—¿Podemos montar el árbol este fin de semana? —pregunta Kitty durante el desayuno.
Papá levanta la vista de su bol de avena. ¡Avena! ¡Buf!
—No veo por qué no.
—Puede que Margot se enfade si lo hacemos sin ella —replico, sin entusiasmo. La verdad es que a mí también me apetece poner el árbol. Resulta reconfortante preparar las galletas del festival de galletas de Navidad con las luces centelleando y la música navideña y la casa oliendo a azúcar y a mantequilla.
—La familia de Brielle montó el árbol el día después de Acción de Gracias —dice Kitty.
—Pues hagámoslo. ¿Podemos, papá?
—Bueno, si la familia de Brielle lo hace… —concluye papá.
Conducimos a un vivero que está a una hora de distancia porque es donde tienen los árboles de Navidad más bonitos. Kitty insiste en ver todos y cada uno de los árboles para asegurarse de que compramos el mejor. Yo voto por un abeto rechoncho, pero Kitty cree que no es lo bastante alto. Al final nos quedamos con un abeto de Douglas y, durante todo el trayecto de vuelta, el aire huele a mañana de Navidad.
Josh sale corriendo de su casa cuando nos ve intentando meter el abeto en casa. Mi padre y él lo levantan y lo meten en casa. Josh lo mantiene derecho mientras mi padre atornilla el soporte del árbol. Tengo el presentimiento de que querrá quedarse y ayudar a decorarlo. No puedo dejar de pensar en lo que dijo Peter. Que podría gustarle a Josh.
—Un poco hacia la izquierda. No está lo bastante recto —dirige Kitty.
Bajo la caja con las luces y los adornos, y empiezo a ordenarlos. Mi favorito es una estrella de plastilina de color azul pintada a mano que hice en la guardería. Es mi favorita porque le falta un pedacito: le dije a Kitty que era una galleta y le dio un bocado como si fuese el mismísimo Monstruo de las Galletas. Después se puso a llorar y me metí en un lío, pero valió la pena.
—¿Qué luces colgamos este año, las de colores o las blancas? —pregunto.
—Las blancas. Tienen más clase —responde Kitty.
—Pero las luces de colores son más extravagantes. Son más nostálgicas —aduce Josh.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Extravagantes, Josh?
Y Josh procede a argumentar a favor de las luces de colores y ambos discutimos hasta que papá tercia y dice que deberíamos colgar mitad y mitad. Por fin parece que las cosas han vuelto a la normalidad entre los dos, ahora que reñimos como en los viejos tiempos. Peter se equivocaba con Josh.
El árbol es tan alto que casi toca el techo. Nos quedamos sin luces, así que papá va a la tienda a comprar más. Josh se sube a Kitty a los hombros para que pueda colocar la estrella en la punta.
—Me alegro de que tengamos un árbol tan grande este año —sentencio con un suspiro de felicidad. Me dejo caer en el sofá y contemplo la punta. No hay nada más acogedor que un árbol de Navidad completamente iluminado.
Un rato después, papá tiene que marcharse al hospital y Kitty se va a casa de los vecinos porque están preparando s’mores en la chimenea, así que sólo quedamos Josh y yo ordenando la casa. Estoy guardando los ganchos de los adornos en diferentes bolsas herméticas y Josh está llenando una caja de cartón con los adornos que no hemos utilizado. Josh levanta la caja y choca con una rama del árbol y un adorno de cristal cae y se rompe.
Josh suelta un gruñido.
—Joooosh. Lo hice en clase de plástica.
—Lo siento.
—No pasa nada. Tampoco era mi mejor obra. Le puse demasiadas plumas.
Es una bola de cristal transparente con plumas y lentejuelas en el interior.
Voy a buscar la escoba y, cuando regreso, Josh dice:
—Actúas de manera diferente con Kavinsky, ¿lo sabías?
Levanto la vista de donde estoy barriendo.
—No, no lo sabía.
—No te comportas como tú misma. Actúas como… como todas las otras chicas. Tú no eres así, Lara Jean.
—Me comporto como siempre. ¿Y tú qué sabes, Josh? Casi no has estado con nosotros —respondo, irritada. Me agacho para recoger un trozo de cristal roto.
—Ten cuidado. Déjalo, ya lo hago yo —me apremia Josh, y se inclina a mi lado para recoger otro pedazo—. ¡Ay!
—¡Ten cuidado tú! —le replico, y me inclino para examinarle el dedo de cerca—. ¿Estás sangrando?
Josh sacude la cabeza a modo de negación.
—Estoy bien —dice, y luego añade—: ¿Sabes lo que no entiendo?
—¿Qué?
Josh me mira fijamente. Tiene las mejillas sonrosadas.
—¿Por qué no dijiste nada? Si durante todo ese tiempo sentiste algo por mí, ¿por qué no dijiste nada?
Se me agarrota todo el cuerpo. Eso no me lo esperaba. No estoy preparada. Trago saliva y digo:
—Estabas con Margot.
—No estuve siempre con Margot. Lo que escribiste… Yo te gustaba antes de que me gustase Margot. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Y eso qué importa ahora?
—Importa, y mucho. Tendrías que habérmelo dicho. Al menos tendrías que haberme dado una oportunidad.
—¡No habría cambiado nada, Josh!
—¡Te estoy diciendo que sí! —exclama, y da un paso hacia mí.
Me levanto con brusquedad. ¿Por qué me dice todo esto justo cuando las cosas empezaban a volver a la normalidad?
—No te inventes cosas. Nunca has pensado en mí de esa manera, ni una sola vez, así que no intentes reescribir la historia sólo porque ahora estoy con alguien.
—No intentes decirme qué es lo que pienso. No me conoces tan bien, Lara Jean —espeta Josh.
—Sí que te conozco. Te conozco mejor que nadie. ¿Sabes por qué? Porque eres predecible. Todo lo que haces es más que predecible. El único motivo por el que me estás soltando todo este rollazo es que estás celoso. Y ni siquiera lo estás de mí. No te importa con quién esté. Estás celoso porque Peter ha ocupado tu lugar. Incluso Kitty le prefiere a él.
Su rostro se ensombrece. Me mira enfurecido y yo le devuelvo la mirada.
—¡Vale! ¡Estoy celoso! ¡¿Contenta?! —chilla Josh.
Y entonces inclina la cabeza con brusquedad y me besa. En los labios. Tiene los ojos cerrados. Los míos están completamente abiertos. Y entonces los míos también se cierran y, por un segundo, sólo un segundo, le devuelvo el beso. Me separo de él de un empujón.
—¿Eso lo habías predicho, Lara Jean? —dice con voz triunfante.
Abro y cierro la boca, pero no me salen las palabras. Suelto la escoba y corro escalera arriba tan rápido como puedo. Corro hasta mi habitación y cierro la puerta con pestillo. Josh acaba de besarme. En mi salón. Mi hermana regresará dentro de unas semanas. Y tengo un novio de mentira a quien acabo de engañar.