[1] F. Claudín y J. M. Macarro, en VVAA, Octubre 1934. Cincuenta años para la reflexión, pp. 45 y 281. S. Juliá, La izquierda del PSOE, 1935-1936, Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 1. <<
[2] Gil-Robles, CEDA, 36-37, diciembre de 1934. R. de la Cierva, Historia de la Guerra Civil Española, Madrid, San Martín, 1969, p. 303. <<
[3] Lerroux, La pequeña historia (Ed. Afrodisio Aguado), p. 277. <<
[4] Gil-Robles, No fue posible (Ariel), p. 140. Lerroux, La pequeña historia, p. 302. <<
[5] Del Rosal, El movimiento, p. 259. <<
[6] Carrillo, Memorias, p. 107. <<
[7] Vidarte, El bienio, pp. 234 y 236. <<
[8] V. Palacio Atard, «La revolución de los socialistas», en Razón Española, nº 8, diciembre de 1984, p. 419. <<
[9] Macarro Vera, «Un error de cálculo y perspectiva», en Octubre, 1934, p. 282. <<
[10] Gil-Robles, No fue posible, p. 140. <<
[11] Del Rosal, El movimiento, p. 214. Vidarte, El bienio, p. 292. <<
[12] Del Rosal, El movimiento, pp. 259-63 y 261. <<
[13] Vidarte, El bienio, p. 214. Azaña, Memorias, I, p. 121. Del Rosal, El movimiento, pp. 212-3. <<
[14] Vidarte, El bienio, p. 143. Del Rosal, El bienio, p. 213. Carrillo, Memorias, p. 110. <<
[15] Vidarte, El bienio, p. 287. <<
[16] Largo, Correspondencia, p. 145. <<
[17] Azaña, Memorias, II, p. 114. <<
[18] En Aymamí, El 6 d’octubre, p. 193. <<
[19] A. Hurtado, Quaranta anys, p. 291. Azaña, Memorias, II, p. 115. <<
[a] Sería el 4, más probablemente. <<
[b] Pero el triunfo de la revolución rusa obedeció, más que a las condiciones generales expuestas, a la apreciación por Lenin del momento —y fue un momento fugaz— en que el poder yacía en la calle. El golpe bolchevique ofrecía tales dudas, hasta a los dirigentes, que dos de ellos, Kámenef y Zinóvief, delataron en la prensa los proyectos insurreccionales, a fin de impedirlos. El enfurecido Lenin no consiguió siquiera que fuesen expulsados por semejante traición. <<
[c] Base aérea de Madrid. <<
[d] Del Rosal ofrece una explicación curiosa: «Para los asturianos de nuestra época —todo ha cambiado—, después de unos kilos de mariscos, unas cuantas botellas de sidra y, a continuación, una fabada rociada con sidra, la conquista del poder era cosa de coser y cantar» (Del Rosal, El movimiento, p. 241). Los asturianos siempre fueron reputados por su bravura y optimismo. En 1937, después de jugar un importante papel en la defensa de Vizcaya, los izquierdistas asturianos resistieron duramente en su región a las tropas de Franco, pese a luchar en condiciones desesperadas. Una vez ocupada Asturias por las derechas, muchos miles de prisioneros izquierdistas fueron incorporados al ejército franquista, en el que siguieron combatiendo. <<
[e] Numerosos historiadores reproducen sin crítica estos argumentos. <<