JUAN DEL ENCINA

Parece ser que este poeta y dramaturgo se llamaba en realidad Juan de Fermoselle. Parece ser también que estudió en Salamanca. También es posible que hiciese un viaje a los Santos Lugares. Y, en fin, no tendría nada de particular que se averiguase que algunas de las obras atribuidas a Encina las escribió en realidad Perico el de los Palotes.

Resumiendo, se sabe algo de Juan del Encina, pero tan poco y tan embarullado, que no es posible asegurar nada sin temor a caer en la fantasía más desbocada y abracadabrante.

Esta escasez de noticias de un tan exquisito poeta nos prueban que Juan del Encina, aparte de sus calidades literarias, tuvo una virtud rara en los escritores y gente de pluma: la modestia.

Se conocen varias obras de Juan del Encina, dramaturgo que cultivó un género hoy pasado de moda: la égloga pastoril. Los argumentos de esta clase de piezas, muy almibarados, trataban de los amores de una pareja de hombre y mujer, como era entonces corriente. El o la protagonista, atravesado por los dardos de Eros, caía muerto sobre una verde alfombra de hierbas aromáticas. Entonces se aparecía Venus y devolvía la vida al suicida con gran desencanto del público, que hubiera preferido que se suicidara también el autor de la obra.

En un Cancionero famoso, Juan del Encina publica una serie de composiciones líricas que seguramente son más valiosas que muchas de sus mermeladas teatrales.

Se sabe —esta vez de verdad— que Juan del Encina falleció en León, donde parece ser que se había retirado para pasar en paz los últimos años de su vida.

Como ejemplo de tan lamentoso y delicado poeta lírico, ahí va una canción apasionada y elegante.

CANCIÓN

Amor sus flechas lançó…

a mí sí, pero a ti no.

Por esso non tienes gana

de salir a la ventana

de palique e de xarana,

e sabes que soy de pro.

Amor sus flechas lançó

a mí sí, pero a ti no.

E dices, por san Felipe,

que mis dudas yo dissipe,

porque mala estás con gripe.

¿E sin ti qué fago yo?

Amor sus flechas lanzó…

a mí sí, pero a ti no.

Si te aguardo non te inquietas

porque tenga ya aguxetas,

e me faces pedorretas,

tú siempre arriba e yo so.

Amor sus flechas lançó…

a mí sí, pero a ti no.

E si sales me hago cruces

de lo mal que te conduces,

pues me arrojas altramuces

e me das en el «chapeau».

Amor sus flechas lançó…

a mí sí, pero a ti no.

Non me temas, que es en vano.

Non soy bestia nin villano,

e xamas te meto mano,

que bien nascido soy yo.

Amor sus flechas lançó…

a mí sí, pero a ti no.

¿E quieres que me reporte,

e non vibre cual resorte,

si me das el passaporte

e patada en el popó?

Amor sus flechas lançó.

¡La madre que lo parió!