UN DÍA GRIS DE INVIERNO

En un día gris de invierno,

tranquilo y casi sin luz,

un anciano gruñón, que ni quiere

siquiera que se le hable.

Escucha pasar al río joven

cargado de ímpetu y pasión;

indiscreta e inútil se le antoja

su fuerza impaciente.

Entrecierra los ojos, burlón

y aún ahorra más luz;

con toda suavidad empieza a nevar,

y se pone el velo ante el rostro.

En su sueño senil le molesta

el agrio grito de las gaviotas,

y en el serbal deshojado

las peleas de los mirlos.

Ridículo con su importancia

le resulta todo lo afectado;

y entre toda esa nevisca

avanza hacia la oscuridad

No debe importarnos retener o copiar el pasado, sino vivir lo nuevo con la capacidad de recreación de la que seamos capaces con nuestras fuerzas. Por eso no es bueno el duelo, en el sentido de seguir pendiente de la pérdida y no en el sentido de la verdadera vida.