He aquí un clásico bastante conocido y de sencilla resolución, que muy bien puede servirte para introducir en una tertulia el tema de los juegos con cerillas. Cuando tus amigos se hayan confiado, podrás machacarlos más fácilmente con otros pasatiempos aparentemente triviales, pero mucho más difíciles.
En su versión tradicional, el problema de las botellas robadas dice así:
Un señor muy aficionado al vino había dispuesto en una despensa sus valiosas botellas de la forma que se indica en la figura (cada cerilla, evidentemente, representa una botella); de este modo, sabía que tenía que haber once botellas en cada lado de su formación cuadrada, y de vez en cuando las contaba, lado tras lado, para cerciorarse de que su criado (igualmente aficionado a la bebida) no le robaba ninguna. Sin embargo, el astuto criado se las arregló para sustraer cuatro botellas sin que dejara de haber once en cada lado. ¿Cómo lo hizo?