(ii) El texto original de El Hundimiento de Anadûnê

Como veremos ahora, no cabe la menor duda de que El Hundimiento de Anadûnê tenía tanta relación con la Segunda Parte de Los papeles del Notion Club como el texto original de La Caída de Númenor con El Camino Perdido. Primero daré el borrador original, y postergaré las observaciones al respecto para después de su conclusión. [226]

El borrador es un texto mecanografiado muy tosco, con una gran cantidad de errores tipográficos, y estoy casi seguro de que mi padre, por alguna razón y por primera vez, escribió un primer borrador ab initio con una máquina dactilográfica, a gran velocidad. Lo cierto es que entre toda la gran colección de textos y notas no hay rastro de una narrativa más «primaria» (aunque existen esbozos preliminares que se dan más adelante, p. 288 ss.). Doy aquí el texto esencialmente tal como fue escrito, corrigiendo los errores obvios e insertando signos de puntuación de vez en cuando, pero ignorando las correcciones posteriores. Las correcciones se limitan en gran parte a los párrafos iniciales, luego cesan: al parecer, mi padre advirtió que sería imposible llevar a cabo una revisión exhaustiva de un texto mecanografiado a un espacio y con márgenes estrechos. En cualquier caso, estas correcciones se retomaron en el segundo texto, que también doy por entero. No obstante, hay un nombre que sufrió una gran cantidad de modificaciones, Balai > Avalai, hasta §16, donde Avalai aparece en el texto original. He añadido las marcas de vocal larga a lo largo de todo el texto: al carecer la máquina dactilográfica de mi padre de tales signos, los insertó a lápiz, omitiéndolos en numerosas ocasiones.

Por supuesto, los párrafos numerados carecen de justificación: los he insertado para realizar referencias posteriores y facilitar la comparación. De hecho el primer texto se divide en pocos párrafos, y las divisiones que yo he realizado se basan en gran parte en la siguiente versión.

Posteriormente me referiré a este texto como «HA I». El texto original no tenía título, pero en algún momento posterior se añadió a lápiz El Hundimiento de Anadûnê.

§1Antes de la llegada de los Hombres había muchos Poderes que gobernaban la Tierra, y eran los Eru-beni, los siervos de Dios, y en la primera lengua de la que hay registros se llamaban Balai. Algunos eran menores y otros mayores. El más poderoso y el principal de ellos era Meleko.

§2Pero hace mucho tiempo, ya en la hechura de la Tierra, Meleko meditó el mal; se rebeló contra Eru, pues deseaba el mundo entero para sí y no tener a nadie por encima. Por tanto Manawe, su hermano, intentó gobernar la tierra y a los Poderes de acuerdo con la voluntad de Eru; y Manawe moró en el Oeste. Pero Meleko vivía aún escondido en el Norte, e hizo el mal, y tenía más poderes que nadie, y las Grandes Tierras se oscurecieron.

§3Y en la hora señalada los Hombres nacieron en el mundo; y llegaron en tiempo de guerra y no tardaron en caer bajo el [227] dominio de Meleko. Y ahora él se presentó con la forma de un Gran Rey y de un dios, y su gobierno fue maligno, y su adoración corrupta; y los Hombres se distanciaron de Eru y de los Balai, sus siervos.

§4Pero algunos de los padres de los Hombres se arrepintieron, pues advirtieron la maldad del Rey Meleko, y sus casas regresaron con dolor a la fidelidad a Eru, y recibieron la amistad de los Balai, y fueron llamados Eruhil, hijos de Dios. Y los Balai y los Eruhil lucharon contra Meleko, y por esa vez destruyeron su reino y derribaron el trono oscuro. Pero Meleko no fue destruido y volvió a esconderse por un tiempo, invisible para los Hombres. Pero el mal de Meleko no dejó de actuar, y reyes crueles y templos malignos surgieron en el mundo, y la mayor parte de la Humanidad le servía; y les hicieron la guerra a los Eruhil.

§5Y los Balai se retiraron con pesar todavía más al oeste (o en caso contrario desaparecieron y se convirtieron en voces y sombras secretas de los días de antaño), y la mayor parte de los Eruhil los siguió. Sin embargo, se dice que algunos de aquellos buenos hombres, gente sencilla, pastores y similares, moraban en el centro de las Grandes Tierras.

§6Pero los más nobles entre los Eruhil y aquellos que gozaban de una amistad más estrecha con los Balai, quienes más habían colaborado en la guerra contra el Trono Negro, vagaron hasta llegar a las costas de los Grandes Mares. Allí se detuvieron y sintieron terror y anhelo; porque la mayoría de los Balai cruzaron el mar en busca del reino de Manawe. Y allí, instruidos por los Balai, los hombres aprendieron el arte de la construcción de barcos y de navegar en el viento; y construyeron muchos barcos pequeños. Pero no se atrevían a internarse en las aguas profundas, y navegaban sobre todo a lo largo de la costa y entre las islas más cercanas.

§7Y fue gracias a los barcos como lograron la salvación. Porque los hombres malvados se multiplicaron en aquellos días y persiguieron a los Eruhil con odio; y los hombres malvados inspirados por el espíritu maligno de Meleko se volvieron astutos en las artes de la guerra y en la fabricación de muchas armas; y los Eruhil tuvieron dificultades para conservar una tierra donde vivir. [228]

§8Y en aquellos años oscuros de miedo y guerra surgió un hombre entre los Eruhil llamado Earendil el Amigo del Mar, pues grandes fueron sus hazañas en el mar. Y quiso en el corazón construir el barco más grande de cuantos se habían construido, e internarse en las aguas profundas hasta llegar quizás a la tierra de Manawe y allí obtener ayuda para sus parientes. Y construyó un gran barco y lo llamó Wingalote,[209] la Flor de la Espuma.

§9Y cuando todo estuvo listo se despidió de sus hijos y de su esposa y de toda su gente, pues había pensado navegar solo. Y dijo: —Es probable que no volváis a verme jamás, y si así es, continuad con la guerra y resistid hasta el fin. Pero si no fracaso, es posible que tampoco volváis a verme, pero veréis alguna señal, y entonces tened esperanza.

§10Pero Earendel[210] cruzó el Gran Mar y llegó al Reino Bendecido y habló con Manawe.

§11[Desechado inmediatamente: Y Manawe dijo que no tenía el poder de atacar a Meleko, que además era el gobernador por derecho de la Tierra, aunque su derecho podría parecer invalidado por su rebelión; y que ese gobierno de la tierra estaba ahora en manos de] Y Manawe dijo que Eru había prohibido a los Balai hacer la guerra por la fuerza; y que la tierra estaba ahora en las manos de los Hombres, para bien o para mal. Pero por causa de su arrepentimiento y fidelidad podía conceder a los Eruhil una tierra para que moraran allí si así lo deseaban. Y esa tierra era una gran isla en medio del mar. Pero Manawe no permitió a Earendil regresar con los Hombres, pues había pisado el Reino Bendecido, donde hasta entonces no había habido muerte. Y tomó el barco de Earendil y lo llenó de llama de plata y lo elevó por encima del mundo para que navegara por el cielo, maravillando a quienes lo contemplasen.

§12Y los Eruhil que aguardaban en las costas contemplaron su luz y supieron que era la señal de Earendil. Y la esperanza y el coraje renacieron en sus corazones; y reunieron los barcos, grandes y pequeños, y todos los bienes que poseían, y se internaron en las aguas profundas en pos de la estrella. Y había una gran quietud en aquellos días y todos los vientos estaban calmos. Y los Eruhil llegaron a la tierra que les había sido dispuesta, y se regocijaron. Y la llamaron Andore,[211] la tierra del [229] Don, aunque posteriormente se la llamó sobre todo Numenore, Oesternesse.

§13Pero los Eruhil no escaparon así de la muerte que le había sido impuesta a toda la Humanidad; y seguían siendo mortales, aunque por causa de su lealtad fueron recompensados con una vida tres veces más larga, y sus años fueron largos, bienaventurados y libres de enfermedades, mientras permanecieron fieles. Y los Numenoreanos se volvieron sabios, hermosos y gloriosos, los hombres más poderosos que han existido jamás; pero su número no era grande, porque tenían pocos hijos.

§14Y estaban sometidos a la tutela de los Balai, y adoptaron la lengua de los Balai y abandonaron la suya propia; y en el apogeo de su reino escribieron muchas cosas de ciencia y belleza en aquella lengua, de las que ahora poco se recuerda. Y se convirtieron en maestros en todas las artes, de modo que si lo hubieran querido habrían sobrepasado con facilidad a los malvados reyes de la Tierra Media en la hechura de armas de guerra; pero eran hombres de paz, y por sobre todas las artes preferían la construcción de barcos, y viajar era la hazaña y el deleite principal de sus jóvenes.

§15Pero los Balai les ordenaron que no perdiesen de vista las costas occidentales de Numenor si viajaban al oeste; y los Numenoreanos estaban todavía contentos, aunque no comprendían la finalidad de esa prohibición. Pero tenía el propósito de que los Eruhil no sintieran la tentación de buscar el Reino Bendecido y allí conocieran el descontento, enamorándose de la inmortalidad de los Balai y de todas las cosas de su tierra.

§16Porque entonces Eru permitía aún que los Balai tuvieran una residencia en la tierra, un paraíso terrenal, en alguna isla u orilla de las tierras occidentales todavía no pisadas (el lugar no se sabe con certeza, porque de los Hombres sólo Earendel estuvo allí, y nunca regresó), un recordatorio de lo que podría haber sido si los hombres no se hubieran vuelto a Meleko. Y los Numenoreanos llamaban a esa tierra Avallonde, el Puerto de los Dioses, porque en ocasiones, cuando el aire estaba claro y el sol en el este, creían divisar el blanco resplandor de una ciudad en una costa distante, y un gran puerto y una torre; pero sólo cuando su puerto occidental, Andunie de Numenor, quedaba por debajo de la línea del horizonte, y no se atrevían a [230] desobedecer la prohibición y navegar más hacia el oeste. Pero a Numenor los Avalai venían de vez en cuando, los hijos de los menores del Pueblo Inmortal, a veces en barcas sin remos, a veces en aves voladoras, a veces en otras formas hermosas; y amaban a los Numenoreanos.

§17Y sucedía que en aquellos días los hombres de Oesternesse navegaban siempre hacia el este y no hacia el oeste, desde la oscuridad del Norte hasta los calores del Sur, y más allá hasta las oscuridades bajas. Y los Eruhil llegaban con frecuencia a las costas de las Grandes Tierras, y se compadecieron del mundo abandonado de la Tierra Media; y los jóvenes príncipes de los Numenoreanos visitaron a los hombres de las Edades Oscuras, y les enseñaron el lenguaje (porque las lenguas nativas de los hombres de la Tierra Media eran todavía rudas e informes) y el canto, y muchas artes que ellos podían comprender, y les llevaron grano y vino.

§18Y los hombres de la Tierra Media encontraron consuelo, y en algunos lugares se sacudieron el yugo de los vástagos de Meleko; y reverenciaron la memoria de los Hombres que vinieron del Mar y los llamaron Dioses, porque en aquel entonces los Numenoreanos no se demoraban ni vivían mucho tiempo en la Tierra Media. Porque aunque caminaban hacia el este, sus corazones se volvían siempre hacia el oeste.

§19Ahora bien, al cabo toda esta bienaventuranza y prosperidad se volvieron de nuevo al mal, y se dice que los hombres cayeron por segunda vez. Porque el poder de la oscuridad se manifestó de nuevo en la tierra, y se desconoce si no era más que una forma del Antiguo o uno de sus viejos sirvientes. Y esta criatura maligna recibió muchos nombres, pero los Eruhil la llamaron Sauron, y los hombres de la Tierra Media (cuando osaban nombrarla en voz alta) la llamaron sobre todo Zigur el Grande. Y se convirtió en un gran rey en el medio de la tierra, y al principio parecía bueno y justo y su gobierno ayudó a todos los hombres a satisfacer sus necesidades del cuerpo, porque hizo ricos a quienes le servían. Pero a los que no lo hacían los expulsó a los lugares baldíos. Sin embargo, Zigur deseaba, como había deseado antes Meleko, ser un rey por sobre todos los reyes y un dios para los hombres. Y lentamente su poder se [231] extendió hacia el norte y el sur, y al oeste; y supo de la llegada de los Eruhil y se enojó. Y meditó en el corazón cómo podría destruir Numenor.

§20Y también llegaron nuevas a Numenor y a Tarkalion, el rey, el heredero de Earendel (porque ése era el título de todos los reyes de Numenor, y en verdad descendían en línea directa de Elros, hijo de Earendel), de Zigur el Grande y de cómo proponía convertirse en el amo de la Tierra Media y después del mundo entero. Y Tarkalion se enojó, porque en aquel tiempo los reyes de Numenor eran grandes y orgullosos.

§21Y mientras tanto el mal, que sus padres habían conocido antes del arrepentimiento, despertó de nuevo en los corazones de los Eruhil; porque el deseo de la vida eterna y de escapar de la muerte crecía en ellos a medida que crecía su bienaventuranza en la tierra de Numenor. Y empezaron a murmurar en secreto (y luego abiertamente) contra el destino de los hombres, sobre todo contra la prohibición que no les permitía navegar hacia el oeste o visitar el Reino Bendecido.

§22—¿Por qué los Avalai disfrutan de una paz imperecedera allí —decían—, mientras que nosotros tenemos que morir e ir no sabemos adónde, abandonando nuestros hogares, si en un principio la falta no fue nuestra? ¿Y no es acaso el autor del mal el mismo Meleko, uno de los Avalai?

§23Y los Avalai, conscientes de lo que se decía y viendo cómo crecía la nube del mal, se sintieron consternados y visitaron Numenor con menos frecuencia; y los que fueron hablaron severamente a los Eruhil e intentaron instruirlos acerca de la forma y el destino del mundo, diciendo que el mundo era redondo y que si navegaban al Oeste más lejano no conseguirían sino regresar al Este y al punto de partida, y el mundo les parecería una prisión.

§24—Y así es para los miembros de vuestra extraña raza —dijeron los Avalai—, Eru no impone castigo alguno sin recompensa, ni tampoco otorga gracia sin rigor. Porque nosotros (decís) no somos castigados y vivimos siempre en beatitud; y es cierto que no morimos, pero no podemos escapar y estamos sujetos a este mundo y no podremos abandonarlo hasta que todo haya cambiado. Y vosotros (murmuráis) sois castigados, y es cierto que morís, pero escapáis y abandonáis el mundo y no [232] estáis sujetos a él. ¿Quién por lo tanto tiene que envidiar a quién?

§25»Nosotros, quizá, porque de vosotros se exige una confianza ciega, pues no sabéis lo que os aguarda en el próximo instante. Pero aunque nada sabemos del propósito de Eru para con vosotros (pues nada nos ha revelado a los Avalai), os decimos que esa confianza, si la otorgáis, no se verá defraudada; y aunque hayan de transcurrir muchas edades de los Hombres y se encuentre fuera de la visión de los Avalai, Iluvatar el Padre no permitirá que aquellos que lo aman y aquellos que aman el mundo que Él ha hecho perezcan para siempre.

§26Pero sólo unos pocos de entre los Numenoreanos escucharon el consejo. Porque les parecía duro, y deseaban escapar de la Muerte en sus propios días, y se distanciaron de los Avalai, y ellos dejaron de ir a Numenor salvo rara vez y en secreto para visitar a los pocos fieles que había. De ellos los principales eran Amardil y su hijo Elendil (a quien también llamaban Earendil debido a su amor por el mar, y debido a que su padre, aunque no pertenecía al linaje mayor que ocupaba el trono de Númenor, era también de la sangre del antiguo Earendil).

§27Pero Tarkalion el rey se volvió taciturno, y en aquellos días se descuidó la adoración de Eru en la montaña de Meneltyula, en el medio de la tierra.

§28Pero Tarkalion, habiendo oído de Sauron, decidió, sin pedir consejo a los Avalai, exigirle fidelidad y homenaje; porque pensaba que ningún rey había de ser tan poderoso como para rivalizar con los señores de Numenor; y empezó en ese tiempo a forjar una gran cantidad de armas, y construyó grandes barcos, y se hizo a la mar hacia el este y desembarcó en la Tierra Media, y ordenó a Sauron que se presentara ante él y le jurara fidelidad. Y Sauron acudió, porque advirtió que no había llegado aún el momento de hacer su voluntad con Numenor, y tal vez se sintiera no poco consternado ante el poder y la majestad de los reyes de los hombres; y era taimado. Y se humilló y en todo pareció justo y sabio.

§29Y se le ocurrió a Tarkalion el Rey que para asegurarse mejor la fidelidad de Sauron tenía que llevarlo a Numenor como rehén. Y a esto consintió Sauron de buena gana, pues estaba de acuerdo con sus deseos. Y cuando Sauron contempló [233] Numenor en sus días de gloria quedó de veras perplejo; pero en lo íntimo del corazón la envidia y el odio le crecieron todavía más.

§30Tan astuto era de mente y de palabra que antes de que hubiera transcurrido mucho tiempo ya era el más próximo a los designios del Rey; y lentamente un cambio sobrevino en la tierra, y los corazones de los Fieles, los Avaltiri, se oscurecieron.

§31Porque con sutiles argumentos Sauron contradecía todo lo que habían enseñado los Avalai. Y les hizo pensar que el mundo no era un círculo cerrado, y que había muchas tierras por conquistar, llenas de incontables riquezas, y que si llegaban por fin al extremo de esas tierras, encontrarían allá la Oscuridad de fuera, de donde provenían todas las cosas. —Y la Oscuridad es el Reino del Señor de Todo, Meleko el Grande, que hizo el mundo a partir de la oscuridad primigenia. Y sólo la Oscuridad es verdaderamente sagrada —decía.

§32Y Tarkalion el Rey se volcó a la veneración de la Oscuridad y de Meleko, su Señor. Y la Meneltyula estaba desierta en aquellos días y nadie podía subir bajo pena de muerte, ni siquiera aquellos de entre los Fieles que aún conservaban a Eru en el corazón. Pero Sauron hizo que se levantara un gran templo en la colina en medio de la ciudad de los Numenoreanos, Antirion la Dorada; y tenía forma de círculo en la base, y allí las paredes eran de cincuenta pies de espesor, y quinientos pies de altura, y estaban coronadas por una gran cúpula, y esa cúpula estaba toda techada de plata, pero la plata era negra. Y aquélla fue la más poderosa de las obras de los Numenoreanos, y la más maligna, y los hombres tenían miedo de su sombra. Y de la parte superior de la cúpula, donde había una abertura o gran tronera, salía humo de vez en cuando, cada vez más a menudo según aumentaba el mal de Sauron. Porque allí los Hombres hacían sacrificios a Meleko con derramamiento de sangre y tormentos y gran maldad; y con frecuencia escogían a sus víctimas de entre los fieles. Pero nunca se los acusaba abiertamente de no adorar a Meleko, sino de que odiaban al Rey, o falsamente de que conspiraban contra el pueblo inventando venenos y mentiras.

§33Y a pesar de todo esto la Muerte no abandonaba la tierra. Por el contrario, llegaba más pronto y con mayor frecuencia, [234] y en espantosos atuendos. Porque antes los hombres envejecían lentamente, y por último se acostaban como para dormir cuando se sentían cansados de este mundo; ahora en cambio eran asaltados por la enfermedad y la locura, y no obstante tenían miedo de morir y de salir a la oscuridad, el reino del señor que habían adoptado. Y en aquellos días los hombres se alzaban en armas y se daban muerte unos a otros por una nadería.

§34No obstante, pareció que prosperaban. Porque con la ayuda de Sauron sus riquezas aumentaron considerablemente, y construyeron barcos aún más grandes. Y navegaron a la Tierra Media para conseguir más riquezas; pero ya no iban llevando regalos, sino como hombres de guerra. Y perseguían a los hombres de la Tierra Media y los esclavizaban, y les arrebataban los bienes; pero en aquellos días levantaron fortalezas, templos y grandes tumbas en las costas occidentales. Y los hombres los temían, y el recuerdo de los bondadosos reyes de los Días Antiguos se borró en el mundo y fue oscurecido por no pocas historias de espanto.

§35De este modo Tarkalion el Rey se convirtió en el tirano más poderoso del mundo desde el reinado de Meleko, y no obstante sentía que la sombra de la muerte se le aproximaba a medida que se alargaban los días. Y el miedo y la cólera lo ganaron. Llegaba ahora la hora que Sauron había planeado. Porque habló al Rey mal de Eru, diciendo que no era más que un fantasma, una mentira de los Avalai concebida para justificar su holgazanería y codicia y por miedo a que los reyes de los hombres les arrebataran el gobierno del mundo y el Reino Bendecido. —Y aunque no cabe duda de que el don de la vida eterna no es para todos, sino sólo para quienes son dignos, como hombres de poder y de orgullo y de alto linaje —dijo Sauron—, este don se le ha negado contra toda justicia a Tarkalion el Rey, el más poderoso de los hijos de la Tierra, con quien sólo Manawe puede ser comparado, y quizá ni siquiera él. —Y Tarkalion, infatuado y ya a la sombra de la Muerte, pues el curso de sus días estaba acercándose al fin, lo escuchó y se propuso hacer la guerra a los Avalai. Largo tiempo reflexionó sobre este propósito, y no pudo ocultárselo a todos.

§36Y en aquellos días Amardil, que era de la casa real, como se ha dicho antes, y fiel, pero tan noble y amado de todos, [235] salvo los más corruptos, que ni siquiera en los días de Sauron se atrevía el Rey a ponerle las manos encima, adivinó las intenciones del Rey, y sintió tristeza y miedo. Porque sabía que los Hombres no podían vencer a los Avalai, y que una gran ruina caería sobre el mundo si esta guerra no se impedía. Por tanto llamó a su hijo Elendil Earendil y le dijo: —Los días son oscuros y desesperados; por tanto, estoy decidido a emprender la misión que nuestro antepasado Earendil emprendió otrora: navegaré hacia el Oeste, esté prohibido o no, y hablaré con los Avalai, aun con el mismo Manawe si es posible, y le rogaré que nos ayude antes de que todo esté perdido.

—¿Traicionarías entonces al Rey? —preguntó Elendil.

—Para eso pretendo marcharme —dijo Amardil.

—¿Y qué crees, entonces, que les ocurrirá a los de tu casa cuando se sepa lo que has hecho?

§37—No ha de saberse —dijo Amardil—. Lo preparé en secreto y me haré a la mar hacia el Este, a donde los barcos parten todos los días, y luego daré la vuelta. Pero a ti y a los tuyos, os aconsejo que preparéis otros barcos, y pongáis a bordo todas aquellas cosas de las que vuestros corazones no puedan apartarse, y estéis preparados. Pero debéis tener los barcos en los puertos orientales; y diréis a los hombres, cuando todo esté listo, que os proponéis seguirme hacia el Este. Y no creo que se os impida iros; porque la casa de Amardil ya no es tan cara a nuestro pariente en el trono de Earendil para que se lamente mucho si intentamos partir. Pero no llevéis un número crecido de hombres, o empezará a preocuparse a causa de la guerra que está planeando, para la que necesitará todas las fuerzas de que pueda disponer. No tomes a muchos, y sólo a aquellos de los que estés seguro de que son fieles. Aun así, no le cuentes tu misión a ninguno.

§38—¿Y cuál será esa misión que me has encomendado?

—No puedo decírtelo hasta que regrese. Pero ten por seguro que será huir lejos de la hermosa Andore, ahora corrupta, y de nuestro pueblo; si al este o al oeste, sólo los Avalai pueden decirlo. Pero es muy posible que no volváis a verme, y que no os envíe una señal como la que Earendil, nuestro antepasado, envió hace mucho tiempo. Pero manteneos alerta, pues el fin del mundo conocido se aproxima. [236]

§39Y se dice que Amardil se hizo a la mar por la noche, y fue hacia el este y luego dio media vuelta, y llevó consigo tres sirvientes muy queridos para su corazón, y nunca hubo noticia ni señal de ellos en este mundo, ni historia ni conjetura de la suerte que corrieron. Pero se sabe que los hombres no podrían ser salvados una segunda vez por una embajada semejante; y era difícil que hubiera absolución para la traición de Numenor. Pero Elendil moró en el este de la tierra y guardó el secreto y no se mezcló en las acciones de aquellos días; y sin cesar aguardaba un señal que no llegaba. En ocasiones navegaba en secreto a las costas occidentales de la tierra y escrutaba el mar, dominado por el dolor y la nostalgia, pues había amado a su padre; pero no podía ir más allá, pues Tarkalion estaba agrupando sus flotas en los puertos del oeste.

§40Ahora bien, antaño, en la isla de Numenor, el tiempo era siempre bueno, o al menos adecuado para las necesidades y el agrado de los hombres: lluvia en la estación oportuna y en la medida justa, y un sol resplandeciente, ora cálido, ora no tanto, y vientos desde el mar; y cuando el viento venía del oeste, a muchos les parecía que traía una fragancia, efímera pero dulce, que estremecía el corazón, como la de las flores que lucen para siempre en prados imperecederos y que no tienen nombre en las costas mortales. Pero todo esto había cambiado. Porque el cielo mismo se había oscurecido y había tormentas de lluvia y granizo en aquellos días, y vientos huracanados; y de vez en cuando una gran nave de los Numenoreanos naufragaba y no volvía a puerto. Y al atardecer venía a veces del Oeste una gran nube que parecía un águila, con los extremos de las alas extendidos hacia el Norte y el Sur; y asomaba lentamente ocultando la puesta de sol, porque era en esa hora cuando aparecía con más frecuencia, y entonces Numenor se sumía en la más negra de las noches. Y pronto el rayo brotaba bajo las alas de las águilas, y el trueno resonaba en el cielo, con un estruendo como los hombres de aquella tierra no habían oído jamás.

§41Entonces los hombres sentían miedo. —¡Mirad las Águilas de los Señores del Oeste avanzando sobre Numenor! —gritaban, y caían de bruces. Y algunos se arrepentían, pero a otros se les endurecía el corazón, y alzaban los puños al cielo, [237] diciendo: —Los Señores del Oeste nos desafían. Son ellos los que dan el primer golpe, el próximo lo daremos nosotros. —Y estas palabras las pronunciaba el Rey, pero habían sido concebidas por Sauron.

§42Pero los rayos se hicieron cada vez más frecuentes, y mataban a los hombres en las colinas y en los campos, y los dardos más furiosos cayeron incluso sobre la cúpula del Templo. Pero el Templo se mantuvo firme.

§43Y ahora las flotas de los Numenoreanos oscurecían el mar hacia el occidente de la tierra, como un archipiélago de islas poderosas, y los mástiles eran como bosques, y los estandartes rojos como el sol que muere en una gran tormenta y negros como la noche que viene después. Pero las Águilas de los Señores del Oeste llegaron desde donde muere el día, en una larga línea, una detrás de otra, como en formación de combate, y al acercarse extendían las alas cada vez más amplias, hasta abarcar los cielos.

§44Pero Tarkalion endureció el corazón, y se hizo a la mar con su poderoso barco, Andaloke, y desplegó el estandarte, y dio la orden de levar anclas.

§45Y de este modo la flota de los Numenoreanos avanzó hacia los dientes de la tormenta, remando resueltamente hacia el Oeste; porque tenían muchos esclavos. Y cuando la tormenta pasó el cielo se aclaró, y vino un viento del Este (gracias a las artes de Sauron, dicen algunos), y hubo una falsa paz en los mares y la tierra mientras el mundo aguardaba lo que había de acaecer. Y las flotas de los Numenoreanos perdieron de vista Andunie y quebrantaron la prohibición, y siguieron navegando durante tres noches y tres días; y los últimos vigías los perdieron de vista.

§46Y nadie puede contar la suerte que corrieron, pues ninguno regresó. Y si llegaron en verdad al puerto que antaño los hombres creían divisar, o si no lo encontraron o llegaron a alguna otra tierra y allí atacaron a los Avalai, quién puede decirlo, porque nadie lo sabe. Porque el mundo cambió, y el recuerdo de todo lo que sucedió antes es ahora débil e incierto.

§47Pero los más sabios en percepción afirman que las flotas de los Numenoreanos llegaron por cierto a Avallonde, y que la rodearon, pero que los Avalai no hicieron ninguna señal. [238] Pero Manawe, entristecido, buscó por fin el consejo de Eru, y los Avalai dejaron de gobernar la Tierra. Y Eru cambió su forma, y un gran abismo se abrió en el mar entre Numenor y Avallonde y los mares se precipitaron dentro, y a esa sima cayeron todas las flotas de los Numenoreanos y fueron engullidas por el olvido. Pero Avallonde y Numenore, que se encontraban a cada lado de la grieta, también fueron destruidas; y se hundieron y ya no existen. Y en adelante los Avalai no tuvieron morada en la tierra, y no hay ningún lugar donde perdure el recuerdo de una tierra sin mal; y los Avalai viven en secreto o se han convertido en sombras, y su poder ha disminuido.

§48Pero Numenor se hundió en el mar, y todos los niños y las hermosas doncellas y señoras, incluso Tar-Ilien la Reina, y todos los jardines y recintos, y las torres y las riquezas, las joyas y las telas y las cosas pintadas y talladas, y la risa y la alegría y la música, y la sabiduría y la ciencia y la lengua de Numenor desaparecieron para siempre.

§49Sólo la cumbre de Meneltyula, porque era un lugar sagrado y nunca fue mancillado, quizá se encuentre todavía sobre las olas, una isla solitaria en algún lugar de las grandes aguas, y quizás algún marinero la encuentre por casualidad alguna vez. Y en verdad muchos la buscaron, porque se decía entre los supervivientes de Numenor que aquellos de visión sagrada alcanzaban a atisbar desde la cumbre de Meneltyula el puerto de Avallonde, que de otra manera sólo podían ver quienes viajaban lejos hacia el oeste. Y después de la ruina los corazones de los Numenoreanos se volcaron siempre hacia el oeste.

§50Y aunque sabían que Numenor y Avallonde habían dejado de existir, decían: «Avallonde ha desaparecido y Numenor no existe; pero fueron, y no en esta oscuridad presente; pero fueron, y por tanto todavía son, plenamente, en la forma cabal del mundo». Y los Numenoreanos sostienen que los hombres, si se los bendecía, podían ver otros tiempos que aquel en el que vivía su cuerpo, y anhelaban siempre escapar de las sombras del exilio y contemplar de algún modo la luz de antaño. «Pero todos los caminos que antaño fueron rectos son curvos ahora», decían.

§51Y de este modo sucedió que algunos se salvaron de la caída de Numenore; y quizá sea ésta la respuesta al viaje de [239] Amardil. Porque quienes se salvaron fueron los de su casa y sus parientes. Porque Elendil se había quedado atrás, sin responder a la convocatoria del Rey cuando partió para la guerra, y subió a bordo del barco y allí soportó la tormenta, escudado por la costa oriental. Y la tierra lo protegió de la gran corriente del mar que se precipitaba arrastrando a todos al abismo, y escapó de la muerte. Y se levantó un gran viento como no se había visto antes, y venía del Oeste, y convirtió el Mar en grandes colinas; y huyendo por delante Elendil y sus hijos, en siete barcos, fueron llevados muy lejos por sobre las crestas de grandes olas como montañas de la Tierra Media, y por último fueron arrojados tierra adentro, lejos del mar, en la Tierra Media.

§52Pero en aquel tiempo todas las costas y las tierras marinas de la Tierra Media cambiaron y se arruinaron. Porque la tierra se sacudió con violencia, y los mares invadieron las tierras, y las costas se derrumbaron, y las antiguas islas fueron anegadas, y otras islas se alzaron en el mar, y las montañas cayeron y los ríos se desviaron en extraños cursos.

§53Más tarde Elendil y sus hijos fundaron muchos reinos en la Tierra Media, y aunque en ciencia y habilidad no eran sino un eco de lo que habían sido antes de que Sauron llegara a Numenor, no obstante les parecieron muy grandes a los Hombres de las tierras salvajes.

§54Y se dice que el mismo Sauron sintió gran temor ante la furia de la ira de los Avalai y el hado que Eru había impuesto, porque no había imaginado nada semejante, pues sólo había esperado la muerte de los Numenoreanos y la derrota del orgulloso rey. Pero Sauron, sentado en la silla negra en medio del templo, había reído cuando oyó las trompetas de Tarkalion que llamaban al combate, y otra vez había reído cuando oyó el trueno de la tormenta; y mientras reía una tercera vez pensando en lo que haría en la Tierra Media ahora que se había desembarazado de los Eruhil para siempre, fue sorprendido bruscamente, y el asiento y el templo cayeron al abismo.

§55[Rechazado de inmediato: Mucho tiempo transcurrió hasta que volvió a aparecer en forma visible en la tierra] Pero Sauron no era de carne mortal, y aunque había sido despojado de la forma en que hiciera tanto daño, como Zigur el grande, no tardó en tomar otra; y regresó a la Tierra Media y perturbó a [240] los hijos de Elendil y a todos los hombres. Pero esto no pertenece a la historia de la Caída de Numenor, Atalante la sepultada, como los exiliados llamaron después a la que habían perdido, la tierra del Don en el medio del Mar.

Hay dos pistas definitivas para fechar este texto. Una es que en el pie de una de las páginas se leen las palabras «Ramer comenta la sensación de significación perdida» (véase pp. 54, 60-61); y la otra es que el nombre del Pilar del Cielo en Númenor es Meneltyula, que aparece en una corrección a lápiz del nombre original Menelminda en el manuscrito E de la Segunda Parte de Los papeles del Notion Club (p. 183), aunque en el texto siguiente de los Papeles (el texto mecanografiado F1) se dice Menel-tubel, substituido por Menel-tubil. Así, pues, sabemos a ciencia cierta que este primer borrador de El Hundimiento de Anadûnê se escribió en el transcurso del trabajo en la Segunda Parte de Los papeles del Notion Club, y de hecho podemos situarlo, presumiblemente, entre el manuscrito E y el texto mecanografiado F1.

Al compararla con el texto de la tercera versión de La Caída de Númenor (CN III) dado en pp. 215 ss. vemos que se trata de una obra completamente nueva, una concepción mucho más elaborada que presenta numerosas diferencias notables. Pero si la comparamos con el texto, muy posterior, de la Akallabêth (en el Silmarillion publicado, pp. 351-383) veremos que se trata del antecedente directo de esa obra, mucho más que La Caída de Númenor, aunque también ésta se empleó en la Akallabêth.

Uno de los rasgos más extraordinarios de este texto radica en la concepción de los Balai, a quienes llamaré Avalai, pues este nombre substituyó al anterior antes de la finalización de la redacción de HA I. Al principio (§1) aparece un nombre, «en la primera lengua de la que hay registros», de los Eru-beni, «siervos de Dios», quienes «gobernaban la Tierra»; «algunos eran menores y otros mayores», y «el más poderoso y el principal de ellos era Meleko», hermano de Manawe (véase CP.191, nota 4). En §4 se dice que algunos padres de los Hombres que se arrepintieron, y que fueron llamados Eruhil, «Hijos de Dios», atacaron a Meleko conjuntamente con los Avalai y lo derrotaron; pero (§5) apesadumbrados por las malignas palabras de los Hombres, los Avalai se retiraron hacia el oeste («o en caso contrario desaparecieron y se convirtieron en voces y sombras secretas de los días de antaño»), y la mayor parte de los Eruhil los siguieron. Y cuando llegaron a las costas [241] del Gran Mar (§6) la mayoría de los Avalai «cruzaron el mar en busca del reino de Manawe», pero los Eruhil de las costas occidentales fueron instruidos por los Avalai en el arte de la construcción de barcos.

Cuando los Eruhil llegaron a Númenor «adoptaron la lengua de los Balai y abandonaron la suya propia» (§14); y los Avalai «les ordenaron que no perdiesen de vista las costas occidentales de Numenor si viajaban al oeste» (§15). Los Avalai moraban en algún lugar del Oeste desconocido para los Hombres, quienes lo llamaron Avallonde, traducido por «el Puerto de los Dioses», pues a veces veían una ciudad distante a lo lejos en el Oeste; y «a Numenor los Avalai venían de vez en cuando, los hijos de los menores del Pueblo Inmortal, a veces en barcas sin remos, a veces en aves voladoras, a veces en otras formas hermosas» (§16). Algunos Avalai visitaron Numenor e intentaron convencer a los Eruhil de lo equivocado de sus ideas (§§23-25); y cuando las flotas de Numenor llegaron a Avallonde los Avalai «dejaron de gobernar la Tierra» (§47). En el Cataclismo Avallonde y Numenore se derrumbaron y fueron engullidas, «y en adelante los Avalai no tuvieron morada en la tierra … y los Avalai viven en secreto o se han convertido en sombras, y su poder ha disminuido» (§47).

¿Quiénes son, pues, los Avalai? Sin tomar en consideración los otros textos, debemos decir que el nombre representa la «orden» entera de seres inmortales a quienes, antes de la llegada de los Hombres, se les encomendó el gobierno del mundo dentro de una gran gama de jerarquías de poderes y propósitos. A diferencia de los textos anteriores, en La Caída de Númenor la distinción entre «Dioses» y «elfos» se ha perdido. En esta obra, tras la Gran Batalla en la que Morgoth fue derrotado, «los Elfos fueron convocados a regresar al Oeste; y aquellos que obedecieron vivieron de nuevo en Eressëa, la Isla Solitaria; y aquella tierra recibió el nuevo nombre de Avallon, porque está cerca de Valinor …» (CN III §1, p. 216); y «el habla de Númenor era el habla de los Eldar del Reino Bendecido, y los Númenóreanos conversaban con los Elfos, y se les permitía contemplar Valinor desde lejos; porque sus barcos llegaban a menudo a Avallon, y allí sus marineros podían vivir por un tiempo» (CN III §2, p. 218). La Caída de Númenor fue una ampliación de suma importancia y gran alcance de las leyendas del Quenta Silmarillion, pero era coherente con ellas. Este primer texto de El Hundimiento de Anadûnê, en el que los Elfos no están representados distintamente y Valinor y Eressëa se confunden, no lo es.

Quizá todavía más asombrosa sea la desaparición en este texto de la idea de que el mundo fue redondeado en la Caída de Númenor. Aquí, los Avalai, cuando fueron a Númenor e intentaron instruir a los Eruhil «acerca de la forma y el destino del mundo», les dijeron «que el [242] mundo era redondo y que si navegaban al Oeste más lejano no conseguirían sino regresar al Este y al punto de partida, y el mundo les parecería una prisión» (§23); pero cuando Sauron vino a Númenor «contradecía todo lo que habían enseñado los Avalai. Y les hizo pensar que el mundo no era un círculo cerrado» (§31). Más sorprendente es un pasaje escrito al lado rápidamente §§49-50, que no se retomó en el texto siguiente: «Porque todavía creían las mentiras de Sauron de que el mundo era plano, hasta que sus flotas dieron la vuelta al mundo en busca de Meneltyula, y supieron que era redondo. Entonces dijeron que el mundo era curvo, y que no podía hallarse el camino a Avallonde, porque continuaba recto». No hay ninguna indicación de dónde debía insertarse esto, pero creo que había de substituir la oración del final de §50: «“Pero todos los caminos que antaño fueron rectos son curvos ahora”, decían».

A este respecto resulta interesante la primera versión del texto en inglés antiguo (la única hoja conservada del libro de Edwin Lowdham) que acompañaba al manuscrito E de Los papeles del Notion Club (pp. 196-199). En ese texto fueron los Eldar quienes prohibieron a los Númenoréanos que desembarcaran en Eresse (mientras que en La Caída de Númenor fueron los Dioses quienes impusieron la prohibición de no navegar más allá de Tol Eressëa, §4), porque eran mortales, aunque eran «los Poderes» (Wealdend) quienes les habían otorgado una larga vida; además, es muy notable que Sauron dijera a Tarkalion que «los Eldar le negaban el don de la vida eterna». Aquí se dice que los Númenóreanos «enviaron espías secretos para que averiguaran los conocimientos secretos de los Eldar» (que recuerda a CN §4: «enviaron espías para que buscaran conocimientos ocultos en Avallon»). La referencia a Avallon no se explica en el texto en inglés antiguo, pero es el mismo caso que Eresse (en CN §1 Eressëa recibió el nuevo nombre de Avallon); sin embargo, Tarkalion decidió invadir Avallon, porque Sauron dijo que los Eldar le negaban la vida eterna (mientras que en CN §6 las flotas de los Númenóreanos «rodearon Avallon» y luego «Tarkalion atacó las costas de Valinor»).

Esta versión en inglés antiguo data de algún momento entre la finalización del manuscrito E de los Papeles y la escritura de HA I.[212] Así, pues, evoluciona desde un texto en el que aparecen tanto «los Poderes» como los «Eldar», pero en el que los Eldar tienen un poder muchísimo mayor y de un orden distinto que el que se les podía atribuir propiamente, a otro (HA I) en el que «los Poderes» (Valar) y «los Eldar» se confunden en un único término, Avalai; por otro lado, en el texto en inglés antiguo el nombre Avallon parece emplearse de un modo confuso (en contraste con el anterior La Caída de Númenor), mientras que en HA I Avallonde es un término tan vago como Avalai. [243]

La evolución posterior y la significación de estas extraordinarias diferencias se comentan después: véase pp. 282 ss. y 297 ss.

En el texto de HA I se introducen muchos otros cambios importantes en la leyenda de Númenor que se conservaron en la historia posterior. La Prohibición es ahora más severa, pues a los Númenóreanos no se les permite que «perdiesen de vista las costas occidentales de Numenor» (§15); aparece la importancia de los viajes hacia el este, la llegada de los «Hombres que vinieron del Mar», primero como maestros e iluminadores de los hombres de la Tierra Media (§17), pero después como opresores y señores de esclavos (§34); y de los «Avalai» se recuerda que llegaron del Oeste a Numenor, e intentaron impedir la hostilidad creciente hacia la Prohibición. El templo es construido, no en la Montaña consagrada a Ilúvatar, sino «en medio de la ciudad de los Numenoreanos, Antirion la Dorada» (§32), y se prohíbe el ascenso de la Montaña bajo pena de muerte. Los «Fieles» (llamados Avaltiri, §30) se mencionan, y se cuenta la historia de Amardil (en lugar del posterior Amandil) y su hijo Elendil, con la afirmación de que aunque Amardil no pertenecía al linaje principal del que descendían los reyes de Númenor, también descendía de Eärendil (§§26, 36, 38). Se trata sólo de los cambios más importantes la narrativa, y al compararla con la Akallabêth veremos que en varias ocasiones la misma formulación permaneció inalterada en la versión final.

Al parecer, en HA I el Adunaico estaba a punto de aparecer, con Eru-beni, Avalai y Zigur (del que se dice que es el nombre de Sauron entre los Hombres de la Tierra Media, §19).