Hace calor allí dentro, entre el vapor de agua del baño y la calefacción funcionando a pleno rendimiento han hecho que la temperatura suba muchos grados. Aun así ella se mete en la cama y se tapa hasta las orejas. Por fin encuentra un poco de calma, un remanso de paz, como cuando de niña se asustaba por una película de miedo y se refugiaba bajo las mantas. En ese territorio nada malo podía pasarle.

Durmió mal, casi por espasmos, despertándose cada poco sobresaltada por alguna pesadilla. La luz entraba ya con fuerza por la ventana, amanecía otro hermoso día en París. La lluvia de la noche anterior quedaba ya muy lejana, y la ciudad lucía en todo su esplendor.

Decidió que se quedaría un rato más en la cama, quizás hasta pediría el desayuno en la habitación. No tenía prisa, lo ocurrido el día anterior le parecía un mal sueño que ya había quedado olvidado en algún remoto cajón del subconsciente. Había vuelto a París y había sido un error, eso era evidente, pero antes de hacer las maletas y dejar para siempre aquella ciudad que tanto había amado, aún tenía tiempo para darse un pequeño homenaje, una larga ducha caliente, el aroma de un buen café y croissants recién hechos, nadie hace los croissants como los franceses, y volvían a su memoria los recuerdos de los días tan felices que vivió allí.

Entró en el baño, aún algo adormilada. Abrió el grifo del agua caliente para que se fuera llenando de vapor la habitación. Se desnudó y se metió en la catarata de calor. En sus oídos aún sonaban las notas de Fígaro, canturreó, se enjabonó con esmero, el champú olía a lavanda, otro aroma que la llevaba a su infancia. Se sentó en el suelo, mientras el agua caía con fuerza sobre ella. Así pasó un largo rato, transportada al mágico mundo de los momentos de felicidad.

Por fin abrió la puerta de la mampara de cristal. Buscó a tientas una toalla. Se envolvió en ella. Cogió otra para el pelo. No tuvo tiempo de secarse, se desvaneció cuando vio allí, frente a ella, como alguien había escrito en el espejo del baño, mientras se duchaba, una frase con un lápiz de carmín rojo clavel:

Te quiero.