[a] La nota continuaba: «Destruiremos y reemplazaremos por los nuestros los cuadros del Ejército, la magistratura y la policía y procederemos al armamento del proletariado. Instalada así, en lugar de la violencia capitalista, la dictadura organizada de los trabajadores, solo entonces podremos expropiar a los expropiadores y construir la sociedad colectivista o comunista, y todo lo demás no es sino verborrea y literatura», según recoge V. Palacio Atard en el prólogo al libro de J. A. Sánchez García-Saúco La revolución de 1934 en Asturias. <<
[b] Deliberadamente o no, las ideologías producen «la muerte de Dios», y han creado ese espíritu característico del siglo XX, mezcla de arrogancia, desesperación y sentimentalidad. Nietzsche, tan influyente en los fascismos, pero no solo en ellos, lo expresó muy bien. Bertrand Russell terminó su ensayo La adoración del hombre libre, a principios del siglo, con estas palabras, que bastantes liberales ingleses convirtieron en una especie de oración laica: «Breve e impotente es la vida del hombre: el destino lento y seguro cae despiadada y tenebrosamente sobre él y su raza. Ciega al bien y al mal, implacablemente destructora, la materia todopoderosa rueda por su camino inexorable. Al hombre, condenado hoy a perder los seres que más ama, mañana a cruzar el portal de las sombras, no le queda sino acariciar, antes que el golpe caiga, los pensamientos elevados que ennoblecen su efímero día; desdeñando los cobardes terrores del esclavo del destino, adorar en el santuario que sus propias manos han construido; sin asustarse del imperio del azar, conservar el espíritu libre de la arbitraria tiranía que rige su vida externa; desafiando orgulloso las fuerzas irresistibles que toleran por algún tiempo su saber y su condenación, sostener por sí solo, Atlas cansado e inflexible, el mundo que sus propios ideales han moldeado, a despecho de la marcha pisoteadora del poder inconsciente». Ramiro de Maeztu tachó estas frases de «retórica altisonante y cuidadosa, pero huera y contradictoria», «credo de rebelión impotente», que exige «conducirse como Prometeo y desafiar heroica y obstinadamente el mundo hostil, aunque por otra parte tenga uno que resignarse a su tiranía inexorable». Para Maeztu, «que el hombre pueda criticar el mundo solo prueba que, en cierto modo, se halla fuera y encima de él, lo que no significa, en buena lógica, sino que hay algo en el hombre que procede de algún poder consciente superior al mundo». (R. de Maeztu, Defensa de la Hispanidad, Madrid, Rialp, 1998, pp. 143-4). <<
[c] La ideología extrae de la ciencia conclusiones éticas y explicativas generales, que la ciencia no autoriza ni desmiente. Muchos ilustrados concluyeron que Newton expulsaba a Dios del universo, y otros posteriores entendieron que Darwin lo eliminaba de la moral. En cierto modo las ideologías son antirreligiones, o religiones sucedáneas. En nuestros días parece haberse impuesto por completo una de ellas, el liberalismo, sobre los escombros de las restantes. Algunos creen terminante esa victoria, con fe desde luego atrevida. <<
[d] Ante el II Congreso de la Comintern, en agosto de 1920, Lenin describía la situación global: 250 millones de europeos a un tiempo endeudados con Estados Unidos y colonizadores, directa o indirectamente, de 1.250 millones de personas. «Quisiera recordaros este cuadro del mundo porque todas las contradicciones fundamentales del capitalismo, que conducen a la revolución, todas las contradicciones fundamentales en el movimiento obrero, que condujeron a la lucha más encarnizada con la II Internacional (…) todo eso está vinculado al reparto de la población de la Tierra». (V. I. Lenin, Obras escogidas, III, Akal, p. 463). <<
[e] Incluso en Alemania, comunistas y nazis llegaron a cooperar en el sabotaje a los partidos liberales o de centro, como muestra, entre otros, Jan Valtin (Richard Krebs) en La noche quedó atrás. <<
[f] El economista E. Böhm-Bawerk señalaba en el siglo XIX la inoperancia teórica de los opositores al marxismo: «Sus débiles ataques no podían descargar golpes victoriosos sobre el enemigo ni perseguirlo eficazmente a sus posiciones hasta desalojarlos de ellas, táctica que en cambio sabían emplear los socialistas con tanta fortuna como destreza. Y esto y casi exclusivamente esto es lo que explica el éxito teórico de los socialistas.. Bien avanzado el siglo XX, Schumpeter se hacía eco de esa apariencia invulnerable del marxismo: «No es necesario creer que una gran creación, (…) deba forzosamente ser una fuente de luz y perfección. Podemos pensar, por el contrario, que se trata de un poder de las tinieblas; podemos juzgar que es errónea en sus fundamentos (…) En el caso del sistema marxista, tal juicio adverso, e incluso la refutación más rigurosa, por su misma impotencia para herirlo mortalmente, sólo sirven para poner de manifiesto la fortaleza de su estructura». (E. Böhm-Bawerk, Teoría de la explotación, Madrid, Unión Editorial, 1976, p. 242. J. A. Schumpeter, Diez grandes economistas, de Marx a Keynes, Madrid, Alianza, 1983, pp. 17-8. <<
[g] Si bien Kerenski era socialista, su significación histórica puede considerarse liberal. Era también algo así como un agente de la política inglesa, o al menos alguien muy ligado a ella. <<
[h] Revolucionario a su vez, el fascismo buscaba inspiración en una moral supuestamente pagana o paganoide, contraria a la «moral de esclavos» cristiana. <<
[i] En España, alguien tan alejado del ideal marxista como el premio Nobel J. Benavente escribió una obra de teatro, Santa Rusia, loando a los bolcheviques con un enfoque en verdad extravagante desde el mismo título. <<
[j] En 1928, en plena dictadura de Primo de Rivera, el escritor César Arconada, futuro comunista, escribía: «Ante todo es necesario sentar este principio: en el momento actual los que se llaman liberales son los retrasados, los reaccionarios (…) Violencia. Lucha. Arte Nuevo, al fin (…) Un joven puede ser comunista, fascista, cualquier cosa, menos tener ideas liberales. Para un joven nada más absurdo, más retrógrado, que las ideas políticas de un doctor Marañón (…) Los jóvenes queremos para la política, como hemos querido para el arte, ideas actuales, de hoy». No era una opinión aislada. (En A. Trapiello, Las armas y las letras. Literatura y guerra civil, Barcelona, Planeta, 1994, p. 30). <<
[k] El arte de entonces, y aun el del siglo XX en su parte más propia, puede describirse como un descenso a los infiernos, al lado infernal de la condición humana. Mas no parece haber logrado salir de ese lugar, ya Dante advirtió de la extrema dificultad de la empresa, y queda como un arte testimonial y de reflejo. Por ello es improbable que el siglo XX pase a la historia como una gran época artística, pese a su agónico empeño de originalidad. <<
[l] José María Marco ha estudiado en La libertad traicionada esa actitud en intelectuales como Unamuno, Prat de la Riba, Azaña, Ortega y otros (J. M. Marco, La libertad traicionada. Siete ensayos españoles, Barcelona, Planeta, 1997). <<
[m] Azaña, algo hiperbólico, afirmaba que los jefes marroquíes sobornados mandaban «no ya en su tierra, pero en la propia nuestra. Si el Raisuni quiere, hay paz; si quiere, hay guerra (…) Hace y deshace Comisarios de España; puede derrocar un ministerio, tiene verdaderamente secuestradas las prerrogativas de la Corona. ¿Quién le iguala?». (En J. A, García Escudero, Historia política de las dos España, Madrid, Editora Nacional, 1976, pp. 727-8). <<