Terminé de escribir La soledad en la soledad nocturna del vagón restaurante de un tren que unía Mombasa con Nairobi, justo la noche en que el funesto año 2012 dejaba paso al trece.
Todos los personajes que transitan por las páginas de esta novela son imaginarios, invenciones de este escritor que no tiene más mérito que el de haber observado con atención todo lo que le rodeaba a lo largo de tantos años de vagar por el mundo.
En todo el libro solo hay algo totalmente autobiográfico: la primera frase.
Madrid, primavera de 2013