15

Me despierto feliz porque es el primer día de clase. Siempre he preferido el primer día de escuela al último. Los primeros son mejores porque son como empezar de nuevo.

Mientras Kitty y papá están arriba vistiéndose, preparo las tortitas preferidas de Kitty con rodajas de plátano. El desayuno del primer día de escuela siempre era un día especial para mi madre, y después Margot tomó el relevo, y ahora supongo que me toca a mí. Las tortitas han quedado un poco espesas, no tan ligeras y esponjosas como las de Margot. Y el café… Bueno… ¿el café debería ser de un color marrón claro como la leche con cacao? Cuando baja papá, exclama en tono alegre:

—¡Huele a café! —Se lo bebe y me da el visto bueno levantando los pulgares, pero me fijo en que sólo toma un sorbito. Se me dan mejor los dulces que la cocina.

—Pareces una granjera —me dice Kitty con un deje de malevolencia, y comprendo que sigue un poco enfadada conmigo.

—Gracias —respondo. Llevo un mono vaquero corto y una camisa de flores de cuello redondo. Sí que parece un poco de granjera, pero en el buen sentido. Margot se dejó las botas militares marrones con cordones, y sólo me van un poquitín grandes. Si me pongo calcetines gruesos, me van a la medida.

—¿Me quieres trenzar el pelo a un lado? —le pregunto.

—No te mereces una de mis trenzas. —Kitty lame el tenedor mientras lo dice—. Además, la trenza sería excesiva.

Kitty sólo tiene nueve años, pero entiende bastante de moda.

—Estoy de acuerdo —asiente mi padre sin levantar la vista del periódico.

Dejo mi plato en el fregadero y pongo la bolsa de la comida de Kitty junto a su plato. Incluye todos sus favoritos: un sándwich de queso brie, patatas a la barbacoa, galletas arcoíris y zumo de manzana del bueno.

—Que tengas un día fantástico —canturrea mi padre. Adelanta la mejilla para que le dé un beso y me agacho y se lo doy. Intento darle otro a Kitty, pero aparta la mejilla.

—Te he puesto tu zumo de manzana y tu brie favoritos —le digo en tono de súplica—. No quiero empezar el año escolar con mal pie.

—Gracias —masculla Kitty.

Antes de que pueda detenerme, la rodeo con los brazos y aprieto tan fuerte que se le escapa un chillido. Luego recojo mi nuevo bolso de flores y salgo por la puerta. Es un nuevo día, y un nuevo año. Tengo el presentimiento de que será bueno.

Josh ya está en el coche. Voy corriendo, abro la puerta y entro.

—Llegas a tiempo —dice Josh. Levanta la mano para chocarla y, cuando se tocan, se oye una palmada de lo más satisfactoria—. Ésa ha sido una de las buenas.

—Por lo menos, un ocho —asiento. Pasamos a toda velocidad junto a la piscina, la señal de nuestro vecindario y por delante de Wendy’s.

—¿Ya te ha perdonado Kitty por lo de la otra noche?

—No del todo, pero espero que no tarde.

—Nadie guarda rencor mejor que Kitty —sentencia Josh, y asiento de todo corazón. Nunca consigo mantenerme enfadada durante mucho tiempo, pero Kitty te guarda rencor como si le fuese la vida en ello.

—Le he preparado una buena comida de primer día de clase. Supongo que eso ayudará.

—Eres una buena hermana.

—¿Tan buena como Margot? —salto yo.

Y, juntos, decimos a coro:

—¡No hay nadie tan bueno como Margot!