El mundo yace en pedazos,
en tiempos lo queríamos mucho,
ahora la muerte no tiene ya
para nosotros muchos terrores.
No hay por qué denostar al mundo,
siempre tan disparatado y salvaje,
viejos sortilegios siguen soplando
en torno a su imagen.
Queremos distinguir agradecidos
en medio de su gran juego:
nos dio placer y sufrimiento,
nos dio amor, mucho amor.
Salve, señora Tierra, adórnate,
ponte de nuevo joven y tersa,
nosotros rebosamos
de tu felicidad y de tu desgracia.