Apuestas imperdibles

No es probable, ambicioso lector, que te hagas rico con los trucos que siguen, aunque en el siglo pasado, cuando era cuestión de honor pagar una deuda de juego, podrías haber amasado una fortuna con ellos. En estos tiempos de obsceno pragmatismo y merma de los valores espirituales, es probable que más de uno se niegue a pagar alegando que le has tendido una trampa verbal (o de otro tipo). Paciencia: en el peor de los casos, y en espera de tiempos mejores, siempre podrás aprovechar la ocasión para lucirte hablando sobre el fascinante e inagotable tema de la ambigüedad del lenguaje, base de la poesía, del discurso amoroso y de la mayoría de los trucos subsiguientes.

Pero, antes que nada, ¿qué es una apuesta imperdible? Literalmente, aquella en la que no se puede perder, es decir, en la que tú, que serás quien la plantee, tendrás la seguridad absoluta de ganar. ¿Cómo? Empecemos con un ejemplo que, además, remite a uno de los temas capitales de la lógica moderna: la autorreferencia.