Cuando a alguien le plantean un rompecabezas es frecuente que, si se le resiste, pida (o implore incluso): «Dame una pista». Pues bien, a continuación, confuso lector, te ofrezco una serie de orientaciones para facilitarte la resolución de los problemas propuestos a lo largo del libro. Aunque mi encarecido consejo, tal como te decía en la introducción, es que no recurras a estas «pistas» (y menos aún al capítulo de soluciones), salvo en caso de extrema necesidad (por ejemplo, si empieza a salirte un hilillo de humo de una oreja), pues la satisfacción y la puesta a punto mental que obtendrás resolviendo los problemas sin ayuda bien merecen un poco de esfuerzo y de paciencia…