OTOÑO PREMATURO

Huele ya intensamente a hojas podridas,

los campos de trigo están vacíos y sin vista;

sabemos que una de las próximas tormentas

romperá el cuello a nuestro cansado verano.

Crepitan las silicuas de retama. De repente

a todos nos parecerá lejano y fantástico

lo que hoy creemos tener en la mano

y cada flor maravillosamente nos desorienta.

Un deseo medroso crece en el alma asustada:

que no se agarre demasiado a la existencia,

que viva la decadencia como un árbol,

que no falten fiesta y color a su otoño.