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LAS raíces del comunismo moderno se remontan a una época muy anterior, aunque permanecían ocultas antes del desarrollo de la industria moderna en la Europa Occidental. Las ideas básicas del comunismo son la Primacía de la Materia y la Realidad del Cambio, ideas tomadas de los pensadores del período que precedió inmediatamente a la iniciación del comunismo. A medida que el comunismo se desarrolla y adquiere fuerza esas ideas básicas desempeñan un papel cada vez menos importante. Esto es comprensible: una vez en el poder, el comunismo tiende a modelar de nuevo al resto del mundo de acuerdo con sus propias ideas y cada vez menos a cambiar él mismo.

La dialéctica y el materialismo —la evolución del mundo con independencia de la voluntad humana— constituían la base del viejo comunismo marxista clásico. Esas ideas básicas no fueron expuestas por primera vez por teóricos comunistas como Marx y Engels. Éstos las tomaron prestadas y las tejieron luego en un todo, formando así, inintencionadamente, la base para una nueva concepción del mundo.

La idea de la Primacía de la Materia fue tomada de los materialistas franceses del siglo XVIII. Pensadores anteriores, entre ellos Demócrito en la Grecia antigua, la habían expuesto de una manera diferente. La idea de la realidad del cambio causada por la lucha de los opuestos, llamada Dialéctica, fue tomada de Hegel; también había sido expuesta, de modo distinto, por Heráclito en la Grecia antigua.

Sin entrar en detalles con respecto a las diferencias entre las ideas marxistas y teorías semejantes anteriores, es necesario señalar que Hegel, al exponer la idea de la Realidad del Cambio, conservó el concepto de una ley suprema invariable, o sea la Idea de lo Absoluto. Como él dijo, en último análisis existen leyes invariables que, con independencia de la voluntad humana, gobiernan la naturaleza, la sociedad y los seres humanos.

Aunque haciendo hincapié en la idea de la Realidad del Cambio, Marx, y sobre todo Engels, afirmaron que las leyes del mundo objetivo o material eran invariables e independientes de los seres humanos. Marx estaba seguro de que descubriría las leyes fundamentales que rigen la vida y la sociedad como Darwin había descubierto las leyes que rigen a las criaturas vivientes. En todo caso, Marx aclaró algunas leyes sociales, particularmente el modo como esas leyes operaban en el período del primitivo capitalismo industrial.

Este hecho por sí solo, aunque sea aceptado como exacto, no puede justificar la pretensión de los comunistas modernos de que Marx descubrió todas las leyes de la sociedad. Todavía menos puede justificar su intento de modelar la sociedad de acuerdo con esas ideas del mismo modo que se cría el ganado sobre la base de los descubrimientos de Lamarck y Darwin. No se puede comparar a la sociedad humana con las diversas especies de animales o con los objetos inanimados; se compone de individuos y grupos que están continua y conscientemente activos en ella, desarrollándose y cambiando.

En las pretensiones del comunismo contemporáneo de ser, si no la única y absoluta, en todo caso la ciencia suprema, basada en el materialismo dialéctico, se ocultan las semillas de su despotismo. El origen de esas pretensiones puede encontrarse en las ideas de Marx, aunque Marx mismo no las expuso.

Claro está que el comunismo contemporáneo no niega la existencia de un cuerpo de leyes objetivo e invariable. Sin embargo, cuando está en el poder actúa de una manera enteramente diferente con respecto a la sociedad humana y el individuo, y emplea para establecer su poder métodos diferentes de los que sugieren sus teorías.

Partiendo de la premisa de que sólo ellos conocen las leyes que gobiernan la sociedad, los comunistas llegan a la conclusión demasiado simple y anticientífica de que ese supuesto conocimiento les da el poder y el derecho exclusivo a modificar la sociedad y dirigir sus actividades. Éste es el error más importante de su sistema.

Hegel pretendía que la monarquía absoluta de Prusia era la encarnación de su idea de lo absoluto. Los comunistas, por su parte, pretenden que representan la encarnación de las aspiraciones objetivas de la sociedad. Hay más de una diferencia entre los comunistas y Hegel y hay también una diferencia entre los comunistas y la monarquía absoluta. La monarquía no tenía una idea tan elevada de sí misma como la que los comunistas tienen de sí mismos, ni era tan absoluta como ellos.