CAPITULO II
Prensa Ibérica

Editorial Prensa Ibérica (EPI) desarrolla su actividad sobre todo en prensa escrita local.

PRENSA DIARIA

La Opinión de Málaga, La Opinión de Murcia, Información (Alicante), Levante (Comunidad Valenciana), Diario de Mallorca, Diario de Ibiza, Regió7, Diari de Girona, La Opinión de Zamora, Faro de Vigo, La Nueva España (Asturias), La Opinión de A Coruña, La Provincia-DLP (Gran Canaria), La Opinión de Tenerife, Superdeporte (Comunidad Valenciana) y Estadio Deportivo (Andalucía), este último en copropiedad con Unidad Editorial.

SEMANARIOS

Empordà, Magazine (propiedad también del Grupo Godó, se distribuye con los diarios de los dos grupos), Mallorca Zeitung (en alemán).

EDITORIALES

Alba editorial. Creada en 1993 con vocación eminentemente literaria. Posee una colección de autores y obras históricas, ensayo filosófico y de actualidad, artes escénicas y también recetarios, guías de viajes y ciudades, manuales de escritura y de organización de talleres creativos.

DISTRIBUIDORAS

Grup Logistic Vilarroya, Papiro, Val Disme (Comunidad Valenciana y Murcia), Totaldis.

ARTES GRÁFICAS

Artes Gráficas del Principado, Celta de Artes Gráficas, Imprintsa, Liberdúplex, Artes Gráficas del Mediterráneo (Valencia), Localprint, Artes Gráficas de Baleares, Corporación Gráfica Penibética (Antequera, Málaga), Artes Gráficas del Atlántico (Las Palmas de Gran Canaria).

TELEVISIÓN

Televisió de Manresa, Levante TV, Información TV, La Opinión TV, Canal 21, MálagaTV.

RADIO

Intervalencia-la977, Radio Diario Mallorca, Radio Diario Ibiza, Radio Canarias.

OTRAS TECNOLOGÍAS

Recursos en la red. Empresa con la que gestiona las webs de los medios del grupo. Participa de forma minoritaria en las sociedades del cable de Asturias (Telecable) y Galicia (R).

Sinergias con otros grupos

En mayo de 2009 Prensa Ibérica y el Grupo Zeta llegaron a un acuerdo para comercializar su publicidad en internet a través de una nueva empresa cuyo nombre es Corporación Publicitaria (CP). La unión no sólo implica la comercialización de los soportes digitales de ambas compañías, sino que también pretende extender el servicio a otras compañías como el Grupo Joly, Diario de Navarra, Diario de León, Grupo Alesport, WiFly o NoPuedoCreer.com. CP también aborda soportes temáticos digitales procedentes de las distintas revistas del Grupo Zeta como Interviú, Woman, Man, Cuore y Viajar.

Clubes de opinión

El Grupo Prensa Ibérica también tiene entre sus políticas la de ser un agente de influencia social. Para ello ha creado los denominados clubes de opinión en varias provincias ligados a su periódico regional. En ellos se programan actividades públicas como presentaciones de libros, debates, conferencias-coloquios, exposiciones o conciertos. Son los siguientes: Club Prensa Asturiana, Club Diario Levante, Club Prensa Canaria, Club Faro de Vigo, Club La Opinión de Murcia, Club La Opinión de Zamora, Club La Opinión de Tenerife, Club Diario de Ibiza, Club Diario de Mallorca y Tribuna de Girona.

Accionistas

Prensa Ibérica es propiedad del matrimonio formado por María Aránzazu Sarasola Ormazábal y Francisco Javier Moll de Miguel, propietarios cada uno de ellos del 50 por 100 de las acciones.

Propiedades fuera de españa

Francisco Javier Moll de Miguel pasa largas temporadas en Australia, donde es propietario de la publicación The Adelaide Review. Además de la citada revista, Editorial Prensa Ibérica «posee considerables intereses en Australia a través del Grupo Euro Pacific Holdings. Dicho grupo se mueve principalmente en el campo inmobiliario (cuenta con diversas propiedades en South Australia, entre ellas el edificio de la Bolsa de Adelaida, varios edificios de la ciudad y un viñedo en Barossa Valley)»[29].

Historia

La Editorial Prensa Ibérica es uno de los grupos más importantes de prensa regional en España con amplia presencia en nueve comunidades autónomas. Inicia su andadura en 1978 con la adquisición de Editorial Prensa Canaria, gestora del matutino La Provincia y del último vespertino que existió en España, Diario de Las Palmas. Años más tarde, en enero del año 2000, se producía la fusión de ambas cabeceras históricas en una sola con el nombre de La Provincia/DLP.

La verdadera conformación del Grupo Editorial Prensa Ibérica será en 1984 al acudir a la subasta de los Medios de Comunicación Social del Estado —el holding público del franquismo— y adquirir las sociedades gestoras de La Nueva España de Asturias, Levante-EMV de Valencia e Información de Alicante. Es entonces cuando nace Editorial Prensa Ibérica en su configuración actual, como un grupo familiar de empresas regionales de comunicación. Dos años después tiene lugar la adquisición del Faro de Vigo, decano de la prensa española. A partir de 1988 el grupo ya no se limita a la compra de publicaciones existentes e inicia un programa de creación de cabeceras de nuevo cuño. La Opinión de Murcia será el primero de una serie de periódicos de denominación análoga. Al periódico murciano les siguió en 1990 La Opinión de Zamora (fusionado al año siguiente con El Correo de Zamora) dando lugar a La Opinión-El Correo de Zamora. A principios de los noventa, la ampliación del grupo continúa en Baleares. En 1991 adquiere Diario de Ibiza y un año más tarde Diario de Mallorca. En 1996 se produce un salto geográfico a Cataluña con la compra del Diari de Girona, editado íntegramente en catalán. En el año 2003 se incorporan dos nuevas publicaciones diarias: el deportivo Superdeporte, con presencia en la Comunidad Valenciana, y La Opinión de Granada, segundo rotativo del grupo editado en Andalucía. En el año 2006 se produce la adquisición de Regió7, íntegramente en catalán y con implantación en las comarcas de la Cataluña central.

Con el paso de los años, Prensa Ibérica se dedicó también a la expansión de sus negocios en internet, fundamentalmente en las ediciones digitales de sus diarios, y a la proliferación de sus emisoras locales de televisión y radio. También son destacados los avances en otras áreas relacionadas, como la impresión y la distribución de prensa o la publicación de libros.

Francisco Javier Moll de Miguel

Presidente de Prensa Ibérica. A principios de la década de los setenta trabajaba en San Sebastián como comercial del Banco Atlántico. En esta ciudad vasca conoció a Arantxa Sarasola, con quien se casó comenzando así su fortuna en los negocios mediáticos. Arantxa era hermana de Enrique Sarasola, uno de los empresarios más emergentes de los tiempos del Gobierno de Felipe González. Sarasola fue amigo íntimo del ex presidente del Gobierno desde los años setenta, e incluso le llegó a ofrecer su casa en las tensas horas del golpe de Estado de 1981.

Dos años después de su llegada a la presidencia, Felipe González determina liquidar la cadena de periódicos del periodo franquista conocida como «Prensa del movimiento». Algunas cabeceras desaparecerían definitivamente y otras —las más rentables— se adjudicaron a personas y empresas de su confianza. El cuñado y la hermana del amigo de González recibieron la adjudicación de La Nueva España (Oviedo), Información (Alicante) y Levante (Valencia). Según los periodistas José Díaz Herrera y Ramón Tijeras, Moll logró estos dos últimos diarios tras llegar a un acuerdo con dos altos cargos socialistas valencianos, Rafael Blasco (consejero de la Presidencia en aquellos años) y su hermano Francisco Blasco (vicepresidente de la Diputación y presidente de la Caja de Ahorros)[30].

El estilo Moll

La tarde del 5 de noviembre de 2009, los 45 trabajadores del diario La Opinión de Granada recibieron la visita del director general de gestión del grupo, Juan Antonio López Ruiz de Zuazo, un desconocido para la mayoría de los redactores, quien les comunicó que «ése era el último día de trabajo, que el periódico del viernes sería el último y que al día siguiente nadie tendría que ir a trabajar. Los trabajadores volvieron al día siguiente para recoger sus cosas (libretas y amuletos, bolígrafos y fotos, carpetas, cachivaches…) y se encontraron con que la sede estaba cerrada a cal y canto»[31]. La decisión obedecía a las «dificultades económicas derivadas de la puesta en marcha del proyecto, iniciado en octubre de 2003, y a la crisis que afecta a los medios impresos», según informó el diario en un comunicado.

La Opinión de Granada llevaba funcionando seis años y tenía una tirada de 4.000 ejemplares diarios. Los trabajadores, en un comunicado, calificaron el cierre de «inmoral y totalmente injustificado», «sin previo aviso, con nocturnidad y alevosía»[32], y organizaron una protesta a las puertas de la sede donde denunciaron que el grupo editorial siempre los «tranquilizó» asegurando que el proyecto «no corría peligro» al pertenecer a un grupo editorial «fuerte y con cabeceras consolidadas»[33]. Los sindicatos cuantificaron los beneficios de Prensa Ibérica en 2008 en 22 millones de euros. El mes de mayo anterior, La Opinión de Granada informaba en sus páginas de que era el diario que más había crecido en difusión en España en el segundo semestre de 2008[34]. En diciembre la inspección de trabajo de la Junta de Andalucía multó a Prensa Ibérica con 3.000 euros por haber aplicado un cierre patronal sin haber aportado documentación alguna ni notificación a los trabajadores con suficiente antelación. Todo ello no impidió que la empresa lograse llevar adelante el ERE tras llegar a un acuerdo con los trabajadores para aportar una indemnización total de entre 800.000 y un millón de euros. La dirección anunció que, tras el cierre de la edición de papel, mantendría la edición en internet, pero los trabajadores del diario denunciaron que de ella apenas se ocupan «tres personas (un redactor, un asistente de redactor y un comercial) con un salario de miseria»[35].

El cierre relámpago se explicaba en clave inmobiliaria. En realidad Moll es un grupo inmobiliario más que un grupo de comunicación, de hecho ahora está desarrollando esa actividad en Australia. Lo primero que hizo cuando llegó a Granada en el año 1998 fue comprar un edificio a Caja Granada, en la plaza Villamena. Según los trabajadores de La Opinión de Granada, por unos 1.200 millones de las antiguas pesetas, que al cambio son 7,2 millones de euros. La hipoteca, con un interés muy bajo, se suscribió con La Caixa porque el Banco de España no autorizó que se hiciera a través de la propia caja de ahorros granadina que vendía el edificio. Pocos años después, en 2003, puso en marcha el periódico, cuya sede ocupó uno de los cuatro pisos del inmueble. Los otros tres pisos los alquiló a su antigua propietaria, Caja Granada, y a la Junta de Andalucía, que instaló allí la Consejería de Innovación y la Consejería de Empleo (plantas 3.ª y 4.ª). En octubre de 2009 la Junta de Andalucía trasladó las dos consejerías alquiladas en el edificio de Editorial Prensa Ibérica a un nuevo edificio que había construido la Administración, igualmente Caja Granada también proyectaba cambiar su sede, lo que dejaba tres cuartas partes del edificio sin alquilar. El negocio en ese momento era vender el inmueble, pero para ello debía deshacerse del incómodo inquilino en que ahora se había convertido La Opinión de Granada. De ahí la decisión de cerrar el periódico y comenzar negociaciones de venta con La Caixa por valor de unos 18 millones de euros. Veinte días antes del anuncio del cierre se reunieron en la sede del periódico Francisco Javier Moll e Isidro Fainé, presidente de La Caixa. Según los trabajadores del diario, la Junta pagó durante todos esos años, hasta octubre de 2009, unos 100.000 euros mensuales por el alquiler. Lo que supondría 100.000 euros × 12 meses × 6 años, es decir, 7,2 millones de euros, a lo que hay que sumar que tanto Caja Granada como La Opinión de Granada también pagaban alquiler. De hecho, algunas fuentes apuntan a que el 60 por 100 de los gastos de explotación del periódico correspondían al pago del alquiler al mismo dueño[36], lo que permitía trasvasar gran cantidad de dinero del periódico al grupo matriz, propietario del edificio, y aparentar pérdidas para el diario. Gran negocio primero con el alquiler y gran negocio después con la venta.

José Carlos Rosales escribió a los pocos días en la prensa granadina:

Alguien me lo dijo hace algunos años: los de Prensa Ibérica más que un grupo de información son un grupo inmobiliario, compran edificios, montan periódicos, venden los edificios, cierran los periódicos, se mudan de ciudad, se dejan influir, parece que la información es lo que menos les interesa. No sé si llevaba razón: los asuntos internos son asuntos internos[37].

Alberto Quian es el responsable en Madrid de la Asociación Gallega de Reporteros Solidarios (AGARESO), ha trabajado ocho años como periodista para Prensa Ibérica y conoce bien el funcionamiento de este grupo. Sus palabras sobre el presidente y dueño de Prensa Ibérica son duras:

A Moll le gusta la prensa tanto como el ladrillo o los viñedos. Y tanto le da una cosa que otra. Y si tiene que cerrar diez periódicos para invertir en vino y/o ladrillo, no dudes que lo hará. Al señor Moll tanto le da el ladrillo que el vino que la información. Porque al señor Moll, como buen empresario que es, lo único que le importa es el dinero[38].

La Opinión de Granada no es el único cadáver que deja tras de sí Prensa Ibérica. También encontramos muertos en el vecino Portugal. Se trata de O Comercio do Porto y A Capital, que sumaron 150 despidos. Tras comprarlos en 2001, sólo cuatro años después, en julio de 2005, la familia Moll liquidaba estas dos cabeceras portuguesas. No eran rentables. A Moll no le tembló el pulso a la hora de dar carpetazo a ciento cincuenta y un años de historia de O Comercio do Porto (fundado en 1854 y cuyo último número salió el 30 de julio de 2005). En opinión de Alberto Quian, «Francisco Javier Moll de Miguel pisoteó y quemó una parte fundamental del patrimonio histórico, cultural y periodístico de nuestros vecinos portugueses».

Por las Baleares también pasó Moll. Prensa Ibérica ya poseía el Diario de Ibiza desde 1991. Su competencia era el periódico La Prensa de Ibiza, fundado en 1988. El presidente del Grupo Prensa Ibérica, Francisco Javier Moll de Miguel, compró este segundo en agosto de 1994 y lo cerró once días después. El cierre de La Prensa de Ibiza dejó sin empleo a cerca de 50 trabajadores. Una vez anunciada la clausura, Diario de Ibiza, el periódico que tenía Prensa Ibérica, la misma empresa que había comprado para cerrar después el competidor La Prensa de Ibiza, publicó un editorial titulado «El silencio de las rotativas» en el que lamentó el cierre de su rival, que atribuyó a la crisis económica y su traducción en el bajón publicitario.

Seguimos repasando el estilo Moll. El Gobierno de Canarias, a través de la Dirección General de Trabajo, rechazó en junio de 2009 el ERE presentado el 8 de abril por otro periódico de Prensa Ibérica, La Opinión de Tenerife, que pretendía inicialmente el despido del 49 por 100 de la plantilla (33 puestos de trabajo), cifra que después rebajó a 17. La asamblea de trabajadores rechazó la propuesta y amenazó con una huelga. La autoridad laboral argumentó que los diferentes informes económicos y de gestión presentados por el rotativo carecían de validez ante la viable situación económica del grupo editorial propietario del diario y no autorizó el ERE. Entre sus argumentos, se señalaron las intenciones empresariales de La Opinión de Tenerife de ampliar sus inversiones en el sector audiovisual, con una licencia de TDT. La Dirección General de Trabajo criticó la incongruencia de la propuesta de despidos ante esta nueva iniciativa empresarial, ya que la misma requeriría una futura contratación de mano de obra. Asimismo, dicho organismo público rechazó la situación de crisis como argumento para reducir la actual plantilla y mantuvo que la destrucción de empleos debe ser el último recurso. Por su parte, el sindicato UGT criticó que dos meses antes de la presentación del ERE se contrató a tres nuevos directivos y que, durante el ejercicio 2007, los miembros del consejo de administración de Prensa Ibérica se embolsaron 2.422.681 euros en concepto de sueldos y honorarios profesionales. A pesar de ello, el 18 de junio, fueron despedidos nueve trabajadores del diario tinerfeño de Prensa Ibérica con la intención de la empresa de llegar a los 17. La Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias (UPCC) los consideró «injustificados», al tiempo que expresó su apoyo a los afectados, muchos de ellos «fundadores de este periódico» y «profesionales de referencia».

En el caso del diario Levante también se produjeron una veintena de salidas en los diez primeros meses de 2009, aunque siempre mediante la fórmula de no renovar contratos y ofrecer indemnizaciones.

En julio de 2009, fueron despedidas ocho trabajadoras de las áreas de recepción, devolución y cierre de la rotativa del Faro de Vigo. La situación llegó a tal gravedad que la gerencia del diario recurrió a la policía para desalojar por la fuerza de la sede del diario, en la Factoría de Chapela (Redondela), a una de las despedidas que ejercía el cargo de delegada sindical. Un despido de este tipo se considera una violación de los derechos sindicales al no utilizar la fórmula legal establecida para el despido de una representante laboral. La razón esgrimida por la empresa fue su decisión de externalizar varios servicios y propuso a las trabajadoras, con una media de unos treinta años de antigüedad, un finiquito de veinte días por año trabajado, la mitad del establecido por la ley. Entre ellas se encontraba una trabajadora que había dedicado cuarenta y ocho años de su vida a trabajar en el diario y que ahora la echaban a la calle sin aviso previo. El mismo día de la notificación de los despidos comenzó a trabajar en los puestos de los cesados el personal de una empresa de trabajo temporal, consecuencia del plan de externalización. Se da la circunstancia de que cinco de las trabajadoras despedidas tuvieron un conflicto laboral con el Faro de Vigo un año y medio antes, cuando decidieron denunciar a la empresa ante la Inspección de Trabajo por irregularidades.

El abogado Matías Movilla ha llevado numerosos procesos judiciales relacionados con despidos de trabajadores de varios medios de comunicación de Galicia (Atlántico Diario, La Voz de Galicia, La Región de Ourense, Faro de Vigo, El Progreso de Lugo, TVE, TVG, Tele5, Diario 16), y entre ellos los de siete profesionales del Faro de Vigo. Tras su intervención, la empresa tuvo que readmitir a la delegada sindical, un despido se declaró nulo judicialmente y en los otros cinco debió llegar a un acuerdo con los trabajadores diferente de las condiciones que intentaron imponer. En opinión del abogado, «Faro de Vigo utilizaba fraudulentamente la vía del despido objetivo, ya que este periódico, que es una de las “joyas de la Corona” del Grupo Prensa Ibérica, había tenido unos beneficios en los últimos años de 4,5 millones de euros en 2006, 4,9 millones de euros en 2007, y 3,4 millones de euros en 2008, y había procedido a un reparto de dividendos a los accionistas por importe de 2.915.000 euros»[39]. Por tanto, según el letrado, «no concurrían las causas para despedir objetivamente, independientemente de la ilegalidad de la medida, ésta en gran medida, es inmoral». Los derechos que se habían vulnerado eran muchos según Movilla: «Todo se hizo ninguneando al comité de empresa, a quien no habían informado de que se producirían los siete despidos, máxime cuando una de ellas era delegada sindical. También entendimos que los despidos enmascaraban una represalia porque se hacía a trabajadores que habían planteado denuncias sobre su situación laboral ante la inspección de trabajo o demandas ante el Juzgado de lo Social». Esta crisis provocó duras críticas desde los sindicatos gallegos y las asociaciones de periodistas de la región. El propio abogado que llevó el caso ha reconocido que «hasta ahora era inusual el comportamiento del Faro de Vigo para con sus trabajadores».

Moll visita un par de veces al año las instalaciones del Faro de Vigo. Para ello se hizo construir un penthouse en los altos del edificio. Cuenta el periodista Blas Cañada que se trata de un espacio con excelentes vistas a la Ría, con aspiraciones de suite y con una especie de sala de juntas, al que se accede por medio de un ascensor privado dotado de clave para poder ser operado. Unos dígitos que en un principio fueron 1853, el año de la fundación del periódico; pero que tuvieron que ser cambiados cuando un espabilado trabajador los descubrió (no era tan dificultoso) y decidió subir y entrar a curiosear.

El Señor Moll (Don Javier) podría, claro, alojarse en la mejor suite del mejor hotel de Vigo. Es, sin embargo, entendible que prefiera aposentarse sobre la propiedad, por encima de los empleados que en la redacción y talleres se ocupan en sacar adelante el Faro de todos los días. Para recrearse in situ con la saneada marcha de la empresa[40].

Quian recuerda que era fácil saber cuándo se encontraba Moll en el penthouse por «los camareros que venían del restaurante El Canario y subían con manjares y grandes vinos a aquella suite encima de nuestras cabezas». Y bajo aquellos aquelarres a los que asistían directivos de Editorial Prensa Ibérica y Faro de Vigo, un buen puñado de periodistas a los que el presidente de Prensa Ibérica no dedicaba «ni una mísera mirada ni un “hola” ni un “gracias por hacerme más alto”» «periodistas que trabajaban sin contratos, sin cotizar a la Seguridad Social y acongojados por unos jefes que sólo se expresaban en tono de amenaza»[41]. Blas Cañada relata la anécdota sucedida con ocasión del consejo de administración de 2006, para el cual Moll anunció su llegada al penthouse acompañado de su esposa, Arantxa Sarasola:

Como siempre, los diligentes directivos de Faro de Vigo se pusieron en movimiento para hacer la estancia de los propietarios del periódico lo más placentera posible. En esta oportunidad, dada la compañía de la esposa, que no faltara ningún detalle en la estancia, flores, jabones con la mejor fragancia y todos los etcéteras que se estilan en estos casos. Incluidas, por supuesto, toallas de la mejor calidad. Las más caras, que los anuncios por palabras y las esquelas dan para eso y mucho más.

Alguien tenía que ejercer de ama de llaves, y lo hizo. A su llegada, tras el acostumbrado cumplido recibimiento por parte de la cúpula del diario, la señora de Moll dio su aprobación a la disposición del penthouse —en perfecto estado de revista, habría que decir— y todos se fueron a dormir contentos. La reunión del consejo de administración del día siguiente prometía ser plácida y satisfactoria.

Pero estalló la crisis: Doña Arantxa Sarasola de Moll no se pudo secar debidamente tras la ducha. Las magníficas toallas de rizo americano, de por sí un tanto resbalosas, no secaban puesto que no habían sido sometidas al obligado tratamiento previo de paso por lavadora. Un fallo enorme aunque también comprensible, dado que una cosa es elaborar rentable información y otra avituallar con conocimiento un apartamento.

El caso es que la señora de Moll montó en justa cólera, el señor Moll se pilló un buen rebote y el consejo no resultó como se esperaba. Incluso a punto, muy a punto, estuvieron de rodar algunas cabezas, llegando los movimientos telúricos hasta la redacción.

Un consejo que permanece en el recuerdo de los trabajadores de Faro. Un faro que es, en sí mismo, historia de Vigo. Siendo ésta una pequeña historia del Faro[42].

Alberto Quian señala que «don Moll es ese hombre que intercambia cada cinco o seis años a los directores de sus diarios como fichas, sin importar mucho lo que hagan o vayan a dejar de hacer y el (des)conocimiento que tengan de las realidades locales que van a tener que trabajar en tan corto periodo de tiempo (no olvidemos que el fuerte de los diarios de Prensa Ibérica es la información local)».

El 17 de noviembre de 2009 el blog de los trabajadores de La Opinión de Granada reproducía este símil de humor de una hipotética competición de traineras (embarcación deportiva de remo) que, en opinión de los trabajadores, describe perfectamente cómo funcionan las cosas en el Grupo Prensa Ibérica (EPI):

En 2007, se celebró una carrera de traineras entre empleados de una empresa japonesa fabricante de rotativas y de otra del grupo de comunicación español EPI. Se dio la salida y los japoneses empezaron a destacar desde el primer momento, llegando a la meta con una hora de ventaja sobre el equipo mediático español. La dirección de EPI analizó las causas de tan amarga derrota y advirtió que el equipo japonés estaba compuesto por 10 remeros y un jefe de equipo, mientras que la tripulación española la componían 10 jefes de equipo y un remero, por lo que se decidió adoptar las medidas adecuadas.

En 2008, la tripulación japonesa llego dos horas y media antes que la de EPI. La Dirección se volvió a reunir y, tras un sonoro rapapolvo al director de gestión, concluyeron que los japoneses habían repetido estrategia (10 remeros y 1 jefe de equipo), mientras que la innovadora tripulación española, remozada tras las eficaces medidas tomadas el año anterior estaba compuesta por 1 jefe de equipo, 2 adjuntos al director de gestión, 7 jefes de negociado y 1 remero. La conclusión de la dirección fue unánime: el remero es un incompetente.

En 2009 tras encargar una innovadora trainera a la firma TIC del grupo «Recursos en la Red», la ventaja de los japoneses fue de cuatro horas. El equipo directivo reunido para analizar las causas del nuevo desastre comprobó que el equipo nipón había optado por la ya tradicional formación (1 jefe de equipo y 10 remeros), mientras que el español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial de un experto navegante australiano, amigo personal del Presidente, optó por una formación mucho más vanguardista: 1 jefe de equipo, 3 jefes de negociado con plus de productividad, 2 auditores de Arthur Andersen y cuatro vigilantes jurados que no quitaban ojo al único remero de la tripulación, al que habían amonestado y castigado quitándole los pluses e incentivos tras el fracaso del año anterior.

Tras varias horas de reuniones, se acordó que, para la regata de 2010, el remero sea de una contrata externa, «toda vez que, a partir de la vigésima quinta milla, se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla, actitud que roza el pasotismo al llegar a la línea de meta»[43].