EL CONTRAATAQUE
En Tel Aviv, Chaim Bar-Lev, exjefe del Estado Mayor, un hombre tranquilo, de pelo canoso y hablar sereno, estaba visitando los supermercados y tiendas en su calidad de ministro de Comercio e Industria. Acababa de llegar a las oficinas de la organización de emergencia encargada de la coordinación de la vida civil en el país, cuando llegó un mensaje urgente para que acudiese a reunirse con la primera ministra. Eran las 17.00 horas del domingo cuando entró en el despacho de la señora Meir; estaba sentada con la cabeza entre las manos y una expresión de angustia pintada en el rostro. Le explicó que el ministro de Defensa había venido a verla aquella mañana, después de haber realizado una visita a los frentes norte y sur, y le había dicho: «Golda, estaba equivocado en todo. Nos dirigimos hacia una catástrofe. Tendremos que retirarnos de los Altos del Golán hasta el borde de la escarpa que domina el valle y en el sur, en el Sinaí, hasta los pasos y resistir allí hasta la última bala». La primera ministra le pidió a Bar-Lev que dejase todo lo que estaba haciendo, viajara al norte y le aconsejara lo que debía hacer. Bar-Lev accedió con mucho gusto pero señaló que sería conveniente consultar a Dayan y Elazar. La primera ministra se puso en contacto con ellos y ambos se mostraron inmediatamente de acuerdo con su decisión, autorizando a Bar-Ley a dar órdenes sobre el terreno si lo consideraba necesario. Dayan le pidió que fuese a verle antes de marcharse y le entregó una camisa militar para que se la pusiera.
Bar-Lev llegó al Cuartel General del Mando Norte a las 20.00 horas y en los mapas que había en la sala de guerra pudo ver la profundidad que había alcanzado el avance sirio en los Altos del Golán. Comprendió que la situación era realmente muy difícil. La atmósfera era deprimente. Bar-Lev comenzó a hablar en el tono lento, sosegado y musical que le había convertido en una leyenda en las fuerzas armadas.
Con aspecto cansado y muy pocas horas de sueño, Hofi le comunicó las órdenes que ya había impartido aquella mañana para la organización de la defensa de todas las rutas que descendían de los Altos del Golán, incluyendo el establecimiento de una serie de puntos de resistencia antitanque. Estas órdenes, incluyendo los detalles de la organización de la defensa del área a lo largo del río Jordán, habían sido aprobadas a primera hora de la mañana por el ministro de Defensa durante su visita al mando (Laner había sido designado responsable de las posiciones defensivas frente a los puentes). Bar-Lev revisó el informe que había recibido y volvió a recalcar la importancia de fortalecer en el máximo grado posible los obstáculos antitanque a lo largo de las carreteras principales.
En el análisis posterior con Hofi y miembros de su estado mayor se consideró el despliegue de la división del general Musa Peled, que ahora se estaba moviendo hacia esa zona. Se propuso que la división se concentrase en la zona del puente de Bnot Ya’akov o bien que montase un ataque a lo largo de la ruta sur en los Altos del Golán, la ruta El Al. Peled se opuso a llevar a su división hacia el puente: había viajado muchos kilómetros hacia el norte por caminos muy duros y, para llegar al puente, tendría que recorrer aún una distancia considerable. Presionó para que le autorizaran a lanzar un ataque en la primera carretera a la que llegase, principalmente la de El Al. Hofi, de hecho, ya había dado órdenes para que el ataque de Peled se llevase a cabo a lo largo de las rutas del sur, y Bar-Lev confirmó estas órdenes.
La relajante presencia de Bar-Lev —llegando como lo hizo durante las difíciles horas que siguieron a las noticias dula destrucción de la Brigada Barak y la muerte de Ben Shoham y sus oficiales— contribuyó a una notable mejoría de la atmósfera en el mando. Apenas treinta y seis horas después de que los sirios hubiesen lanzado su ataque, aplastado a las fuerzas israelíes en el sector sur y avanzado hasta encontrarse apenas a diez minutos del mar de Galilea, en el Mando Norte se impartieron órdenes para lanzar un fuerte contraataque a la mañana siguiente.
A continuación, Bar-Lev subió a su vehículo y se trasladó al Cuartel General avanzado de Dan Laner, atravesando el puente Arik y por la carretera de Yehudia. Cuando escuchó el prudente informe de Laner y comprobó los increíbles resultados conseguidos por las fuerzas llegadas precipitadamente a las rutas de Yehudia y El Al, comprendió que, aunque muy grave, la situación era controlable. La relación de fuerzas mostraba una desproporción peligrosa pero no desesperada. Explicó a los oficiales en el Cuartel General de Laner la naturaleza crítica de la batalla que se libraba en los Altos del Golán y, al describir el estado de la Brigada Barak y la 7.ª Brigada, dijo que ahora era la obligación de las Fuerzas de Defensa de Israel alterar el equilibrio del Mando sirio. Cuando Peled describió más tarde la visita de Bar-Lev, dijo: «Aquella tarde Bar-Lev se convirtió en uno de los auténticos héroes de la guerra».
Cuando regresó a Tel Aviv, Bar-Lev llegó al despacho de la señora Meir a través de las calles oscurecidas de la ciudad. Informó a la primera ministra que el contraataque comenzaría con una división nueva a la mañana siguiente. Él pensaba que, con suerte, podrían invertir la situación, que era grave pero no desesperada. La señora Meir le agradeció sus servicios y en su rostro se dibujó una expresión de alivio. Apoyando el brazo derecho sobre el codo, lo movió demostrativamente de un lado a otro mientras decía: «¡El gran Moshe Dayan! ¡Un día de un modo, un día de otro!».
El domingo por la tarde Musa Peled recibió la orden de Hofi de lanzar un contraataque al día siguiente en el sector sur. Además de su división, todas las fuerzas que combatían en la ruta El Al-Rafid estarían bajo el mando de Peled. El jefe del Estado Mayor había decidido defender y consolidar las posiciones en el sur y lanzar un contraataque en el norte. La situación en los Altos del Golán era peligrosa: no podía conseguir ninguna profundidad estratégica y había poco espacio para maniobrar. Los sirios debían ser expulsados de esa zona. La misión de la división de Peled consistía en avanzar hacia el cruce de Rafid, pero el general estaba preocupado: sus tanques estaban llegando lentamente —se movían a paso de hombre— y durante la travesía se habían producido muchos fallos técnicos.
A las 22.00 horas Peled dirigió un grupo de combate a Zemach en el extremo sur del mar de Galilea. Su plan consistía en atacar a lo largo de dos rutas. El asalto principal se realizaría en la ruta de El Al-Rafid, con la 19.ª Brigada de la Reserva (que había estado combatiendo desde la tarde del sábado y ya había sufrido numerosas bajas) al frente y la 20.ª Brigada preparada para seguirla. La 70.ª Brigada de la Reserva avanzaría a continuación, limpiando el territorio y protegiendo el flanco derecho sobre la escarpa de Ruqqad. Hacia la izquierda del ataque principal, la 14.ª Brigada de la Reserva debía avanzar a lo largo de una línea que llevada desde la cuesta de Gamla en Givat Yoav atravesando Mazrat Kuneitra por Nahal Geshur hasta llegar a Hushniyah.
A las 8.30 horas del domingo se inició el contraataque. En el área de El Al la 19.ª Brigada se topó con una fuerte oposición y, durante el ataque inicial, siete tanques estallaron en llamas. Peled vio que el terreno llano y abierto permitía el empleo de un mayor número de fuerzas y envió inmediatamente a la 20.ª Brigada al campo de batalla. Esta brigada proporcionó un apoyo de fuego mientras uno de sus batallones trataba de rebasar al enemigo por el flanco derecho. La batalla se desarrolló lenta y agotadoramente, con las fuerzas de Peled atacando al enemigo por ambos flancos. Los sirios respondieron con un intenso fuego de artillería, pero las fuerzas israelíes perseveraron en su avance y muy pronto Peled sintió que controlaba la situación. El ataque de la 14.ª Brigada resultó muy eficaz: más de quince tanques sirios quedaron destruidos y la brigada alcanzó la primera carretera lateral frente a Ramat Magshimim. Ordenó entonces que enviasen un batallón contra el flanco derecho del enemigo, pero el comandante del batallón cometió un error de navegación y avanzó en la dirección equivocada. Cuando Peled se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo ordenó a la 19.ª y la 20.ª Brigadas que atacasen. Con una fuerza que incluía tanques Sherman de la Segunda Guerra Mundial modernizados y equipados con cañones británicos de 105 mm se lanzaron contra una fuerza siria que contaba con los tanques soviéticos más modernos. La mayor parte de la fuerza siria fue destruida (entre Ramat Magshimim y El Al se contaron sesenta tanques sirios abandonados).
La 20.ª Brigada avanzó entonces hacia el norte, con la 19.ª Brigada reabasteciendo y protegiendo el flanco izquierdo del avance. Peled ordenó que la 19.ª Brigada utilizara la carretera lateral que discurría hacia el norte desde Ramat Magshimim y que ampliase el frente divisional moviéndose por el flanco izquierdo de la 14.ª Brigada. Librando una batalla móvil de carros de combate la división continuó su avance y, hacia las 13.00 horas, llegó al cruce de Tapline en Juhader. Cuando los elementos avanzados de la 19.ª Brigada llegaron a la aldea israelí de Nahal Geshur, se acercaron con mucha cautela ya que esperaban encontrar allí a fuerzas sirias. Ante su sorpresa, un soldado israelí, que pertenecía a una unidad que estaba estacionada en la aldea, apareció portando un fusil y una granada. Las órdenes recibidas el sábado habían sido de defender la aldea pero, puesto que había perdido todo contacto con sus camaradas y no había recibido ninguna contraorden, este muchacho se había quedado solo para defenderla (el Ejército sirio había pasado junto a la aldea el Yom Kippur).
Mientras la división proseguía su avance llegaron informes de que una compañía de tanques enemigos se estaba moviendo en la retaguardia de la 20.ª Brigada y amenazaba las columnas de suministros. El segundo jefe de uno de los batallones de la brigada que viajaba con dos semiorugas de la Plana Mayor del batallón había superado una elevación del terreno para toparse con seis tanques sirios. Cuando vio los carros de combate enemigos, este oficial —quien, de no haber sido por el estallido de la guerra, hubiese estado ese lunes por la mañana sentado en su escritorio como señor Caspi, director de una escuela— ordenó instintivamente a los dos semiorugas que cargasen disparando con todas las armas que llevaban, ametralladoras y metralletas. Las dotaciones de los tanques sirios, sorprendidas y perplejas, saltaron de sus blindados y se defendieron con granadas y metralletas. Fueron barridos. Mientras tanto, Peled ordenó a la 19.ª Brigada que destacase un batallón para que fuese en busca de esa fuerza enemiga, pero cuando llegó al lugar indicado comprobó que su misión ya había sido cumplida por el intrépido director de escuela de Ramla.
Entretanto, el batallón de cabeza de la 20.ª Brigada había alcanzado el área de Tel Saki, una colina que se elevaba a 100 metros al este de la carretera principal. En ese punto se encontraron con una posición defensiva antitanque siria (establecida a ambos lados de la carretera que llevaba de Tel Saki a Juhader) siendo sometidos a un nutrido fuego de misiles y cañones antitanque y sufriendo fuertes pérdidas. El batallón quedó inmovilizado y la brigada tuvo que lanzar un intenso ataque para sacarlo de allí.
La 20.ª Brigada había quedado maltrecha en el primer choque. Hacia su izquierda, la 14.ª Brigada tanteaba las defensas sirias, cuya extensión y profundidad Peled y sus comandantes de brigada no conocían. Al caer la tarde, la 19.ª Brigada, que avanzaba por el flanco izquierdo de la 14.ª, se encontró con la misma posición defensiva antitanque. En este momento la posición aún estaba organizada y ocupada por las fuerzas sirias. El comandante de la 19.ª Brigada no lo dudó un instante: con todas sus armas en acción la brigada cargó contra la posición enemiga (una parte de la cual aún no contaba con efectivos) y la destruyó parcialmente.
Ahora la división se movía hacia esta posición desde los tres ejes de avance. Y pudieron comprobar lo formidable que era. Contra lo que se enfrentaban era, de hecho, una importante posición defensiva antitanque, con una impresionante combinación de tanques, infantería, misiles y cañones antitanque y todo ello apoyado por grandes concentraciones de artillería. La 132.ª Brigada Mecanizada siria se había replegado ante el avance de las fuerzas de Peled en el área, pero un batallón antitanque sirio, compuesto de tres compañías equipadas con vehículos blindados BMD 2 que disparaban misiles antitanque Sagger y dos compañías de cañones antitanque de 106 mm sin retroceso, recibió órdenes de unirse a la 132.ª Brigada en la mañana del 8 de octubre. Un oficial sirio hecho prisionero describió cómo habían esperado el contraataque israelí de las 10.00 horas. Observando el avance de los tanques israelíes desde el sur, cada compañía desplegada en la línea les disparó cerca de 30 misiles.
Durante todo el lunes la división de Dan Laner libró una terrible batalla contra las fuerzas sirias en la carretera de Yehudia. La 17.ª Brigada de Ran se encontraba bajo una fuerte presión y se vio reducida a la mitad de su fuerza. El comandante adjunto de la brigada, que se había hecho cargo del mando de la unidad después de que el coronel Ran fuera herido y evacuado el día anterior, resultó muerto esa tarde (Laner envió al segundo comandante de la división para reemplazarlo). En su avance, la brigada cayó en una emboscada. Dos compañías (al mando del oficial de operaciones de la brigada) retrocedieron, realizaron un amplio movimiento de flanqueo y, apareciendo por detrás de la fuerza siria que atacaba al núcleo de la brigada, destruyeron los trece tanques sirios que estaban emboscados. La brigada estaba ahora formada por un batallón de tanques y una unidad de reconocimiento que le había sido asignada.
La 79.ª Brigada de Ori también estuvo combatiendo durante todo el día a las fuerzas sirias que continuaban presionando a lo largo de la ruta Tapline en un esfuerzo por llegar a Nafekh y superar el campamento israelí. Ori estaba a las órdenes de la 21.ª División de Laner y el principal ataque sirio se concentró en la dirección de Sindiana hacia Nafekh en la ruta Tapline.
Maniobrando con la 17.ª Brigada que avanzaba por la ruta de Yehudia desde el oeste en la dirección de Tapline y Hushniyah y la 79.ª Brigada avanzando desde el norte en dirección a Sindiana-Hushniyah, Laner aumentó la presión sobre las fuerzas de la 1.ª División Acorazada siria que avanzaba hacia el norte a lo largo de la ruta Tapline y hacia el oeste en dirección al río Jordán. Esta división siria, al mando del coronel Tewfik Jehani, estaba demostrando que era un rival formidable. Jehani alentaba constantemente a sus tropas para que no dejaran de avanzar y a lo largo de toda la batalla insistió en mantener el ímpetu y en buscar la forma de sobrepasar al enemigo. El notable nivel de esta división quedó reflejado también en el comportamiento del comandante de la 91.ª Brigada, coronel Shafiq Fiyad, cuyas fuerzas encabezaban la división. Esta brigada, cuando ya resultaba evidente que Nafekh era obstinadamente defendida, superó el cruce de carreteras y se dirigió velozmente hacia el oeste a campo traviesa. Sus elementos de vanguardia consiguieron llegar a la zona donde se concentraba el grueso de los suministros israelíes, a unos 20 kilómetros en el interior de los Altos del Golán, un avance que resultó ser la penetración más profunda alcanzada por las fuerzas sirias durante la guerra, alcanzando casi el edificio de la aduana situado a unos 8 kilómetros del río Jordán (sus tanques estuvieron a sólo diez minutos del río a la altura del puente Bnot Ya’akov).
Ori, que estaba al mando de la 79.ª Brigada, llamó a su fuerza de reserva (que había estacionado en el área de Ein Zivan, al sur de Kuneitra) y ordenó que avanzara desde la retaguardia describiendo un amplio movimiento por el flanco y presionara hacia el sur en dirección a Sindiana, amenazando de este modo el flanco de las fuerzas sirias que avanzaban. Con la brigada extendida al máximo, Ori se puso en contacto con Raful Eytan y solicitó una compañía de la 7.ª Brigada desplegada en el norte. Su solicitud fue atendida y dirigió los seis tanques recién llegados hacia el sur a lo largo de la ruta Tapline. A medida que la situación se estabilizaba, Ori concentró su fuerza moviéndose hacia el sur. Al caer la tarde atacó Sindiana causando estragos entre las fuerzas enemigas. Al anochecer sus fuerzas controlaban completamente la ruta Tapline en el área de Nafekh y estaban desplegadas a lo largo de la ruta Sindiana-Ramtania-Hushniyah y la ruta este-oeste que discurría inmediatamente al norte de Sindiana. Tomando Sindiana como punto de apoyo orientó su brigada hacia el sur lista para continuar su avance.
Pero fue en ese momento cuando la conmoción de la batalla, la violenta transición de la atmósfera festiva previa al Yom Kippur a los horrores de estos dos días, golpeó súbitamente a Ori. Sus oficiales caían uno tras otro —acababa de perder a otro de sus comandantes de compañía— y sus reservistas estaban en estado de shock. La experiencia vivida había sido traumática para ellos y comprendió que debía hacer un esfuerzo sobrehumano para reunir todas sus reservas físicas a fin de ejercer el liderazgo que era absolutamente vital en esta terrible batalla. Y se preguntó qué habría sido de la brigada si no hubiesen alcanzado el éxito en Sindiana, ya que haber superado a las fuerzas sirias que defendían el área había insuflado una nueva sensación de confianza entre los hombres. Habló con ellos y comprobó que Sindiana les había convencido de que, con una relación de fuerzas razonable en el campo de batalla, podían devolver golpe por golpe. Tanto desde el punto de vista militar como para la moral de las tropas, Sindiana era un punto de inflexión.
En la mañana del martes los sirios contraatacaron en Sindiana y las fuerzas de Ori se encontraron bajo un nutrido fuego de artillería y cohetes katyusha. Ori esperó el ataque sirio y destruyó sus tanques a larga distancia. Por la tarde, mientras la 17.ª Brigada se aproximaba a la ruta Tapline desde el oeste, Ori dirigió a su brigada contra Ramtania y Tel Ramtania que dominaba Hushniyah. (Hushniyah se había convertido en el centro administrativo y de concentración para las fuerzas sirias en el sur de los Altos del Golán. El área era defendida por la 1.ª División Acorazada y había sido convertida en una posición defensiva antitanque de formidables proporciones por las unidades de la 5.ª División, que habían conseguido el primer punto de penetración en este sector).
Ramtania era una posición fuertemente fortificada, una prolongación de la principal posición defensiva antitanque establecida en Hushniyah. Las terrazas de la línea de colinas paralela a la ruta Tapline estaban sembradas de tanques, cañones antitanque, posiciones de misiles Sagger y posiciones con tropas provistas de RPG. Era, potencialmente, una situación sumamente peligrosa y el flanco de cualquier fuerza que se moviese a lo largo de la carretera quedaría expuesto a una concentración letal de fuego antitanque.
Ori desplegó una fuerza de diez tanques para atacar la posición y neutralizar su flanco oriental. El resto de la fuerza avanzó por las rutas Sindiana-Ramtania y Sindiana-Tapline. El comandante de la fuerza que maniobraba en la ruta Tapline fue herido y su fuerza se unió a la de Ori. Un incesante fuego procedente de las concentraciones de artillería pesada siria caía sobre la brigada. Sin embargo, una hora antes de que anocheciera, con su Cuartel General avanzando en el centro del despliegue, Ori atacó Ramtania. La batalla se libró literalmente metro a metro hasta que, finalmente, las fuerzas israelíes tomaron la posición enemiga.
Aquella noche, Ori volvió a inspeccionar su brigada: habían sufrido fuertes pérdidas. Sus fuerzas habían estado combatiendo durante todo el día, sin un momento para el descanso, ni siquiera para comer un bocado. Pero cuando la brigada montó su campamento nocturno en el área de Ramtania, con los tanques formando una posición erizo, Ori advirtió que la fuerza estaba más integrada y que nacía en ella la máxima conquista de toda lucha: un esprit de corps surgido del compañerismo en la guerra y del peligro vivido. La brigada reorganizó sus efectivos alcanzando la fuerza de un batallón.
Hacia el anochecer del martes, Laner había cerrado las pinzas septentrional y occidental sobre la principal concentración siria en Hushniyah. La 79.ª Brigada de Ori se encontraba en Tel Ramtania controlando Hushniyah y la 17.ª Brigada estaba desplegada en la ruta Tapline en dirección este y repostando combustible. Desde el sudeste, la división de Peled estaba cerrando la trampa.
A las 3.00 horas del martes 9 de octubre, Peled transmitió las órdenes relativas a la línea general de avance que la división debía mantener. La 20.ª Brigada avanzaría hacia la frontera, manteniendo la carretera Rafid-Tel Faris en su flanco izquierdo; la 14.ª Brigada continuaría su avance por la izquierda de la carretera principal El Al-Rafid, mientras que la 49.ª Brigada mantendría el impulso hacia Hushniyah. Su intención era que el impulso principal de la división le llevase más allá de la «Línea Púrpura» y que Tel Kudne, que constituía la posición dominante en manos del enemigo en esa área, fuese tomada por la división durante su avance.
La forma desorganizada y azarosa en que las fuerzas habían sido lanzadas a la batalla al estallar la lucha fue puesta de relieve por el hecho de que ésta era la primera vez, desde que la división había entrado en combate, que Peled se encontraba junto con todos los comandantes bajo su mando. Todos ellos habían pasado por la pesadilla de la movilización y la loca carrera a través de Israel para llegar al frente de batalla. Superados en número, y en muchos casos con un equipamiento claramente inferior, habían llegado a la línea justo a tiempo de detener el avance de las fuerzas sirias hacia el mar de Galilea. Su división había lanzado el primer contraataque importante de las IDF contra las fuerzas árabes que atacaban Israel. Combatiendo por cada metro de terreno, la división había conseguido hacerles retroceder. Mientras Peled contemplaba a sus reservistas, los ojos enrojecidos, exhaustos, ennegrecidos por el humo y cubiertos de polvo, y recordaba lo que esos hombres habían tenido que pasar en los últimos dos días, sintió que estaba en presencia de un grupo realmente heroico. Hacía mucho que todos ellos habían superado la barrera del miedo.
El ataque se desarrolló con la primera luz del día. En lugar de toparse con la posición defensiva integrada por infantería con armas antitanque que había encontrado el día anterior, ahora se enfrentaron a una importante cantidad de tanques. La 132.ª Brigada siria se había retirado, mientras que la 46.ª Brigada de Tanques cubría el flanco sur de la 1.ª División, que ahora luchaba desesperadamente en el área de Hushniyah.
Entretanto, las fuerzas de Peled en el flanco derecho habían establecido contacto con las fortificaciones israelíes, aisladas hasta entonces por los sirios. Para Peled y sus comandantes los encuentros con esos sencillos muchachos, que habían resistido contra los sirios bajo las condiciones más terribles, fueron una experiencia que jamás olvidarían. La confianza y el callado heroísmo de estos jóvenes —ensangrentados, cubiertos de polvo, heridos, aturdidos— les hizo sentir muy humildes y convirtieron aquellos encuentros en momentos inolvidables.
La batalla de tanques continuó sin tregua y la 19.ª Brigada recibió órdenes de atacar Hushniyah. También fue posible coordinarse con la 21.ª División de Laner, que se estaba moviendo desde el oeste y el este de Hushniyah, y ambas llegaron al terreno elevado situado al sudeste de Hushniyah a las 11.00 horas. Peled ordenó a la brigada que atacase una colina porque las fuerzas sirias que ocupaban esa posición estaban causando graves pérdidas en el flanco izquierdo de la 14.ª Brigada.
El coronel Mir, comandante de la 19.ª Brigada, movió sus fuerzas a las 11.00 horas a fin de coordinar su ataque con el de un batallón de la 17.ª Brigada, que atacaría a lo largo de la ruta de Yehudia. Cuando se acercaba a la zona, Mir observó que había un gran número de fuerzas sirias en la posición, que tenía aproximadamente 4 kilómetros de largo por 2 kilómetros de profundidad. Cerca de cincuenta tanques y una importante cantidad de armas antitanque, misiles y cañones antitanque se hallaban concentrados allí. La fuerza al mando de Mir contaba ahora con menos de medio batallón de tanques. En diez minutos la mayoría de sus tanques fueron alcanzados por el fuego enemigo; un comandante de batallón resultó herido y el ataque se desorganizó y acabó en fracaso.
Entretanto, la 20.ª Brigada, que ocupaba el flanco derecho del ataque, estaba castigando a la 46.ª Brigada de Tanques siria y, hacia el mediodía, había alcanzado las inmediaciones de Tel Faris. La oposición enemiga era feroz, mientras fuerzas acorazadas sirias continuaban llegando desde su país a través de la «Línea Púrpura». (La división de Peled, de hecho, ocupaba dos de los tres ejes de avance de la 1.ª División Acorazada siria, y la 20.ª Brigada se había convertido ya en una cuña que penetraba en el grueso de la fuerza acorazada enemiga). Hacia el mediodía del martes, la situación de la 20.ª Brigada era muy precaria.
El coronel Jehani, comandante de la 1.ª División siria, se enfrentaba a un serio dilema: los repetidos ataques de Ori habían diezmado a la 91.ª Brigada siria al mando del coronel Fiyad; las fuerzas israelíes comandadas por Raful, al norte de Kuneitra, estaban defendiendo la línea que sus vecinos del norte no habían conseguido penetrar. Él había concentrado su sistema de suministros de la división en el área de Hushniyah antes de llevar a cabo su ataque en dirección a Israel, pero ahora toda el área estaba amenazada por los movimientos envolventes de las fuerzas de Laner desde el oeste y el norte y las fuerzas de Peled desde el sur. Si las fuerzas acorazadas, que él lanzaba desesperadamente contra el avance de Peled por el flanco derecho, no conseguían frenarle, toda su división estaría condenada. Además, la Fuerza Aérea israelí había entrado en la batalla, atacando varios de los amenazadores emplazamientos de misiles tierra-aire, mientras que el área de los campamentos en Hushniyah se encontraba sometida a intensos bombardeos aéreos. A pesar de su férrea determinación, la situación estaba empezando a convertirse en muy peligrosa para el coronel Jehani. Ordenó a sus fuerzas en la bolsa de Hushniyah que ejercieran presión hacia el este contra la fuerza de Peled que les rodeaba, con el resultado de que parte de la división de Peled se encontró atacada desde dos direcciones opuestas.
Peled, ignorando la situación apurada en la que se encontraba Jehani, ordenó que la 14.ª Brigada, que ocupaba el centro, atacase con todas sus fuerzas y penetrase la línea enemiga hasta la máxima profundidad posible. Con su ataque, la 14.ª Brigada consiguió hacerse con el control de la ruta Hushniyah-Rafid, aliviando de este modo el flanco izquierdo de la 20.ª Brigada y reduciendo la presión sobre esa fuerza. La 20.ª Brigada envió una fuerza de reconocimiento para capturar Tel Faris, pero cuando llegó a la cima de la colina, los tanques sirios destruyeron parte de la unidad, lo que obligó a que un grupo de voluntarios israelíes subieran a la colina de Tel Faris desde la retaguardia. Mientras estaban ascendiendo, un tanque anfibio PT76 sirio abrió fuego contra ellos. Un suboficial corrió hacia el tanque, se subió a él, y lanzó varias granadas en su interior. El excelente puesto de observación que representaba esta elevación estaba ahora en manos de los israelíes. Sin embargo, los israelíes no sabían que una pequeña unidad siria permanecía oculta en las laderas de la colina y continuó dirigiendo el fuego sirio hasta que fue descubierta el jueves 11 de octubre. La 19.ª Brigada recibió órdenes de atacar nuevamente el área de Hushniyah con apoyo de artillería y, por primera vez, contando con apoyo aéreo. En esta ocasión, la brigada rebasó las posiciones sirias por sus flancos y las atacó desde la retaguardia. El ataque se inició a las 16.00 horas, con dos batallones en vanguardia, y la batalla enfrentó a las fuerzas israelíes con la 40.ª Brigada Mecanizada de la 1.ª División Acorazada siria. Con el apoyo de toda la artillería disponible y también de la fuerza aérea, la 19.ª Brigada tomó la colina y continuó avanzando a lo largo de la posición defensiva siria desde Hushniyah, atravesando la aldea y tomando posiciones en el lado norte. Cuando la brigada atacó Tel Fazra, el número de sus tanques había quedado reducido a dos tercios de su fuerza original.
Después de que los tanques de la 19.ª Brigada consiguieran atravesar las posiciones sirias, las fuerzas enemigas volvieron a ocuparlas amparadas en la oscuridad y la brigada se encontró nuevamente en medio de la fuerza siria. Durante la noche, la 15.ª Brigada Mecanizada de la 3.ª División Acorazada siria (que había sido incorporada al ataque principal) intentó abrirse paso para reforzar a la 1.ª División Acorazada en Hushniyah, pero fue repelida por unidades de la 20.ª Brigada antes de que llegase a Tel Faris.
A las 3.00 horas del miércoles, Peled impartió órdenes haciendo hincapié en la intención general de capturar Tel Kudne. Para entonces la 20.ª Brigada controlaba el cruce de carreteras de Rafid y las fuerzas de Peled se habían acercado a la «Línea Púrpura», salvo en el área de Hushniyah, donde la 19.ª Brigada —con medio batallón de tanques— aún combatía a las fuerzas sirias. Las órdenes eran que la derecha de la 70.ª Brigada, que había estado protegiendo el flanco derecho de la división a lo largo de la escarpa del Ruqqad, cruzara la «Línea Púrpura» a la altura de El Hanut y arrollase las posiciones sirias establecidas a lo largo del Ruqqad hasta Bukata; la 20.ª Brigada se movería siguiendo la ruta Tapline y capturaría las posiciones sirias en la orilla occidental; la 14.ª Brigada debía avanzar hacia la fortificación israelí en la carretera de Kudne en la posición A6, mientras que la 19.ª Brigada debía pasar a través de la 14.ª Brigada a lo largo de la ruta Tel Fazra-Kudne.
Todas las brigadas israelíes, atacando aisladamente, se encontraron frente a sólidas defensas antitanque sirias. Las pérdidas de tanques fueron muy importantes. La 19.ª Brigada pasó a través de Tel Fazra y continuó avanzando por el terreno escarpado que llevaba a Tel Kudne. La brigada se encontraba ya cruzando la «Línea Púrpura» cuando su comandante informó a Peled que si continuaba el ataque contra la posición fortificada en Tel Kudne, no quedaría nada de su fuerza. Mientras hablaba con Peled dos de sus tanques volaron por los aires en un campo minado sirio. Comprendiendo que había dispersado sus fuerzas en exceso, Peled decidió que la única solución sería concentrar la división en un ataque sobre Tel Kudne y le propuso este plan al general Hofi. Consciente de lo que le había sucedido a la división de Peled durante esos ataques aislados y a punto de ordenar a Raful Eytan que atacase territorio sirio, Hofi ordenó a Peled que permaneciera en su posición. El miércoles, a las 15.00 horas, el resto de la división de Peled avanzó a lo largo de la «Línea Púrpura».
Cuando se montó el ataque contra Tel Kudne, el coronel Jehani movió su cuartel general avanzado desde Tel hacia el este. Mientras la división de Peled avanzaba hacia la «Línea Púrpura» en la mañana del miércoles, Laner lanzó sus fuerzas coordinadas con las de Peled. La 17.ª Brigada de Ran atacó Hushniyah desde el norte a través del área de Ramtania. El área entre el cruce de carreteras de Hushniyah y Tel Tazra era el campo de batalla. Las fuerzas de Peled habían avanzado con tanques sobre Tel Fazra. La 17.ª Brigada se movía hacia el sur desde Ramtania, mientras que la 79.ª Brigada de Ori fue enviada para que atacase la zona de terrazas en el terreno elevado situado en el lado sur de la ruta de Kuneitra y apoyara a la 17.ª Brigada. Las fuerzas de Ori avanzaron creyendo que los sirios se habían retirado, pero se vieron frenadas súbitamente por el fuego de RPG y de misiles antitanque Sagger. Entonces Ori decidió atacar las terrazas con la reserva de tanques bajo su mando, perdiendo cinco carros de combate en la primera oleada. Una fuerza de cobertura informó que los sirios huían hacia el este. Hacia las 10.00 horas, la misión de la 79.ª Brigada había sido cumplida y la 17.ª Brigada estaba cubierta.
Hacia el mediodía del miércoles, casi cuatro días después de que alrededor de 1400 tanques sirios hubiesen atravesado la «Línea Púrpura», lanzando un ataque masivo contra Israel, no quedaba un solo tanque sirio en condiciones de combatir más allá de esa línea. La bolsa de Hushniyah, donde habían sido destruidas dos brigadas sirias, era un enorme cementerio de vehículos y equipo sirios; cientos de cañones, vehículos de suministros, vehículos blindados de transporte de personal, camiones cisterna de combustible, vehículos blindados BRD con misiles Sagger, tanques y toneladas de municiones cubrían las colinas y laderas que rodeaban Hushniyah.
A lo largo de todas las rutas del avance sirio, el orgullo del Ejército sirio yacía quemado y humeante. Cada unidad israelí había conseguido una gran victoria. La 17.ª Brigada de Ran, compuesta por entre 40 y 50 tanques, había destruido cerca de 200 tanques sirios en la ruta de Yehudia.
Los sirios habían dejado atrás en los Altos del Golán 867 tanques, algunos de los cuales eran del más moderno modelo T62, además de miles de vehículos, vehículos antitanque, cañones y equipamiento diverso. El armamento y el equipamiento más modernos que la Unión Soviética hubiese suministrado jamás a ejércitos extranjeros salpicaban las colinas ondulantes de los Altos del Golán, testigos de una de las grandes victorias de tanques contra todo pronóstico y del indomable espíritu de las fuerzas israelíes, que en cuatro días habían sufrido un terrible desastre, se habían recuperado y, librando una de las batallas más heroicas de la historia militar moderna, habían conseguido volver las tornas y obligar a la fuerza invasora a retroceder a su línea de salida.