Como si supiera lo agotadora que había resultado la velada para Joss y entendiera su frágil estado emocional, Dash le hizo el amor con tanta ternura que ella se quedó maravillada. Después, Dash le ató la muñeca a la suya tal como había hecho la otra noche, y luego la estrechó entre sus brazos. Joss apoyó la cabeza en su hombro, como si fuera una almohada.
Estaba encantada con aquel acto tan íntimo de estar atada a él. Suponía algo más que un simple vínculo físico; se sentía conectada a él en un sentido mucho más profundo, de un modo que acogía de buen grado y saboreaba con todo su corazón.
Joss cayó rendida en un sueño profundo, contenta y saciada; sin embargo, empezó a soñar de nuevo con Carson. En el inquietante sueño, él estaba allí, le sonreía y le ofrecía la mano. Dash se hallaba al otro lado, de pie, con cara de tristeza. Una vocecita interior le exigía a Joss que eligiera: si tuviera la opción de recuperar a Carson o permanecer con Dash, ¿con cuál de los dos se quedaría?
Su cuerpo se tensó incluso dormida. ¿Cómo podía tomar una decisión? Siempre había dicho que haría cualquier cosa con tal de volver a estar con Carson, cualquier cosa, pero ahora ya no era tan simple, ahora estaba con Dash.
Se hallaba en una encrucijada, entre dos hombres muy amados, y cada uno tiraba de ella en una dirección opuesta. El sueño no tenía sentido. No podía recuperar a Carson, así que ¿por qué atormentarse con aquella opción?
Sin embargo, los dos hombres le pedían que decidiera. A Carson se le borró la sonrisa de los labios y sus ojos se llenaron de desánimo. Bajó la mano y dejó caer los hombros en señal de derrota. Pero Dash tampoco la miraba en actitud triunfal; parecía torturado, como si estuviera dispuesto a hacer cualquier cosa en el mundo para librar a Joss de aquella dolorosa situación.
Dash le dio la espalda, para no influir en su decisión, pero eso no era lo que ella deseaba. No obstante, Joss no fue hacia Carson. Permaneció inmóvil, paralizada ante la imposibilidad de decidirse.
¿Cómo iba a elegir entre su pasado o su presente? ¿Su futuro? Carson estaba muerto. Joss no podía traicionar la fe que Dash había depositado en ella, ni tan solo en sueños. No podía permitir tal cosa.
Con el corazón hecho trizas, observó con abatimiento cómo Carson se daba la vuelta y empezaba a desvanecerse lentamente, hasta ser casi transparente, con una mirada que a Joss le partía el alma, que la dejaba sangrando por dentro.
—Lo siento, Carson, lo siento —susurró.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas, cálidas contra su piel fría.
Dash la contempló en medio de la oscuridad, con un sentimiento de impotencia. Ella luchaba contra sus demonios incluso mientras estaba dormida, y Dash no podía hacer nada. Peor aún, ella lloraba por su esposo muerto, le pedía perdón. ¿Por qué motivo? ¿Por engañarlo? ¿Por traicionar su recuerdo tal como Kylie la había acusado de estar haciendo? ¿Acaso Dash podía albergar la esperanza de ganar su corazón, o este le pertenecería siempre a un hombre muerto?
En silencio desató el pañuelo que unía sus muñecas y esta vez fue él quien se dio la vuelta hacia la pared, dándole la espalda a Joss. De nuevo, le resultó imposible conciliar el sueño. Permaneció allí tumbado, luchando contra sus propios demonios mientras Joss bregaba contra los suyos, a escasos centímetros, aunque cada uno de ellos se encontraba en un mundo aparte.