Puedes empezar diciendo algo así como que, si tanta gente fuma, es porque entre los cigarrillos y los encendedores hay una especie de fuerza magnética o atracción sexual que los impulsa a juntarse constantemente, y en realidad los fumadores no son más que instrumentos al servicio de este instinto de acoplamiento encendedor-cigarrillo, igual que los insectos que llevan el polen de los estambres a los pistilos…
Al principio pensarán que intentas hacerte el gracioso sin demasiado éxito, y puede que suene alguna risita condescendiente, que dará paso a la perplejidad en cuanto procedas, muy serio, a demostrar tu afirmación. Para lo cual no tienes más que colocar un cigarrillo sobre una mesa, paralelamente al borde más cercano a ti, y usar un encendedor a modo de imán: el cigarrillo seguirá al encendedor rodando dócilmente… siempre que tú, con una leve sonrisa, soples discretamente, dirigiendo el aire a la línea de contacto del cigarrillo con la mesa.
La leve sonrisa es muy importante (también puede servir una expresión de profunda concentración), pues has de mantener los labios en una posición que no induzca a sospechar que estás soplando. Con un poco de entrenamiento aprenderás a soplar sin hacer casi ruido y sin poner cara de estar hinchando un globo, con lo que conseguirás un truco de gran efecto a pesar de su extremada sencillez.