A todos cuantos lucharon en el frente del Este en defensa de una civilización que no se resigna a perecer. Allí se jugó y perdió la primera carta.

A mis padres, de quien tanto aprendí.

A todos los padres que supieron inculcar en sus hijos los altos principios que marcan la diferencia entre la civilización y la barbarie.

A mis hijos José Antonio, Fernando, Teodoro, Mary Paz, Patricia y María Cristina.

TEODORO PALACIOS CUETO