Poco, muy poquito se sabe de este pesadísimo y machacón poeta. Parece ser que era de Carrión —él lo afirma, por lo menos—, de donde puede que saliese a toda prisa, porque sus contemporáneos lo corrieron a gorrazos, por plúmbeo.
Don Sem Tob, como todos los malos poetas, se propuso escribir un libro de proverbios morales. Se inclinó, como puede verse, hacia lo facilito, porque lo que tiene verdadero mérito y originalidad es escribir un libro de proverbios inmorales. Los morales están muy acreditados y no necesitan publicidad. Le sucedió al Rabí lo que a muchos escritores de todos los tiempos: los tiralevitas, que han escrito siempre alabanzas a los gobernantes. Lo bonito es escribir contra ellos, pero en España eso ha estado siempre muy perseguido.
En el siglo XIV, cuando la literatura estaba con el biberón en la boca, don Sem Tob se salió con la suya y redactó unos heptasílabos horrorosos, tan mal medidos y rimados, que muchas autoridades ponen en duda si el Rabí terminó sus días plácidamente o se murió de asco en una mazmorra, por ripioso.
No creo que don Sem terminase enmazmorrado, porque es posible que el rey a quien van dedicadas sus sentencias no supiese leer. Y si sabía, puede que se negase a tragarse las insulsas ingenuidades del egregio siervo de Jehová. Le enviaría un par de talegas de garbanzos, premio que entonces sustituía a la concesión de la cruz al Mérito Civil.
La caricatura que he hecho del estilo pelmazo del ínclito hebreo es mejor, mucho mejor que los versos originales. He suprimido áridos arcaísmos, y he procurado dar a los heptasílabos una musicalidad y una cadencia que no tuvieron jamás los de aquel aficionado tan antiguo.
PROVERBIOS MORALES
Escuchadme, Señor,
lo que escribo en loor
e con grande dolor
ca soy muy pecador,
e la vida es baxera,
e non es placentera,
e aquesta gusanera
es cossa maxadera.
El home es soberbiosso
e meresce una cincha,
e al saberse grandioso
como un pavo se fincha.
E si come, se forra;
como colchón de borra
se atasca e se atiborra
de salchicha e chistorra
Señor Rey, es asaz
molestosso e non sano
que le escupa en la faz
al judío el cristiano.
Non le cuesta trabaxo
al que escupe et amuela
echar el su gargaxo
en la faz de su abuela.
Ca los judíos no hemos
cossa alguna de memos
e vengarnos podemos,
porque «arrieros semos».
Antaño se escupía
al judío otro tanto,
mas aquel que lo hacía
se lo echaba en el manto.
Ca el vestido, aunque sea
de seda o de retor,
si le hacen cossa fea
non pierde en el su honor
La estofa, según digo,
se regala a un amigo,
et es cossa de abrigo
que non importa un figo.
Mas el rostro es cristal
de Dios, ca tiene brillo,
e resulta muy mal
vexallo et escupillo.
Et toda aquesta ciencia,
con paciencia de Job,
os la brinda en concencia
el Rabí don Sem Tob.