Tras hablar unos minutos sobre tu extraordinario poder de sugestión, apuéstale a alguien que, sin tocarle ni someterle a coacción alguna, puedes hacerle abrir los ojos antes de treinta segundos a partir del momento en que los cierre. Una vez concertada la apuesta, le dices, reloj en mano: «Empiezo a cronometrar, ya puedes cerrar los ojos». En cuanto tu víctima cierre los ojos, le dices: «No, así no». Por alguna razón psicológica no estudiada lo suficiente, la inmensa mayoría de las personas abren los ojos al oír este comentario…, con lo cual pierden la apuesta.