Una vez más el verano, al que habíamos renunciado,
ha recuperado su fuerza;
cual compendiado en días cortos irradia,
resplandece con soles radiantes y sin nubes.
Así puede un hombre al final de su esfuerzo,
ya retirado en su desengaño, confiar
de pronto una vez más en las olas,
arriesgando en el salto lo que le queda de vida.
Tanto si se prodiga en un amor,
como si se arma para una obra tardía,
en sus obras y placeres brilla una claridad
otoñal y su hondo saber sobre el final.