En esta ocasión deseo comenzar mis agradecimientos por el final, por lo que suele ser el colofón a esta página, mis seres queridos. Mi familia, mi mujer Zineb y su impagado esfuerzo en soportar mis horarios intempestivos construyen el clima necesario para escribir cinco novelas en cuatro años. Cuando lo pienso y despejo apasionamientos, me surge la inclinación a suponer que hay un milagro que sucede de cuando en cuando en mi pantalla y que me ayuda a hacer proliferar mis historias. Sé que ese milagro tiene mucho que ver con mis vivencias personales, con mi propia historia, forjada por toda esta gente que me rodea, y que con justicia a veces están hartos de mis ausencias. Mi mujer, mis padres y hermanos, mis amigos allegados, los de siempre y todas las personas a las que dedico sonrisas, os llevo desde luego dentro, formáis parte de mí y promovéis parte de ese misterio creativo que después hace nacer del blanco de la pantalla palabras que juntan historias.
Deseo mencionar con especial cariño a Editorial Everest. En lo más crudo del temporal, en lo más agónico de la tormenta, este equipo siempre ha dado muestras de confiar en La Horda del Diablo. Raquel siempre apostaste desde el principio por mis libros y viste posibilidades en la locura de realizar una colección tan ambiciosa. Siempre estaré en deuda contigo. Ana María, con quien he trabajado codo con codo para sacar en los plazos pertinentes nada menos que cinco libros, cinco diseños, cinco ediciones magníficas, gracias por tu esfuerzo. Hago mención cómo no hacerla a mi querida Nuria, que aunque ya no pertenece al equipo prestó su ilusión, su trabajo y esfuerzo en difundir la obra y a mí mismo allí por donde iba, con la que he recorrido casi toda la geografía española en numerosos eventos, y con la que personalmente he trabado una amistad sincera basada en el amor por los libros. El maravilloso equipo de márketing, los Fernandos, a los que siempre he podido dirigirme con franqueza y que siempre han velado por el crecimiento de los libros dentro y fuera de nuestra geografía. Menciono también a Alicia, aunque tampoco esté ya trabajando en Everest, por sus desvelos por lanzar la colección, a la que debemos por ejemplo su título: «La Horda del Diablo». También Vicky que siempre junto a Nuria estuvo peleando para que la saga tuviera más presencia y fuese más conocida. No puedo mencionar a todos los comerciales, delegados y demás integrantes de esta gran montaña, Everest, porque cometería tropelías y olvidos, solo puedo resumirme dando las gracias una vez más a esta editorial por brindarme la oportunidad de crear esta saga. La Horda crece cada día más y las emociones que logra sembrar en sus lectores hacen que se propague. Sigue conquistando lugares como una marea incontenible. Hoy nos leen en búlgaro, en checo, en turco, y estamos presentes en países de Latinoamérica, la saga crece cada vez más y llega a más lugares. Yo recibo ecos desde México, el Salvador, Chile, Panamá, Perú, de lectores que han encontrado en las aventuras de mis libros una motivación y un divertimento.
Son muchísimas las historias en todos estos años que me han emocionado a raíz de escribir estos libros. Compartir con los lectores de toda índole sus experiencias y la forma en que viven las aventuras de las que yo les hago partícipes, es sin duda una de las razones por las que me hice escritor. De entre todas esas historias, una de ellas ha motivado que desee dedicar este libro a Mario, el hermano de mi querido Víctor, uno de los lectores fundacionales de la saga. Mario falleció muy joven y su hermano me asegura que se habría convertido en un lector de La Horda voraz. Para él mis mejores deseos. A ti, Víctor, te espero como cada año en la feria del libro de Madrid junto a Álex, para charlar y hacerle spoilers.
Esto es solo un atisbo respetuoso que tengo con vosotros, mis lectores, y sin duda en especial a todos esos lectores que desde el origen hasta hoy han defendido mis libros frente a todos, esos que me promocionáis sin esperar nada a cambio, también los nuevos lectores, los que ahora han descubierto la colección y de golpe se han convertido en habitantes de Vestigia de pleno derecho. Citaré algunos nombres, no puedo colocarlos a todos pero desde luego cuando ellos los lean seguro que saben que les señalo con un dedo: Carmen, Inma, Eder, Manuel, Adriana, Hermochi, Miguel, Hasnaa, Elena, Iria, Jennifer, «Migue», Josema, Sergiu, Edu, Carlos, Montse, Zulema, Vir, David y Noe, Rubio, Víctor, Álex, Pablo, Jose Carlos, Fali, Mila, Alberto y Susana, Lorena, Akash… Y tantísimos otros donde debo subrayar mi afecto hacia blogeros, otros autores que he podido conocer, mis queridos libreros, en definitiva gentes amables, lectores anónimos, con los que siempre estaré en deuda.
GRACIAS, en serio, muchas GRACIAS. Sois mis soldados, mis generales, mis maestres de grupo e instrucción, mis capitanes, mi Horda del Diablo.
Antonio Martín Morales.
Granada, 8 de abril 2014.