LA tendencia a la unificación del mundo es la característica fundamental de nuestro tiempo. Esto no significa que el mundo no tendiera anteriormente a la unidad, aunque de una manera diferente. La tendencia a unir al mundo por medio del mercado mundial dominaba ya a mediados del siglo XIX. También esa fue una época de economías capitalistas y guerras nacionales. Por medio de esas economías y guerras nacionales se consiguió entonces una especie de unidad mundial.
Llevó a cabo una mayor unificación del mundo la destrucción de las formas de producción precapitalistas en las regiones atrasadas y la división de éstas entre los países avanzados y sus monopolios. Ese fue el período del monopolio capitalista, las conquistas coloniales y guerras en las que las relaciones internas y los intereses de los monopolios desempeñaban con frecuencia un papel más decisivo que la defensa nacional misma. Las tendencias de esa época a la unidad mundial se realizaron sobre todo mediante los conflictos y las asociaciones del capital monopolista. Esa era una unidad superior a la del mercado. El capital que fluía de fuentes nacionales se derramaba, penetraba, se apoderaba y dominaba al mundo entero.
Las actuales tendencias a la unidad son evidentes en otros campos. Se las puede encontrar en el alto nivel de producción, en la ciencia contemporánea y en el pensamiento científico y de otras clases. Un mayor progreso de la unidad ya no es posible sobre bases exclusivamente nacionales o mediante la división del mundo en esferas de influencia individuales y monopolistas.
Las tendencias hacia esta nueva unidad —unidad de producción— se asientan en las bases ya alcanzadas en etapas anteriores, es decir en la unidad del mercado y la unidad del capital. Tropiezan, no obstante, con relaciones nacionales, gubernamentales y sobre todo sociales, ya gastadas e inadecuadas. En tanto que las unificaciones anteriores se lograron mediante luchas nacionales o conflictos y guerras por esferas de interés, la unificación contemporánea se está logrando, y sólo puede lograrse así, mediante la destrucción de las relaciones sociales de los períodos anteriores.
Nadie puede decir de una manera terminante cómo se realizará la coordinación y unificación de la producción mundial, si mediante la guerra o con medios pacíficos. Pero no puede caber duda de que esa tendencia no puede ser contenida.
El primer método de unificación, la guerra, apresuraría esa unificación por la fuerza, es decir mediante el dominio de uno u otro grupo. Pero dejaría inevitablemente detrás las chispas de nuevas conflagraciones, discordias e injusticias. La unificación por medio de la guerra se realizaría a expensas de los débiles y vencidos. Aunque la guerra impusiese el orden en relaciones determinadas, dejaría tras de sí conflictos no resueltos y desavenencias más profundas.
Porque el actual conflicto mundial se desarrolla principalmente sobre la base de la oposición entre sistemas, tiene el carácter de conflicto de clases más que de oposición entre naciones y Estados. Ese es el motivo de su severidad y su violencia extraordinarias. Toda guerra futura sería una guerra civil mundial entre gobiernos y naciones. No sólo sería espantoso el desarrollo de la guerra misma, sino que serían también terribles sus efectos.
La unificación del mundo por medios pacíficos, aunque más lenta, es el único procedimiento juicioso, saludable y justo.
Parece que la unificación del mundo contemporáneo se llevará a cabo mediante la oposición de sistemas, en contraste con los tipos de oposición nacionales mediante los cuales se consiguió la unificación en períodos anteriores.
Esto no significa que todos los conflictos contemporáneos sean simplemente conflictos entre sistemas. Hay otros conflictos, inclusive los de épocas anteriores. Pero la tendencia a la unidad de producción mundial se pone de manifiesto más clara y activamente por medio del conflicto de sistemas.
Sería ilusorio esperar que la unidad de producción mundial se consiga en el futuro próximo. El proceso llevará mucho tiempo, pues será el fruto de los esfuerzos organizados de la economía y otras fuerzas dominantes de la humanidad, y porque la unidad de producción completa no se puede conseguir realmente. Las unificaciones anteriores no se consiguieron como algo definitivo; también esta unificación se está logrando sólo como una tendencia, como algo a que aspira la producción por lo menos la de los países más avanzados.