Un caminante llega a una posada y se dirige al posadero en estos términos:
—¿Me darías alojamiento por una semana a cambio de esta cadena de plata?
El posadero examina la cadena, que tiene siete eslabones. Considerando que un eslabón por día es suficiente, responde:
—De acuerdo, pero me has de pagar por adelantado.
El caminante, ofendido por la desconfianza del posadero, replica:
—Ni hablar. Si tú no te fías de que yo te vaya a pagar, ¿por qué habría de fiarme yo de que, una vez hayas cobrado, me tratarás de forma satisfactoria?
Como ninguno de los dos da su brazo a torcer, al final acuerdan que el caminante, en vez de pagar de una sola vez, al principio o al final, lo hará día a día. Se impone, por tanto, romper la cadena.
¿Cuál es el mínimo número de eslabones que tendrá que abrir el caminante para dar uno diario al posadero?