Agradecimientos

Quiero dar las gracias a Ellen Irish Branco, Luisa Cruz Smith, Don Sanders y Annie Lamott por haber leído una y otra vez El fantasma de Stalin, y a Sam Smith por compartir la investigación en el Museo del Metro de Moscú.

También quiero agradecer a los doctores Nelson Branco, Michael Weiner, Ken Sack y Wayne Gauger sus respuestas en cuestiones médicas, y a George Young, sus conocimientos sobre armas de fuego. En Rusia recibí la inestimable ayuda de Nina Rubashova, casamentera; Cari Schreck, periodista; el coronel Alexander Yakovlev, detective; Lyuba Vinogradova, intérprete; Andrew Nurnberg, cómplice, y de los Cavadores Rojos de Tver.

Pero principalmente, por supuesto, quiero dar las gracias a Em.