La lluvia otoñal socava el bosque descolorido,
con el viento de la mañana tirita el valle de frío,
caen duros los frutos del castaño
y revientan y ríen en su humedad marrón.
En mi vida ha cavado el otoño,
el viento arrastra las hojas destrozadas
y sacude rama contra rama… ¿Dónde está el fruto?
Hice florecer el amor, y dolor fue el fruto.
Hice florecer la religión, y el fruto fue odio.
Se adueña el viento de mis ramas secas,
yo me reía y aguantaba sus asaltos.
¿Cuál es mi fruto, cuál mi meta? Yo florecía
y florecer era mi meta. Ahora me marchito,
y marchitarse es mi meta, nada más,
cortas son las metas que el corazón se señala.
Dios vive en mí, Dios muere en mí, Dios
sufre en mi pecho, para mí meta suficiente.
Camino o extravío, brote o fruto,
todo es lo mismo, todos son simples nombres.
Con el viento de la mañana tirita el valle de frío,
caen duros los frutos del castaño
y ríen duros y claros. Yo río con ellos.