Para mis queridos abuelos, que han sobrevivido a la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa, la guerra civil rusa, la Segunda Guerra Mundial, el sitio de Leningrado y la evacuación, la hambruna y las purgas, a Lenin y Stalin, y en el ocaso dorado de sus vidas, a veinte veranos sin aire acondicionado en Nueva York. Que Dios os bendiga.