AGRADECIMIENTOS

Estoy en deuda con las siguientes personas por sus valiosas opiniones y contribuciones. En primer lugar, quiero dar las gracias muy especialmente a la doctora Ana Aguirregabiria, cuyo amor por su cultura sirvió como catalizador para mi inspiración, y también a otro vasco, este originario de Guernica, el señor José Agustín Ozamiz Ibinarriaga, profesor de la Universidad de Deusto y doctor en Sociología. Quiero mandar también mi agradecimiento a Antón Erkoreka Barrena, del museo vasco de Historia de la Medicina (UPV/EHU); Juan Manuel Etxebarria Ayesta, doctor de Filología Vasca y profesor en la Universidad de Deusto; Jone Iztiria Murua, de la biblioteca de San Sebastián (Donostiako Vdala, Ayuntamiento de San Sebastián); Julen y Elisa Calzada; José Miguel Aguirre, por memorias tan difíciles; Juana Aroma y Nicolás Arzubia, de Goiuria (Irureta), que tuvieron la amabilidad de permitirme visitar su hermosa granja vasca; y a los empleados y propietarios del hotel Ibaigune, en Vizcaya, por permitirnos alojarnos allí; y a los Archivos Municipales de Bayona.

La otra tanda de reconocimientos es para mi buen amigo Henning Bochert y a todos aquellos que han tenido la gentileza de compartir conmigo sus experiencias durante la posguerra en Hamburgo; a los empleados del Gedenkstätte Ernst Thälmann Hamburg; a Ulrich Kluge y Lore Bünger, Uwe Eccard, Guenther Claus, Edeltraud Jensen, Peter Petersen y Hans Walther del Zeitzeugenborse en el Seniorenbüro de Hamburgo; y a Herr Wolfgang Vacano del Altonaer Stadtarchivs e.V.

Para comprender mejor la cábala, tuve la suerte de hablar con Z’ev ben Shimon Halevi, tutor principal de la sociedad Kabbalah Internacional; Judith Hawkins-Tillirson, por sus conocimientos sobre hierbas mágicas. Doy las gracias a mi suegro, Gerald Asher, por todo cuanto me ha hecho conocer sobre París; a mi editor inglés, Dan Mallory, de Sphere, Little, Brown, por su apoyo, su fe sin límites y su soberbio y ecléctico gusto literario; Iain Banks, por sus labores de corrección; Anna Valdinger, de Harper Collins, Australia; Charlie King, del departamento de marketing de Sphere; a mi agente en Inglaterra, Julian Alexander, por su apoyo imperturbable y sus incesantes observaciones; y finalmente a mi otra mitad, Jeremy Asher, por su inteligencia, su amor y su aportación editorial.