Supongamos por un momento que la limitación que acabamos de ver en el pasatiempo anterior no existe y que pudiéramos seguir doblando y redoblando el billete a voluntad. Es evidente que con cada doblez duplicamos el grosor: un billete de mil tiene aproximadamente 0,1 mm (una décima de milímetro) de grosor, por lo que doblado una vez tendrá dos décimas de milímetro, doblado dos veces cuatro décimas, y así sucesivamente.
Supón que eres extraordinariamente forzudo y logras doblar el billete cincuenta veces consecutivas… ¿Puedes hacer una estimación, a ojo de buen cubero, del grosor que alcanzaría ese hipotético billete recontrarredoblado?