Apacible y demacrado, de muchas lluvias
y de muchos hielos víctima, verdes de musgos,
tus suaves mejillas, tus grandes párpados caídos
marchan tranquilos al encuentro de la meta,
de la desintegración voluntaria, del deshacerse
en el todo, en lo disforme infinito.
Aún se anuncia el gesto desvanecido
de la nobleza de tu misión regia
y busca ya en humedad, fango y tierra,
libre de las formas, la consumación de su sentido.
Mañana será raíz y murmullos del follaje,
agua será para espejar la pureza del cielo,
se rizará en hiedra, algas y helechos…
Imagen de todo cambio en la eterna unidad.