PRESENTACIÓN

Tengo una regla a la que me sujeto para cualquier eventualidad. La regla es: nunca escribo nada a menos que sea requerido a ello. Esto quizá suene a algo atrozmente austero, y no es para menos, puesto que es mentira. Como demostración debo recurrir al hecho de que mis colaboraciones en algunas revistas de ciencia-ficción, así como mis libros publicados, han sido forjados libremente. La regla me la reservo para los trabajos dispersos y no habituales.

En 1964, fui instado por Playboy a escribir un relato. Me enviaron una diminuta fotografía de una cabeza de arcilla, desorejada y con otras características indicadas por escrito, y me invitaron a que compusiera un relato inspirándome en la foto. Otros dos escritores habían sido invitados a lo mismo y las tres historias tenían que publicarse.

Era un interesante reto y acepté. Escribí Los ojos hacen algo más que ver.

En caso de que la introducción previa a este volumen haya dado la impresión de que mi carrera literaria ha sido una cadena de triunfos a partir de Anochecer; de que para mí escribir sea vender; de que no quiera aceptar errores si algún colega me muestra alguno… debo decir que tal impresión es aparente y en ningún modo cierta.

Los ojos hacen algo más que ver fue rechazado con vigor muscular. El manuscrito entró violentamente por la ventana de mi casa después de haber sido arrojado desde Chicago y tras cruzar kilómetros y duros obstáculos. Al menos es lo que me pareció. Las otras dos historias fueron aceptadas por Playboy, y una tercera historia, escrita por alguien llamado a sustituirme, fue también aceptada.

Afortunadamente soy un profesional imperturbable y tales cosas no me molestan. Dudo que alguien se percatase de mi disgusto excepto por haber lanzado un corto rugido de rabia.

Me puse en contacto con Playboy para estar seguro de que la historia era mía y que podía hacer con ella lo que a mi real gana le pluguiera, a despecho de haberse inspirado en la foto de marras. Era libre.

Mi siguiente paso fue enviar el relato a F & SF, explicándoles (como es mi costumbre en estos casos) que se trataba de un rechazo y dando todos los detalles. La tomaron.

Por fortuna, F & SF trabaja con razonable presteza y Playboy con abominable lentitud. En consecuencia, Los ojos hacen algo más que ver apareció en F & SF año y medio antes que la tríada basada en la foto se publicara en Playboy. Gasté un tiempo apreciable esperando que Playboy recogiera indignadas cartas que acusaran la historia común de la tríada como un robo perpetrado contra una historia escrita originalmente por Asimov. Yo mismo estuve tentado de hacerlo bajo nombre falso (pero no lo hice).

En lugar de eso, me contenté con ver que por el tiempo en que Playboy publicaba las otras tres historias, la mía no sólo había sido publicada ya, sino que había sido reimpresa dos veces y figuraba por tres veces en diversas antologías. Con ésta, ya van cuatro: ¿cómo le sienta eso, Mr. Hefner?