Margot y Kitty me recogen en el instituto. Me preguntan cómo ha ido el viaje, y si me quedé todo el tiempo en la pista de principiantes. Intento mostrarme animada; incluso me invento una historia sobre cómo bajé por la pista azul. En voz baja, Margot me pregunta:
—¿Va todo bien?
Me siento flaquear. Margot siempre sabe cuándo estoy diciendo una mentira.
—Sí. Estoy cansada. Chris y yo nos quedamos hablando hasta tarde.
—Échate una siesta cuando lleguemos a casa —me aconseja.
Me suena el móvil. Es un mensaje de Peter.
¿Podemos hablar?
Apago el móvil.
—Creo que me pasaré las vacaciones de Navidad durmiendo —respondo.
Gracias a Dios y al niño Jesús por las vacaciones de Navidad. Al menos tendré diez días antes de regresar a clase y de enfrentarme a todo el mundo. O quizá no regrese nunca más. Quizá pueda convencer a papá para que me deje estudiar desde casa.
Cuando papá y Kitty se van a la cama, Margot y yo envolvemos regalos en el salón. A la mitad, Margot decide que deberíamos celebrar la fiesta recital el día después de Navidad. Tenía la esperanza de que hubiese olvidado la fantástica idea de la fiesta, pero la memoria de Margot siempre ha sido infalible.
—Será una fiesta post Navidad y pre Año Nuevo —dice, haciendo un lazo en uno de los regalos de papá para Kitty.
—Es muy justo de tiempo. No vendrá nadie —respondo, cortando con mucho cuidado un trozo de papel de envolver estampado con mecedoras en forma de caballito. Lo estoy haciendo con sumo cuidado: quiero guardar un poco para el fondo de página del libro de recortes de Margot, que ya está casi terminado.
—¡Sí que vendrán! Hace años que no la celebramos. Antes venía un montón de gente. —Margot se levanta y empieza a sacar libros de cocina de mamá y a colocarlos en una pila encima de la mesilla del café—. No seas como el Grinch. Creo que deberíamos recuperar la tradición para Kitty.
Corto un trozo de lazo verde. Puede que esta fiesta me ayude a distraerme.
—Busca el plato de pollo mediterráneo que preparaba mamá. Con la salsa de yogur y miel.
—¡Sí! ¿Y te acuerdas de la salsa de caviar? A la gente le encantaba la salsa de caviar. También tenemos que prepararla. ¿Qué hacemos, pajitas de queso o bombas de queso?
—Bombas de queso.
Margot está tan entusiasmada con la fiesta que incluso en mi estado actual de autocompasión no se lo puedo reprochar.
Saca un boli y un papel de la cocina, y empieza a anotar cosas.
—Hemos dicho el pollo, la salsa de caviar, las bombas de queso, ponche… Podemos preparar galletas o brownies. Invitaremos a todos los vecinos: a Josh y a sus padres, a los Shah y a la señora Rothschild. ¿A qué amigos quieres invitar? ¿A Chris?
Sacudo la cabeza.
—Chris va a visitar a su familia a Boca Ratón.
—¿Y qué me dices de Peter? Podría traer a su madre, y ¿no tiene un hermano pequeño?
Se nota que se está esforzando.
—Deja fuera a Peter.
Se le arruga la frente y levanta la vista de la lista.
—¿Ocurrió algo durante el viaje?
—No. No pasó nada —me apresuro a responder.
—Pues entonces ¿por qué no? Me gustaría conocerle mejor, Lara Jean.
—Creo que también se va de viaje.
Se nota que Margot no me cree, pero no insiste.
Envía las invitaciones por correo electrónico esa misma noche, y al momento recibe cinco confirmaciones. En los comentarios, la tía D. (que no es nuestra tía de verdad, sino una de las mejores amigas de mamá) escribe: «Margot, ¡estoy impaciente por oírte cantar con tu padre Baby, It’s Cold Outside!». Otra tradición de la fiesta recital. Margot y papá cantan Baby, It’s Cold Outside, y a mí siempre me toca cantar Santa Baby. Lo hacía tumbada sobre el piano con los zapatos de tacón de mamá y la estola de zorro de la abuela. Este año no pienso hacerlo. Ni loca.
Al día siguiente, cuando Margot intenta convencerme de que la acompañe a ella y a Kitty a entregarles las cestas de galletas a los vecinos, me disculpo y digo que estoy cansada. Subo a mi habitación para hacer los últimos retoques en el álbum de recortes de Margot y escucho las canciones lentas de Dirty Dancing y no paro de comprobar el móvil para ver si Peter me ha enviado otro mensaje. Peter no me ha enviado nada, pero Josh sí.
Me he enterado de lo que pasó. ¿Estás bien?
¿Hasta Josh lo sabe? No va ni a nuestra clase. ¿Lo sabe todo el instituto?
Respondo:
No es verdad.
Y él escribe:
No hace falta que lo digas. No lo he creído ni por un momento.
Hace que me entren ganas de llorar.
Margot y él se han visto una vez desde que regresó, pero no han hecho el viaje a Washington que mencionó Josh. Quizá sea mejor que arranque la página de Joshy y Margot del álbum de recortes.
Me quedo despierta hasta tarde por si Peter vuelve a escribir. Me digo a mí misma que, si Peter llama o escribe esta noche, sabré que también piensa en mí y le perdonaré. Pero no escribe ni llama.
Hacia las tres de la madrugada tiro a la basura las notas de Peter. Borro su foto de mi móvil; borro su número de teléfono. Pienso que si le borro lo suficiente, será como si nada de esto hubiese ocurrido, y no me dolerá tanto el corazón.