Quiero dar las gracias a mis editoras: Miryam, Belén y Ana Rosa. Sin ellas esta novela no existiría. Así de simple.
También a Henar Iglesias, plumista magnífica, que me acogió en su taller de arte plumario. A ella le debo toda la documentación sobre plumas de la novela. Y también a su madre, Charo, por su visita a su taller de sombreros. Talento y amabilidad a veces van de la mano.
A Verónica Fernández, por leer el primer capítulo y animarme. Y por haberme sugerido la profesión de mi protagonista.
A Dani Tizón, por la información sobre China y por los documentos gráficos. Aún hoy me manda fotos de sus viajes. Y también a Modesto y a Mónica, por contarme con todo lujo de detalles su estancia en el hospital chino.
Y a mi cuñado, por darme, sin saberlo, la mejor idea de la novela.
A Javi Holgado, por ser el primero en leerse la novela y por sus palabras. Y a Jesús de la Torre, Susana López, Carlos Ruano y Jaime Vaca, lectores incansables.
A Guillermo, por aguantarme.
A Berta, por el título de la novela. Y por todo su arte. Meteos en su página de Facebook de La Prima. Os va a encantar.
A mi hermana, y a mi prima Liliana, por dejarme la mejor habitación de la casa para acabar la novela. Y a mis padres, por su generosidad, en un momento difícil.
A mi tía Pili, ella sabe por qué.
A los flamencos del zoo de Madrid. Tan rosas.