PRESENTACIÓN

Barbara Hambly ha obtenido en pocos años una gran reputación entre todo tipo de públicos gracias a una visión adulta de la temática fantástica, lo que, junto a la evidente calidad de su estilo literario, le ha convertido en una de las mejores novelistas de la nueva fantasía norteamericana. Todos los comentaristas reconocen su especial habilidad para narrar aventuras de gran interés y amenidad sin que falte en ellas una riqueza de ideas poco habitual en la fantasía más al uso, ni la cuidada atención a la evolución psicológica de los personajes. Con la obra de Barbara Hambly, la fantasía, sin perder los rasgos característicos de su amenidad ni su interés por las maravillas de los mundos que describe, adquiere un nivel de madurez francamente encomiable.

Los lectores de NOVA ya tuvieron la oportunidad de conocer el buen hacer de esta autora con VENCER AL DRAGÓN (NOVA fantasía, número 7). Se trataba en aquel caso de una novela sorprendente, con múltiples niveles de lectura y que parece llamada a quedar como una de las novelas fundamentales de esa nueva fantasía que ha surgido con fuerza incontenible en los años ochenta. En VENCER AL DRAGÓN encontrábamos el clásico enfrentamiento con los dragones en un mundo medieval de estructura feudal en el que la magia es un elemento esencial. En dicha novela se daban cita todos los elementos que, en manos menos hábiles que las de Barbara Hambly, la habrían convertido en la enésima copia del trillado modelo de Tolkien. Pero Hambly nos conduce por un sendero de adultos que no se detiene ante el hecho fantástico de la mera existencia de los dragones y su carácter de amenaza a la vida cotidiana. Esta vez la elección de los protagonistas y el tratamiento del tema, sin perder su vertiente aventurera, aportan ciertos aires de curioso «realismo», si cabe dicha expresión al hablar de literatura fantástica. En VENCER AL DRAGÓN, como en toda la obra de Hambly, nos encontramos con personajes que no son de una pieza, que no son simplemente estereotipos forjados en un molde y que, por el contrario, se comportan como los seres humanos normales. Los hechos que se narran no sólo transcurren para maravillar al lector, sino que también inciden en los propios personajes cambiando su visión del mundo y de sí mismos. En el caso concreto de VENCER AL DRAGÓN, la lucha contra el dragón representa en realidad un enfrentamiento consigo mismos, casi un ajuste de cuentas personal en torno a sus expectativas en la vida.

Ésa es la razón fundamental de que VENCER AL DRAGÓN destaque de entre las muchas novelas de fantasía escritas en los años ochenta, por un tratamiento maduro y escasamente convencional de unos temas que ya eran tradicionales en la fantasía: la magia decadente, los gnomos desposeídos de sus dominios, la avaricia de un dragón por el oro, etc., que Hambly narra desde un original punto de vista según el cual el empeño de vencer al dragón se convierte en la imperiosa necesidad de los protagonistas de triunfar sobre sí mismos.

Es evidente que esta apreciación relativa a VENCER AL DRAGÓN se extiende a LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN, que hoy presentamos. Pero es también manifiesto que la propia autora siente especial predilección por los personajes de LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN, a los que ha retornado ya más de una vez haciéndoles evolucionar y narrando cómo avanzan sin cesar por esa difícil senda que supone el reconocimiento del propio yo.

Barbara Hambly inició su carrera con una trilogía de factura clásica en el seno de la fantasía más tradicional: la trilogía de Darwath. Pero su siguiente novela, LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN, no parece haber sido concebida inicialmente como una serie. Se publicó en marzo de 1984 y fue seguida de obras como VENCER AL DRAGÓN (enero de 1986) y THE SILENT TOWER (diciembre de 1986). No parecía haber una nueva serie hasta que en julio de 1987 encontramos a los mismos personajes en THE WITCHES OF WENSHAR (Las brujas de Wenshar) en una curiosa continuación que volvía a los personajes centrales (que tan cambiados resultan al finalizar LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN), esta vez en la ciudad de Wenshar, de la que se dice que en otros tiempos había sido una ciudad de brujas. De nuevo, tras varias novelas sobre otros mundos y personajes (THE SILICON MAGE, 1988; THOSE WHO HUNT THE NIGHT, 1988; y BEAUTY AND THE BEAST, 1989), Hambly no ha sabido resistir al terrible atractivo que sobre ella misma parecen ejercer los dos personajes de LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN a los que encontramos de nuevo en THE DARK HAND OF MAGIC (La mano oscura de la magia), publicado en marzo de 1990. Con ello lo que tal vez fuera concebido como una novela (o a lo máximo como dos) se configura como una curiosa trilogía de novelas realmente independientes, cada una de las cuales analiza una faceta distinta del devenir de personajes centrales ya casi emblemáticos.

Se trata de Lobo del Sol, un capitán de mercenarios, y Halcón de las Estrellas, la mujer guerrera que es su segunda en el mando. Ambos descubrirán una nueva faceta de sus personalidades precisamente a través de los peligros y aventuras que deben afrontar en LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN. Y es esa nueva personalidad enriquecida la que justifica que Hambly haya querido seguirles de nuevo en otras novelas que tal vez tengamos oportunidad de comentar.

En LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN se narra cómo el malvado Mago Rey, Altiokis, ha conquistado la ciudad de Mandrigyn y ha esclavizado a sus hombres en el duro trabajo de las minas. Pero las mujeres de la ciudad no se resignan. Dirigidas por la aristocrática Sheera Galernas, quieren contratar los servicios del ejército mercenario del capitán Lobo del Sol para enfrentarse al Mago Rey.

Pero Lobo del Sol rechaza el trato, es demasiado sabio para involucrarse en una lucha contra la magia y recuerda el consejo de su padre de no dejarse nunca mezclar con el amor ni con la magia. Hasta que despierta en un barco y descubre que ha sido secuestrado por Sheera y sus mujeres, que sólo le dejan una alternativa terrible: entrenar y guiar a las damas guerreras de Mandrigyn contra Altiokis, o morir tras la larga y temible agonía del anzid, el veneno que le han suministrado y para el que sólo ellas disponen del antídoto. Y así se inicia para Lobo del Sol (y también para Halcón de las Estrellas, que parte en su busca) un nuevo camino inesperado en el que ambos descubrirán tanto el poder de la magia como el del amor.

Y todo ello en un mundo en el que la magia, otrora dominadora y potente, ha desaparecido prácticamente por la persecución implacable del poderoso Mago Rey Altiokis, celoso de su saber y deseoso de disponer la exclusiva monopolista del poder que dispensa la magia. La dilatada vida de Altiokis le ha servido para eliminar a todos los magos de antaño, dejando tan sólo algunos escasos discípulos poco formados que no logran dominar los recónditos secretos del poder mágico.

Pero, además, LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN es ante todo una reflexión (tal vez feminista) sobre el papel de las mujeres en la sociedad. El deambular de los personajes centrales se realiza en un entorno en el que, por la misma dinámica de la situación, se cuestiona indefectiblemente el decorativo papel asignado a las mujeres en Mandrigyn, pero también las insuficiencias de la actitud que han adoptado las mujeres que, como Halcón de las Estrellas, parecen haber asumido un papel que siempre ha sido considerado masculino: el de guerrero mercenario profesional.

Para terminar, algunos comentarios sobre ciertas decisiones que se han tomado respecto a la traducción. El título original de la novela es THE LADIES OF MANDRIGYN que también podría ser traducido (como ha sugerido la traductora) por «Las damas de Mandrigyn», pero he preferido utilizar el término «señoras» ya que a él se asocia también en castellano un cierto significado de poder o capacidad de mando y así se aleja de una interpretación que repose en demasía sobre el aspecto «decorativo» que también se asocia a la palabra «dama». Espero que los lectores y lectoras comprendan mi punto de vista al finalizar la lectura de la novela, pero estoy seguro de que el título utilizado respeta mucho más la intención de la obra.

Pese a mi personal aversión a traducir los nombres de los personajes o de lugares geográficos, he mantenido en este punto la propuesta de la traductora. En realidad la narración transcurre en un mundo inventado y no hay ninguna razón para que se identifique con el de la cultura anglosajona. Por ello se han traducido los nombres que tienen un claro sentido en inglés ya sea por su significado literal o simbólico en relación al personaje, sus relaciones o al lugar geográfico del que se trate.

El problema surge de la distinta maleabilidad del idioma inglés y del castellano, lo que ha extendido tal vez desmesuradamente el número de sílabas de los nombres. Así, los protagonistas centrales se han convertido en «Lobo del Sol» (Sun Wolf) y «Halcón de las Estrellas» (Starhawk), para mantener con ello la plenitud de significados de los dos elementos que tienen en el original inglés: el animal (lobo/halcón) y la relación con el universo (sol/estrellas). Ésa es claramente la intención de la autora, que en algunos lugares cita tan sólo uno de esos elementos y se refiere a los personajes como «El Lobo» (the Wolf) o «El Halcón» (the Hawk), expresiones que también he mantenido en la traducción. Incidentalmente diré que el hecho de que el Halcón (que tal vez «suene masculino» en castellano) sea en realidad un personaje femenino, no hace más que reforzar la simbología e intencionalidad feministas de la novela. En el fondo me alegro de que el efecto quede tal vez un tanto exagerado en nuestra traducción al castellano.

Porque, a esta altura, debería ser claro que LAS SEÑORAS DE MANDRIGYN no acude en vano al tema de las mujeres guerreras y que ésta es tal vez la punta de lanza de un discurso que apunta a poner en tela de juicio el papel que las mujeres tienen asignado en ciertas sociedades como la de la ciudad de Mandrigyn. Y parece que, tal como dice el refrán, en todas partes cuecen habas…

MIQUEL BARCELÓ