El billete de tántalo

Puedes empezar llevando la conversación al tema de la flexibilidad y la forma física. Pregunta si alguno de los presentes es capaz de flexionar la cintura hasta tocar el suelo con los dedos, sin doblar las rodillas; la proeza no es tan difícil, por lo que seguramente habrá alguno que dirá que sí. Entonces le invitas a hacer una demostración. Pones a tu víctima contra la pared, con los talones pegados a la misma, y dejas en el suelo, ante la punta de sus pies, un billete de mil. «Si lo coges sin desplazar los pies y sin doblar las rodillas, es tuyo», le dices.

No te preocupes, tu dinero está más seguro que en un banco suizo. ¿Por qué? Muy sencillo: cuando flexionamos el tronco hacia adelante, aunque parece que las piernas se mantienen verticales, en realidad las inclinamos hacia atrás para compensar el desplazamiento del centro de gravedad, pues de lo contrario caeríamos de bruces… que es lo que le sucederá a tu víctima si su avidez por agarrar el billete es más fuerte que su instinto de conservación.