Un rumor de viento vespertino
solloza y se ahoga en el follaje,
pesados goterones rebotan
y ponen su marca en el polvo.
De los muros desmoronados
brotan musgo y helechos,
las personas mayores se acurrucan
silenciosas en los umbrales.
Unas manos retorcidas se apoyan
inmóviles sobre rodillas rígidas,
se entregan al descanso
mientras se marchitan.
Vuelan sobre el cementerio
cornejas pesadas y grandes.
Sobre las peladas colinas
lozanean el helecho y el musgo.