Joss se hallaba en uno de los espaciosos reservados del Lux Café, esperando a Chessy y a Kylie. Por una vez era la primera en llegar. Tenía muchas ganas de ver a sus amigas. No tenía perdón; las había evitado a toda costa durante las últimas semanas, y se sentía culpable por no haber hecho el esfuerzo de verlas más a menudo. Especialmente a Kylie.
Dash la mantenía informada sobre cómo Kylie iba asimilando la posición de Jensen en la compañía. Según Dash, la situación era aún tensa en el despacho, pero Kylie aguantaba estoicamente. Joss no estaba segura de qué significaba eso; Dash le había dicho que Kylie estaba callada pero que hacía su trabajo sin protestar.
Aparte de varias llamadas y de unos pocos mensajes intercambiados por correo electrónico, Joss no había visto a sus amigas a solas desde el almuerzo en aquel mismo restaurante el día que les anunció su decisión de ir a The House.
¡Cómo había cambiado su vida desde entonces! Había estado tan absorta en su relación con Dash que apenas había mantenido contacto con el mundo exterior.
Alzó la vista cuando Chessy y Kylie entraron juntas. Se levantó para abrazarlas antes de volver a sentarse.
—¡Qué alegría veros, chicas! —exclamó con franqueza—. Os he echado de menos.
Los ojos de Chessy centellearon burlonamente.
—¡Ya! ¿Esperas que nos lo creamos, cuando estás completamente atontada con ese pedazo de hombre que tienes?
Joss rio pero estudió a Kylie detenidamente. Era obvio que la pobre estaba sometida a una gran tensión. Tenía unas ojeras terribles, lo que quería decir que las pesadillas recurrentes volvían a atormentarla.
Joss suspiró, preocupada por su amiga. Alargó el brazo y le estrechó la mano cariñosamente.
—¿Qué tal el trabajo? ¿Cómo va con Jensen?
Kylie esbozó una mueca de fastidio.
—Me agobia.
—¿Ah, sí? —se interesó Chessy—. ¡Pero si es otro pedazo de hombre, digno de mirar! Tan moreno y tan serio. Me provoca escalofríos, y eso que yo ya tengo a mi propio macho dominante y posesivo en casa.
Joss rio otra vez pero recuperó la seriedad al ver la cara de desaprobación de Kylie.
—Tú lo has dicho: es tan… serio, tan callado y circunspecto. No para de mirarme, fijamente, como si intentara leer mis pensamientos o algo parecido. Me agobia. ¿Y cómo se supone que he de reaccionar? No puedo pedirle que deje de mirarme; tanto él como Dash pensarían que estoy loca. Quizá lo estoy —concluyó al tiempo que se encogía de hombros.
—Todo se arreglará, ya verás —la animó Joss, sin soltarle la mano—. Parece un tipo afable, y estoy segura de que al final se ganará tu confianza.
Kylie no parecía convencida. En vez de eso, desvió el tema de conversación de nuevo hacia Joss.
—¿Qué tal con Dash? He de admitir que jamás lo había visto tan feliz. Está siempre de tan buen humor en el trabajo que da rabia. Todos los días, entre las cuatro y media y las cinco, sale disparado por la puerta. ¡Ni una hecatombe en el negocio conseguiría que se quedara ni un minuto más en la oficina!
Chessy rio divertida.
—Está enamoraaaaado. Es obvio. El pobre ha perdido la chaveta, como para que lo encierren.
Joss notó un intenso calor en las mejillas.
—La cuestión es, ¿y tú? —la interrogó Chessy directamente.
Joss suspiró y se frotó la cara con ambas manos.
—Sí. No. No lo sé —admitió—. Me preocupa porque cada vez pienso menos en Carson. Antes pensaba en él todo el tiempo, ¿y ahora? Paso días enteros sin pensar en él. ¿Significa eso que soy una mala persona?
Chessy arrugó la nariz, apenada por su amiga; incluso Kylie relajó la expresión. Cada una le cogió una mano.
—No, eso no es verdad —contestó Chessy con ternura—. Amabas a Carson y él te amaba. Pero está muerto. Hace tres años que falleció, un período suficiente para dejar atrás la fase de luto. Ya es hora de que pases página y sigas adelante con tu vida. Con Dash, si él es el hombre que eliges. No tienes que sentirte culpable por no pensar en Carson tan a menudo. Es normal. Has encontrado un nuevo amor. Acéptalo, déjate llevar. No puedes vivir anclada en el pasado.
—Ya sé que te dije unas cosas terribles, Joss, y espero que me perdones. Quiero que seas feliz, de verdad, es lo que quiero. Tal como Chessy ha dicho, Carson está muerto.
A Kylie se le quebró la voz y tuvo que hacer un esfuerzo para continuar.
—Dash es un buen tipo. El mejor. Y es más que obvio que te quiere. Si él te hace feliz, entonces no lo dejes escapar. No permitas que mi opinión ni la de nadie se interponga en tu camino.
A Joss le escocían las lágrimas en los ojos. No tenía palabras para la sinceridad que veía en las miradas de sus amigas.
—Gracias —dijo al fin—. Para mí ha sido una enorme carga. Tuve pesadillas hace un par de semanas, cuando empezaba la relación con Dash, justo después de irme a vivir con él. En esos sueños, tenía que elegir entre recuperar a Carson o quedarme con Dash. Y no podía decidir —se lamentó, con una evidente nota de agonía en la voz—. Me sentía fatal porque siempre había soñado con volver a estar con Carson; habría hecho lo que fuera con tal de lograrlo. Sin embargo, en mi sueño, no optaba por esa posibilidad; dudaba porque Dash estaba allí y no quería perderlo.
—¡A la mierda con tus sueños! —exclamó Chessy crudamente—. Te joden la vida, sí, y la cuestión es que no puedes recuperar a Carson, así que era un sueño absurdo, solo la manifestación de tu sentimiento de culpa. Carson está muerto; tanto si lo eliges como si no, no volverá. No puedes recuperarlo, nunca podrás. Por consiguiente, has de decidir si te pasarás el resto de la vida llorando su muerte o si vas a asumir el control de tu futuro y no dejar escapar al hombre que te adora.
—Nadie mejor que Chessy para poner los puntos sobre las íes —remachó Kylie, divertida—. Pero he de admitir que en esta cuestión estoy totalmente de acuerdo con ella. Carson te quería, Joss, te adoraba; nadie lo ponía en duda. Y no creo ni por un instante que a él le gustara la forma en que te estás martirizando a ti misma. Él desearía que fueras feliz, y yo también quiero que seas feliz. Pero tú también has de desearlo.
Joss asintió.
—Os quiero, chicas. Estoy tan contenta de veros. Os juro que a partir de ahora no volveré a perder el contacto con vosotras. Sois demasiado importantes para mí.
—Ni se te ocurra volver a perder el contacto —murmuró Chessy—, o iré a casa de Dash a buscarte en persona y, si es necesario, te sacaré de allí a rastras. Estaba tentada a hacerlo antes de que llamaras para quedar hoy para almorzar las tres juntas, pero que conste que estás avisada, ¿eh? No tendré tanta paciencia en el futuro.
Joss y Kylie rompieron a reír a carcajadas. Joss se sentía más aliviada mientras miraba a sus dos queridas amigas. Le hacía falta eso: compartir un buen rato con ellas, escuchar sus consejos y apoyo. No se había dado cuenta de hasta qué punto la situación con Carson y Dash la había sobrepasado hasta que se había atrevido a hablar abiertamente de ello.
Después de desahogarse, sus preocupaciones se le antojaban como una verdadera chorrada. Quizá lo único que necesitaba era obtener el consentimiento de sus amigas, por más que le diera rabia la idea de no poder elegir por sí misma y seguir adelante. No era justo ni para Dash ni para ella.
—¿Cuándo le dirás que le quieres? —preguntó Chessy con curiosidad.
La pregunta sorprendió a Joss, porque todavía no se había admitido ni a sí misma la intensidad de sus sentimientos, así que mucho menos a nadie más. Pero mientras consideraba la pregunta de Chessy, se dio cuenta de que sí, que quería a Dash, quizá desde el principio.
—Me parece muy pronto —murmuró Joss.
Kylie resopló.
—¿Acaso no te enamoraste de mi hermano con la misma rapidez? Vamos, Joss, los dos os enamorasteis perdidamente. Creo que Carson perdió la chaveta antes que tú. ¡Y fíjate lo bien que os salió! Si temes que sea malo enamorarte tan rápidamente, piensa que Carson y tú todavía estaríais juntos si él no hubiera muerto. Enamorarse de buenas a primeras no significa que el sentimiento sea menos profundo. Si existe, existe.
—Un corto plazo de tiempo no significa que el amor sea más o menos real o verdadero —apostilló Chessy con dulzura—. Kylie tiene razón. Carson y tú os enamorasteis como locos; lo vuestro fue amor a primera vista, y no por ello era menos sólido, del mismo modo que tus sentimientos por Dash no serán menos intensos solo porque te hayas enamorado de él tan deprisa. Fíjate en mí y en Tate. Me pidió que me casara al cabo de… ¿qué? ¿Dos semanas después de salir juntos?
—¿Y todavía sois felices? —la interrogó Joss.
Ella y Kylie intercambiaron una mirada momentánea. Era obvio que Kylie estaba tan preocupada por el matrimonio de Chessy como Joss. Pese a que Joss no había pasado mucho tiempo con Chessy en las últimas semanas, era obvio que algo iba mal entre ella y Tate.
A Chessy se le borró la sonrisa de los labios, pero la recuperó rápidamente.
—No pasa nada. Estamos bien, solo es que nuestra relación ha cambiado. Pero eso sucede en todas las parejas. No podemos estar en una constante luna de miel. Nuestras necesidades ahora son diferentes. Tate está muy estresado a causa de su negocio; le toca viajar a menudo o ir a visitar a clientes a horas intempestivas, pero estamos bien. Todavía le amo como el primer día, y sé que él también me ama.
Joss suspiró aliviada al oír la ferviente respuesta positiva de su amiga. Kylie seguía mirando a Chessy con reservas, pero Kylie siempre se comportaba así: absolutamente leal y protectora con sus amigas, aunque su lengua la traicionara de vez en cuando. Pero Joss sabía que Kylie tenía el corazón más grande del mundo y que quería lo mejor para ella y para Chessy.
—¿Qué tal si pedimos algo de comer? ¡Me muero de hambre! —sugirió Chessy, cambiando de tema.
Joss accedió a zanjar la cuestión sobre la relación de Chessy con Tate y le hizo una señal al camarero para que se acercara a tomarles nota. Las tres amigas pidieron lo que querían y luego se pasaron el resto del almuerzo riendo y poniéndose al día acerca de sus vidas durante las últimas semanas.
Pero Joss no podía dejar de pensar en Dash. ¿Cuándo cimentaría su relación declarándole su amor con unas palabras tan simples como «te quiero»? Sí, unas palabras simples que, sin embargo, la asustaban de una forma tremenda, porque indicaban un nivel completamente diferente de vulnerabilidad para ella.
Pensaba que los sentimientos de Dash por ella eran muy profundos, quizá desde hacía mucho tiempo, a juzgar por los comentarios que le había hecho él previamente. Pero no le había dicho que la quería. Quizá solo estaba esperando a que ella se lo dijera primero. Él ya se había arriesgado mucho, y Joss podía comprender por qué no quería declararse sin antes saber exactamente lo que ella sentía por él.
Si Dash mostraba tanta paciencia mientras Joss aclaraba sus ideas, lo mínimo que ella podía hacer era dar el primer paso y sincerarse.
Pero ¿y si él no la creía? ¿Y si era demasiado pronto? ¿Pensaría que estaba tan enajenada por las circunstancias que se dejaba regir por sus emociones por encima de todo?
Joss arrugó la frente, en actitud concentrada. Chessy y Kylie la miraron con curiosidad pero ninguna dijo nada, aunque la pregunta era obvia en sus ojos.
—Se lo diré cuando no estemos haciendo el amor —declaró.
Al instante se ruborizó, al darse cuenta de que había expresado sus pensamientos en voz alta.
Chessy y Kylie rieron y Joss no pudo evitarlo y también se echó a reír, sin importarle que alguien las oyera.
—¡Buena idea! —gorjeó Chessy—. No es el momento más adecuado para decírselo; seguro que él no estará muy atento, cuando tiene la mente dominada por la polla.
—¡Por el amor de Dios, Chessy! —la reprendió Kylie.
Chessy se encogió de hombros.
—O a lo mejor sí. A veces los hombres están más receptivos cuando piensan con la polla; se obtienen mejores resultados.
—Se lo diré esta noche —afirmó Joss impulsivamente, con unas repentinas ganas de compartir sus sentimientos con Dash.
Recuperó la serenidad momentáneamente, mientras observaba a sus dos mejores amigas en silencio.
—No pensaba que volvería a encontrar el amor. Pensaba que había quemado mi único cartucho al haber encontrado a mi alma gemela: a Carson. Pero Dash… le amo. ¿Es posible hallar la perfección dos veces?
Chessy y Kylie le sonrieron con ternura.
—Tú misma acabas de contestar a tu pregunta —contestó Chessy—. Le amas. Así que supongo que sí que has encontrado a tu segunda alma gemela.