Más o menos, mi muchacho querido,
todas las palabras humanas acaban siendo un embuste;
donde relativamente más honrados somos
es entre pañales y más tarde en la tumba.
Después nos tendemos junto a los padres,
por fin somos sabios, llenos de fresca claridad,
con huesos relucientes tableteamos la verdad,
y alguno mentiría y preferiría volver a vivir.