[215]
Antes de llegar a El Hundimiento de Anadûnê es necesario volver a la narrativa original de la leyenda de Númenor, que surgió en estrecha relación con El Camino Perdido (véase CP.15). De ésta, La Caída de Númenor, existen (además de un borrador inicial) dos versiones, dadas en CP.20 ss., que llamé CN I y CN II, la segunda de las cuales es muy similar a la primera durante la mayor parte de su extensión. Durante el periodo de escritura de El Señor de los Anillos se realizaron algunas modificaciones posteriores en el texto, incluyendo una revisión del pasaje donde se describe «el Mundo Redondeado» y una nueva versión de la última sección acerca de Beleriand y la Última Alianza (véase CP.40 ss.); sin embargo, como el nombre Ondor aparece en la segunda, el pasaje puede datarse antes de febrero de 1942, momento en que Ondor se convirtió en Gondor (TI.496); y en ese entonces mi padre trabajaba en el Libro Tercero de El Señor de los Anillos.
Ahora bien, existe otro texto de La Caída de Númenor, un hermoso manuscrito que mencioné pero no transcribí en El Camino Perdido, allí apunté que «esta versión, mejorada y alterada en detalle, muestra no obstante cuán poco se había avanzado desde el punto de vista narrativo», concluyendo por tanto que correspondía a la misma época que los cambios que acababa de nombrar, es decir, a una fase muy temprana de la redacción de El Señor de los Anillos. Puesto que El Hundimiento de Anadûnê muestra un distanciamiento considerable respecto a La Caída de Númenor doy la tercera versión de la última por entero, llamándola «CN III», para facilitar la comparación de ambas obras. También aquí he introducido los números de párrafo que inserté en las versiones anteriores; los cambios realizados en CN III posteriormente se indican como tales. [216]
Las últimas historias
1. La Caída de Númenor
§1En la Gran Batalla, cuando Fionwë hijo de Manwë derrotó a Morgoth, las tres casas de los Hombres de Beleriand eran amigas y aliadas de los Elfos, y realizaron muchas hazañas valerosas. Pero los hombres de los otros linajes se volvieron al mal y lucharon al lado de Morgoth, y después de la victoria de los Señores del Oeste, los que no fueron destruidos escaparon de vuelta al este de la Tierra Media. Allí muchos de su raza erraban todavía en las tierras baldías, salvajes y proscritos, sin atender a las convocatorias de Fionwë, ni tampoco a las de Morgoth, para que les ayudaran en la guerra. Y los hombres malvados que habían servido a Morgoth se convirtieron en sus amos; y las criaturas de Morgoth que habían escapado de la ruina de Thangorodrim arrojaron sobre ellos una sombra de miedo. Porque los dioses [> Valar] abandonaron por un tiempo a los Hombres de la Tierra Media que habían tomado por señores a los amigos de Morgoth; y los hombres fueron perturbados por muchas criaturas malignas que Morgoth había concebido en los días de su dominio: demonios, y dragones, y bestias deformes, y orcos impuros, que son mofa de las criaturas de Ilúvatar; y la suerte de los hombres fue desdichada.
Pero Manwë derrotó a Morgoth, y lo expulsó del Mundo al Vacío que hay fuera de él; y no puede [> no podía] volver al Mundo, presente y visible, mientras los Señores ocupen [> los Señores del Oeste ocupasen] el trono. Pero su voluntad perdura aún y guía [> perduraba aún y guiaba] a los sirvientes, impulsándolos a estorbar la voluntad de los dioses [> Valar] y a destruir a aquellos que los obedecen [> obedecían]. Cuando Morgoth hubo sido expulsado, los dioses [> Valar] se reunieron en consejo. Los Elfos [> Eldar] fueron convocados a regresar al Oeste; y aquellos que obedecieron vivieron de nuevo en Eressëa, la Isla Solitaria; y aquella tierra recibió el nuevo nombre de Avallon, porque está cerca de Valinor y a la vista del Reino Bendecido. Pero a los hombres de las tres casas fieles se les concedió una gran recompensa. Fionwë, hijo de Manwë, fue entre ellos y los instruyó; y les dio sabiduría, y poder, y una vida más [217] larga que la de ningún otro mortal. [Añadido: y la duración de sus vidas, libres del ataque de las enfermedades, era tres veces mayor que la de los Hombres de la Tierra Media, y a los descendientes de Húrin el Firme se les concedieron todavía más años, / hasta trescientos [> como se cuenta después]].[204]
§2Se hizo una tierra para que vivieran allí, que no era parte de la Tierra Media ni de Valinor; porque estaba separada de ellas por un ancho mar, pero estaba más cerca de Valinor. Fue levantada por Ossë de las profundidades del Agua Inmensa, y fue fortalecida por Aulë y enriquecida por Yavanna; y los Eldar llevaron allí flores y fuentes de Avallon, e hicieron jardines de gran belleza, por donde a veces caminaban los hijos de los Dioses [> Valar]. A esa tierra los Valar la llamaron Andor, la Tierra del Don; pero su propio pueblo la llamó primero Vinya, la Joven; y en los días de orgullo la llamaban Númenor, es decir, Oesternesse, porque era la más occidental de las tierras habitadas por mortales pero estaba lejos del verdadero Oeste, pues éste es Valinor, la tierra de los Dioses. Pero la gloria de Númenor cayó [> se derrumbó] y su nombre pereció; y después de su ruina los que huyeron de ella la llamaron Atalantë, la Caída.
Antaño la ciudad principal y puerto de esa tierra estaba en las costas occidentales y se llamaba Undúnië [> Andúnië],[205] porque miraba al sol poniente. Pero la plaza alta del rey se encontraba en Númenos, en el medio de la tierra, la torre y ciudadela construida por Elros hijo de Ëarendel [> Ëarendil], a quien los dioses, los elfos y los hombres escogieron como señor [> quien fue designado primer señor] de los Númenóreanos. Descendía de los linajes de Hador y de Bëor, padres de los Hombres, y en parte también de los Eldar y los Valar, pues Idril y Lúthien fueron sus antepasadas. Pero Elros y su pueblo eran mortales; porque los Valar no pueden quitar el don de la muerte, que les ha sido dado a los hombres por Ilúvatar. [Este pasaje, desde «Descendía …», fue tachado y reemplazado por el siguiente esbozo: Ahora bien, Elrond y su hermano Elros descendían de los linajes de Hador y Bëor, padres de los Hombres, y en parte también de los Eldar y los Valar, pues Idril y Lúthien hija de Melian fueron sus antepasadas. Ningún otro de los Hombres de los Días Antiguos tuvo parentesco con los Elfos, y por tanto se los llamó los Medio Elfos. Los Valar, por cierto, no pueden quitar el don de la [218] muerte, que les fue dado a los Hombres por Ilúvatar, pero en la cuestión de los Medio Elfos, Ilúvatar dejó que los Valar juzgaran. Y ellos juzgaron que a los hermanos había que darles la libertad de elegir. Y Elrond eligió permanecer con los Primeros Nacidos, y a él se le concedió la vida de los Primeros Nacidos, pero con la gracia añadida de que la elección siempre pudiera ser revocada, y que mientras el mundo perdurara pudiera regresar con los hombres mortales, si así lo deseaba, y morir. Pero a Elros, que eligió ser un rey de hombres, se le otorgó una vida muy prolongada, siete veces más que la de los hombres mortales; y el linaje entero, los reyes y los señores de la casa real de Númenor, [añadido: al ser descendientes de Húrin], tuvieron una larga vida, aun en relación con lo que era la norma para los Númenóreanos, pues algunos de los reyes de Númenos vivieron cuatrocientos años. Pero Elros vivió quinientos años y gobernó a los Númenóreanos durante cuatrocientos diez años. Así pues, aunque de larga vida y libres de enfermedades, los hombres de Númenor seguían siendo mortales]. Sin embargo, el habla de Númenor era el habla de los Eldar del Reino Bendecido, y los Númenóreanos conversaban con los Elfos, y se les permitía contemplar Valinor desde lejos; porque sus barcos llegaban a menudo a Avallon, y allí sus marineros podían vivir por un tiempo.
§3Con el paso del tiempo el pueblo de Númenor se hizo grande y glorioso, en todo más semejante a los Primeros Nacidos que cualquier otra raza de los Hombres; sin embargo, no eran tan hermosos y sabios como los Elfos, aunque mayores en estatura. Porque los Númenóreanos eran más altos que el más alto de los hijos de los Hombres en la Tierra Media. Sobre todas las artes prefirieron la construcción de barcos y la marinería, y se convirtieron en marineros como no volverán a verse jamás, puesto que el mundo ha menguado. Llegaron desde Eressëa en el Oeste a las costas de la Tierra Media, e incluso a los mares interiores; y navegaron por el Norte y el Sur y atisbaron desde las altas proas las Puertas de la Mañana en el Este. Y aparecieron entre los hombres salvajes, y los colmaron de maravilla y consternación, y algunos los consideraron dioses o hijos de dioses que venían del Oeste. De vez en cuando los Númenóreanos sembraban el bien en las tierras baldías, y enseñaron a los hombres [219] salvajes cuanta sabiduría y conocimiento podían comprender; pero la mayor parte de los hombres de la Tierra Media los temieron y huyeron; porque estaban sometidos a Sauron y a las mentiras de Morgoth y creían que los dioses eran terribles y crueles. Por tanto, de aquel tiempo lejano han llegado ecos de leyendas brillantes y oscuras; pero la sombra se extendía sobre los hombres, porque los Númenóreanos iban pocas veces a la Tierra Media y nunca se demoraban mucho en ningún lugar. Surcaron todas las aguas del mundo, buscando no sabían qué, pero sus corazones estaban vueltos al oeste; y empezaron a anhelar la beatitud inmortal de Valinor, y el deseo y la inquietud crecieron a la par que el poder y la gloria.
§4Los dioses les prohibieron navegar más allá de la Isla Solitaria, y no les permitían desembarcar en Valinor; porque los Númenóreanos eran mortales, y aunque los Señores del Oeste los habían recompensado con una larga vida, no podían quitarles la fatiga del mundo que sobreviene al fin, y morían, aun los reyes de la simiente de Ëarendel, y tenían una vida breve a los ojos de los Elfos. Y empezaron a murmurar contra ese decreto, y un gran descontento surgió entre ellos. Los sabios perseguían sin pausa los secretos que prolongasen la vida, y enviaron espías para que buscaran conocimientos secretos en Avallon, y los dioses se enojaron.
§5Ahora bien, sucedió [añadido: en los días de Tar-kalion, y doce reyes habían gobernado la tierra antes que él],[206] que Sauron, siervo de Morgoth, se hizo poderoso en la Tierra Media; y supo del poder y el esplendor de los Númenóreanos, y de su lealtad a los dioses; y temió que llegaran y le arrebataran el dominio del Este y libraran a los hombres de la Tierra Media de la Sombra. Y el rey oyó también rumores acerca de Sauron a través de los marineros, y se decía que quería convertirse en un rey más grande aún que el de Númenor. Por tanto, contra el consejo de los dioses o los Elfos, Tar-kalion el rey envió mensajeros a Sauron y le ordenó que acudiera para rendirle homenaje. Y Sauron, colmado de astucia y malicia, se humilló y fue; y sedujo a los Númenóreanos con señales y maravillas. Poco a poco volvió sus corazones hacia Morgoth, y mintió y profetizó que antes de que transcurriera mucho tiempo Morgoth regresaría al mundo. Y Sauron le habló a Tar-kalion, y a Tar-ilien, la reina, y [220] les prometió vida eterna y el dominio de la tierra si se volvían a Morgoth. Y ellos lo creyeron, y cayeron bajo la Sombra, y la mayor parte de su pueblo los siguió. Y Tar-kalion levantó un gran templo para Morgoth en la Montaña de Ilúvatar, en el medio de la tierra; y Sauron vivió allí y toda Númenor quedó bajo su vigilancia. [Este pasaje, desde «en la Montaña de Ilúvatar …», fue tachado y substituido por lo siguiente: en el medio de la ciudad de Númenos,[207] y la cúpula se alzaba como una colina negra brillante que se cernía sobre la tierra; y salían humos de ella, porque en ese templo los Númenóreanos llevaban a cabo horribles sacrificios a Morgoth, suplicando al Señor de la Oscuridad que los librara de la Muerte. Pero el lugar consagrado de Ilúvatar se encontraba en la cumbre de la Montaña Menelmin, el Pilar del Cielo, en el medio de la tierra, y allí acostumbraban a subir los hombres para dar las gracias. Aquél era el único lugar que Sauron no se atrevía a pisar, y no permitía que hombre alguno, bajo pena de muerte, fuera allí. Pocos osaban desobedecerlo, aunque lo desearan, porque Sauron tenía muchos ojos y todos los caminos de la tierra estaban bajo su vigilancia. Pero algunos permanecieron fieles, y no se doblegaron ante él, y de ellos los principales eran Elendil el hermoso y sus hijos Anárion e Isildur, y eran de la sangre real de Ëarendel, aunque no de la línea directa].
§6Pero con el paso de los años Tar-kalion sintió que llegaba la vejez y se inquietó; pero Sauron dijo que los dioses retenían los dones de Morgoth, y que para obtener la plenitud de poder y la vida eterna el rey tenía que dominar el Oeste. Y el temor de la muerte era pesado sobre Tar-kalion. Por tanto, a orden suya, los Númenóreanos hicieron una gran armada; y su poder y habilidad habían aumentado mucho en aquellos días, porque en estos asuntos contaban con la ayuda de Sauron. Las flotas de los Númenóreanos eran como una tierra de muchas islas, y los mástiles como flámulas de tormentas, y las velas escarlatas y negras. Y avanzaron lentamente hacia el Oeste, porque todos los vientos se habían detenido y el mundo guardaba silencio en el temor del momento. Y rodearon Avallon; y se dice que los Elfos se lamentaron y enfermaron, porque la nube de los Númenóreanos cubrió la luz de Valinor. Entonces Tar-kalion atacó las costas de Valinor, y arrojó rayos, y el fuego ardió [221] en Túna, y las llamas y el humo subieron en torno a Taniquetil.
§7Pero los dioses no respondieron. Entonces la vanguardia de los Númenóreanos puso pie en las costas prohibidas, y acamparon poderosos en los bordes de Valinor. Pero el corazón de Manwë estaba colmado de dolor y consternación, y se dirigió a Ilúvatar, y el Hacedor le dio poder y consejo; y el destino y la forma del mundo cambiaron. Los dioses rompieron el silencio y manifestaron su poder; y Valinor se separó de la tierra, y una grieta apareció en el medio del Gran Mar, al este de Avallon.
El Gran Mar se precipitó en el abismo, y el sonido de las aguas que caían llenó toda la tierra, y el humo de las cataratas se elevó sobre las montañas eternas. Pero todos los barcos de Númenor que estaban al oeste de Avallon fueron arrastrados al abismo, y se hundieron; y Tar-kalion el dorado y la brillante Illien, la reina, cayeron como estrellas a la oscuridad, y perecieron fuera de todo conocimiento. Pero los guerreros mortales que habían pisado la Tierra de los Dioses quedaron sepultados bajo un derrumbe de colinas; y se dice que yacen cautivos en las Cavernas de los Olvidados, hasta el día del Juicio y la Última Batalla.
§8Entonces Ilúvatar hizo retroceder los Grandes Mares al oeste de la Tierra Media y las Tierras Vacías al este, y se hicieron nuevas tierras y nuevos mares, y el mundo quedó disminuido, pues Valinor y Eressëa fueron transportadas al reino de las cosas escondidas. Y desde entonces, por lejos que navegaba, un hombre no podía llegar jamás de nuevo al Verdadero Oeste, sino que regresaba fatigado al fin al punto de partida; porque todas las tierras y los mares estaban a la misma distancia del centro de la tierra. Hubo inundaciones y una gran confusión de aguas, y el mar cubrió muchas tierras que en los Días Antiguos estuvieron secas, tanto en el Oeste como en el Este de la Tierra Media.
§9Númenor, al estar al este de la gran grieta, fue completamente derribada y engullida por el mar, y su gloria pereció, y sólo unos pocos de su pueblo escaparon a la ruina de aquellos días. Algunos por orden de Tar-kalion, y otros por propia voluntad (porque todavía reverenciaban a los dioses y no quisieron [222] atacar el Oeste) se habían quedado atrás cuando partieron las flotas, y aguardaban en los barcos en la costa oriental de la tierra, por miedo a que la guerra acabara mal. Por tanto, protegidos por el muro de la tierra durante un tiempo, evitaron la sima del mar; y muchos huyeron al Este, y llegaron al fin a las costas de la Tierra Media.
Pocos fueron los supervivientes del poderoso pueblo desaparecido que salieron del mar devorador sobre las alas de los vientos de la cólera, y estaban despojados de su orgullo y poder de antaño. Pero a aquellos que miraban desde las colinas junto al mar y contemplaron su llegada, cabalgando sobre la tormenta para emerger de la niebla y la oscuridad y el rumor del agua, con las velas negras contra el sol poniente, les parecieron terribles y fuertes, y el temor de los altos reyes llegó a las tierras que estaban lejos del mar.
§10Porque los Númenóreanos se convirtieron en señores y reyes de los hombres, y junto a las costas occidentales de la Tierra Media establecieron reinos y fortalezas. Unos pocos eran malvados en verdad, pues pertenecían a los que habían escuchado a Sauron y no lo habían abandonado en el corazón; pero la mayoría eran de aquellos de buena voluntad que habían reverenciado a los dioses y recordaban la beatitud de antaño. Sin embargo, todos anhelaban una larga vida en la tierra, y les pesaba el pensamiento de la muerte. El destino los había arrojado al este, a la Tierra Media, pero aún tenían el corazón vuelto al oeste. Y construían casas más grandes para sus muertos que para sus vivos, y dotaban a los reyes enterrados de tesoros inútiles; porque los sabios no perdían la esperanza de encontrar el secreto para prolongar la vida, y quizá también recuperarla. Pero se dice que la duración de sus vidas, que antaño había sido el triple que las de los hombres de las casas menores, disminuía lentamente; y sólo descubrieron el arte de preservar incorrupta durante muchas edades la carne muerta de los hombres. Por tanto, los reinos del mundo occidental se convirtieron en un lugar de tumbas, y se llenaron de fantasmas. Y en la fantasía de sus corazones, y en la confusión de las leyendas medio olvidadas de lo que habían sido, construyeron en el pensamiento una tierra de sombras, habitada por los espectros de las criaturas de la tierra mortal; y muchos creyeron que esa tierra estaba en el Oeste, y [223] que la gobernaban los dioses, y que en la sombra los muertos acudían allí, con las sombras de sus posesiones, puesto que ya no podían encontrar el Verdadero Oeste en la carne. Por esta razón, en días posteriores enterraban a sus muertos en barcas, dejándolas con gran fasto en el mar, junto a las costas occidentales del mundo antiguo.
§11Ahora bien, la sangre de los Númenóreanos se perpetuó sobre todo entre los hombres de aquellas tierras y costas, y el recuerdo del mundo primitivo se conservó mejor que en ningún otro sitio allí donde los senderos antiguos hacia el oeste partían antaño de la Tierra Media. Porque el antiguo linaje del mundo permaneció en la mente de Ilúvatar, y en el pensamiento de los dioses, y en el recuerdo de la forma y el diseño del mundo que ha cambiado, pero que pervive. Y se ha comparado con una llanura de aire, o con una visión directa que no sigue la curva oculta de la tierra, o con un puente que se eleva imperceptiblemente pero con seguridad sobre el aire pesado. Antaño muchos de los exiliados de Númenor podían todavía ver, unos con más claridad que otros, los senderos del Verdadero Oeste; y creían que a veces, desde un lugar elevado, podían divisar la cumbre de Taniquetil al final del Sendero Recto, muy por encima del mundo. Por tanto, construyeron torres muy altas en aquellos días, y sus lugares sagrados se encontraban en las cimas de las montañas, porque subían, si podían, por sobre las nieblas de la Tierra Media al aire claro que no vela la visión de las cosas lejanas.
§12Pero el número de los que tenían la antigua visión no dejaba de disminuir, y aquellos que no la tenían y no podían concebirla en el pensamiento se burlaban de los constructores de torres, y confiaban en los barcos que navegaban por el agua. Pero sólo llegaron a las tierras del nuevo mundo, y encontraron que eran como las del antiguo y que estaban sometidas a la muerte; y dijeron que el mundo era redondo. Porque por el Camino Recto sólo podían caminar los dioses, y sólo podían viajar los barcos de los Elfos; porque era recto, mientras que la superficie de la tierra estaba curva, como los mares que yacen sobre ella y los aires pesados que hay encima, y atravesaba el aire del aliento y cruzaba Ilmen, que ninguna carne mortal puede soportar. Pero se dice que hubo incluso algunos de los Númenóreanos [224] de antaño que tenían la visión recta que no lo comprendieron, e intentaron hacer barcos que se elevaran sobre las aguas del mundo y se sostuvieran en los mares imaginarios. Pero sólo consiguieron barcos que navegaban en el aire del pensamiento. Y estos barcos voladores llegaron también a las tierras del nuevo mundo y al Este del mundo antiguo; y dijeron que el mundo era redondo. Por tanto muchos abandonaron a los dioses y los olvidaron en las leyendas. Pero los hombres de la Tierra Media contemplaron con asombro y temor cómo los Númenóreanos descendían del cielo; y tomaron a estos marineros por dioses, y algunos de los Númenóreanos se alegraron de que así fuera.
§13Sin embargo, no todos los Númenóreanos tenían el corazón malvado; y el conocimiento de los días anteriores a la Caída y de la sabiduría que procedía de los Amigos de los Elfos, sus padres, se conservó durante largo tiempo entre ellos. Y los más sabios decían que el destino de los Hombres no estaba limitado por el sendero redondo, ni tampoco destinado para siempre al sendero recto. Porque lo redondo no tiene final, pero tampoco escapatoria; y lo recto es verdadero, pero tiene un final en el mundo, y ése es el destino de los Elfos. Pero el destino de los Hombres, decían, no es redondo ni limitado, y no se completa en el mundo.
Pero incluso la sabiduría de los sabios estaba llena de dolor y añoranza; y recordaban amargamente de dónde llegó la ruina y el alejamiento de los Hombres de la porción del Sendero Recto que les correspondía. Por tanto evitaban la sombra de Morgoth de acuerdo con su capacidad, y odiaban a Sauron. Y atacaron sus templos y siervos, y hubo guerras entre los poderosos de la Tierra Media, de las que ahora sólo perduran los ecos.
La última sección (§14) de las versiones anteriores de La Caída de Númenor, que habla de Beleriand (véase p. 215), se omitió en CN III.
Suponiendo (véase p. 215) que la versión dada arriba, tal como se escribió originalmente, corresponde a una fase muy anterior de la escritura de El Señor de los Anillos que Los papeles del Notion Club, podemos afirmar casi con certeza que los cambios y las adiciones realizadas en él son de la época de los Papeles y El Hundimiento de Anadûnê. Así lo demuestra[208] la adición de §5 donde se afirma que Tar-kalion era el decimotercer rey de Númenor, así como la corrección en §5 de la descripción [225] del templo: no se encontraba en la Montaña de Ilúvatar, sino «en el medio de la ciudad de Númenos» (véase notas 206 y 207).
El rasgo más notable —sorprendente, incluso— de estas adiciones tardías en CN III es la afirmación en §2 de que a Elrond se le concedió «la vida de los Primeros Nacidos» de acuerdo con su propia elección, «pero con la gracia añadida de que la elección siempre pudiera ser revocada, y que mientras el mundo perdurara pudiera regresar con los hombres mortales, si así lo deseaba, y morir». Por lo que yo sé, no se dice nada parecido de la Elección de Elrond en ningún otro sitio; compárese el Apéndice A (I, i) de El Señor de los Anillos: «Al fin de la Primera Edad los Valar pidieron a los Medio Elfos una elección irrevocable entre ambos linajes: tenían que pertenecer a uno o a otro». Este pasaje de CN III acerca de Elrond y Elros reapareció años después en la Akallabêth, pero esta oración había sido eliminada (El Silmarillion, p. 354).