CAPÍTULO VI
Godó

PRENSA

Diarios (La Vanguardia, Mundo Deportivo[168]) y publicaciones especializadas (Vanguardia Dossier y Vanguardia Grandes Temas).

Hasta el 27 de noviembre de 2009, el Grupo Godó poseía el 40 por 100 del diario catalán Avui (el resto era 40 por 100 Planeta y 20 por 100 Generalitat a través del Institut Català de Finances, juntos formaban la empresa Corporación Catalana de Comunicación). Ese día, Hermes Comunicación, la empresa editora del diario El Punt, compró todas las acciones del diario. En abril de 2010 los nuevos propietarios anuncian su intención de despedir a la mitad de la plantilla.

REVISTAS Y SUPLEMENTOS

Magazine (propiedad de Prensa Ibérica y Godó), Interiores, Interiores práctica, Mujer vital, Historia y vida, La Revista dels Súpers, Playboy, Què Fem?, Conocer la Ciencia, Cocinas y Baños, Living Deco, Tvmanía, Salud y vida y Guías QF.

Godó creó en 1997 Prisma Publicaciones. En la actualidad posee el 50 por 100 de las acciones, el otro 50 por 100 pertenece a Planeta. Prisma edita la mayoría de las revistas citadas[169].

RADIO

RAC 1, RAC 105 FM y Unión Radio.

Unión Radio ha estado participada en un 20 por 100 por el Grupo Godó y un 80 por 100 por Prisa. En 2008 aprobó la entrada en su accionariado, mediante una operación mixta de compra de acciones y ampliación de capital, del fondo británico de capital privado 3i, con una participación del 16,63 por 100[170].

SERVICIOS AUDIOVISUALES Y TELEVISIÓN

8tv (para Cataluña), Canal Metro (para el metro barcelonés) y GDA Pro (productora).

PUBLICIDAD

Publipress Media (central publicitaria del grupo).

SERVICIOS

Empresas de servicios del Grupo Godó: Summa Servicios, Marina Press Distribuciones, y Distribución y Reparto[171].

Intervención social

Fundación Conde de Barcelona, presidida por el rey. Ha creado el Premio Internacional Conde de Barcelona, el Premio Godó de Periodismo y el Premio Godó de Fotoperiodismo. Un ejemplo del objetivo político del galardón fue su concesión al periodista José Antonio Zarzalejos por un artículo de 1996 que propugnaba el entendimiento entre el PP, ganador de las elecciones aquel año, y los nacionalismos.

El Grupo Godó impulsa actos culturales, sociales, económicos y deportivos. Organiza actividades en el Centre de Cultura Contemporània, en la Fundació Miró, Fundació Tàpies, del Grec, l’Auditori, el Teatre Nacional de Catalunya o los festivales de verano de Perelada y de Cap Roig. Destacan el Trofeo Conde de Godó de Tenis, el Trofeo Conde de Godó de Vela, la Gran Gala del Deporte, el Trofeu Campions, la carrera Jean Bouin, el Premio La Vanguardia a los mejores anuncios o el Prix Pyrenées junto con la Cámara de Comercio Francesa de Barcelona. En el terreno de la economía participa activamente en la celebración del salón Barcelona Meeting Point, el Salón Internacional de la Logística o en las sesiones de Matins Esade y en los desayunos de Pricewaterhouse.

Accionistas

El Grupo Godó de Comunicación, S.A. es propiedad de Javier Godó Muntanola —presidente del grupo— con un 98 por 100 de las acciones, y de su hijo Carlos Godó Valls —consejero delegado—, con el 2 por 100 restante. Javier Godó, Conde de Godó (Barcelona, 1941), pertenece a la cuarta generación de una familia de la oligarquía empresarial catalana.

La Vanguardia

La Vanguardia, considerado el buque insignia del Grupo Godó de Comunicación, se imprime diariamente en Barcelona, Madrid y Bélgica[172]. Su historia comienza el 1 de febrero de 1881, cuando dos empresarios de Igualada, los hermanos Carlos y Bartolomé Godó Pié sacaron a la calle el primer número del diario. Definido entonces como «Diario político de avisos y noticias», nació como órgano de expresión de una fracción del Partido Liberal de Barcelona, que aspiraba a conseguir la alcaldía de la ciudad. El 31 de diciembre de 1887 dejó de publicarse como órgano de partido y al día siguiente se presentó un nuevo formato, con doble edición de mañana y tarde. Seguiría al frente de la empresa Ramón Godó, quien moriría en 1931, siendo sucedido por su hijo Carlos.

Los Godó y el franquismo

El 19 de julio de 1936, estalló la Guerra Civil en Barcelona y la Generalitat se incautó del diario. Durante aquel periodo, La Vanguardia fue el principal órgano de expresión, primero del Gobierno de la Generalitat, y más tarde del de la República, al instalarse el Gobierno central en Barcelona. Si bien la línea de La Vanguardia era de defensa absoluta de la legalidad republicana, se trataba más del resultado de la incautación del diario por la Generalitat Catalana. El 27 de enero de 1939, al día siguiente de la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, La Vanguardia apareció embriagada de entusiasmo con el titular a toda plana en portada: «Barcelona para la España invicta de Franco». Como subtítulo: «En este momento histórico La Vanguardia dice “Presente”». En el texto se podía leer lo siguiente:

LA VANGUARDIA reanuda hoy su publicación recuperando el ritmo perdido hace dos años y medio. […] El glorioso Ejército liberador del Generalísimo, que con tan natural heroísmo ha llevado a cabo la gesta ingente de nuestra liberación, ha de darnos, la tónica. Simplemente, la actitud de LA VANGUARDIA liberada ha de ser esta, por hoy: decir «¡Presente!». Aquí está de nuevo el veterano diario para defender los postulados que han sido carne de su carne y entraña de su entraña, los añejos ideales eclipsados por esa ola de locura que lo ha envuelto todo durante los últimos treinta meses, por esa pesadilla horrenda de la que acaba de sacarnos con sin igual heroísmo el Ejército salvador de Franco[173].

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Primera página de La Vanguardia el día de la entrada de las tropas franquistas a Barcelona.

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Primera página de La Vanguardia con motivo del cuarto aniversario de la sublevación franquista.

Tras la victoria del bando franquista, el Gobierno puso a la familia Godó dos condiciones para poder recuperar el periódico: cambiar su histórica cabecera por la de La Vanguardia Española y aceptar al director nombrado por el Gobierno. Carlos de Godó y Valls estuvo de acuerdo y llegaría a ser procurador en Cortes por designación de Franco. Sin embargo, el discurso de la página web oficial del Grupo Godó señala que, en los últimos años del franquismo La Vanguardia «apoyó el cambio democrático, la instauración de la monarquía y el restablecimiento de la Generalitat de Catalunya. Hasta que el 11 de agosto de 1978 recuperó su auténtico nombre: La Vanguardia».

La Vanguardia justificó y apoyó el golpe militar de 1936 del general Franco contra el Frente Popular, no sólo el día de la entrada de los sublevados en Barcelona, la portada del 18 de julio de 1940, ya en propiedad de la familia Godó, llevaba a toda plana el siguiente subtítulo y título: «¡Acordaos españoles! Hoy hace cuatro años», «Gracias al Generalísimo Franco, al frente del Ejército, España está en pie, soberana de sus Destinos inmortales».

Según publicaba ese día el diario del Grupo Godó, el Gobierno del Frente Popular, democráticamente elegido, había violado la Constitución, siendo necesario su derrocamiento por parte del alzamiento nacional para recuperar la legalidad: «La horda era dueña de la calle, de las fábricas, de los bancos, de la vida y de las haciendas, en fin, de los ciudadanos de España: en el Gobierno había una gavilla de forajidos…»[174]. No fue la última primera plana apologética de Franco. El día después de la muerte del dictador, en la primera página de tipografía de La Vanguardia, apareció una fotografía de una audiencia concedida por Franco en su despacho a Carlos Godó, que incluía un breve artículo escrito por el propietario del periódico bajo el título «Una obra extraordinaria que ha cambiado radicalmente a España». Éste es el texto íntegro:

La profunda emoción que siento por la pérdida del Caudillo de España, Generalísimo Franco, viene condicionada por la obra extraordinaria que ha cambiado radicalmente a España en unos pocos años, si bien personalmente aumenta, por los sentimientos de amistad que me había siempre demostrado y que venía ratificada por el nombramiento con que he sido honrado en dos ocasiones como procurador en Cortes de designación directa del Jefe del Estado.

Es difícil, en unas pocas líneas, dar una idea de lo que ha representado el Caudillo en la vida de España, porque en cualquier orden que se considere, vemos el progreso inmenso que han representado estos años en los cuales nuestro país ha pasado de ser una nación de segundo orden a situarse junto a los países más industrializados y de mayor rango cultural.

Con lágrimas en los ojos he escuchado esta mañana la alocución de nuestro presidente, don Carlos Arias Navarro, quien, visiblemente emocionado, nos ha leído el último mensaje de Franco y no solamente yo, sino las personas que estaban a mi lado, no han podido contener la emoción que la lectura les ha producido.

Me siento orgulloso de pertenecer y formar parte de la España de Franco. Y, en el tiempo que me quede de vida, he de recordar siempre la fecha histórica del día de hoy, dolorosa para todos los españoles, a cuyas plegarias uno las mías por el eterno descanso del alma de nuestro querido Caudillo[175].

Carlos Barrera y Anna Nogué i Regàs en su trabajo «La transición periodística, ideológica y empresarial de La Vanguardia (1975-1982)»[176], repasan con rigurosidad el debate que se desarrolló en el interior del periódico tras la muerte de Franco para adaptarse a la nueva situación política del país. Según estos autores:

Las dudas, reticencias y ambigüedades del propietario de La Vanguardia hacia la apertura democrática se pusieron especialmente de relieve en los primeros años de la transición. Así lo avalan variadas cartas que envió al director del diario sobre contenidos que de algún modo podían dar pábulo al comunismo o al nacionalismo exacerbado: por ejemplo, en febrero de 1976 por la cobertura informativa de un recital de Raimon, en septiembre por un editorial laudatorio de la labor de gobierno de los socialdemócratas en Suecia, en diciembre de ese mismo año por el uso de topónimos en catalán, y en abril de 1977 por permitir escribir al líder del PSUC Gregorio López Raimundo una defensa de su programa electoral.

Finalmente el pragmatismo empresarial se impuso y Javier Godó, III Conde de Godó e hijo de Carlos Godó, durante su presidencia de La Vanguardia recibió de manos del rey, en julio de 2008, el título de grande de España «por su fidelidad a la Corona y por su defensa de las libertades democráticas» para unir a su título nobiliario. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona concedió a La Vanguardia la Medalla d’Or de la Ciutat por cumplir 125 años y ser el decano de la prensa catalana[177]. Juan Carlos de Borbón destacó en la cena de gala en el Saló Oval del Palau Nacional de Catalunya, «la independencia y el rigor del diario». El columnista de prensa y catedrático de Economía Vicenç Navarro, fue una de las personas que tuvo que exiliarse durante la dictadura. En 2002 recibió el Premio Anagrama de Ensayo por su libro Bienestar Insuficiente, Democracia Incompleta. De lo que no se habla en nuestro país. Y una de las cosas de las que no se habla es de la connivencia de los medios de comunicación actuales con el franquismo. Navarro afirma que la familia Godó, propietaria de La Vanguardia, colaboró extensamente con la dictadura fascista. El diario La Vanguardia se llamaba La Vanguardia Española, y fue siempre el portavoz de la burguesía catalana que apoyó extensamente la dictadura. Nunca informó sobre las enormes atrocidades y salvajadas que ocurrieron bajo aquel régimen. Era y continúa siendo un foro monárquico en el que ni una vez ha habido una voz crítica al monarca, a la monarquía o a favor de la república. Esto es lo que La Vanguardia entiende por libertad de expresión[178].

El escándalo de las escuchas ilegales

En 1995 la justicia procesó a Javier Godó, a su secretaria y a 16 personas en total, por crear una red de escuchas ilegales con el objetivo de seguir y vigilar a numerosas personalidades de la vida política y económica española. También se le acusaba de falsificar un documento mercantil para ocultar ese objetivo. El fiscal pidió para el conde de Godó cinco años de cárcel —por falsedad— y dieciocho meses de arresto —por las escuchas—. El origen del escándalo se remontaba a noviembre de 1993. Según el relato de los fiscales, Javier Godó contrató a miembros del CESID, la agencia española de inteligencia, para que investigara y obtuviese información de personas que el editor de La Vanguardia consideraba «antagonistas» en sus actividades empresariales. El episodio más destacado se refería a que el entonces director general de los servicios secretos españoles, Emilio Alonso Manglano, puso en contacto a Javier Godó con uno de sus agentes, el coronel Fernando Rodríguez González, a quien se consideró el máximo responsable de la trama de escuchas[179]. En el despacho que ocupaba Rodríguez González en el diario, la policía encontró 15 documentos de los servicios de inteligencia españoles clasificados como secretos y confidenciales.

Según publicaron José Díaz Herrera e Isabel Durán en su libro Los secretos del poder[180],

Los espías contratados por Godó [colocaron] micrófonos en la casa del secretario del consejo de administración de la sociedad, Rafael Jiménez de Parga. Al director de la cadena, Manuel Martín Ferrand, le instalan un transmisor en el Volvo que utiliza para desplazarse desde su casa de Pozuelo de Alarcón hasta San Sebastián de los Reyes, donde se encuentra la sede de Antena 3 TV. En las oficinas de los directivos de la cadena televisiva y en la sala de juntas se colocan también sistemas de escucha de ambiente. Los espías controlan de esta manera todas las entrevistas de Javier Godó con Mario Conde, Jesús Polanco y Antonio Asensio.

Para Díaz Herrera y Durán, prácticamente nadie relevante de la política, la judicatura y la empresa de aquella época se libró del espionaje de la red: desde dirigentes de CiU, al empresario Javier de la Rosa o el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall. En la agenda de los espías figuraban también el fiscal general del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Carlos Jiménez Villarejo; el presidente de Inciativa per Catalunya, ministros y hasta el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón[181].

La acusación de falsedad en documento mercantil se basaba en que, para pagar el sistema de escuchas, Javier Godó estableció un contrato mediante la sociedad Aquarius Internacional S.R.L., con sede en Roma, para emitir facturas por servicios biográficos de personalidades italianas. En total Aquarius Internacional emitió y cobró facturas por un total de 27.600.000 pesetas, con cheques a nombre de Gabriel García Sánchez, en teoría representante en España de la sociedad italiana que, en realidad, correspondía a la identidad falsa tras la que se ocultaba uno de los espías encargados de las escuchas, Miguel Ruiz El Lobo, un ex agente del CESID que en los años setenta se infiltró en la cúpula de ETA. Finalmente la justicia terminó absolviendo a Javier Godó y a su secretaria. Sin embargo la sentencia consideró probado que Miguel Ruiz El Lobo y seis acusados más, algunos de ellos componentes del equipo de seguridad de La Vanguardia, realizaron ocho intervenciones telefónicas ilegales a empresarios y directivos del diario. En la sentencia también se considera probado que el editor del rotativo catalán encargó a Miguel Ruiz, como componente de su servicio de seguridad, que obtuviera informaciones de las actividades personales y profesionales de personas que Javier Godó consideraba «antagonistas en sus actividades empresariales». El texto de la sentencia dejó sin aclarar quién ordenó las escuchas de las personas que Godó ordenó seguir e investigar. «Sin que conste acreditado —dice la sentencia— que Javier Godó y Gemma Guillén, tuvieran conocimiento de ello, para obtener más información, Miguel Ruiz y José Manuel Trujillo (otro de los condenados) ordenaron la interceptación […] de algunas líneas telefónicas».

Despidos nulos

46 trabajadores de La Vanguardia denunciaron en los juzgados irregularidad en los despidos y prejubilaciones que aplicó el diario en agosto de 2009. En abril del año siguiente, prácticamente todos recibieron sentencias favorables de los tribunales. Los jueces obligaron al Grupo Godó a readmitir a los trabajadores y a pagarles los salarios de tramitación generados los últimos meses. La intención original del Grupo Godó era aplicar el ERE a 90 personas; como no hubo acuerdo con los trabajadores, la empresa lo presentó ante la Conselleria de Trabajo de la Generalitat, la cual dio el visto bueno pero rebajó el número de despidos a 46. Finalmente la justicia los anuló por no encontrar razones económicas que justificaran esa reducción de plantilla. Los sindicatos denunciaron que, «con los datos presentados, un ERE sólo podría entenderse como un intento de vaciar la empresa para entregar las funciones que ahora hacen los trabajadores de La Vanguardia a otras empresas del Grupo Godó, donde el coste salarial es más bajo»[182], lo cual, según recordaron, es ilegal.

125 aniversario

Los positivos datos de la OJD sobre las ventas del diario en el año 2006 coincidieron con el 125 aniversario de La Vanguardia, que tuvo lugar el 1 de febrero de ese año. Los actos conmemorativos fueron presididos por los reyes de España en lo que sirvió para mostrar la capacidad del Grupo Godó de congraciarse con los poderes políticos y económicos. A la cena de gala acudieron más de 1.200 personalidades representativas del mundo social, político, económico, cultural, artístico y deportivo de Cataluña y del resto de España. Dos jefes de Estado, los presidentes del Parlamento Europeo, del Congreso de los Diputados y del Parlament, ocho ministros, cuatro presidentes autonómicos y una gran representación de la oligarquía política y económica hicieron que el acto pasase a la historia de Barcelona como el de mayor representación de la sociedad política, cultural y empresarial conseguida nunca por una empresa privada. Incluso empresarialmente Godó se las ha arreglado para ser socio de todos. Ha manejado una línea editorial conservadora al estilo ABC, tiene de socio en la radio al grupo Prisa (Unión Radio) y en las revistas al Grupo Planeta (editorial Prisma). De modo que la historia de la familia Godó es la de una familia siempre a bien con quien mandase: con Franco durante la dictadura que nombró procurador a Carlos Godó; con el rey que concedió a su hijo, Javier Godó, el título de Grande de España por la defensa de las libertades democráticas; y con la Generalitat Catalana con la que compartió la propiedad del diario Avui hasta noviembre de 2009. Desde esa adhesión inquebrantable al poder se interpreta la felicitación que el periódico del Grupo Godó hizo a la directora de TV3 por la decisión de suspender la emisión del documental ¿Monarquía o República?, encargado por la propia televisión autonómica y que no gustó a la dirección porque se recogían declaraciones de partidarios de la república: «La objetividad y el rigor que debe ofrecer la actuación de toda la televisión pública han llevado a suspender la emisión de un documental sobre la República y la Monarquía que requería “un enfoque distinto”»[183]. Sin duda de objetividad y rigor sabe mucho el periódico La Vanguardia.