Todas las bagatelas que la juventud estima
un día yo también las veneré:
rizos, corbatas, yelmo y espada,
sin olvidar a las mujercitas.
Pero sólo ahora veo claro
que para mí, el antiguo muchacho,
nada queda ya de todo ello.
Pero sólo ahora veo claro
lo sabio de aquella ambición.
Cierto que banda y rizos
y la magia toda pasan pronto;
pero lo que otrora gané,
sabiduría, virtud, calcetines calientes,
ah, también eso desapareció pronto,
y sobre la tierra se cierne el frío.
Magníficos para la gente vieja
son la estufa y el tinto de Borgoña,
y para terminar una muerte dulce,
¡pero más tarde, hoy todavía no!