Los cambios exhaustivos realizados en el texto de HA II que se han detallado en el comentario anterior se retomaron en el tercer texto, HA III, que se escribió con la misma máquina dactilográfica y el mismo [278] papel que HA II. En HA III se introdujeron nuevos cambios, y el texto acabado sufrió más modificaciones. Por último, se realizó otro texto mecanografiado, HA IV, en apariencia idéntico a los dos anteriores; en él se retomaron los cambios realizados en HA III, pero el texto terminado apenas fue corregido. Con HA IV esta fase de la evolución de la leyenda de Númenor llega a su fin.
Sigue aquí una descripción, párrafo a párrafo, de las alteraciones realizadas entre HA II, corregido, y la versión final, excluyendo sólo los cambios insignificantes (tales que «el tiempo señalado» por «la hora señalada» en §3). En general no hago distinción entre los que se introdujeron en HA III y los que se realizaron posteriormente, que aparecen en el texto original de HA IV.
§1Avalôi pasó a ser Avalôim en todo el texto; ésta es la forma que aparece en el texto final F2 de la Segunda Parte de Los papeles del Notion Club (véase p. 265).
Eru (Eru-bênî, Eruhîn) pasó a ser Êru en todo el texto. En la primera versión de los fragmentos de Lowdham el nombre tiene vocal corta (p. 194), pero en la última versión es larga (p. 124).
§5La oración inicial se cambió para que leyera: «Y entre los pesares del mundo los corazones de los Êruhîn se volvieron al oeste, pues allí, creían, se encontraba la tierra de Amân y una paz permanente».
Nimrî pasó a ser Nimîr en todo el texto.
§6«sintieron un gran temor, y anhelo» > «sintieron anhelo».
§8Azrabêl pasó a ser Azrubêl en todo el texto, al principio en substitución de Azrabêl en HA III y luego en el texto original; véase p. 267, §8.
Vingalôtë > Wingalôtë > Vingalôtë, véase p. 267, §8.
§12El nombre adunaico de «la Tierra del Don» en HA III era Abarzâyan (véase p. 268, §12), substituido por la forma final Yôzâyan, que aparece en HA IV y en el texto final F2 de Los papeles del Notion Club (pp. 117,125). Vemos así que HA III es anterior a F2.
§13«mientras aún permanecían fieles» fue omitido.
Adûnâi pasó a ser Adûnâim en todo el texto (cf. la nota sobre Avalôi, Avalôim, §1 arriba).
§16«desobedecer la prohibición» > «desobedecer la prohibición de Amân».
«(una visión del Reino Bendecido) lo que veían los hombres» > «lo que por gracia veían los Hombres».
«los hijos del Pueblo Inmortal» fue omitido. [279]
§19«Y sin embargo al final el nuevo bien se volvió otra vez al mal, y los Hombres cayeron, se dice, por segunda vez» fue omitido, y la frase siguiente empieza «Pero al cabo de una edad el poder de la oscuridad se manifestó por segunda vez …».
«(supo de la llegada) de los Eruhîn» > «de los Reyes del Mar, venidos de las profundidades».
§20El nombre Minul-Târik del Pilar del Cielo, en substitución de Menel-Tûbal (posteriormente Menil-Tûbal) de HA II, aparece por primera vez en HA III (véase p. 264).
§21«y ahora se agitaba de nuevo» > «y ahora las semillas profundamente sembradas se agitaban de nuevo».
§23En lugar de Amatthânê en HA II §§21, 23 (donde se refiere a «la Tierra del Don») los textos siguientes dicen Anadûnê; sin embargo, en lugar de el Reino Bendecido en HA II §23 dicen Amatthâni, el Reino Bendecido. Así, pues, el significado de Amatthânê substituyó al de Anadûnê, que a su vez fue substituido por el de Zen ’nabâr, Abarzâyan y Yôzâyan, reaparece ahora en la forma Amatthâni como el nombre de Valinor; no obstante, Avallôni se conserva en §§16, 47, 50. La etimología de Amatthâni se da en el «Informe de Lowdham acerca del Adunaico», p. 332.
§25En el texto del trozo de papel añadido en HA II y dado en p. 272 se añadió lo siguiente en HA III tras las palabras «ni en ningún otro sitio dentro de la cintura de la Tierra»; «porque no fueron los Avalôim quienes os llamaron al principio Êruhîn, los hijos de Dios».
«y él la hizo, a ella y a vosotros» fue omitido.
§26En HA III Arbazân pasó a ser Aphanuzîr, y Nimruzân pasó a ser Nimruzîr. Jeremy llama a Lowdham Nimruzir en Los papeles del Notion Club, pp. 128,130, y el nombre aparece en el fragmento I (B) de Lowdham, p. 124, «siete barcos de Nimruzir hacia el este».
§27Después de las palabras de Aphanuzîr (Arbazân) «Es posible», responde al falso argumento de Ar-Pharazôn: «Pero ir en contra de una orden es no cumplirla»; y en el pasaje que sigue a su discurso se omitieron las palabras «donde los hielos son infranqueables», que primero fueron substituidas por «el hielo es infranqueable».
§28La historia de la expedición de Ar-Pharazôn se amplió considerablemente en un trozo de papel insertado en HA III. El nuevo texto es muy parecido al de la Akallabêth (pp. 367-368), pero falta la referencia a los Puertos de Umbar: [280]
… y cuando todo estuvo dispuesto, él mismo se hizo a la mar hacia el Este. Y los hombres vieron las velas que asomaban en el poniente, teñidas de escarlata, resplandecientes de rojo y de oro, y los habitantes de las costas se amedrentaron, y huyeron lejos. Desiertas y en silencio estaban todas las tierras en derredor cuando el Rey de Anadûnê [> Yôzâyan] puso pie en la costa. Durante siete días marchó con trompetas y estandartes, y llegó a una colina y subió a ella, y levantó allí su pabellón y su trono; y se sentó en medio, y las tiendas de las huestes se extendían alrededor como un prado de flores orgullosas [> se ordenaron alrededor, doradas y blancas y azules, como un campo de flores altas]. Entonces envió heraldos, y ordenó a Zigûr que se presentara ante él y le jurara fidelidad.
Quizás haya que mencionar un recuerdo que conservo relacionado con este pasaje. Me acuerdo de mi padre, en su estudio la casa de North Oxford, leyéndome El Hundimiento de Anadûnê una tarde de verano: era en 1946, pues mis padres dejaron la casa en marzo de 1947. De aquella lectura recuerdo con claridad que las tiendas de Ar-Pharazôn eran como un campo de flores altas de muchos colores. Puesto que el pasaje no se introdujo hasta el texto de HA III, y los nombres de los colores de las flores, «doradas, blancas y azules», se escribieron a lápiz junto al texto mecanografiado y aparecen en el texto original de HA IV, mi padre estaba leyendo HA III o HA IV. Estoy casi seguro de que los nombres adunaicos me resultaban extraños, y que mi padre leía El Hundimiento de Anadûnê como si fuera algo nuevo que acababa de escribir. Esto parece apoyar mi suposición (p. 11) de que la aparición del Adunaico y el desarrollo de esta nueva versión de la leyenda de la Caída corresponden a la primera mitad de 1946.
§30Este párrafo se rescribió para que leyera:
Sin embargo, tan astuto era de mente, tan fuerte su voluntad oculta, que antes de que hubieran transcurrido tres años ya compartía con el Rey designios secretos; pues tenía siempre en la lengua palabras dulces como la miel, y conocía muchas cosas que aún no habían sido reveladas a los Hombres. Y al advertir el trato que su señor le dispensaba todos los consejeros empezaron a lisonjearlo, excepto uno, Aphanuzîr. Entonces, lentamente un cambio sobrevino en la tierra, y los corazones de los Fieles se sintieron muy perturbados.
§31Al final del texto que substituyó al de HA II, presente en un trozo de papel y dado en p. 273, §31, después de «su nombre es Arûn, [281] Señor de Todo», se añadió: «Dador de la Libertad, y él os hará más fuerte que a ellos».
§32La descripción del templo se modificó en una página mecanografiada de HA III mediante la alteración de las oraciones que siguen a «una gran cúpula»:
Y esa cúpula estaba techada de plata y resplandecía al sol, de modo que la luz se divisaba desde lejos; pero pronto la luz se oscureció y la plata se ennegreció. Porque en la parte superior de la cúpula había una gran abertura o tronera, y de ella salía una gran humareda …
En la segunda referencia a Mulkhêr (> Arûn) en HA II se añadió «Dador de la Libertad» (cf. §31 arriba).
La oración final del párrafo pasó a ser: «Estos cargos eran casi siempre falsos; no obstante fueron días amargos aquellos, y la maldad engendra más maldad».
§36La respuesta de Aphanuzîr (Arbazân) a la pregunta de Nimruzîr «¿Traicionarías entonces al Rey?» fue ampliada, aproximándose a la que aparece en la Akallabêth (p. 374):
—Sí, por cierto lo haría —dijo Aphanuzîr—, si creyera que Amân está necesitado de un mensajero semejante. Porque hay una lealtad a la que ningún hombre ha de renunciar, por causa alguna. Y en cuanto a la prohibición, yo mismo pediré el castigo, no sea que la culpa recaiga en todo mi pueblo.
§38«huyáis de la hermosa Amatthânê que ahora está mancillada, y perdáis todo lo que habéis amado» > «huyáis de la Tierra de la Estrella sin estrella que os guíe; porque esa tierra está mancillada. Entonces perderéis todo lo que habéis amado».
§39«Pero se sabe que» fue omitido.
§41«(Las Águilas de Amán) vuelan sobre Anadûnê!» > «ensombrecen Anadûnê!».
§43«una detrás de otra en una línea interminable» > «avanzando en una línea cuyo extremo disminuía hasta borrarse a lo lejos».
§§46-47Este pasaje de HA II se conservó casi sin cambios en la versión final, incluyendo la referencia a la llegada de las flotas de los Adûnâim a «Avallôni en las profundidades del mar», aparte de una inserción y un cambio que sigue a «Porque Ar-Pharazôn titubeó en ese momento y estuvo a punto de volverse» en §47:
Contempló receloso las costas silenciosas y vio resplandecer el Taniquetil, más blanco que la nieve, más frío que la Muerte, [282] tranquilo, inmutable, terrible como la sombra de la luz de Dios. Pero el orgullo pudo más, y Ar-Pharazôn abandonó por fin el barco, y puso el pie en la costa y reclamó esa tierra como suya si nadie se oponía con la fuerza de las armas.
Este pasaje se conservó en la Akallabêth (p. 378), con Taniquetil en lugar de la Montaña de Amân e Ilúvatar en lugar de Dios.
Detrás de «la tierra de Amân y la tierra del don» (cerca del final de §47) se añadió «Amatthâni y Yôzâyan» (véase en §23 arriba).
La oración final de §47 se modificó para que leyera: «Y en adelante los Avalôim no tuvieron morada en la Tierra, y vivieron invisibles; y no hay ningún lugar donde perdure el recuerdo de un mundo sin mal». Véase p. 277 (§47, al final).
§§49-50
Este pasaje crucial se conservó en HA III prácticamente con la misma forma que tenía en HA II (p. 262) con una diferencia (aparte de Minul-Târik en lugar de Menil-Tûbal): el final de §50 se modificó para que leyera: «Por ese motivo, algunos de ellos exploraban todavía los mares vacíos, con la esperanza de llegar a la Isla Solitaria. Pero no la encontraban. “Porque todos los caminos que antaño fueron rectos son curvos ahora”, decían». Ya en §49 en HA I la cumbre del Pilar del Cielo es llamada «una isla solitaria en algún lugar de las grandes aguas», que quizás alguien encontrara por encima de la superficie del mar.
Puesto que aparte de las afirmaciones en §16 de que los Nimîr debían de vivir cerca de Anadûnê y de que algunos decían que lo que se veía era la isla de los Nimîr, Tol Eressëa está extrañamente ausente en los textos de El Hundimiento de Anadûnê, y puesto que Avallôni es un nombre del Reino Bendecido, es evidente que cuando mi padre empleó el nombre de Isla Solitaria en referencia al Pilar del Cielo de Anadûnê tenía la intención de crear ambigüedad.
La conclusión de la narrativa de HA III (§§49-55) fue substituida por un texto escrito en varias páginas mecanografiadas, y §50 se amplió de un modo notable. El texto no sufrió cambios posteriores, y ésta es la versión definitiva de §§49-50 de El Hundimiento de Anadûnê (doy el pasaje por entero para facilitar la comparación con el final de la Akallabêth que sigue después):
Ahora bien, la cima del Monte Minul-Târik, el Pilar del Cielo en medio de la tierra, era un lugar sagrado, porque allí los Adûnâim acostumbraban a dar las gracias a Êru y a adorarlo; y ni siquiera en los días de Zigûr había sido mancillada. Por tanto, muchos hombres creían que no fue anegada para siempre, [283] sino que se levantó otra vez por encima de las olas, una isla solitaria entre las grandes aguas, y quizás algún marinero llegue hasta ella por casualidad. Y hubo muchos que la buscaron después, porque se decía entre los supervivientes de los Adûnâim que aquellos de vista penetrante alcanzaban a atisbar desde el Minul-Târik el resplandor de la Tierra Inmortal. Porque aún después de la ruina el corazón de los Adûnâim se volcaba hacia el Oeste; [§50] y aunque sabían que el mundo había cambiado, decían: «Avallôni ha desaparecido de la faz de la Tierra, y la Tierra del Don ha sido arrebatada, y nadie puede encontrarlas en este mundo de oscuridad; no obstante, una vez fueron, y por tanto todavía son, plenamente, y en la forma cabal del mundo». Y los Adûnâim sostenían que los hombres, si se los bendecía, podían ver otros tiempos que aquel en el que vivía su cuerpo; y anhelaban siempre escapar de las sombras del exilio y contemplar de algún modo la luz de antaño. Por ese motivo, algunos de ellos exploraban todavía los mares vacíos, con la esperanza de encontrar la Isla Solitaria y tener allí una visión de las cosas que fueron.
Pero no la encontraban, y decían: «Todos los caminos que antaño fueron rectos son curvos ahora». Porque en la juventud del mundo se decía entre los hombres que la Tierra no era plana, parecía, y pocos aun de los Anadûnê lo creían; y cuando en días posteriores, en parte por la ciencia y la lectura de las estrellas, en parte por los viajes de los barcos que exploraron todos los caminos y los mares de la Tierra, los Reyes de los Hombres supieron que el mundo era redondo, creyeron que sólo era así desde el tiempo de la gran Caída, y no antes. Por tanto pensaron que, mientras que el nuevo mundo era curvo, el antiguo camino y el sendero del recuerdo de la Tierra ascendía hacia el cielo, como si fuera un gran puente invisible. Y tenían numerosos rumores e historias acerca de marineros y hombres abandonados en el mar que por algún destino o gracia habían encontrado el antiguo camino y habían visto cómo se hundía por debajo de ellos la faz del mundo, y de ese modo habían llegado a la Isla Solitaria, o en verdad a la Tierra de Amân, y habían contemplado la Montaña Blanca, terrible y hermosa, antes de morir.
En la Akallabêth se conservó gran parte de este pasaje, pero con nuevas implicaciones. Doy aquí lo impreso en El Silmarillion, pp. 382-383 (hay algún cambio editorial al principio y al final que no afecta el sentido del pasaje). [284]
Entre los Exiliados, muchos creían que la cima del Meneltarma, el Pilar del Cielo, no fue anegada para siempre, sino que se levantó otra vez por encima de las olas, una isla solitaria perdida en las grandes aguas; porque había sido un sitio consagrado y nadie lo había mancillado nunca, aun en días de Sauron. Y algunos hubo de la simiente de Eärendil que después lo buscaron, porque se decía entre los sabios que en otro tiempo los hombres de vista penetrante alcanzaban a atisbar desde el Meneltarma la Tierra Inmortal. Porque aún después de la ruina el corazón de los Dúnedain se volcaba hacia el oeste; y aunque en verdad sabían que el mundo había cambiado, decían: «Avallónë ha desaparecido de la faz de la Tierra y la Tierra de Aman ha sido arrebatada, y nadie puede encontrarlas en este mundo de oscuridad. No obstante, una vez fueron, y por tanto todavía son, plenamente, y en la forma cabal del mundo tal como fue concebido por vez primera».
Porque los Dúnedain sostenían que aun los Hombres mortales, si se los bendecía, podrían ver otros tiempos que el de la vida de los cuerpos; y anhelaban siempre escapar de las sombras del exilio y contemplar de algún modo la luz que no muere; porque el dolor del pensamiento de la muerte los había perseguido por sobre los abismos del mar. Por ese motivo, los grandes marineros que había entre ellos exploraban todavía los mares vacíos, con la esperanza de llegar a la Isla del Meneltarma, y tener allí una visión de las cosas que fueron. Pero no la encontraban. Y los que viajaban hasta muy lejos, sólo llegaban a tierras nuevas, y las encontraban semejantes a las tierras viejas, y también sometidas a la muerte. Y los que viajaban más lejos todavía sólo trazaban un círculo alrededor de la luna para volver fatigados por fin al lugar de partida; y decían «Todos los caminos son curvos ahora».
De este modo en días posteriores, en parte por los viajes de los barcos, en parte por la ciencia y la lectura de las estrellas, los reyes de los Hombres supieron que el mundo era en verdad redondo, y sin embargo aún se permitía que los Eldar partieran y navegaran hacia el Antiguo Oeste y a Avallónë, si así lo querían. Por tanto, los sabios de entre los Hombres decían que tenía que haber un Camino Recto, para aquellos a quienes se les permitiese descubrirlo. Y enseñaban que aunque el nuevo mundo estuviese torcido, el viejo camino y el sendero del recuerdo del Oeste todavía estaban allí, como si fueran un poderoso puente invisible que atravesara el aire del aliento y del vuelo (que eran curvos ahora, como el mundo), y [285] cruzara el Ilmen, que ninguna carne puede soportar sin asistencia, hasta llegar a Tol Eressëa, la Isla Solitaria, y quizás aún más allá, hasta Valinor, donde habitan todavía los Valar y observan el desarrollo de la historia del mundo. Y cuentos y rumores nacieron a lo largo del mar acerca de marineros y Hombres abandonados en las aguas, que por algún destino o gracia o favor de los Valar habían encontrado el Camino Recto y habían visto cómo se hundía por debajo de ellos la faz del mundo, y de ese modo habían llegado al puerto de Avallónë, con lámparas que iluminaban los muelles, o en verdad a las últimas playas de Aman; y allí habían contemplado la Montaña Blanca, terrible y hermosa, antes de morir.
Veremos que gran parte de §49 y del principio de §50 (hasta «Pero no la encontraban») de HA se conservó en la Akallabêth (donde, no obstante, todo el pasaje acerca de las especulaciones de los Exiliados se trasladó al final de la obra). Pero donde HA dice «Avallôni ha desaparecido de la faz de la Tierra, y la Tierra del Don ha sido arrebatada» la Akallabêth dice «Avallóne ha desaparecido de la faz de la Tierra, y la Tierra de Aman ha sido arrebatada». En HA Avallôni es la Tierra de Amân; en la Akallabêth es el puerto de Tol Eressëa (véase p. 356). En HA aquellos que exploraban los mares vacíos tenían la esperanza de encontrar «la Isla Solitaria», que es la cima del Pilar del Cielo; en la Akallabêth tenían la esperanza de encontrar «la Isla del Meneltarma».
En La Caída de Númenor se decía explícitamente, en la parte central del Cataclismo, que el mundo fue redondeado en el momento de la Caída (véase p. 277): ésa era la historia, y dentro de ella la transformación del mundo en un globo en ese momento es un hecho, sin calificativos. En El Hundimiento de Anadûnê los Nimîr (Eldar) habían visitado a los Adûnâim y les habían enseñado que el mundo era redondo por naturaleza («pende de las ramas del cielo como una manzana», §23), pero cuando llegó Zigûr lo contradijo («el mundo no era un círculo cerrado», §31). En esta obra el autor sabe que el mundo es un globo por naturaleza; pero muy pocos de los Adûnâim lo creyeron hasta que los viajes de los supervivientes de la Caída les demostraron que era cierto (cf. el pasaje escrito en el texto original HA I, p. 242: «Porque todavía creían las mentiras de Sauron de que el mundo era plano, hasta que sus flotas dieron la vuelta al mundo en busca de Meneltyula, y supieron que era redondo»). Y así (cuenta la tradición), en lugar de aceptar la verdadera naturaleza del Mundo Redondo, «creyeron que era así desde el tiempo de la Caída, y no antes». De este modo, los supervivientes de Anadûnê en el Oeste de la Tierra Media [286] concibieron el Camino Recto: «Por tanto pensaron que, mientras que el nuevo mundo era curvo, el antiguo camino y el sendero del recuerdo de la Tierra ascendía hacia el cielo, como si fuera un gran puente invisible».
Esto es completamente distinto a La Caída de Númenor (CN III §11, p. 223): «Porque el antiguo linaje del mundo permaneció en la mente de Ilúvatar, y en el pensamiento de los dioses, y en el recuerdo de la forma y el diseño del mundo que ha cambiado, pero que pervive». El autor de La Caída de Númenor sabe que «Antaño muchos de los exiliados de Númenor podían todavía ver, unos con más claridad que otros, los senderos del Verdadero Oeste»; pero para el autor de El Hundimiento de Anadûnê (a quien al parecer le gustaba racionalizar) el Camino Recto era una creencia nacida del deseo y la añoranza.
El autor de la Akallabêth tenía ambas obras delante, y en este pasaje las utilizó las dos. Doy de nuevo el último pasaje de la Akallabêth señalando las fuentes (necesariamente de un modo algo aproximado): El Hundimiento de Anadûnê en cursiva, La Caída de Númenor (CN III §§8, 12) en tipo romano entre asteriscos, y los pasajes que no aparecen en ninguna de las dos encerrados entre paréntesis.
Pero no la encontraban. (Y los que viajaban hasta muy lejos,) *sólo llegaban a tierras nuevas, y las encontraban semejantes a las tierras viejas, y también sometidas a la muerte.* (Y los que viajaban más lejos todavía sólo trazaban un círculo alrededor de la Tierra para volver) *fatigados por fin al lugar de partida;* y decían: «Todos los caminos son curvos ahora».
De este modo en días posteriores, en parte por los viajes de los barcos, en parte por la ciencia y la lectura de las estrellas, los reyes de los Hombres supieron que el mundo era en verdad redondo, (y sin embargo aún se permitía que los Eldar partieran y navegaran hacia el Antiguo Oeste y a Avallónë, si así lo querían). Por tanto, (los sabios de entre los Hombres decían que tenía que haber un Camino Recto, para aquellos a quienes se les permitiese descubrirlo. Y enseñaban) que aunque el nuevo mundo estuviese torcido, el viejo camino y el sendero del recuerdo del Oeste todavía estaban allí, como si fueran un poderoso puente invisible (que) *atravesara el aire del aliento y del vuelo* ([que eran curvos ahora, como el mundo],) *y cruzara el Ilmen, que ninguna carne puede soportar sin asistencia,* (hasta llegar a Tol Eressëa, la Isla Solitaria, y quizás aún más allá, hasta Valinor, donde habitan todavía los Valar y observan el desarrollo de la historia del [287] mundo.) Y cuentos y rumores (nacieron a lo largo del mar) acerca de marineros y Hombres abandonados en las aguas, que por algún destino o gracia (o favor de los Valar) habían encontrado el Camino (Recto) y habían visto cómo se hundía por debajo de ellos la faz del mundo, y de ese modo habían llegado al puerto de Avallónë, (con lámparas que iluminaban los muelles, o en verdad a las últimas playas de) Aman; y allí habían contemplado la Montaña Blanca, terrible y hermosa, antes de morir.
La intención que subyace a estos aspectos de El Hundimiento de Anadûnê se comenta en la siguiente sección (v).
§51La descripción de la tempestad que siguió al Cataclismo se rescribió en HA III con una forma similar a la que aparece en la Akallabêth (p. 380), pero que todavía conserva los siete barcos (véase p. 277, §51):
Pero cuando la tierra de Anadûnê se derrumbó y desapareció, el haber sido arrastrado y muerto le habría ocasionado [a Nimruzîr] una pena menor, pues creía que ninguna muerte o naufragio podría ser tan amarga como la ruina de aquel día; pero el viento lo alcanzó, pues todavía soplaba desde el Oeste más fuerte que ningún otro conocido por los Hombres; y desgarró velas y quebró mástiles, arrastrando a los hombres desdichados como briznas de hierba en al agua; y las aguas profundas se levantaban en una furia gigantesca.
Entonces los siete barcos de Nimruzîr huyeron de la negra tempestad, desde el crepúsculo de la condenación hasta la oscuridad del mundo; y olas como montañas avanzaron coronadas de nieve desgarrada, y los cargaron entre las nubes, y al cabo de muchos días los arrojaron tierra adentro, en la Tierra Media.
En el texto de HA IV siete fue substituido por doce, escrito en un garabato apresurado.
§55En un principio la conclusión de HA III conservó la forma de HA II, pero fue substituida por lo siguiente (con correcciones a lápiz que se indican como tales y que aparecen en el texto original de HA IV):
Y el nombre de esa tierra ha perecido; porque los Hombres ya no hablaron de Gimlad, ni de Abarzâyan [Yôzâyan] el Don que había sido arrebatado, ni de Anadûnê en los confines del mundo: los exiliados en las costas del mar, si miraban hacia el Oeste, hablaban de Akallabê [> Akallabêth], que se hundió bajo las olas, la Sepultada, Atalantë en lengua nimriana. [288]
Akallabêth es la forma que aparece en los fragmentos de Lowdham (pp. 125, 194).
Hemos visto (p. 240) que la composición del borrador original de HA I de El Hundimiento de Anadûnê tuvo lugar entre el manuscrito único de E de la Segunda Parte de Los papeles del Notion Club y el primer texto mecanografiado F1 de la Noche 66 de los Papeles. El segundo texto de HA II se escribió entre F1 y el que lo substituyó, F2 (pp. 264-265), al igual que el tercer texto HA III (pp. 278, §12). El texto final HA IV es el primero en el que el nombre adunaico de «la Tierra del Don» es Yôzâyan, la forma que aparece en F2; es imposible saber cuál de los dos es anterior, pero no parece tener gran importancia. Lo significativo de estos detalles, por supuesto, es que de ellos se desprende que la composición de El Hundimiento de Anadûnê estuvo entretejida con el desarrollo posterior de la Segunda Parte de Los papeles del Notion Club y se completó en la misma época que ésta.