota 4

El infijo nasal tiene una gran importancia en el Avalloniano, pero no parece estar presente en absoluto en el Khazadiano; por tanto, es posible que este elemento de la estructura del Adunaico se deba a la influencia avalloniana en la época prehistórica. <<

Nota 5

Sólo podía aparecer en la combinación NG, para la cual el Adunaico utilizaba una sola letra. <<

Nota 6

Jeremy no podía verlo con mucha claridad; quizá fuera ya muy antiguo y en parte ilegible en la época que apuntaba su «vista». Creemos que se trataba de algún monumento que señalaba el primer desembarco de Gimilzor, hijo de Azrubel, en la costa oriental de Anadune. No puede haber sido de la misma época, pues los textos parecen decir que la escritura adunaica no se había inventado hasta que llevaron algún tiempo viviendo en la isla. Es posible, no obstante, que date de al menos 500 años, probablemente 1000, antes de la época de Ar-Pharazon. Así se desprende de las formas de las letras y del arcaísmo de las formas lingüísticas. La longitud del tiempo que los Adunaim vivieron en Anadune no puede calcularse con precisión a partir de nuestro escaso material, pero los textos parecen mostrar que (a) Gimilzor era joven en el momento del desembarco; (b) Ar-Pharazon era viejo en el momento de la Caída; (c) hubo doce reyes entre ellos: eso hace casi 14 reinados [véase pp. 270-271, §20]. Sin embargo, al parecer los miembros de la casa real vivían casi hasta los 300 años, y aparentemente por lo general los reyes eran sucedidos por sus nietos (por regla general los hijos tenían 200 o incluso 250 años cuando el rey «caía dormido», y cedían la corona a sus propios hijos para que pudieran mantener un reinado largo e ininterrumpido, [331] y porque ellos estaban entregados a alguna rama del arte o la ciencia). Esto significa que el reino de Anadune puede haber durado bastante más de 2000 años. <<

Nota 7

Los casos aparentes, tales que la variación entre u– y hu– pronominales, se deben a la existencia de dos raíces, de las cuales una es una consonante débil (H o }) y la otra una forma intensificada H. <<

Nota 8

En los procesos de composición o inflexión se desarrollaba una W «débil» entre la U y la vocal siguiente (distinta de U), lo que en Adunaico daba lugar a una consonante plena. De igual modo, entre la I y la vocal siguiente (distinta de I) se desarrolló una Y. El mejor modo de representar la W adunaica con nuestro alfabeto es probablemente una w, pero yo he empleado la v para adaptar al inglés los nombres adunaicos. <<

Nota 9

Obsérvese que estas variaciones sólo son posible cuando la VC se encuentra en posición normal; las formas tales que AN’KU, UKLIB no están permitidas. <<

Nota 10

No se considera que estas modificaciones provoquen un cambio en la identidad de la VC, de modo que pueden aparecer junto con variaciones vocálicas en sílabas subordinadas: así, de la raíz GIM’L puede derivar la forma GAIMAL.

El infijo N, aunque no constituye un cambio vocálico propiamente dicho, se incluye aquí porque representa un papel similar en la gramática y la derivación por alargamiento. Sólo aparece delante de un radical en posición media o final (a diferencia del Avalloniano, nunca antes del radical inicial), y sólo delante de una oclusiva y de la Z (sobre esto véase arriba [pp. 311-312]). <<

Nota 11

Los nombres comunes pueden convertirse en M. o F. en caso de necesidad mediante las modificaciones o los afijos [332] requeridos; si no, pueden emplearse palabras separadas, por supuesto. Así, karab «caballo», pl. karib, junto a karbu m. «semental», karbi «yegua»; raba «perro», rabo m. y rabe f. «perra», ana «ser humano», anu «un varón, hombre», ani «una hembra»; junto a naru «hombre», kali «mujer», nuphar «padre o madre» (dual nuphrat «padre y madre» como pareja), junto a ammi, amme, «madre»; attu, atto «padre». <<

Nota 12

En la mayor parte de los registros de aproximadamente la época de la Caída la –a final se omitía en la lengua hablada, no sólo delante de las palabras que empiezan por vocal, sino también (sobre todo) en posición final (es decir, al final de una oración o frase) y en otros casos; de este modo, en la lengua hablada podía haber varias combinaciones consonánticas finales. <<

Nota 13

Este empleo de ù e ì (y de o procedente de au, e de ai) como signos de m. y f. se da en toda la gramática adunaica. U e i son la base de las raíces pronominales para «él» y «ella». El uso de los elementos afijos u e i a final de palabra para indicar género (o sexo) como en karbu «semental», o urgi «osa», equivale probablemente a las formaciones del inglés moderno tales que «he-goat» (lit. «él-cabra»), «she-bear» (lit. «ella-osa»). <<

Nota 14

En aposición cada nombre estaba separado y tenía un acento independiente. En la función genitiva el nombre precedente o adjetivo se pronunciaba con un acento más marcado y un tono más alto, puesto que el segundo nombre estaba subordinado. Estas combinaciones son prácticamente compuestos. En la escritura adunaica aparecen con frecuencia unidas con una marca semejante a un guión (-) o a (=), o como compuestos de hecho. Aun cuando no están unidos, el final del nombre se asimila con frecuencia a lo que sigue, como en Aman-thani, que pasa a Amat-thani y luego a Amatthani «Tierra de Aman». El Adunaico posee otro modo de expresar el genitivo en los casos en que el nexo no está tan próximo, el prefijo –an. Aunque es similar a la función del inglés «of», no se trata de una preposición [333] (las preposiciones adunaicas son en realidad «posposiciones», van detrás del nombre), sino que equivale a una inflexión o a un sufijo. Así, thani anAman, normalmente thani’nAman «Tierra de Aman». El mismo prefijo aparece en adun «al oeste, hacia el oeste», aduni «el Oeste», anaduni «occidental». Otros ejemplos del uso adjetivo son: kadar-lai «pueblo de la ciudad», azra-zain «tierras marinas, es decir, regiones marítimas», Ar-Pharazon «Rey Pharazon». <<

Nota 15

La forma O. huznu, que procede de los nombres de los tipos fuerte II y débil, aparece a menudo en nombres cuya última vocal es la u. También se da en nombres acabados en otras vocales (como zadnu), pero con menos frecuencia. <<

Nota 16

En ocasiones, los nombres bisílabos terminados en sílaba larga (con a), sobre todo en los textos más antiguos, hacen un plural fuerte cambiando la a por una i, pero no otras formas fuertes: así, batin, batina «caminos». <<

Además del «Informe de Lowdham», no hay mucho material acerca del Adunaico, y lo que hay consiste casi exclusivamente en un borrador preliminar, gran parte del cual es considerablemente tosco, del texto arriba transcrito. No obstante, a partir del punto donde se interrumpe (al principio de la sección sobre los nombres masculinos, femeninos y comunes, pp. 328-329) existen borradores manuscritos para su continuación. La complejidad del cambio de estos nombres de declinación «fuerte» a «débil» se dispone y presenta de un modo bastante oscuro, y hay varios fragmentos ilegibles. No sabía si publicar este borrador, pero en conjunto creo que omitirlo sería una pena. La forma dada aquí se ha modificado un poco por razones editoriales con la eliminación de repeticiones, la clarificación de varias palabras, la omisión de unas pocas notas oscuras y el uso de la marca de vocal larga en lugar de la confusa mezcla de marcas y circunflejos que hay en el manuscrito.

Los nombres masculinos, femeninos y comunes sólo difieren en el subjetivo singular, donde el sufijo es M. –un, F. –in, C. –(a)n. Tampoco los femeninos suelen ser «básicos», ya que en la [334] gran mayoría de las ocasiones se forman con sufijos a partir de un nombre masculino o común [véase p. 322].

Los nombres M. y F. también han pasado a ser débiles en su mayor parte, ya que por regla general sufren un alargamiento en la (sílaba final de la) raíz, que constituye un recurso formativo y no inflexivo.

Por lo tanto, tenemos un pequeño grupo I(a) correspondiente a fuerte neutro I, como tamar «herrero», y una variedad I(b) que tiende a desaparecer, como phazan «príncipe, hijo del rey». Existe también un pequeño tipo II(a) correspondiente al fuerte neutro II que consiste principalmente en nombres comunes como raba «perro», y un tipo II(b) compuesto de nombres terminados en u (m.), i (f.), a (común); a esto se añaden los nombres terminados en o (m.) y e (f.) [sobre esto véase abajo]. Por lo general, todos han pasado a ser débiles.

Fuertes I(a)

Ejemplos: tamar, m. «herrero»; nithil, f. «muchacha»; nimir, c. «Elfo»; uruk, c. «trasgo, orco».

Singular
N.
tamar
nithil
nimir
uruk
S.
tamrun
nithlin
nimran
urkan
O.
tamur-
nithul-
nimur-
uruk-
(tamru-)
(nithlu-)
(nimru-)
(urku-)
Dual
tamràt
nithlàt
nimràt
urkàt
Plural
N.
tamir
nithil
nimir
urik
S.
tamrim
nithlim
nimrim
urkim

I(b)

Ejemplos: phazan «príncipe»; banath «esposa»; zigur «mago».

Singular
N.
phazan
banath
zigur
S.
phazanun
banathin
zigurun
[335]
O.
(phazun-)
(banuth-)
(zigur-)
phazanu-
banathu-
ziguru
Dual
phazanàt
banathàt
ziguràt
Plural
N.
phazin
banith
zigir
S.
phazinim
banithim
zigirim

A este grupo pertenecen sólo los masculinos con a o u «en la sílaba final y los femeninos terminados en a. Y todos pueden declinarse como débiles: plural phazani, im, banathi, ziguri, etc.

II(a)

En este grupo hay poquísimos nombres M., F. y C. porque por lo general éstos tienen raíces finales largas y se han convertido en débiles. A este grupo pertenecen principalmente los arcaicos naru «varón», zini «hembra» (junto a naru, zini), y los nombres referidos a animales como raba «perro».

Singular
N.
naru
zini
raba
S.
narun
zinin
raban
O.
naru-
zinu-
rabu-
Dual
naràt
zinat
rabat
Plural
N.
nari
zini
rabi
S.
narim
zinim
rabim

Los nombres correspondientes a II(b) han pasado a ser débiles, excepto ana «ser humano», que tiene el plural ani junto al débil anai.

Singular
N.
ana
Dual
anat
Plural
N.
ani
S.
anan
S.
anim
O.
anu-

Débiles (a)

[336]

A este grupo corresponden los nombres terminados en consonante. Rara vez son «básicos» (excepto los descritos arriba en compuestos). Ejemplos: bar «señor»; mith «niña»; nuph «loco» [pero niph p. 322].

Singular
N.
bar
mith
nuph
S.
barum
mithin
nuphan (o m. f. núphun, -in)
O.
baru
(mithu-)
nuphu- (f. nuphi-)
mithi-
Dual
baràt
mithàt
nuphàt
Plural
N.
bari
mithi
nuphi
S.
barim
mithim
nuphim

Débiles (b)

A este grupo pertenecen (i) los masculinos y femeninos terminados en u e i y los nombres comunes terminados en a. También (ii) un nuevo tipo, los masculinos terminados en o y los femeninos terminados en e. Su origen no está muy claro. Al parecer derivan (a) de las raíces básicas con aw y ay; (b) de –aw y –ay empleados como variantes de los sufijos m. f. u e i; (c) de los nombres comunes en a + m. u, f. i, en lugar de variar la vocal. Así, raba > rabau > rabo. Se utilizan sobre todo en f., ya que rabi tendría la misma forma que el plural común.

Ejemplos: nardu «soldado»; zori «nodriza»; mano «espíritu»; izre «novio, amado»; ana «humano». A este tipo (sobre todo en plural) pertenecen numerosos nombres de pueblos, como Adunai.

Singular
N.
nardu
zori
mano
izre
S.
nardun
zorin
manon
izren
O.
nardu-
zori-
mano-
izre (izrayu)
(arc. zoriyu)
Dual
nardùwàt
zorìyàt
manot
izret (izrayàt)
(manawàt)
Plural
N.
nardùwi
zori
manoi
(izre) izreni
[337]
S.
nardùwim
zorim
manoim
(izrem) izrenim

Existen otras páginas interesantes escritas muy toscamente en las que se muestra un cambio substancial en la concepción de mi padre de la estructura, que se introdujo según avanzaba la obra: para empezar, el nombre adunaico distinguía cinco casos, normal, subjetivo, genitivo, dativo e instrumental. Para dar un ejemplo, en nombres masculinos la inflexión genitiva era o (plural om); la dativa –s, –se (plural –sim); y la instrumental –ma (plural –main), que originalmente era una posposición unida a la base como afijo con el significado de «con» que expresaba relación instrumental o de compañía. En esta fase el masculino bar «señor» seguía el siguiente sistema inflexivo (si lo he interpretado correctamente):

Singular
N.
bar
Dual
barut
Plural
bari
S.
barun
barut
barim
G.
baro
barot
bariyom
D.
barus
barusit
barisim
I.
baruma
barumat
barumain

No hay apenas notas sobre otros aspectos de la gramática adunaica: unos pocos apuntes sobre el sistema verbal demasiado ilegibles que no sirven de mucho. No obstante, podemos averiguar que había tres tipos de verbos: I biconsonantes, como kan «sostener»; II triconsonantes, como kalab «caer»; III derivativos, como azgara «hacer la guerra», ugruda «ensombrecer». Había cuatro tiempos: (1) aoristo («correspondiente al «presente» inglés pero empleado sobre todo como presente histórico o pasado en la narrativa»); (2) (presente) continuativo; (3) (pasado) continuativo; (4) pasado («empleado con frecuencia como pluscuamperfecto cuando el aoristo se usa = pasado, o como futuro perfecto cuando el aoristo = futuro»). El futuro, el subjuntivo y el optativo se representaban mediante auxiliares; por otro lado, la pasiva se traducía con las formas impersonales del verbo «con sujeto en acusativo».

Ya he remarcado anteriormente los insolubles problemas que presentan los escritos filológicos de mi padre: en El Camino Perdido y otros escritos (CP.396) escribí:

Veremos, pues, que el componente filológico de la evolución de la Tierra Media difícilmente puede ser analizado, y sin duda no puede presentarse como los textos literarios. En cualquier caso, mi padre estaba tal vez más interesado en el proceso de cambio [338] que en mostrar la estructura y el empleo de las lenguas en un momento dado, aunque sin duda esto se debe hasta cierto punto a su costumbre de volver a empezar una y otra vez con los sonidos primordiales de las lenguas quendianas, embarcándose en un propósito tan grande que no podía sostenerse (de hecho parece que el mismo intento de escribir un texto definitivo le produjo una insatisfacción inmediata y un deseo de nuevas construcciones: así, los manuscritos más hermosos pronto se trataron con desdén).

Así, pues, es muy notable el hecho de que el «Informe de Lowdham» no sufriera apenas cambios posteriores; esto se debe a que mi padre abandonó el desarrollo del Adunaico y nunca regresó a él. Esto no implica, por supuesto, que en el momento de su abandono no hubiera proyectado —probablemente a un nivel muy completo— la estructura de la gramática adunaica como conjunto; lo que ocurrió fue que (por lo que yo sé) no escribió nada más al respecto. Las razones de esta interrupción nos son desconocidas, pero es muy posible que mi padre se sintiera presionado por otros asuntos en el punto en que acaba el «Informe de Lowdham», y que cuando tuvo tiempo de regresar a él se sintiera obligado a volver con El Señor de los Anillos.

En los años que siguieron fue por diferentes senderos; pero de haber regresado al desarrollo del Adunaico, no hay duda de que el «Informe de Lowdham» tal como lo conocemos se habría visto reducido a ruinas, según las nuevas concepciones provocaban cambios y convulsiones en la estructura. Es más que probable que hubiera vuelto a empezar, refinando la historia de la fonología, quizá sin llegar jamás al verbo. La «conclusión», la terminación de una Gramática y un Diccionario fijos, nunca fue su objetivo primordial. El placer radicaba en la creación misma, la creación de una nueva forma lingüística que evolucionaba al compás de un tiempo imaginario. La «no conclusión», y los cambios incesantes, a menudo frustrantes para quienes estudian las lenguas, era inherente a su arte. Sin embargo, en el caso del Adunaico, tal como fueron las cosas se logró una estabilidad, aunque incompleta: una descripción substancial de una de las grandes lenguas de Arda, gracias a los extraños poderes de Wilfrid Jeremy y Arundel Lowdham.