COMO UN LOBO ENTRE EL REBAÑO
Los Altos del Golán fueron ocupados por las fuerzas israelíes en los dos últimos días de combate de la Guerra de los Seis Días, el 9 y 10 de junio de 1967, cuando, en el curso de una batalla que pronto sería reconocida como un clásico de la guerra, las Fuerzas de Defensa de Israel lanzaron un ataque frontal contra las posiciones defendidas por el Ejército sirio en la meseta desde la que se amenazaban los asentamientos israelíes en el valle. En las décadas de 1950 y 1960, los Altos del Golán fueron convertidos por los sirios en una extensa red de posiciones militares y, desde sus aparentemente impenetrables fortificaciones, las fuerzas sirias montaron a lo largo de los años operaciones de acoso contra los asentamientos judíos en el norte de Israel. En la década de 1960, desde su controlado Golán, los sirios intentaron desviar las fuentes del río Jordán, privando de este modo a la agricultura israelí de su principal fuente de agua para el riego. Durante la lucha librada a continuación casi toda la población local huyó de la zona (junto con el Ejército sirio que se derrumbó y se retiró ante el violento ataque de las fuerzas israelíes), con la excepción de cerca de 7000 habitantes drusos que decidieron permanecer allí y vivir bajo la administración israelí.
Los Altos del Golán limitan con el valle del Rift del alto Jordán del mar de Galilea en el oeste, con el valle Yarmuk en el sur, con el río Ruqqad en el este y con el macizo de Hermón en el norte. La superficie total del área es de 800 kilómetros cuadrados. La meseta del Golán se eleva suavemente de sur a norte desde los 200 hasta los 900 metros de altura, y sus abruptos riscos dominan el valle del Rift hacia el oeste y el sur. Las principales características de su topografía fueron creadas por la intensa actividad volcánica que vertió lava a través de fisuras y cráteres y cubrió la meseta con una capa permanente de basalto. Los conos volcánicos, o tels, que se yerguen como hormigueros gigantescos, dominan la meseta cubierta de lava.
Un número limitado de carreteras llevan desde el valle del Jordán en Israel hasta los riscos de los Altos del Golán. La vía principal de aproximación es la que asciende desde Zemach hasta El Al por dos rutas, una a través de El Hamma y la segunda a través de Ein Gev-Givat Yoav, conocida como cuesta de Gamla, que continúa hacia el noreste a través de Ramat Magshimim y Juhader hasta el cruce de Rafid y desde allí hacia el norte a Kuneitra, donde se une a la carretera Kuneitra-Damasco. Una segunda ruta es la que parte del llamado puente Arik, que cruza el Jordán cerca de su confluencia con el mar de Galilea en el valle de Buteiha. Esta carretera atraviesa Yehudia y Kuzabia, donde se separa en dos, en dirección norte hacia el cruce de Nafekh en la carretera principal Kuneitra-Damasco, y en una carretera secundaria en dirección al área de Hushniyah. La ruta histórica principal que conecta el norte de Galilea con Damasco cruza el río Jordán por el puente Bnot Ya’akov, de donde la carretera asciende abruptamente hacia la aduana siria y luego, a través del cruce de Nafekh, a Kuneitra en la carretera principal que lleva a Damasco. Hacia el norte asciende una carretera desde el kibbutz Gonen hacia el cruce de Wasset, pasando Kuneitra en el norte y continuando a lo largo de la carretera principal a Damasco, o girando a la izquierda al norte de Kuneitra hacia la aldea drusa de Masadah, situada en la ruta al monte Hermón. La ruta más septentrional asciende a través de las estribaciones del monte Hermón desde las fuentes del río Dan, un afluente del Jordán, hacia Masadah y luego en dirección norte hacia la cima del Hermón o hacia Kuneitra en el sur.
Dos rutas principales que discurren de sur a norte en dirección noroccidental cruzan todas las rutas este-oeste. La más oriental de ellas lleva desde el cruce de Rafid, en el sur, en dirección norte a través de Kuneitra hasta Masadah y las cimas del Hermón. Al oeste de esta ruta se encuentra la ruta Tapline, que acompaña al TAP, el oleoducto más largo del mundo (que inicia su viaje en Bahrein, en el golfo Pérsico, y cubre una distancia de aproximadamente 2000 kilómetros desde Arabia Saudí hasta el Líbano después de atravesar Jordania y Siria), durante casi 40 kilómetros a través de los Altos del Golán desde el área de Juhader pasando por el cruce de Nafekh y, desde allí, hacia la frontera libanesa en el norte.
La línea del frente israelí estaba separada de la línea del frente sirio por una zona de tierra de nadie (de entre 1 y 2 kilómetros de ancho en casi toda su extensión) en la que observadores de las Naciones Unidas ocupaban puestos de observación situados a lo largo de las rutas principales. La «Línea Púrpura» —la línea de alto el fuego establecida entre Siria e Israel el 10 de junio de 1967— sostenida por Israel era una bien preparada línea defensiva extendida a lo largo de varios kilómetros y apoyada en una corriente de agua. Hacia el este, el terreno se pierde de vista hacia el valle sirio, proporcionando un buen puesto de mando para la observación y el control del fuego, mientras que en el sur está limitado por la escarpa de Ruqqad que desciende hacia el valle del río Yarmuk. Muchas de las colinas volcánicas que salpican la meseta de basalto negro, como el monte Vital (1170 metros), el monte Hermonit (1185 metros) o el monte Tel Faris (1180 metros), formaban parte del sistema defensivo de Israel a lo largo de la «Línea Púrpura». La posición del monte Hermón en el norte proporcionaba un buen puesto de observación, pero era sobre todo un excelente puesto de vigilancia electrónica. Y sin duda, después de que las fuerzas israelíes tomasen en 1967 la llamada posición del Hermón «israelí», los sirios establecieron una nueva posición en la cima que dominaba la posición de los israelíes.
En 1972, el general de división Yitzhak Hofi fue nombrado comandante en jefe del Mando Norte en sustitución del general de división Mordechai Gur, quien fue designado agregado militar en Washington. Hofi, un hombre regordete y de pocas palabras, casi hosco, con una tranquila autoridad desarrollada a través de muchos años de mandar con el ejemplo, no era una persona dada a los discursos. Había conseguido sus galones luchando durante años en la frontera y formaba parte del grupo de líderes que se habían convertido en familiares para generaciones de jóvenes israelíes, que le conocían cariñosamente como Hacka. Al analizar el problema militar que representaba su nuevo mando, Hofi se dio cuenta de que la dificultad principal, ausente en cualquier otra frontera israelí, era que los Ejércitos sirio e israelí se encontraban desplegados frente a frente en una meseta abierta sin que existiera ningún obstáculo físico entre ambos que pudiese retrasar el avance de un ejército invasor. Ésta era una situación considerada como ideal en términos de la doctrina soviética, y que el Ejército sirio había adoptado, según la cual un Ejército es observado mientras prepara un ataque.
Durante la mayor parte del año los sirios mantuvieron un ejército totalmente movilizado en una situación de emergencia: en estado de alerta, preparado para entrar en guerra y concentrado en un área que se extendía desde la línea de alto el fuego hasta Damasco. El grueso principal de sus fuerzas se encontraba constantemente en posiciones de alerta, y una reducción de las fuerzas o un debilitamiento de la línea era la excepción a la regla, aunque los sirios redujeron los efectivos en invierno cuando las intensas lluvias y nevadas convirtieron el terreno en un cenagal de lodo, haciendo que fuese infranqueable incluso para los vehículos blindados. En esas ocasiones, una parte de las fuerzas sirias se trasladaba por tren hacia una zona al este de Damasco.
La Fuerza Aérea siria, a diferencia de su homóloga egipcia, no se vio obligada a cambiar ninguna de sus bases después de la Guerra de los Seis Días. En consecuencia, el período de alerta de que disponía Israel en el caso de un ataque aéreo sirio no había cambiado desde entonces, como tampoco lo había hecho el peligro potencial para la población civil. Además, los misiles FROG (con un alcance de hasta 90 kilómetros) suministrados por los soviéticos a Siria estaban lo bastante cerca como para amenazar a centros poblados en Israel. Otra consideración era que los Altos del Golán habían sido ocupados por cerca de quince asentamientos civiles israelíes; asimismo, los asentamientos del valle del Huleh en territorio israelí seguían estando al alcance de la artillería siria, una situación que había dejado de existir en la mayor parte de las fronteras israelíes después de la Guerra de los Seis Días. Pero, sobre todo, el sistema defensivo de los sirios estaba construido de manera que podían desplegar un ataque en cualquier momento sin necesidad de movilizar demasiadas fuerzas y, realmente, sin generar una alarma excesivamente anticipada.
La estrategia básica israelí consistía en proteger la línea con las fuerzas comparativamente pequeñas del Ejército regular, basando las operaciones defensivas en el apoyo masivo de la fuerza aérea que de este modo proporcionaba el margen de tiempo necesario para la movilización de la reserva. El sistema de fortificaciones construido a lo largo de la línea del frente estaba apoyado por una fuerza móvil acorazada. Estas posiciones eran lo suficientemente sólidas para soportar un castigo considerable. Al sur del monte Hermón había diecisiete de esas posiciones fortificadas, ocupadas por una media de quince soldados en cada una. Estaban bien protegidas por campos de minas y obstáculos de alambre de espino y estaban organizadas como posiciones de combate con sus propias armas de apoyo. Detrás de cada una de ellas había un pelotón de tanques. Todo el sistema estaba diseñado para hacer frente a importantes bombardeos de la artillería y los tanques enemigos y para actuar como una fuerza de alerta y bloqueo en el caso de que se produjese un ataque. Un mando de brigada era responsable de la línea de fortificaciones y, cuando comenzaron las hostilidades, el general de brigada Raful Eytan fue puesto a cargo de todas las fuerzas estacionadas en el Golán. Como ya se ha dicho, todo el sistema de defensa israelí se basaba en el supuesto de una alerta avanzada de la inteligencia, que permitiría la movilización a tiempo de la reserva y también en que las fuerzas destacadas en el Golán estuviesen en posición de hacer frente a cualquier ataque. Esto habría generado la tradicional desproporción entre las fuerzas árabes e israelíes de aproximadamente 2,5-3 a 1 a favor de los árabes, una desproporción que el Mando israelí pensaba que podía afrontar.
En el invierno de 1972-1973, a raíz de las actividades de los terroristas palestinos en territorio israelí y en Europa, las IDF, especialmente su Fuerza Área, atacaron bases terroristas manteniendo una actividad constante durante los principales combates librados en el transcurso de aquel invierno. La fuerza aérea infligió daños materiales y humanos tan graves al enemigo que los sirios comenzaron a construir un sistema de misiles para la defensa tierra-aire. Ciertamente, no era más que el principio, pero la posibilidad de que la construcción de un sistema de misiles de esas características pudiese limitar la eficacia de la fuerza aérea sobre el que descansaba el concepto de defensa de Israel, empezó a preocupar al general Hofi. Las tropas destacadas en el Golán se vieron envueltas en una serie de duros combates y estos «días de lucha» continuaron desde octubre de 1972 hasta enero de 1973, cuando cesaron de forma abrupta. El mando israelí pensó que el castigo infligido a los sirios había surtido efecto, aunque la verdadera razón de la disminución de actividades armadas por parte de los sirios a lo largo de la frontera fue la visita del general Ahmed Ismail, el ministro de la Guerra egipcio, a Damasco y la decisión tomada en esas conversaciones a favor de la guerra.
Durante el período 1972-1973, el Mando Norte se abocó a un importante desarrollo de sus infraestructuras; se construyeron nuevas carreteras, se pavimentaron cientos de kilómetros de caminos para facilitar el despliegue de la artillería y el movimiento de los tanques. A sugerencia del general Raful Eytan, los centros de movilización de las brigadas de tanques destinadas a la defensa de los Altos del Golán se trasladaron desde la retaguardia hacia las proximidades de los Altos. (Las maniobras revelaron que el período de movilización requerido había sido reducido a la mitad como consecuencia de estos preparativos). Hofi ordenó que todas las brigadas a su mando participaran de las maniobras a fin de poder calcular los períodos de tiempo exactos necesarios para moverse a lo largo de los diferentes ejes que se habían construido hasta la línea del frente. Las mejoras emprendidas por el Mando, especialmente las que siguieron a los principales incidentes acaecidos en el invierno de 1972-1973, incluyeron la mejora y ampliación de la zanja antitanque que discurría a lo largo de la «Línea Púrpura» y que estaba destinada a ralentizar cualquier avance de las fuerzas enemigas y canalizar esos avances hacia posiciones donde aguardaban los tanques emboscados. Se construyeron también una serie de posiciones y rampas para los tanques, para permitir que éstos cubriesen los obstáculos antitanque con su fuego, y que habrían de demostrar su eficacia durante los combates.
La lucha a lo largo de la frontera en los meses de invierno proporcionó al Mando Norte la oportunidad de aprender algunas lecciones y sacar las conclusiones pertinentes. En todos los combates que tuvieron lugar entre blindados de uno y otro bando, prácticamente todos los tanques sirios fueron alcanzados por el fuego de los tanques israelíes. En el segundo enfrentamiento importante los sirios emplearon misiles antitanque Sagger y consiguieron dejar fuera de combate a varios tanques israelíes. Estas lecciones fueron aprendidas rápidamente. Las fuerzas acorazadas fueron provistas de morteros para hacer frente a la infantería siria que operaba esos misiles. Ésta y otras medidas similares demostraron ser muy eficaces: de hecho, durante el tercer gran enfrentamiento entre tanques sirios e israelíes que se produjo aquel invierno, ningún tanque israelí fue alcanzado por los misiles enemigos a pesar de que los sirios dispararon una gran cantidad de ellos (más tarde se encontraron grandes cantidades de cables de guiado de los misiles alrededor de las posiciones israelíes).
Por lo tanto, con la línea del frente tranquila después de los combates de invierno, el Golán quedó protegido por la Brigada encargada del Distrito, con dos batallones de infantería en primera línea apoyados por cuatro baterías de artillería y la Brigada de Tanques Barak, con un batallón en la línea del frente y un batallón detrás de la misma en tareas de instrucción.
Después de la guerra de 1967, el Ejército sirio también había sacado sus conclusiones y comenzado a aplicar las lecciones que había aprendido en la guerra, desarrollando un sistema de defensa antitanque altamente concentrado desde la «Línea Púrpura» hasta Damasco. Los sirios llevaron a cabo una serie de maniobras a gran escala, que culminaron en un ejercicio que era una réplica exacta del ataque que luego sería el de la Guerra del Yom Kippur. Los observadores israelíes advirtieron que la instrucción siria se concentraba en cuestiones tales como tender puentes sobre los fosos antitanque, abrir brechas en los obstáculos y los campos de minas y conseguir un punto de penetración importante. Resultaba evidente que toda la fuerza de infantería del Ejército sirio constituía, de hecho, un gran obstáculo antitanque. Había mucha información disponible en relación a los sistemas de misiles utilizados, y las posiciones sirias destinadas a bloquear los intentos de penetración de las fuerzas israelíes dependían a lo largo de toda la línea del frente de tanques T34 estáticos en posiciones preparadas a tal efecto. A todo esto se añadían grandes concentraciones de cañones antitanque de 57 mm y 85 mm, cañones de 100 mm desplegados a lo largo de la línea del frente en posiciones fortificadas y armamento antitanque en todas las unidades, desde un arma antitanque tipo bazooka RPG a nivel de pelotón a los misiles antitanque Sagger a nivel de brigada.
A principios del verano de 1973, los sirios comenzaron a reducir sus fuerzas en la línea del frente, una inversión de la práctica normal que exigía un aumento de los efectivos en la línea del frente al llegar el verano. Los 800 tanques que estaban frente a los aproximadamente 60 tanques israelíes fueron reducidos a 400, y las 80 baterías de artillería, que se enfrentaban a las 4 israelíes, se redujeron a 40. El 11 de septiembre, sin embargo, las fotografías aéreas revelaron un aumento de efectivos en la línea del frente, aumentando la fuerza a 550 tanques (150 tanques adicionales) y a 69 baterías de artillería.
El 13 de septiembre, una patrulla aérea israelí que sobrevolaba el Mediterráneo oriental en el área del puerto sirio de Latakia se enfrentó a cazas sirios que intentaron tenderles una emboscada. Durante el combate aéreo los sirios perdieron trece cazas MiG, mientras que Israel sufrió el derribo de un avión cuyo piloto pudo ser rescatado. El Mando Norte, cuya larga experiencia le decía que esa acción no quedaría sin respuesta por parte de los sirios, tomó precauciones de emergencia.
El 24 de septiembre, el general Hofi asistió a una reunión del Estado Mayor durante la cual el jefe de los servicios de inteligencia y sus ayudantes presentaron una evaluación de la situación en las fronteras. Cuando abandonó el Mando para viajar a Tel Aviv llevaba consigo los resultados del reconocimiento aéreo realizado aquella misma mañana. Esta vez las fotografías aéreas revelaron que los sirios ya se habían desplegado en posiciones de emergencia con tres divisiones de infantería en la línea del frente, cada una de ellas con dos brigadas de infantería avanzadas, junto con la brigada de tanques orgánica y la brigada mecanizada de la división. La fuerza había aumentado a 670 tanques y 100 baterías de artillería, aproximadamente la máxima fuerza que los sirios habían desplegado en emergencias previas. Durante la reunión del Estado Mayor, el general Hofi planteó la situación a lo largo del frente norte y señaló que, en esa zona, no parecía haber ninguna posibilidad de contar con una alarma avanzada en el caso de que se produjese un ataque sirio. El ministro de Defensa Dayan, presente también en esta reunión, se sintió claramente molesto por los comentarios de Hofi y le pidió información al jefe de Estado Mayor acerca de qué se estaba haciendo en ese aspecto. Dayan habló de la importancia de construir un obstáculo artificial y le explicaron que se habían sembrado campos de minas a lo largo de la zanja antitanque.
En vísperas de Rosh Hashanah, el Año Nuevo judío, el 26 de septiembre, Dayan y Elazar visitaron la línea del frente en los Altos del Golán. Los oficiales que les acompañaban, incluido Hofi, advirtieron que en el área de Kudne, a sólo cuatro kilómetros de distancia de la frontera y dentro del alcance de los morteros de 81 mm israelíes, había una concentración de piezas de artillería mediana, una clara indicación para cualquier observador militar de la intención de atacar del enemigo. Esto provocó una grave inquietud. El Estado Mayor ordenó que elementos de la 7.ª Brigada Acorazada avanzaran hacia los Altos del Golán, donde fueron situados en la reserva. Dayan, que estaba acompañado por representantes de la prensa y equipos de televisión, concedió una entrevista en la que lanzó una advertencia a los sirios. Aquel mismo día se declaró el estado de emergencia en el Distrito Brigada: se cancelaron todos los permisos y, espontáneamente, los cuarteles generales de las brigadas activaron los centros de movilización a pesar de que las órdenes de hacerlo se recibirían diez días más tarde, en vísperas del Yom Kippur. El sistema de movilización fue comprobado una y otra vez y se aceleraron los trabajos para completar la construcción de las zanjas antitanque. Se sembraron miles de minas. Todo el sistema, que había demostrado ser sumamente eficaz en el pasado durante las escaramuzas a lo largo de la frontera, se puso en marcha.
El martes 2 de octubre el reconocimiento aéreo reveló que las fuerzas sirias habían aumentado a 800 tanques y 108 baterías de artillería. El jueves, una nueva misión de reconocimiento confirmó un incremento que superaba los 900 tanques y las 140 baterías de artillería y también que grupos de artillería con cañones de 130 mm y 152 mm se encontraban en posiciones avanzadas de la línea del frente. En el sector sur se identificó una brigada acorazada adicional. Todas eran señales muy preocupantes. En todas las fases de esta concentración de fuerzas, los servicios de inteligencia del Mando Norte advirtieron que la segunda línea de defensa siria no estaba ocupada. Esta circunstancia sólo podía llevar a una conclusión: su intención de atacar. Las dos divisiones acorazadas sirias permanecían en sus campamentos permanentes de Katana y Kiswe. El 2 de octubre todas las brigadas de infantería sirias desplegadas en la línea del frente estaban por primera vez ocupando sus posiciones de emergencia con todos sus efectivos. El sistema completo de misiles tierra-aire también contaba con sus dotaciones al completo, extendiéndose de forma aproximadamente paralela a la carretera que unía Damasco con Sheikh Meskin.
El viernes el Cuartel General israelí declaró el estado de alerta en el Ejército regular: la fuerza israelí desplegada en el Golán se había incrementado hasta un total de 177 tanques y 11 baterías de artillería; el cuartel general avanzado del Mando Norte se trasladó a los Altos del Golán; todas las unidades de reserva recibieron la alerta avanzada para que se preparasen para la movilización y todo el personal regular afectado a la movilización fue confinado en sus campamentos; el personal clave regresó inmediatamente de sus permisos. Todas las mujeres movilizadas y el personal civil adscrito al ejército fueron alejados del Golán por el Distrito Brigada, como sucedía habitualmente cuando se esperaban intensos intercambios de fuego de artillería. El personal del gobierno militar en Kuneitra fue reducido y se trasladó a la zona a médicos y personal sanitario de refuerzo. Se ultimaron los planes para la evacuación de los asentamientos civiles, aunque el plan propiamente dicho no fue puesto en práctica hasta el Yom Kippur. En vísperas de ese día, el 5 de octubre, el Distrito Brigada informó del movimiento de enormes convoyes hacia la frontera, pero no recibieron ninguna indicación clara por parte de los servicios de inteligencia en cuanto a la situación.
Poco antes del amanecer del 6 de octubre, el general Hofi fue convocado al Cuartel General en Tel Aviv, donde los jefes de los diferentes mandos fueron informados de que la guerra comenzaría aquel mismo día y de que las órdenes para la movilización estaban pendientes de una reunión que debía celebrarse con la primera ministra. Entretanto, debían tomarse todas las medidas necesarias para asegurar un máximo grado de alerta a fin de hacer frente a la inminente amenaza del enemigo. La Fuerza Aérea se encontraba en la última fase de su preparación para el combate y el jefe del Estado Mayor solicitó el permiso pertinente para lanzar un ataque preventivo contra Siria. Después de la reunión, los jefes de los diferentes mandos llamaron con urgencia a sus respectivos cuarteles generales e impartieron las órdenes preliminares. Hofi condujo velozmente hacia el campo de aviación a través de las tranquilas calles de Tel Aviv y voló hacia el norte.
Todo el frente del Golán fue puesto en estado de máxima alerta; las fortificaciones fueron reforzadas aumentando el número de sus efectivos hasta una media de 20 hombres por posición. La 7.ª Brigada, que se había trasladado a los Altos del Golán, fue concentrada en el área de Nafekh. Se impartieron órdenes para la evacuación de los civiles que vivían en las aldeas, muchos de los cuales se negaron a abandonar sus casas. Y de este modo, con el Ejército sirio en posición para lanzar un ataque en cualquier momento, el comandante en jefe del Mando Norte se vio envuelto en un áspero debate con los representantes de las aldeas que no quería ser evacuados. Hacia el mediodía, sin embargo, comenzaron a marcharse y, al caer la tarde, todas las mujeres y los niños habían abandonado la zona.
El general Hofi fue llamado nuevamente al Cuartel General en Tel Aviv al mediodía, y entró en el edificio cuando se marchaba el general Gonen, jefe del Mando Sur. Hofi informó de los preparativos que se estaban realizando en su mando y de los progresos en cuanto a la movilización, presentando sus planes para contener el ataque de los sirios. Al despedirse para ir a coordinar diversas cuestiones con su estado mayor llegó la noticia de que había comenzado la guerra. Cuando regresaba rápidamente a su puesto de mando, los buenos deseos de sus colegas aún resonaban en sus oídos. Se llevó con él al general Mordechai Hod, el excomandante de la Fuerza Aérea de Israel, como su consejero de Asuntos Aéreos y le pidió al general Raful Eytan que se reuniese con él.
Había pasado apenas un año desde que Eytan recibiera el mando de la división en los Altos del Golán. Hofi y él habían combatido juntos en muchas batallas en las filas de los paracaidistas y era una auténtica leyenda en Israel. Pequeño, delgado pero fuerte, decidido, con rasgos marcados, era un soldado de los pies a la cabeza. A la cabeza de su batallón en la campaña de 1956, Eytan se había lanzado en paracaídas sobre el Paso de Mida en medio del Sinaí, y en la guerra de 1967 había dirigido a su brigada en el Grupo Divisional del Norte en el Sinaí hasta Suez. No conocía el miedo e inspiraba una gran confianza entre los hombres a su mando. Este intrépido guerrero se había entrenado con el Cuerpo de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, en Quantico, Virginia.
El 6 de octubre, el Ejército sirio estaba desplegado con tres divisiones de infantería en la línea del frente. Cada una de estas divisiones estaba compuesta por dos brigadas de infantería, una brigada de tanques y una brigada mecanizada. La 7.ª División con la 68.ª y la 85.ª Brigadas de Infantería mantenían el sector norte desde Kuneitra hacia el norte; la 9.ª División, con la 52.ª y la 33.ª Brigadas de Infantería, ocupaban el sector central desde Tel Hara hasta Kuneitra; y la 5.ª División, incluyendo la 112.ª y la 61.ª Brigadas de Infantería, protegían la línea del frente desde Rafid hasta Yarmuk. En cada brigada de infantería había un batallón de aproximadamente treinta tanques, mientras que la brigada mecanizada contaba con un batallón de tanques y dos batallones de infantería blindados. Estas tres divisiones totalizaban 540 tanques en la línea del frente; las dos divisiones acorazadas que se encontraban detrás de ellas disponían de 460 tanques. La Guardia Republicana, con estructura de brigada, estaba destinada a proteger al régimen en Damasco y contaba con los flamantes tanques T62 soviéticos. Además había dos brigadas de tanques y alrededor de 200 tanques en posiciones estáticas, lo que sumaba un total de aproximadamente 1500 tanques directamente comprometidos en el esfuerzo bélico.
El Ejército israelí siempre había creído que el ataque principal de los sirios se dirigiría hacia Kuneitra, ya que la captura de esta ciudad significaría para ellos un gran prestigio y les abriría la ruta principal hacia el puente de Bnot Ya’akov e Israel. El Paso de Rafid, al este del cruce de Rafid con la llanura amplia y abierta, proporcionaba una vía de entrada natural para los tanques y se pensaba que allí se produciría el ataque secundario de los sirios según sus planes. Esta idea se veía fortalecida por el hecho de que las concentraciones sirias de artillería media y pesada estaban dirigidas principalmente hacia la zona de Bnot Ya’akov, donde se encontraba el principal puente; el 60% de las baterías sirias apuntaban hacia el sector norte de los Altos del Golán. Estas baterías constituían la principal razón por la que Hofi estimaba que el punto de penetración más probable sería el área de Kuneitra, de ahí su decisión de desplegar a la Brigada en el sector norte, al norte de Kuneitra, dejando el sector sur bajo el control de la Brigada Barak.
Durante una reunión celebrada el miércoles 3 de octubre se analizaron todas las vías abiertas al enemigo. Raful Eytan preguntó qué pasaría si el enemigo atacaba con una fuerza de dos divisiones a través del Paso de Rafid. No obtuvo ninguna respuesta. Cuando abandonaba la sala al concluir la reunión, un comandante de brigada sonrió compasivamente en su dirección y le comentó a un colega que realmente nunca había conseguido superar el nivel de un comandante de batallón. La historia habría de reivindicar a Raful.
El 4.º Batallón, uno de los dos batallones regulares de la Brigada Barak, llevaba meses en la línea del frente cuando estalló la guerra. Sus tanques estaban distribuidos en pelotones de tres tanques cada uno a lo largo de la línea defensiva y prestaban estrecho apoyo a las fortificaciones para hacer frente a cualquier intento de penetración entre ellas.
El 13 de septiembre, después del derribo de los trece aviones sirios, todo el batallón fue puesto en estado de alerta. Sus unidades avanzadas y las fortificaciones a las que estaban asignadas informaban diariamente del refuerzo de la línea avanzada siria y del incremento en las concentraciones de la artillería. También observaron que el sistema antiaéreo sirio avanzaba lentamente hasta cubrir toda la zona que se extendía desde Damasco hasta el sur del Golán. Su pasada experiencia les indicó que se avecinaban problemas: el número de patrullas de reconocimiento fue aumentado y se hicieron planes para una batalla de tanques y artillería. A medida que se aproximaban los días santos se hizo evidente que estaban destinados a pasarlos en estado de máxima alerta. En Rosh Hashanah —el 27 de septiembre, día en que los Altos del Golán estaban llenos de autocares con turistas y miles de personas habían salido a disfrutar de una comida campestre y atestaban las carreteras con sus vehículos— se pasaron todo el día sembrando minas. Durante los diez días entre Rosh Hashanah y Yom Kippur, el batallón y otras fuerzas desplegadas en la línea de defensa mejoraron sus posiciones, colocaron minas, extendieron la zanja antitanque y observaron e informaron de los masivos movimientos de las fuerzas sirias.
En vísperas del Yom Kippur, el 5 de octubre, el teniente coronel Yair, el comandante del batallón, recibió órdenes de cancelar todos los permisos; llegaron refuerzos de artillería elevando la presencia israelí en los Altos del Golán a once baterías. El sector norte hacia Tel Hazeika, a unos siete kilómetros al sur de Kuneitra en la carretera fronteriza, estaba protegido por el 4.º Batallón más una compañía del 5.º Batallón con un total de 32 tanques; el sector meridional, desde Tel Hazeika, hacia el sur estaba defendido por dos compañías pertenecientes al batallón de Yair y una compañía del 5.º Batallón, con un total de 40 tanques. El Puesto de Mando del batallón de Yair estaba en Kuneitra, mientras que el Puesto de Mando del 5.º Batallón se encontraba en Juhader, siete kilómetros al sudoeste del Paso de Rafid; el Cuartel General de la Brigada Barak estaba en Nafekh. Durante el día, voluntarios del movimiento Habad, una secta jasídica ortodoxa conocida por su concepto de la vida optimista y alegremente religioso y dedicado a una celosa forma de actividad misionera entre sus compatriotas judíos, se acercaron a todas las fortificaciones a fin de organizar plegarias y ayunar en el día más sagrado del año judío, el Día de la Expiación (Yom Kippur).
Con la sensación de que «algo importante estaba a punto de suceder», Yair, un oficial de tanques del ejército regular, dedicado y muy unido a sus soldados, visitó las fortificaciones y las unidades asignadas a ellas a primera hora del día de Yom Kippur, atento a los problemas que plantearía la relación de fuerzas en caso de que estallase la guerra. Los visitantes de la secta Habad habían tenido éxito en su misión y, para su sorpresa, Yair encontró a todos los soldados, incluyendo a los muchachos que no eran religiosos, practicando el ayuno y absortos en la plegaria: «En Rosh Hashanah está escrito y en el Día de Ayuno de la Expiación está decidido cuántos morirán y cuántos nacerán; quién vivirá y quién morirá, a quién le ha llegado la hora y a quién no…». Yair escuchó y también quedó maravillado. Luego los reunió a todos para explicarles los últimos acontecimientos y haciendo un llamamiento para que todos abandonaran el ayuno, les recordó que los sirios comenzaban invariablemente la batalla a las dos de la tarde porque eso les dejaba tiempo suficiente para lanzar el primer ataque, al tiempo que reducían al mínimo las posibilidades de un contraataque israelí. Si la lucha se iniciaba a las dos de la tarde, todos ellos habrían casi acabado su ayuno y, si insistían en continuar con él, el único resultado sería poner en peligro a sus camaradas. Haciendo hincapié en que no podía garantizarles cuándo tendrían su siguiente comida, les persuadió para que comiesen y les ordenó que preparasen sus equipos para la batalla.
Al llegar a Kuneitra recibió una llamada telefónica del comandante de la brigada diciéndole que se debía preparar para enfrentarse a importantes concentraciones de artillería pesada; los sirios estaban quitando las redes de camuflaje de sus cañones. Yair ordenó que los tanques que estaban en Kuneitra se dispersaran; estaba claro que el inevitable día en el que había que combatir había llegado. A juzgar por los preparativos que podían observarse en el bando enemigo, los sirios se estaban preparando para varios días de concentraciones de artillería y combates con tanques. Envió a todas las unidades la palabra en clave para autorizarlas a moverse hacia las posiciones preparadas y abrir fuego ante el avance enemigo, dirigiendo luego su tanque hacia la elevación del terreno conocida como «Booster», situada al norte de Kuneitra y al sur del monte Hermonit. Cuando ascendía la ladera, «se desató el infierno»: mientras los aviones pasaban zumbando sobre sus fuerzas, lanzando sus bombas y abriendo fuego con sus ametralladoras, y la línea del frente hasta donde alcanzaba su vista se convertía en una sola línea de fuego, humo y polvo, la concentración de artillería más impresionante que había visto jamás abrió fuego contra las posiciones israelíes a lo largo de toda la línea del frente. Los aviones seguían llegando en vuelo rasante, disparando con sus ametralladoras y dejando caer las bombas al remontar el vuelo y alejarse. A través de la llanura abierta y en la distancia podía ver una oleada de tanques sirios que avanzaban como una horda de hormigas. Impartió órdenes de inmediato a la artillería para que ocuparan sus posiciones y abriesen fuego contra las concentraciones de fuerzas sirias. Hablando rápidamente, como era su costumbre, pero intentando controlar su voz, ordenó a sus tanques que comenzaran a disparar y les deseó buena suerte a sus muchachos. Los proyectiles empezaron a estallar alrededor de su tanque. En ese momento comprendió que les esperaba un día de intensos combates.
La 7.ª Brigada es una de las formaciones más destacadas de las Fuerzas de Defensa de Israel. Nacida en el campo de batalla en Latrun en 1948, combatiendo a la Legión Árabe en los desesperados intentos israelíes por abrir la ruta a la sitiada Jerusalén, combatió más tarde en las exitosas batallas en las que el embrionario Ejército israelí liberó Galilea de los ejércitos regulares e irregulares árabes. Durante la campaña de 1956 en el Sinaí, bajo el mando del coronel Uri Ben-Ari, la 7.ª Brigada consiguió romper las líneas egipcias en el sector central frente a Abu Agheila y se abrió paso a través del Sinaí hasta alcanzar el Canal de Suez; en la guerra de 1967, a las órdenes del coronel Shmuel Gonen, tomó por asalto las líneas egipcias en Rafiah, libró la batalla principal en el Jiradi en las proximidades de El Arish, y continuó su marcha nuevamente a través del Sinaí hasta el Canal de Suez. Era la élite de las fuerzas acorazadas de Israel.
Cinco semanas antes de la guerra todas las promociones de esta brigada se habían reunido en Latrun para recordar su historia al celebrarse el vigésimo quinto aniversario de la creación de Israel y de la brigada. Poco podía imaginar su comandante, el coronel Avigdor, un hombre alto, parsimonioso y de aspecto aristocrático, mientras contemplaba a la primera ministra y a los miles de antiguos miembros de la brigada reunidos en el anfiteatro aquella noche en Latrun, que en cuestión de semanas su brigada estaría comprometida en una lucha a vida o muerte para proteger al país cuyo aniversario estaban celebrando en ese momento.
La brigada se había visto envuelta en muchos de los incidentes ocurridos en los Altos del Golán y en la frontera libanesa, y la mayoría de sus oficiales estaban muy familiarizados con el terreno. Cuando la tensión aumentó en vísperas de Rosh Hashanah, la 7.ª Brigada recibió órdenes de que uno de sus batallones se trasladase a los Altos del Golán a fin de reforzar a la Brigada Barak. A través de la observación de los acontecimientos, Avigdor realizó su propia evaluación de la situación y, al repasar el mismo período en años pasados, llegó a la conclusión de que algo sucedería seguramente para Yom Kippur. Su experiencia de los últimos años le indicaba que siempre que se había producido algún tipo de actividad hostil por parte del enemigo que exigió una reacción inmediata, siempre hubo poco tiempo disponible para los preparativos. Decidió que su brigada no sería tomada por sorpresa.
Ordenó a sus artilleros que realizaran un reconocimiento de los Altos del Golán para estudiar el terreno y preparar sus blancos y sus tablas de tiro y convocó a sus comandantes de batallón para repasar toda la planificación operativa que se había recogido en el Mando Norte a lo largo del tiempo. Por propia iniciativa y sin notificarlo a sus superiores se llevó a sus comandantes de batallón y a miembros de su plana mayor a un día de inspección por la línea del frente; realizaron tareas de observación, estudiaron el terreno y reconsideraron sus planes. Diez días después uno de los planes operativos que habían estudiado aquel día habría de aplicarse cuando la brigada llevó a cabo el contraataque en dirección a Siria.
Al mediodía del viernes 5 de octubre, recibieron órdenes de que debían quedar en estado de máxima alerta. Avigdor se sintió aliviado porque, en una inteligente anticipación de los acontecimientos, ya había trasladado a los Altos del Golán a parte de su Cuartel General avanzado. Ahora tenía la confirmación de que su intuición había sido justificada: algo muy grave estaba a punto de suceder y sintió que la brigada había iniciado una carrera contra el tiempo. Una enorme cantidad de tráfico empezó a bloquear las carreteras cuando efectivos, vehículos y municiones se trasladaron a los centros de movilización. Durante toda la noche los batallones que habían marchado al norte prepararon los tanques que habían recibido de las fuerzas de reserva, cargándolos con munición y equipo; el 2.º Batallón se marchó aquella noche a Sindiana en los Altos del Golán, aproximadamente a dos kilómetros al este del cruce de Nafekh-Tapline; mientras el 7.º Batallón ocupaba sus posiciones en la carretera Nafekh-Wasset. El 1.er Batallón partió el sábado por la mañana y, hacia el mediodía, ya ocupaba su posición en el cruce de Wasset. La 7.ª Brigada estaba concentrada en el área de Nafekh.
El sábado a las 10.00 horas Avigdor se reunió con los demás comandantes de brigada en Nafekh donde el general Hofi les informó que, de acuerdo con los datos de los servicios de inteligencia que habían recibido, los sirios tenían intención de iniciar la guerra ese día; se calculaba que el ataque comenzaría alrededor de las 18.00 horas. La 7.ª Brigada actuaría como reserva en el área de Nafekh; debería estar preparada para lanzar un contraataque en los sectores norte o sur o bien dividirse en dos y defender ambos sectores. Avigdor fue a reunirse con el 2.º Batallón en Sindiana y allí se dirigió a los oficiales, comandantes de compañía y demás mandos, de la brigada. Les dijo que la guerra era inminente y explicó detalladamente las tareas que debían asumir las diferentes fuerzas. Afortunadamente había estado planeando esto desde Rosh Hashanah, diez días antes. La brigada estaba preparada para la guerra.
Convocó a un grupo de oficiales en Nafekh para las 14.00 horas, presuponiendo que esto daría tiempo suficiente al 1.er Batallón, que acababa de llegar, para que se preparase. Mientras los oficiales se reunían para esperar a Avigdor se oyó el ominoso ruido de los aviones. Antes de que pudiesen darse cuenta de lo que estaba ocurriendo un terrible estruendo sacudió el campamento cuando los aviones se lanzaron en picado dejando caer sus bombas y vomitando fuego por sus ametralladoras, y la artillería enemiga inició un intenso bombardeo. No se llevó a cabo ninguna reunión del grupo de operaciones; los comandantes regresaron velozmente a sus batallones, mientras Avigdor trasladó el Cuartel General avanzado fuera del campamento bajo las bombas enemigas y el intenso fuego de la artillería, esperando tener una mejor visión de la batalla antes de impartir sus órdenes. Una hora más tarde recibió la orden de moverse hacia el sector norte al área de Kuneitra y de transferir el 2.º Batallón al sector sur bajo el mando de la Brigada Barak. La 7.ª Brigada era ahora responsable del sector norte desde el área general de Kuneitra hacia el norte con dos batallones de tanques.
Avigdor vivía con la obsesión de mantener las reservas, aunque fuesen pequeñas, y procedió en consecuencia a formar un tercer batallón de tanques. Transfirió una compañía de uno de los batallones, la puso a disposición de su batallón de infantería blindada y, de este modo, creó un tercer batallón con tanques. A medida que iban llegando más tanques, el nuevo batallón se convirtió gradualmente en un auténtico batallón de tanques: a efectos de maniobra ahora disponía de tres peones. Quedó bajo su mando el 4.º Batallón del teniente coronel Yair, que estaba en primera línea en las fortificaciones situadas en el sector norte de los Altos del Golán. Incluyendo los tanques del batallón de Yair, la brigada entró en combate con aproximadamente 100 tanques. Avigdor se desplegó de la siguiente manera: el 1.er Batallón estaba estacionado desde la fortificación Al en la «Línea Púrpura» directamente el este de Masadah en las estribaciones del monte Hermón por un frente de siete kilómetros hasta la colina Hermonit; el área que se extendía desde el sur de Hermonit hasta la colina «Booster», que dominaba Kuneitra desde el norte, fue asignada al 5.º Batallón.
La Brigada Barak era una brigada acorazada regular asignada al Mando Norte. Había sido preparada hasta convertirse en una excelente maquinaria de guerra como resultado de años de operaciones de seguridad a lo largo de la frontera y operaciones de gran envergadura, incluyendo el avance por territorio libanés que penetró hasta el río Litani en septiembre de 1972 como represalia por las actividades terroristas, una acción que llevó a un período de relativa calma en la frontera con el Líbano. La brigada también se había mostrado muy activa en los combates que se produjeron a lo largo del frente sirio en diciembre de 1972 y enero de 1973. En realidad, había estado en acción constantemente desde la Guerra de los Seis Días, participando incluso en una gran operación montada contra los sirios en junio de 1970. Era una fuerza competente y altamente profesional, familiarizada con el terreno donde tendría que combatir. Sus fuerzas mantenían la línea con el 4.º Batallón en el sector norte bajo el mando del teniente coronel Yair y el 3.er Batallón bajo el mando del teniente coronel Oded en el sector sur. En Rosh Hashanah, mientras la tensión aumentaba, el 7.º Batallón de la 7.ª Brigada fue enviado a los Altos del Golán como reserva para la Brigada Barak.
El mayor Dov, el oficial de inteligencia de la brigada, se mantuvo ocupado durante el período de tensión posterior a Rosh Hashanah en misiones de detección, observación y comunicación del incremento en las concentraciones de las fuerzas sirias, llevando a cabo constantes reconocimientos de la línea del frente. El viernes por la tarde, el Estado Mayor de la Brigada Barak se reunió con el comandante de la brigada, coronel Yitzhak Ben Shoham. ¿Recibirían el aviso de un inminente ataque sirio o les tomaría por sorpresa? Dov sostuvo que los sirios podían avanzar y tomar a todo el mando por sorpresa. El segundo en el mando de la brigada, teniente coronel David Yisraeli no estuvo de acuerdo con esta apreciación, manteniendo la opinión de que dispondrían de alguna clase de aviso previo.
En la mañana del día 6, el Estado Mayor de la Brigada visitó la línea del frente y a las 13.00 horas se reunió con su comandante en Nafekh. Se impartieron órdenes para que se movilizaran las reservas, ya que se daba por hecho que aquella tarde «sucedería algo». Aunque aún no estaban pensando en términos de guerra total, se impartieron las órdenes para que la brigada aplicase los procedimientos operativos en tiempos de guerra. El general Hofi fue convocado por el jefe del Estado Mayor y el coronel Ben Shoham, como oficial de mayor graduación presente, asumió el mando del sector.
A la 13.50 horas se inició un ataque aéreo y artillero sobre el puesto de mando de la brigada. El comandante de la brigada ordenó que todas las fuerzas ocuparan sus posiciones de disparo pero que no abriesen fuego. A las 14.00 horas se informó de la presencia de doce tanques sirios que cruzaban la línea en dirección a Masadah entre las dos fortificaciones israelíes más septentrionales, la Al y A2. Un pelotón de tanques del 4.º Batallón de Yair interceptó a los tanques enemigos cuando trataban de cruzar la zanja antitanque. Al mismo tiempo, tanques e infantería sirios atacaron la posición israelí A3 en la carretera principal a Damasco, mientras que desde el área de Kudne se informó del ataque de un batallón compuesto por cerca de cuarenta tanques. Ben Shoham envió a esa zona las reservas del 4.º Batallón, que destruyeron a la fuerza siria en el norte entre las fortificaciones Al y A2. Luego ordenó que esta misma compañía se trasladase hacia el sur y atacara a una fuerza de veinte tanques sirios que estaban asaltando la fortificación A3. También consiguió contenerse el avance de cuarenta tanques que se aproximaban desde Kudne.
A las 14.45 horas se informó de que la posición israelí en el monte Hermón estaba siendo sometida a un intenso fuego de artillería. Habían recibido varios impactos directos y se había avistado a un helicóptero enemigo que volaba hacia allí.
Cuando, en junio de 1967, las fuerzas israelíes se establecieron en uno de los picos del monte Hermón, a una altura de 1800 metros aproximadamente, la importancia de esta posición, desde la que se dominaban los territorios adyacentes de Siria, Israel y Líbano, fue inmediatamente evidente. Se desarrollaron en la zona instalaciones aptas para esquiar situadas a una hora en coche una de otra; esquí de montaña en el monte Hermón y acuático en el mar de Galilea ideales para los israelíes entusiastas de estos deportes. Se construyó una carretera de acceso y también un remonte para satisfacer a los miles de esquiadores que inundaban la nueva zona turística. Pero no era esto lo que interesaba a las Fuerzas de Defensa de Israel. Desde esta posición y en un día claro se podía ver Haifa al oeste y Damasco, la capital siria, al este. El monte Hermón no sólo proporcionaba un excelente puesto de observación sino que también resultaban evidentes sus ventajas como puesto de radar avanzado y lugar para la instalación de equipos electrónicos de vigilancia.
En consecuencia se construyó una importante posición, un auténtico campamento, para que alojara el equipo electrónico más sensible y secreto de que disponían las IDF. Toda la meseta siria que limitaba con la «Línea Púrpura» estaba completamente a la vista de las tropas que ocupaban esa posición. Había puestos de observación en la propia posición y en el nivel superior del remonte de los esquiadores. Todos los días, el oficial avanzado de observación artillera situado en la posición informaba del aumento en el número de baterías de artillería enemigas y otros objetivos que punteaban la meseta que se extendía a sus pies. Toda la concentración de fuerzas sirias se encontraba allí para que las viesen los vigías israelíes instalados en la cumbre del monte Hermón. La fortificación sobresalía como una torre aplastada en la cima. Estaba bien construida, pero el sistema superior de las fortificaciones en el edificio inferior aún no había sido completado. Había algunos claros signos de negligencia: la puerta principal de la posición había sido dañada y permanecía abierta sobre sus goznes sin que nadie la reparara; no se habían construido trincheras de comunicación alrededor de la fortificación principal. Una sección de tropas, un oficial y trece soldados, estaban asignados a su defensa.
El día de Yom Kippur había cincuenta y cinco soldados ocupando la posición, incluyendo la sección de defensa de la Brigada Golani. Incluían personal de inteligencia y de la Fuerza Aérea encargado del equipo electrónico, además del personal de servicio habitual para el mantenimiento de la posición. El Mando Norte nunca había considerado que esta posición pudiese ser objeto de un ataque importante por parte de los sirios porque no se encontraba en un eje principal de avance de sus fuerzas. Sólo podía ser objeto de algunas incursiones armadas rutinarias. Las fortificaciones habían sido construidas para soportar el fuego de la artillería y los bombardeos de la Fuerza Aérea, pero el sistema de trincheras que permitiría que la infantería luchase con eficacia aún no había sido completado.
En la mañana del viernes 5 de octubre se despertaron en la posición y vieron que debajo de ellos, desplegada a través de la meseta, había una enorme concentración de tanques y de artillería sirios. Informaron de la situación y luego iniciaron su rutina habitual. Recibieron instrucciones de permanecer en estado de alerta y, después de las oraciones vespertinas de Kol Nidrei en la pequeña sinagoga, entraron en el búnker principal y las pesadas puertas de acero se cerraron.
A la 13.45 horas varios oficiales, incluyendo al oficial que estaba al mando de la posición y un oficial de artillería apodado Bambi, contemplaron el despliegue masivo de fuerzas sirias en la llanura que se extendía a los pies de la montaña. «¡Mirad —gritó Bambi—, están retirando las redes de camuflaje de los cañones!». En ese preciso momento los primeros proyectiles enemigos cayeron sobre la posición y el grupo que ocupaba el puesto de observación fue lanzado hacia atrás por la fuerza expansiva. Todas las tropas que estaban en la posición se concentraron en el corredor central del búnker, escuchando el estallido de cientos de proyectiles alrededor de ellos. El oficial del pelotón y el sargento de morteros treparon al puesto de observación, pero el fuego de los proyectiles hizo que fuese imposible permanecer al descubierto y ambos se vieron obligados a retirarse a un lugar seguro.
A las 14.55 horas llegó la información de que cuatro helicópteros sirios cargados de tropas de un batallón de comandos sirios se estaban aproximando al nivel superior del remonte, a un par de kilómetros de la posición Hermón. Uno de los helicópteros explotó. Los otros tres aterrizaron, descargaron los efectivos e intercambiaron disparos con los soldados israelíes que ocupaban los puestos de observación en el extremo superior del remonte (estas tropas escaparon por la pista de esquí hacia la parte inferior del remonte). De pronto, el centinela en la posición del monte Hermón informó de la presencia de tropas sirias que avanzaban en dos columnas dentro del recinto de la posición israelí. Los proyectiles sirios habían inutilizado dos ametralladoras y sólo quedaban una ametralladora pesada y un fusil automático, pero todo el personal estaba provisto de metralletas Uzi. Los israelíes comenzaron a disparar y derribaron a varios soldados sirios. Parte del personal de mantenimiento, para quienes ésta era su primera experiencia de combate, se amontonaron en las habitaciones del búnker paralizados por el miedo y nadie contestó a sus plegarias para que los que estaban luchando viniesen a ayudarles.
Uno tras otro los que estaban combatiendo cayeron muertos o heridos. En un momento dado, seis soldados israelíes se encontraron haciendo frente a un centenar de comandos sirios. Cualquiera que levantase la cabeza durante una fracción de segundo era alcanzado por los disparos de los francotiradores. La batalla prosiguió durante cuarenta y cinco minutos y los seis defensores se retiraron hacia el corredor del búnker bajo un intenso fuego. Luego bloquearon todas las entradas y se concentraron en la sala de ventilación. El lugar estaba lleno de polvo en suspensión y les resultaba prácticamente imposible verse unos a otros. La única forma en que podían respirar era cubriéndose la nariz con paños de franela fina que previamente habían empapado en orina. Oyeron cómo los sirios hacían estallar granadas en una posición tras otra a medida que avanzaban. El humo de las bombas llegó a la habitación y sus ocupantes empezaron a tener serias dificultades para respirar. David Nachliel recuerda que decidieron arrastrarse hacia una de las trincheras de conexión internas en el enorme búnker con la esperanza de poder atravesar la línea que había formado el enemigo (en ese momento, veinte de los cincuenta y cinco hombres que formaban la posición estaban en la trinchera de conexión). El comandante de la posición, Bambi, el oficial de artillería y Nachliel esperaron tensos la llegada de los sirios. Tres sirios se acercaron a ellos; los israelíes lanzaron una granada, obligándoles a retroceder a la carrera. En ese momento comprendieron que la situación era desesperada: algunos de ellos sólo contaban con un cargador en su Uzi; el generador había sido alcanzado y estaban sentados en la oscuridad sin poder comunicarse con el mundo exterior, aislados del resto de tropas que ocupaban la posición, esperando que los refuerzos llegasen en cualquier momento.
Las horas pasaban mientras el pequeño grupo permanecía sentado en la oscuridad y el silencio, esforzándose por escuchar cualquier sonido al otro lado de la puerta. Ya eran las 21.00 horas y resultaba evidente para los oficiales que la única manera que tenían de salvar a sus hombres sería salir de la trinchera de conexión y abandonar la posición, que ahora estaba completamente rodeada por los comandos sirios. Comenzaron a moverse lentamente a través de la trinchera hacia el equipo de radar destruido que se encontraba en el frente de la posición y luego se deslizaron hacia abajo y fuera de la fortificación. Tratando de no respirar siquiera, los israelíes se arrastraron en la oscuridad pasando entre las posiciones sirias. Nachliel recordó que había una abertura en la valla que rodeaba la posición y guió a sus compañeros hacia ese punto. A unos veinte metros distinguieron las figuras de tres soldados sirios, pero afortunadamente ellos no les vieron cuando se deslizaban hacia la valla. Atravesaron la valla y se alejaron rápidamente hacia el área siria. Durante una hora y media se movieron en absoluto silencio, mirando ocasionalmente hacia atrás cuando las explosiones arrasaban la posición que acababan de abandonar. Cuando pasaron junto a la parte superior del remonte en la oscuridad comenzaron a dispararles desde una distancia de 150 metros (los sirios habían organizado tres emboscadas a lo largo de la carretera que llevaba hasta el remonte en previsión de que llegasen vehículos con refuerzos para los israelíes atrapados en la cima). La columna israelí se echó cuerpo a tierra ya que para repeler ese ataque tenían una Uzi cada uno con un solo cargador.
Nachliel se dio cuenta de que las perspectivas de salir con vida eran muy escasas si permanecían allí. Disparando su Uzi desde la cadera echó a correr como si se hubiese vuelto loco contra la posición siria; continuó corriendo y unos 80 metros más adelante encontró a otros dos miembros del grupo. Más tarde se les unió el comandante de la posición y continuaron la carrera, sólo para caer en otra emboscada. Los sirios les lanzaron varias granadas. Corrieron colina abajo hacia tierra de nadie. Mientras corrían por la carretera alcanzaron a reconocer tres tanques israelíes que avanzaban hacia ellos; uno de los tanques abrió fuego antes de que pudiesen identificarse. A la mañana llegaron más miembros del grupo, algunos de ellos gravemente heridos. En total, once de los cincuenta y cinco hombres que habían ocupado la posición del monte Hermón durante Yom Kippur consiguieron ponerse a salvo. El resto resultó muerto (Bambi fue uno de los que cayó en la emboscada) o fueron hechos prisioneros por los sirios.
Al día siguiente, el general Hofi dio instrucciones para lanzar un contraataque pero, a causa de los intensos combates que se estaban librando en la línea del frente, se vio obligado a posponerlo. El lunes, uno de los hombres que había conseguido escapar informó de que aún quedaban soldados con vida en la posición Hermón y que la lucha continuaba. Hofi ordenó entonces que unidades de la Brigada Golani reconquistaran la posición, pero los sirios estaban esperando a todo lo largo de la carretera que llevaba hasta la fortificación: las unidades atacaron y fueron rechazadas con unas pérdidas de veintidós muertos y cincuenta heridos.
Los sirios procedieron a desmantelar el equipo que había en la posición y unos días más tarde llegaron a la zona asesores soviéticos en varios helicópteros. Los soviéticos examinaron el equipo capturado y, cuando comprobaron que se trataba de un material muy valioso, abrazaron jubilosamente a los soldados sirios.
El Ejército sirio se había preparado durante años para este momento. Se habían entrenado concienzudamente en un terreno similar al que se encontrarían una vez iniciadas las hostilidades, ejecutando repetidamente ejercicios que representaban en todo o en parte una réplica exacta de los diferentes elementos del ataque que lanzaron el día de Yom Kippur. Se entrenaron para salvar las zanjas antitanque; una y otra vez durante sus maniobras capturaron colinas volcánicas. Abrieron brechas en los campos de minas y eliminaron los obstáculos mientras continuaban recibiendo las enormes cantidades de equipo que les enviaba la Unión Soviética. Observaron la escasamente defendida línea israelí y sacaron escasas conclusiones del intercambio de fuego mantenido con los israelíes a lo largo de los años. Y repararon sobre todo en que los preparativos israelíes estaban diseñados para hacer frente a estallidos esporádicos, algo que había caracterizado la situación que se vivía en la línea fronteriza desde hacía mucho tiempo. Las unidades de reconocimiento cruzaban las líneas de forma regular y tomaban nota de los preparativos de los israelíes: las ubicaciones de los puestos de mando israelíes eran fijadas con exactitud en los mapas; los procedimientos israelíes, repetidos en los momentos de tensión y combate, fueron debidamente anotados.
Al igual que sucedía con los egipcios, los sirios eran conscientes de la calidad de las unidades de combate israelíes y llegaron a la rápida conclusión de que esta calidad sólo podía ser superada con cantidad. En consecuencia, en los seis años posteriores a la Guerra de los Seis Días, las fuerzas acorazadas del Ejército sirio se multiplicaron por cinco cuando el número de tanques suministrados por los soviéticos alcanzó los 2000. Esta fuerza estaba apoyada por una Fuerza Aérea que contaba con cerca de 350 aviones de primera línea y un sistema de misiles soviético (suministrado a toda prisa en los meses previos al Yom Kippur) que estaba destinado a neutralizar el efecto del poder aéreo israelí. Llegaron a Siria misiles FROG con un alcance de 100 kilómetros, proporcionando de este modo a los sirios la capacidad de alcanzar objetivos civiles en el interior de Israel sin poner en peligro a la Fuerza Aérea siria. Todo esto estaba rematado por el odio cruel y el fanatismo extremo que caracterizaba a las fuerzas sirias y que creaban una atmósfera de intransigencia que superaba la existente en otros frentes árabes.
Cuando la fuerza de invasión se concentró en la meseta siria, se hicieron todos los esfuerzos posibles para ocultar el auténtico propósito de la operación. De este modo, no fue hasta la mañana del 6 de octubre cuando se impartieron órdenes informando a los comandantes de batallón que la hora H para el ataque sería a las 15.00 horas de ese día (las 14.00 horas en Israel). Los comandantes de compañía serían notificados a las 13.00 horas, mientras que los jefes de pelotón recibirían la información a las 14.00 horas, apenas una hora antes de que tuviesen que entrar en acción. Como dato significativo de esta situación cabe señalar que las órdenes capturadas más tarde por las fuerzas israelíes incluían instrucciones de retirar todos los aparatos de radio de las tropas. El plan sirio era comparativamente simple. Mientras sus fuerzas se concentraban en las áreas avanzadas de los Altos del Golán, se impartieron órdenes indicando que las fuerzas israelíes estaban en posición para atacar al Ejército sirio. Las órdenes especificaban el despliegue defensivo de las fuerzas sirias y, a partir de allí, se detallaban los planes para una contraofensiva en el caso de que se produjese un ataque israelí.
Las fuerzas sirias entraron en acción según la doctrina soviética que les había sido inculcada durante años. Las brigadas de infantería apoyadas por sus batallones orgánicos de tanques y la infantería blindada se abrían paso a través de la línea del frente a fin de conquistar la primera posición firme, permitiendo de este modo que las brigadas acorazadas de las divisiones de infantería pasaran a través de las fuerzas de infantería. El ataque estaba montado a todo lo largo de la línea del frente. En contra de las estimaciones hechas por los israelíes, pero tal como Raful Eytan había sugerido en su momento, el punto de penetración principal estaba en el Paso de Rafid con la 5.ª División siria encabezando la marcha. El Paso de Kuneitra fue atacado por la 7.ª División siria penetrando hacia el norte de Kuneitra, mientras que la 9.ª División avanzaba hacia el sur.
Se estableció un procedimiento detallado y elaborado para la organización de las tareas de observación a lo largo de la línea a cargo de los comandantes de las diferentes formaciones y unidades de forma que no despertase ninguna sospecha: todos los oficiales superiores recibieron la orden de quitarse las insignias cuando estuviesen cerca de la línea del frente; todos los documentos que hicieran referencia al ataque debían ser escritos a mano por los propios comandantes (comandantes de brigada, jefes de estado mayor de las brigadas, comandantes de la artillería de apoyo y jefes de batallón). Toda el área fue cerrada a cal y canto para todo el personal no autorizado. Las órdenes de enmascaramiento eran extremadamente rigurosas y todos los movimientos debían efectuarse por la noche, sin luces y con un ruido mínimo. Durante el día, todas las unidades debían permanecer en sus trincheras y ocultas a la vista del enemigo israelí; se les ordenó que se aprovisionaran con suministros de comida cuando entrasen en el área de la línea de partida para eliminar cualquier actividad de suministro innecesaria. La rutina normal que se desarrollaba en la línea del frente debía continuar sin alteraciones a fin de transmitir a los israelíes una falsa sensación de seguridad.
Toda esta actividad estaba ostensiblemente dirigida a hacer frente a un esperado ataque de las fuerzas israelíes, pero los planes rutinarios (que claramente se estaban preparando para un contraataque) constituían de hecho el plan de los sirios para atacar a los israelíes. El 1 de octubre, la sección de orientación política del Ejército emitió una circular anunciando que Israel había comenzado a lanzar rumores acerca de la intención de Siria de atacar a Israel. Los oficiales de orientación política recibieron la recomendación de estar en guardia para descartarlos y para señalar que dichos rumores precedían invariablemente las intenciones israelíes de lanzar un ataque contra Siria. En el caso de que un ataque israelí realmente se llevase a cabo, el Ejército sirio estaría preparado con todas sus fuerzas para el contraataque; ésta era la razón de la intensificación de los preparativos en el Ejército sirio.
Es razonable suponer que los sirios no se engañaban respecto del poderío real de las fuerzas israelíes desplegadas delante de ellos, y resulta interesante señalar que eran conscientes del hecho de que, hacia el oeste de la zanja antitanque de 5 metros de ancho, no había ninguna otra línea de defensa israelí en la orilla oriental del Jordán y que las aldeas establecidas en los Altos del Golán no habían sido organizadas para la defensa y, por lo tanto, carecían de toda importancia militar. Ellos obviamente tuvieron en cuenta que la siguiente línea de defensa estaría representada por los antiguos asentamientos israelíes en la orilla occidental del Jordán.
De hecho, tal y como sucedió, la artillería siria continuó ablandando la línea del frente israelí durante cincuenta y cinco minutos, comenzando el fuego exactamente una hora antes de la hora H y concluyendo cinco minutos antes. Todos los relojes debían sincronizarse a las 14.15 horas según Radio Damasco. La hora H sería a las 15.00 horas en punto y la barrera artillera comenzaría a las 14.00 horas. El ataque de las divisiones del norte se desarrollaría en dos fases, moviéndose hacia el área del Tel Azaziat en la frontera israelí a través de Masadah. Los sirios habían previsto la destrucción total de las fuerzas israelíes destacadas en los Altos del Golán para la mañana del lunes 8 de octubre.
La Fuerza Expedicionaria marroquí recibió órdenes similares. Nuevamente se extendió el rumor de que se llevaría a cabo un ataque israelí, pero que sería contenido por las defensas sirias y, luego, el Ejército sirio lanzaría un contraataque. Una importante parte del plan fue dedicada al cruce de la zanja antitanque, planeado hasta el mínimo detalle. Una fuerza de comandos fue asignada a las laderas del monte Hermón, desde donde lanzaría un ataque en el sector norte a fin de arrasar a las fuerzas israelíes desplegadas en el área de Masadah. Una fuerza de vanguardia compuesta por una compañía de tanques y una compañía reforzada de infantería blindada debía abrirse paso desde el área de Masadah hacia Banias para alcanzar Tel el-Kadi o Tel Dan en territorio israelí, en las fuentes del río Dan, un afluente del Jordán, que dominaba el kibbutz Dan. Esta misión debía llevarse a cabo durante la medianoche del sábado 6 de octubre.
A las fuerzas sirias se les ordenó que aseguraran que el impulso de la batalla se mantuviese tanto de día como de noche, utilizando planos detallados que aseguraran del mismo modo la identificación y el control. En Hermonit y Tel Ahmar debían encenderse tres hogueras para ayudar a que las unidades localizaran su ubicación y también como puntos de referencia para la artillería. El domingo por la mañana las fuerzas debían estar preparadas para atacar el kibbutz Dan y establecer rápidamente una posición defensiva para recibir los contraataques israelíes en el área de los kibbutzim Hagoshrim y Dan-Banias. Las fuerzas debían organizarse para iniciar el ataque sobre territorio israelí en cuanto recibieran las instrucciones pertinentes. El ataque se desarrollaría en dos fases. La primera fase consistía en alcanzar los objetivos fijados para el primer día, con elementos avanzados que deberían llegar a la frontera de Israel hacia la medianoche del 6; se planeó que la toma de los Altos del Golán se completaría la tarde del domingo 7 de octubre. En esta etapa, las fuerzas se reorganizarían, se establecerían fuertes posiciones antitanque y el Ejército sirio se prepararía para llevar a cabo el ataque en territorio israelí.
Después de la guerra, el presidente Sadat declaró, durante una entrevista concedida a un periódico, que el primer día de la contienda el embajador soviético había ido a verle con un mensaje del presidente sirio según el cual éste le comunicaba que estaba preparado para un alto el fuego. Cuando Sadat se puso en contacto con el presidente sirio, éste negó terminantemente haber hecho semejante propuesta. Los soviéticos, por su parte, siguen insistiendo en la veracidad de aquella versión y rechazaron públicamente la historia de Sadat. Un análisis de las órdenes de operaciones sirias y su horario tiende a confirmar la versión soviética: no hay duda de que los sirios, al ver durante su asalto inicial que su plan de capturar los Altos del Golán en dos días estaba a punto de hacerse realidad, decidieron consolidar sus conquistas de inmediato y lanzar sondeos para un alto el fuego. Esta acción hubiese alcanzado sus objetivos inmediatos, militares y políticos, sin correr el riesgo de un contraataque israelí, algo que sin duda se hubiese producido en cuanto Israel hubiese movilizado sus reservas. En esta etapa, Assad estaba pensando exclusivamente en términos de los intereses sirios pero, en un análisis retrospectivo de la situación, parecería que los movimientos hacia un cese el fuego alentado por los soviéticos a principios de la guerra habrían servido a los intereses árabes tanto en Siria como en el Canal de Suez de una manera mucho más eficaz que la continuación de la guerra.